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lunes, 13 de mayo de 2019

EL ABAD ALONSO DE MENDOZA










Introducción:

Los tres poderes ( el municipal, representado por los regidores, el gubernativo-judicial por los corregidores y el eclesiástico por los abades)  se conjugan en el municipio  de Alcalá la Real y se intrerrelacionan en un juego de intereses económicos, sociales y culturales que dan a lugar a un proceso histórico de colaboraciones , subsidiariedad,  enfrentamientos y demostración de la independencia y de limitaciones de sus competencias. Unidos por el vínculo  común de la Corona que les sirve de acicate, tratan de afrontar objetivos de mantenimiento de la Institución.
Por su parte, La Corona como promotor de todo ellos en su nombramiento, en el control de su gestión y en su destitución, es el garante para el mantenimiento del sistema en la época moderna. Con unos visos de autonomía local en el gobierno y en el mantenimiento de fueros o privilegios, en la autoridad delegada de sus corregidores y en las constituciones de sus sínodos, Alcalá mantendrá un perfecto equilibrio entre los tres poderes, en el que tan sólo las circunstancias económicas, sociales o los protagonismos de las personas que ocupan los cargos, alterará en ocasiones la situación de tranquilidad.
En tiempos del Abad Alonso de Mendoza es un claro reflejo de esta situación, donde se mantiene una armonía entre el municipio, el poder judicial-gubernativo y el eclesiástico.

ALONSO DE MENDOZA


Su nombre completo era don Alonso Lasso de Mendoza. Perteneciente a la familia de los Mendozas que habían ejercido cargos públicos en la Corte. Su padre  Luis Lasso de  Mendoza, señor de la Junquera, estaba relacionado con los miembros del Infantado, que tanta importancia tuvo en la Corte de aquellos años y , aunque murió a finales del siglo XVI, dejó el señorío, en la persona de  su nieto y sobrino Luis Lasso de Mendoza. En su testamento  aparecen citados  como albaceas testamentarios el duque del Infantado, que representaba el Almirante de Castilla ,por estar casado con Ana de Mendoza, y don Francisco de Mendoza, almirante de Aragón. [1] El propio abad lo reconocía como señor que le había otorgado hasta ahora todas las mercedes. Refiriéndose a su sucesor Luis de Mendoza dice  " suplico a su Exª del duque tenga a en la memoria las obligaciones que tiene de hacer md. a mi sobrino don Luis de Mendoza y a los demás sucesores de su cassa honrándoles como los de la  su EXª an hecho siempre".  Su madre era Ana de Toledo, que provenía de la familia de Pedro de Toledo, segundo duque de Alba, emparentado con el Marqués de Villafranca, a través del matrimonio con su hija María de Osorio. Uno de sus descendientes Francisco de Toledo, virrey del Perú, intervino con otros juristas y religiosos como José de Acosta en la organización política, social y cultural  de Perú.  Tuvo varias hermanas bajo su tutela : María e Inés. A María  de Mendoza, que  aparece citada como María de Osorio en algunas ocasiones  mantuvo hasta el final de su vida y fue enterrada en la misma capilla que el abad en la iglesia Mayor abacial, concediéndole los réditos de los beneficios de Tortosa[2]. Murió en torno al año 1606 y fueron los administradores de sus bienes en tierras de Guadalajara Alvaro de Santa Cruz y Pedro de Robledo.[3] Su hijo era Luis Lasso de Mendoza y su hermana Catalina de Mendoza.
  A la otra hermana suya , Inés de Mendoza, casada con licenciado don Juan de Herrera, primer  provisor y vicario, sólo convivió los primeros años hasta su matrimonio y se vio inmerso en un pleito  de la legítima de sus padres.[4] y  también otros dos nuevos , uno acerca de una parte de la herencia del tío don  Pedro de Mendoza y otro por el beneficiado de la villa Tortossa, que le administró durante varios años fray Marcos de Salazar, ministro de la Santísima Trinidad de Valladolid, juez apostólico. A pesar que la mantuvo varios años consigo y la alimentó, sin embargo con motivo del casamiento se produjeron estos conflictos familiares de los que el abad no se consideraba deudor en parte alguna en el momento de la muerte., porque " demás de averle pagado a la dicha Sª doña Ynes de Mendoça mi hermana su legítima enteramenta con los réditos de ellas, la he sustentado y alimentado muchos años gastando de mi propia hacienda". Esto no fue óbice para que le guardara todas las alhajas de su hermana María de Ossorio  que la había dejado heredera suya.
Poesía los juros de heredad de la ciudad de Jerez y Écija, que se los donó a su heredero Luis de Mendoza.



