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miércoles, 15 de mayo de 2019

PROCLAMA DE LAS FIESTAS DE SAN ISIDRO, EN EL PRINCIPIO DEL TERCER MILENIO.


PUBICATA DE FIESTAS


                        ¡ Cómo  imitar  quisiera
                        a esa mujer  muy alegre,
                        y, de  canto muy solemne,
apedillada  Contreras!

Estas fiestas sin cambiar
se remontan  ya tres siglos,
cuando un  devoto y fiel  hijo,
quiso un día  celebrar.

Era un labrador del pueblo,
que pacía los ganados,
cerca de unos verdes  prados,
al pie de un alto cerro.

Debió  decirlo a su dueño,
que se quedaba, sin misa,
los domingos y, aprisa,
al abad  pidió un templo.

Eran varias  caserías,
En torno a la Moraleda,
Por el Encinar  comienzan
Y llegan a  Fuente Encina.


Si las nombramos a todas,
Cuando se fundó la ermita,
Bermejo, las Albarizas,
Manuel Cano y Peña Honda.
 
La Jurada  y El Villar,
De Cano y de los García,
Las monjas, capellanía,
Pedregales, y  Encinar.

Se me olvidó el Lagarillo,
Y también el Puerto llano,
 Lo que Biedma ha comprado,
Y chozas del pastorcillo.

No sé si, hace más siglos,
 Vivieron  aquí los iberos,
Pero sé que son loa primeros,
Ramírez, Cano y Rosillo.



 Algunos  eran  hidalgos,
-  (, incluso de los  Arjona,
Aguilera, Díaz y   Moya-,
 A los campos transformaron.

Del  encinar para reses,
Se convirtió en viñedo,
Aquel  famoso terreno,
fundo anterior de mieses.

De  la fuente Moraleda,
Un  labrador  prudente,
Encomendó la suerte
Del agua de su  ribera.

Al santo, de los labriegos,
Que el rey  Felipe hiciera,
En Madrid, una iglesia,
Y,  por patrono del Pueblo.

Por eso, desde aquella fecha,
Los labriegos alcalaínos
Le pusieron san Isidro,
A la fuente Moraleda.

Esto, Pilar, no es proclama,
De las fiestas campesinas,
Sino una historia divina,
Del santo de la labranza.

Y nos toca hoy anunciarlas
A manera de pregón,
Con trompeta y tambor,
Con cohetes y reales palmas.

Pues, los hermanos mayores,
Quieren  que el día anterior,
Todos bailen sin temor
Y  olviden los sinsabores.

Será el domingo siguiente,
Al día de san Isidro,
Cuando la misa de Cristo
Nos reúna y encuentre.

Tras él, vendrán las carrozas,
Convocando a la gente,
-laboriosa y diligente,
para  adornar las  cosas.


Que no falte la bebida,
Ni  los premios al mejor,
Y elijamos  por mayor
Dándole la bienvenida.

Entre  cerezos y olivos,
bendiciones y rogativas,
no os queden en retentiva
los placeres gustativos.

Y, si os sobrara algún tiempo,
Bailad, al son de las orquestas,
Casadas,  novias y solteras,
Sin paro ni entretenimiento. ,

Marchaos, pues,  a vuestras casas,
Cuando ya no os  queden fuerzas,
Rezarle y hacerle ofrendas,
Antes de  la retirada.

Y que san Isidro OS bendiga,
Dándoos  alegría y bienes,
Salud, y un amor ingente,
 Para el resto de los días.


¡Cómo quisiera cantarte,
San Isidro  labrador,




Con la dulzura y candor,
De la  poetisa del arte!






















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