Educado probablemente en la Universidad de Alcalá, residió en Madrid, se ordenó sacerdote, estudió también en Roma y disfrutó desde el principio diversos beneficios en la diócesis de Tortosa, trasladándose a la abadía de Valladolid, donde residió muchos años la Corte. En Tortosa alcanzó el priorato y el beneficiado por oposición y no por concesión real, lo que demuestra que debió participar en competencia con otros hombres de cultura y de la Iglesia. En Roma, recibió de su Santidad el título de abad de Valladolid. Mantuvo contactos comerciales con hombres de negocios, sobre todo de la seda, en Valladolid como Pedro de Valverde, mercader, Cristobal de Villagoméz [5]   y don Pedro Gómez de Duero, o el licenciado Alonso de Maluenda y Medrano [6]; también  en Madrid, Jusepe Gómez, con quien le vemos  hipotecándole  una cadena de oro. Con ellos hacía de valedor de préstamos y recibía prendas a cambio como Ana de la Vega y Barrios, que le depositó otra cadena de oro por precio de cuatro mil reales.
 Se relacionó también  con los hombres de la cultura, ya que por aquel tiempo residían en la ciudad, importantes teólogos, humanistas y juristas, debido a su importancia comercial y política. Así  entre las obras que disponía en su biblioteca la de José de Acosta, sacerdote de la Compañía de Jesús, hombre de  gran talento y preocupado por la evangelización del Nuevo Mundo, donde residió, regentando Colegios y escribiendo tratados de evangelización a los nuevos pueblos. Uno de los libros que se editaron durante la estancia del abad que coincidió con la de la Prepositura de Acosta era libro De Novisssimis temporibus, que influyó mucho en las personas de su tiempo, así como sus conocimientos de la historia natural que había experimentado en tierras americanas.

Curiosamente en el momento que la abadía de Valladolid se transforma en Obispado, se le nombra abad  de Alcalá la Real. La ciudad recibe la noticia el día trece de junio de 1597 por medio de una carta del señor recién nombrado abad, acordándose los preparativos de su recibimiento[7]. Aunque la cédula real provenía del diez de mayo de 1597, el se incorporó a la abadía en el mes de julio, celebrándose fiestas de toros en su honor.
Fue su administrador de todas las rentas de primicias, decimales y votos su secretario Juan de Santamaría, beneficiado de Santo Domingo de Silos. El Colector General de la Abadía fue Pedro Jiménez de Castillo que le administró las frutos que le pertenecían por rata , y las libranzas tanto de Alcalá y Juan de Armijo adminsitraba las rentas decimales de la villa de Priego y Carcabuey. Su provisor, capellán perpetuo beneficiado ,presidente del cabildo eclesiástico y vicario, recayó durante dieciséis años en Gutierre de Pineda,- anteriormente en Juan de Herrera y Pedro de Moya-, que se lo trajo del arzobispado de Granada en tiempos del arzobispo Pedro de Castro, donde ejercía el cargo de visitador. Sus buenas maneras como puso de manifiesto en la negociación de los moriscos de Priego, en quien se le encomendaron las peticiones de los regidores de Priego, nos hace ver el interés del abad por su persona , a quien le pagaba además de su salario el alquiler de la casa , donde vivía. Comisario de la Santa Cruzada, Diego de Aranda; Miguel de Madrigal , secretario del Santo Oficio. Otros curas eran los licenciados Antonio Blázquez, don Miguel Muñoz, Francisco de Moya, don  Pedro de Armijo, don Juan de Alvaro, don Juan de Frías Ruiz, don Gaspar de Clavijo, Martín Ortiz de Zarate, y el secretario del cabildo eclesiástico Gaspar de Montenegro. Eran beneficiados Alonso Carrillo, el licenciado Rodrigo Torres y Juan de Villalobos.

El capellán del Cabildo era Diego de Castro. Los párrocos de Santo Domingo de Silos y Santa María la Mayor: Diego de Pareja Barrionuevo y Juan de Villalobos.  Sus criados eran Cristobal y Bernardino Suares que se encargaban de los recados, los abastecimientos y del pago  de las deudas, completando el cuadro de servicios una esclava, de nombre María[8] y Luis, comprado a Diego López de Zúñiga y una muchacha, Isabel de San José, que se hizo monja del Convento de la Trinidad a la que donó diez ducados y alguna ropa.[9]



Así como  otros miembros de los Mendoza, perteneció al Consejo de Su Majestad  Felipe III y  debió estar preparado por importantes universidades, donde obtuvo el título de doctor en Teología,[10]ya que su extensa biblioteca manifiesta conocimientos del mundo clásico tanto de escritores importantes como le poeta Publio Virgilio Morón , aunque abunda los tratados desde el punto de vista moral como las obras de Plutarco.
Su muerte se celebró con honras fúnebres solemnes, tal como lo pidió en su testamento, repartiendo sus enseres y  concediendo en sus mandas donativos para el luto de sus criados y  para celebrar misas por su alma tanto en el altar privilegiado de Nuestra Señora de las Mercedes de la Iglesia Mayor Abacial como en el resto de iglesias y conventos de la abadía.[11] La ciudad suspendió el veintitrés de junio de 1616 todas las fiestas, porque " se encontraba muy malo".

El mismo día testó legando todos los bienes a su sobrino Luis de Mendoza, casado con doña Andréa de Tamayo Bonifaz (animales, juros, bienes muebles e inmuebles además de una dote de veintemil ducados con motivo de su casamiento). Hizo mención especial de un escritorio de Alemania y dos cuadros de San José y de la Magadalena para la sobrina Andréa. Tan sólo a su otra sobrina Ana de Mendoza, duquesa de Medina, dejó reservados mil ducados con motivo de su futuro casamiento. Murió el día veintitrés y el día veintinueve los albaceas alcalaínos y el alcalde Mayor, Juan de Peralta, abrieron su testamento junto con el heredero universal Luis Lasso de Mendoza.[12]







Su patrimonio mueble, un testimonio de un abad de su época.

Por el inventario que realizaron los albaceas y su administrador  Juan de Santa María, se pueden conocer los bienes muebles, obras artísticas, librería y documentos de un abad. Son muy ilustrativos para el estudio de la época y para la vida de un abad de procedencia nobiliaria. Cualquier comparación con el inventario de personas como regidores de aquel tiempo manifiesta una gran austeridad por parte del abad, difiriendo de éstos en su mobiliario, objetos de valores  e inmobiliario.  El ajuar de plata se componía de vajilla de 23 platos pequeños, siete grandes, una fuente pequeña, dos salvillas con sus armas, salero dorado con sus armas, azucarero, dos jarritos pequeños, una pimentera, y  dos escudillas; una cubertería, compuesta de seis cucharas y una pequeña, otra grande y tres Frinchinas (?); dos vinajeras de aceite y vinagre, un barquillo liso, una copa de pie alto, un bernegal dorado, dos candeleros grandes, otros dos de plata de bujías, otros dos , de pie alto, que servían en la Iglesia.
Como objetos religiosos, una cruz lisa para el altar, un cáliz de plata con su patena , dos vinajeras, dos escritorios de Alemania y una paletilla de plata que se sirve a la misa. En la puerta, una tabla en forma de cancel.
Para remediar el frío y la luz tenía cajas de velas grandes y pequeñas, también cuatro braceros, algunos con su caja, cuatro calentadores, algunos de ellos pertenecían a su hermana y dos esteras de paño; para sentarse, un taburetillo , cuando su hermana bordaba en los tres bastidores ( dos grandes y uno Pequeño); para guardar enseres tres cofres, y cinco  arcas de pino ; el color carmesí era la espaldera de la silla; como adorno de la casa, los cuadros de San Francisco con cubierta de tafetán verde , otro de Santa María Magdalena del mismo tafetán, otro de San Francisco de Pádua, otro cuadro bordado de San Idelfonso, otro pequeño de Nuestra Señora pintado a lo gitano , lo mismo que el del Nacimiento. También tenía un Agnus Dei, guarnecido en plata con tres cadenitas. Para entrar en la casa una pilita  de barro de agua bendita. Las  sillas eran trece , cuatro de color negro , dos verdes y un taburete colchado eran sus asientos.
La cocina  se componía de dos ollas grandes y una pequeña de cobre, tres cazos 8 dos grandes  y uno pequeño, dos sartenes, tres cacicos pequeños y una coladera, dos cazuelas con sus coberteras, otra con dos asas, un almirez, cinco cubiletes, un acebe de sacar agua de las tinajas con su cabo de hierro, dos cucharas y una paleta, dos cuchillas viejas, un peso viejo, cuatro asadores chicos y grandes,  una barra con sus dos caballos y con tres garabatos, una caldera vieja, un rayo, dos parrillas, un hornillo con su hoja y cobertera, un mortero grande de majar arroz, un tazón de masa y tablón de cocina con sus bancos de nogal, dos tinajas para el agua, una mesa grande y dos bancos y un cedazo y una escarpia con doce garabatos. Diecinueve tablas de manteles,  tres de estopa para muebles, entre ellos el aparador , un banco con cuatro cajones, un frutero.

Su dormitorio  se componía de ocho colchones (ocho llenos y uno vacío) y trece sábanas mediadas de ruán y medianillo, una cama de grana con flecos de oro y de madera; una cama de jerquetilla de madera negra dorada; otra de verano de madera dorada con su colgadura de seda  y oro , otra sin colgadura; veintidós colchones eran para los criados y veintiuna sábanas y once camas de cordeles; cinco almohadas blancas,  azules y moradas-  tres grandes y dos pequeñas,  y los acericos. Tenía siete colchas, dos sábanas medias, otras tres almohadas de Holanda. Tres cobertores blancos y dos paños blancos de grana, dos varas de medianillo y una almilla de lo mismo. 
Para el aseo personal, una escobilla  doce toallas de punto real y de seda, y siete sin estrenar,  dos peinadores y cuatro lavadores de manos.
Su vestimenta interior disponía de once camisas, dos pares de calzones blancos, dos pares de calcetas, dos pares de carpines, cuatro gabadores, siete bonetillos blancos. En un cofre solía guardar un jubón viejo de pilote de seda negra, unos calzones negros de pelo de camello viejos, una loba de seda negra en punto de lana y corte de  mucetas, forrada de tafetán ,otra en raja negra, un mantillo de paño negro de Segovia con el cuello de rizo un ferrezuelo negro, una sotana negra y el pelo de camello forrada de bayesta, una ropilla de lana negra, ropa vieja de Picardía forrada de borreguillos; en otra gaveta, una almilla de tela colorada, otra de tela blanca, ropa de mantas viejas, media sotana de camino de pelo de camello aforrada de bayeta morada; en otros cofres tres sotanas, varias lobas y algunos vestidos, un misal con tablas doradas dos sobrepellices, un roquete de Holanda con sus puntas y bordado, un cíngulo con  hilera con sus borlas, tres pares de dominguelos  y como zapatos, una botas de caminos y unos pantuflos negros.     

Poseía un estudio  donde tenía cuatro bufetes de nogal  y otro escritorio con pinceta de cerrar cartas, un pebetero de plata, cuatro gavetas de papeles, cartas, misivas y otras menudencias como manuscritos, bulas de nombramiento,  libros escritos en blanco, tinteros, cajitas y bolsas, otro bufete pequeños, una mesa de pino larga, catorce sillas ( once de cuero y dos terciopelo viejas y otra de lo mismo en la Iglesia) .  Allí tenía sus medicamentos naturales como piedras bezares y diversos antojos.  Un espejo pequeño, un bufete pequeño taraceado, otro de nogal. Un pomo de cobre para aguas de olores del buffet de su hermana.
Para transportar sus enseres y los viajes, disponía de dos acémilas aparejadas de enjalma ( especie de aparejo ligero),
una litera  con cuatro coreanas de chamelote de aguas, con su cubierta y sillas, una mula negra para llevar el agua  con silla, freno y albarda, una mula parda regalada en sillada,  y enfrenada, cuatro canastillos de mimbre para la lana, cajas de madera de pino con redoma de cordobán,
Un escabelillo, una tabla con dos bancos, seis alfombras dos piedras cuadradas de jaspes, una azul y otras de Cantera blanca y para  juego, una caja de ajedrez y otra de tablas con su ajedrez, que estaba en casa de don Alfonso de Aranda.







La labor mediadora del abad.

 Fiel a su personalidad moderada y culta, el Abad manifiesta a lo largo de la estancia alcalaína grandes dotes de su labor mediadora. Partiendo de resoluciones puramente protocolarias dentro del clero, estableció un acuerdo que resolvía el conflicto permanente que surgió a mediados de siglo anterior entre el clero regular y secular mediante un concierto de prelaciones, que debió zanjar lo que no venía previsto en las Constituciones Sinodales, establecidas con anterioridad a la erección y fundación de los Conventos de San Francisco de la Orden Tercera, de Santo Domingo, y de los Observantes. En el conflicto medió el abad  Guardiola de Santa Fe y tras la aprobación de los distintos cabildos regulares y el eclesiástico se zanjó el asunto con una orden del Abad el ocho de enero de 1602.[13]
La difícil competencia de rangos y protocolos entre el estamento civil y eclesiástico no generó conflictos  durante su período, como había sucedido en tiempos del Abad Maximiliano de Austria o de otros anteriores, que la altivez de algunos caballeros y la tozudez de los provisores y abades dió lugar a retirarse de actos públicos o a renunciar a prebendas especiales, sino que su labor mediadora se manifestó siempre cumpliendo con la norma consuetidunaria y respetando la autoridad civil en su protagonismo cuando adquiría el rango de ciudad en celebraciones festivas como el Corpus o en todas las fechas de feria señaladas de tabla. No obstante, una procesión de Letanías, los asientos de las capillas Mayores y, sobre todo, las fiestas del Corpus provocaron en el año 16l0 algunos roces entre su provisor y los miembros del Cabildo por permitir la entrada de caballeros no regidores en la Capilla de la Iglesia Mayor y en el orden protocolario de la procesión, ya que el provisor asumió el rango del Abad, acompañándose de algunas prerrogativas sólo permitidas a éstos. A pesar de iniciarse un auto para fijar el protocolo e , incluso, no acudir a la invitación de la ciudad con motivo de la fiesta de San Pedro, al final sus buenas maneras lograron apaciguar los ánimos y establecer el protocolo de todo lo relacionado con dicha fiesta, y , especialmente, con las Varas de Palio.[14]

 Aún más, fiel a todo lo que significara la promoción espiritual de los fieles y a perseverar en el bien de la " respublica" dentro del ámbito material y espiritual, coadyuvó a su cooperación y promoción. En su tiempo apoyó el nuevo patronazgo de San Blas por las enfermedades del garrotillo y no escatimó esfuerzos en su cooperación espiritual con motivo de la peste para que " la misericordia de Dios librara a nuestro pueblo del azote de la peste", que venía ocasionada " por los muchos pecados de los mortales".[15] No obstante, todavía se percibía el conflicto entre los caballeros hijodalgos y los representantes de la ciudad , como se manifiesta en la fiesta de San Sebastián que, invitados por el abad, llegaron a renunciar su asistencia a pesar de ser una fiesta patronal y en aquel año con más razón por ser año de nieves y aguas.[16]

No obstante, no era fácil a veces mantener los equilibrios entre el sector municipal- regidores y jurados-, los habitantes de la población, envueltos en nuevos intereses comerciales, alejados de la fortaleza de la Mota, como centro dinamizador, y la propia iglesia en su deseo de expandir su influencia en otros lugares de la población.  Claro ejemplo de este difícil equilibrio es la fundación de nuevos conventos y ermitas, provocando  el traslado del centro militar de la Mota  a la nueva ciudad. Tanto los munícipes muy preocupados en mantener sus privilegios por las nuevas imposiciones de la Corona como la propia iglesia se resistieron a nuevos impulsos de la nueva realidad urbanística: mantenimiento del control económico con el desarrollo de la actividad comercial en la Mota y en los arrabales-, el pósito, el peso de la harina, las tiendas, el nuevo Palacio de Justicia, la renovación de las murallas, el mantenimiento de todos los servicios y fiestas en la plaza; y, por parte de la iglesia, el mantenimiento de la iglesia mayor y el palacio abacial amén de la fortaleza militar. Sin embargo, aquella ciudad puramente burocrática contrasta con la nueva ciudad comercial a lo largo de la calle Real y el nuevo arrabal de la Iglesia de la Veracruz. Por eso no es de extrañar que, en este tiempo, resurja el deseo de algunos vecinos de convertir en parroquia dicha ermita- por estar despoblada la parroquia de Santa María la Mayor e, incluso, la de Santo Domingo de Silos. Y el abad, comparta con la ciudad los planteamientos de los regidores en dicho pleito, abandonando los intereses particulares y tratando de hacer justicia. A veces, como en el año 1602, la licencia de una pila bautismal dio lugar a antiguos pleitos , pues no coincidían los fines religiosos de evangelización   con los del Cabildo.[17] Sin embargo, en otras ocasiones, los miembros del Cabildo se ven obligados a pleitear por el traslado de las monjas de Encarnación  al Llanillo, solicitando la ayuda del propio abad. Este interviene  promulgando la excomunión de las monjas domínicas y curiosamente el propio cabildo  que, al principio,  había mantenido posturas intrasigentes solicita la
desexcomunión de las monjas.[18]
Las propias monjas hacen gestiones con el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, que les dan  a cambio de la obra labrada un solar de Alonso Ballartas; por el mes de diciembre el propio abad concede la licencia. Varios censos cubren todos los gastos para afrontar la operación. Venden las casas de la Mota a Francisco de Córdoba.[19]

Algo parecido ocurre en Priego en el nacimiento de nuevas órdenes, que molestaban a los intereses de anteriores órdenes religiosas como sucedió con la  fundación del Convento de San Agustín y la Hospedería.

En el año 1599, tuvo lugar un conflicto entre los beneficiados y los feligreses que incluso la ciudad debió intervenir por la subida del estipendio de los enterramientos. Como es lógico el abad no podía dar la razón a sus feligreses y hubo que buscarse un mediador del asunto. Para ello, en primer lugar , se dirigen los regidores comisarios al abad para que"le den cuenta de este negocio y pidan de  parte de la ciudad a S. Sª dé orden, como esto no se haga, y cumplan las Constituciones Sinodales, puesto que no se puede alterar sin consentimiento de la Ciudad[20]". El pretexto radicaba en un conflicto personal con motivo de un entierro de la mujer del regidor don Miguel de Ortega hasta tal punto que ,debido a la situación de los pobres, transcendió al resto de la población. Además los miembros del cabildo se basaban en que las Constituciones habían sido aprobadas y proveídas por el Corregidor y la Ciudad en 1542. Como no hubo acuerdo, se acudió al Obispo de Jaén para que mediara en este conflicto. En el año 1600, por mayo, ya se han elevado las diligencias al obispo de Jaén.[21]   

Sin embargo, fueron los primeros años, cuando el desajuste entre los dos cabildos pudo alcanzar el grado de máxima tensión, como en el año 1603 con motivo de la procesión de Letanías que se trasladó al Convento de la Trinidad y en ella el clero marginó de sus prerrogativas a los miembros del Ayuntamiento. El asunto debió llegar a la violencia hasta tal punto que debió mediar el propio abad, impidiendo la misa que se debía celebrar tras la procesión y realizando simplemente una oración. El cabildo del seis de mayo de dicho año se hace eco y solicita al  propio abada que rectifique la conducta de sus clérigos. [22] El tres de junio se asienta el acuerdo entre los dos cabildos , porque "no se entendiese que las cabeças , eclesiástica y seglar, andaban con diferencias". En el año 1612, los excesos de su provisor renacieron las diferencias de protocolos por los asientos en la capilla Mayor. No queriendo desligitimarlo el propio abad, media en el conflicto y les reponde con la diplomacia típica de la autoridad de Mendoza " pesa mucho que su indisposición  tenga parte para que el provsor hubiese hecho esto a la ciudad". Y logra que " se guarde la concordia"[23]  

En lo social, intervino con sus buenas maneras en el conflicto de los moriscos. No llegaban ni a siete familias que pagaban la farda y muchos ligados como esclavos a  caballeros de la localidad. El propio Abad mantenía tres esclavos; a alguno de ellos le concedió la libertad en su muerte. Aunque era un grupo reducido en la localidad de Alcalá la Real, dedicado al comercio, ubicado en la Plaza alta de la Mota, algunos esclavos beréberes y a las hilanderas de seda, sin embargo, siempre que las circunstancias se le ofrecieron prestó sus servicios, escribiendo y rogando a la Corona la permanencia de  aquellos moriscos que habían sido vejados por la orden del Comisario de la Expulsión. Entre los pleitos más destacados sobre moriscos, intervino en el de Melchor de Góngora y en el de Andrés de Mendoza y su mujer Isabel de Leiva, ateniéndose a una cédula real que permitía la estancia en tierra española a todos los que hubieran manifestado su renuncia al islam y se habían convertido al  cristianismo. Para ello se valió de los servicios de su provisor Gutierre de Pineda, ofreciendo las declaraciones de testigos de los párrocos, priores del convento y de los sacerdotes que habían  podido constatar las prácticas  religiosas de los nuevos cristianos, aún más, envió una carta al Rey ,en la que se exponía la situación  acerca de las dudas sobre los distintos tipos de moriscos que podían verse  afectados  y no estaba clara la decisión a tomar, pidiendo por ellos, a lo que el Rey le respondió entre otras cosas lo siguiente : " El Rey. Don Alonso de Mendoza, abbad de la Iglesia colegial de Alcalá la Real entre otras dudas  que se han ofrecido con ocasión del bando , que he mandado publicar para que se les espelan  los moriscos de Andalucía reino de granada e murcia se me a propuesto una sobre lo que se deve facer con los moriscos con los moriscos descendientes de los que se conbirtieron  antes de que se consiguiese la reducción general , de su propia boluntad, y no concurrieron  en la rebelión del reyno de granada y en particular de los que  se han tratado como cristianos biejos en la lengua en el ábito y en los actos de religión confesando  y comulgando , dejando aniversarios y otras memorias pías y que se an mezclado con cristianos biejos e apartándose  de los del reino de granada y no forman secta" . A lo que contesta Felipe III.  " e querido adbertiros y encargaros y mandaros  como lo hago que, habiendo examinado y parecido con particular diligencia y cuidado los que por concurrir en ellos las dichas calidades , se an de quedar en vuestra diocesis, envíes una rrelación al  Marqués de  San Germán para que los reserve, que le he ordenado lo que en esto deve facer y vos haréis el dicho examen  de tal manera que no aya fraude ni engaño como lo confío de buestro mucho celo del serbicio de Dios y mío". La carta se recibió el nueve de enero de 1611 y surtió sus efectos.
De ahí que, cuando se le ofrecieron las circunstancias, recogiendo las palabras del Rey, llevó a cabo la correspondiente muestra de testimonio y reconocimiento de la cristiandad  de los moriscos convertidos. Así lo hizo con la mencionada familia de Melchor de Góngora y con la de Andrés de Mendoza y su mujer Isabel de Leiva, ambos emparentados o descendientes de cristianos viejos, a los que el comisario local había aplicado la orden de expulsión. Una vez realizado  el  testimonio de su provisor, el párroco de Santo Domingo y de la Iglesia Mayor, de capellanes afamados como el del  cabildo Diego de Castro, el prior del convento de Santo Domingo y algún que otro seglar, no se abstenía de decretar la petición de favor como se manifiestan en estas palabras:" En  cumplimiento con lo que por su carta  su Magestad me manda y confirmándome con lo que otros prelados de estos reinos  hacen y han fecho  acerca de la expulsión  de los moriscos que no an merecido goçar de la md. de S. Magtad. que por su segunda cédula concedió e aprobación  de los moriscos  que la merecieron , no aviendo jamás consentido en des servicio  del Rey nuestro Señor con falta de las obligaciones de la religión  cristiana, cumpliendo lo que otros  cristianos biejos cumplen de ordinario, añadiendo algunas otras debuciones  en su sinificación de su ánimo pío y cristiano= digo que los que en esta información  se contiene  deverán aver goçado  de la begninigad de S. Magtad por quanto fueron tales quales  arriba está dicho de los que la goçaron , lo que no pudo ser por la diligencia y puntualidad con que el corregidor de la ciudad procedió en lo que primero le fue mandado y ansí mesmo parece deben ser restituido a la tierra de donde fueron escluidos y , no solamente, por equidad, pero creo salvo error, pareçer que es obligación cristiana el restituirlos por el riesgo que corren con los que en tierras de moros maltratados  dellos y sin sustancia ninguna de bibir y ansi non se pondrá en riesgo de apostasía y lo firmo de nombre en Alcalá la real a nuebe de Julio de mil e seiscientos y diez. El abbad de Alcalá ". Es verdad que luego regresaron  por medios , a veces, ilícitos, en el caso de Andrés de Mendoza, que debió estar ligado con el regidor y depositario general Francisco de Herrera. Sin embargo, tras el intento de la última deportación y encarcelamiento, debido a intereses oscuros de delaciones y denuncias, debieron pesar los testimonios del abad para que el fallo de la audiencia se conformara con el criterio del Abad.      

De mayor importancia hay que señalar en la villa de Priego su intervención por medio de su provisor. Ante la orden de expulsión, envió la misma carta para auxiliar y logró salvar a todos los moriscos que procedían de la villa de Montefrío después de su conquista  por los Reyes Católicos. Y su gestión alcanzó sus frutos en la Corte, pues el Rey dispuso que se eximieran de l bando de la expulsión los moriscos de Priego por ser privilegiados.  Desgraciadamente, el rey Felipe III concedió la exención  ya tarde, porque cuando llegó el correo estaban a punto de ser embarcados en la ciudad de Málaga.
Por un primer momento y gracias a los buenos oficios del alcaíde morisco Juan Cabecera que junto con otros dos regidores se habían salvado, la intervención del provisor y vicario del abad  Gutierre de Pineda consiguió que regresaran a su tierra el 23 de febrero de 1610. Sin embargo, el 22 de marzo del 1611, un nuevo edicto, que trataba de descubrir los casos ficticios, llevó a cabo la expulsión de todos los moriscos , que se completó con una nueva remisión de 352 personas del Barrio de la morería el tres de junio del mismo año en el mes de agosto.[24] Esto supuso la pérdida de alrededor de tres mil personas que se dieron de baja del padrón del  Marquesado de Priego.
En Alcalá, por el contrario, no debió tener mucha incidencia la última medida por el escaso número de moriscos, ya cristianizados, salvo los pleitos en los que litigaron el comisario enviado y los dos más notables que hemos comentado. No obstante, tuvo repercusión en la ciudad los desórdenes causados y  el terror que ocasionaron en muchas familias como manifestaron muchos testigos con motivo del pleito de Melchor de Góngora, donde intervinieron las declaraciones del alcaíde Gamboa, sacerdotes afamados, y gran número de regidores.[25]


Uno de los conflictos que ocupó a los regidores fue el pleito contra los Zamoranos, en el que se dilucidaba la influencia de los caballeros, provenientes de los antiguos conquistadores de la ciudad, en el nombramiento de cargos y en algunas prebendas como la alcaldía, -en más de una ocasión ante la situación de pleito continuado,- el cabildo tratará de solicitar la intervención del abad en su acción mediadora. No se quería aceptar el advenimiento de nuevas capas enriquecidas por el comercio en la asunción de los puestos privilegiados y la Corona que estaba abierta a estas nuevas circunstancias, daba lugar a que los privilegios y fueros de la ciudad se enfrentaban a los generales. Por eso, se le requirió que diera su veredicto para evitar complicados gastos que conlleva la ciudad, metida en estos pleitos de hidalguía.[26]

La relación con los corregidores no debió causar muchos problemas al Abad, porque no se observan conflicto de intereses entre los dos representantes de la corona en distintos ordenes. Tan sólo es digno de destacar que en 1613 todo el cabildo eclesiástico no aceptaba la vuelta del alcalde mayor , Basilio Alonso de Suárez, y reunido en el Claustro, por cierto, delante la entrada de la Puerta Sur y en la Capilla del Deán, acordaba otorgar poder a Andrés Palacios y a Miguel de Orozco, procurador de la Real Chancillería " ante la noticia de que Basilio Alonso Suárez, alcalde mayor de esta ciudad que había sido restituido", aludiendo a que no habían tenido paz y quietud en el orden  eclesiástico y en  su mal gobierno  " lo ha trastornado y de ella han emanado altercados". Entre ellos, destaca uno , en el que se enfrentó con varios  capellanes, obligándoles a ir presos en la  cárcel y violentándolos.[27] En los mismos términos, se expresa el Cabildo municipal , solicitando su retirada ante  el corregidor , que lo mantiene, aceptando su dimisión, que luego reconsideraría y volvería de nuevo con el veredicto aprobatorio de la Chancillería. [28]   
La muerte de Felipe II, la entronización del nuevo Rey, la instauración del alferazgo de la alcaldía de Alcalá y la colaboración en las fiestas de tabla manifiestan su respeto por las instituciones, mostrando su disposición en el mantenimiento de las costumbres y la bendición de todo este tipo de actos. Así en las ceremonias de alzar el pendón siempre debían recibir la bendición para poder continuar los otros protocolos.O en los logros del ayuntamiento que se produjeron con motivo de la reducción de los cincuenta mil ducados de las alcabalas sirvieron para que el propio abad los celebrara con toda la población en el año 1616.Para ello ordenó una procesióngeneral : "por el buen suceso que ha tenido y espera tener mediante las rogativas y fiestas que por el Sr. Abad se an hecho y a pedimento de ella en los demás conventos"[29]  



Su labor asistencial y colaboradora



Algunos momentos de su gobierno abacial fueron bastante difíciles por el desabastecimiento de la población, causado sobre todo por las malas cosechas y los malos tiempos que acontecieron a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. A ello se añadió la peste que incidió en muchos pueblos comarcanos y las contínuas sacas de trigo destinadas a las galeras de la Armada Real. El Abad siempre manifestó su colaboración ante las medidas de requerimiento de la ciudad, enviando partidas de su trigo o el de los beneficiados a ciudades cercanas como la de Granada, o contribuyendo a cubrir las faltas de trigo para paliar el desabastecimiento de la población sin entrar en conflictos que a veces algunos beneficiados entablaron con el Cabildo alcalaíno. Nada más entrar en su sede se le requirió por parte del cabildo en el día siete de julio de 1597 y así lo manifiesta este acuerdo : " vayan los regidores Pedro de Pineda y Juan de Arjona y vean al señor Abbad para pedirle trigo de su pósito para proveimiento de los pobres y respública de la ciudad".Las fechas se repiten en el treinta y uno de agosto de 1598, donde se solicita " que se able con el sr. Abad y con los beneficiados para que den trigo", ya que hubo necesidad de recoger hasta el trigo que correspondía a las dos partes de la Capilla Real de Granada, de las tercias, fábricas y beneficiados.. Sobre todo, las premáticas real fueron las que más influían en su actitud colaboradora, como el trece de noviembre de 1597 para recabar aprovisionamiento de trigo para las galeras de Su Majestad.[30]. A su muerte son varios los deudores de trigo y dinero, destacando caballeros hidalgos y regidores como don Francisco de cabrera, don Gutierre de Argüello, don Pedro Serrano , don Pedro de Pineda , don Fernando de Cabrera o labradores. En otras ocasiones, prestaba a particulares para casos de medicina o botica como a Pedro Jimémez de Castilla para el pago del boticario Sebastián de Quesada.[31] También avalaba pleitos, préstamos como en el caso de los escribanos Alonso Sánchez y Alonso de León. Estas acciones se extendían a todas las clases sociales como en las distintas ciudades y villas de la Abadía. Así no era de extrañar que el arriero Andrés de Campo se le prestara en Priego una carga de trigo e incluso sin recaudo o al vecino de Frailes Andrés Martín. Las  mayores sumas se manifiestan en los conventos como el de la Santísima Trinidad con una deuda de cincuenta fanegas.[32] Ministriles, licenciados, escribanos, dispenseros, zapateros y todo tipo de oficios aparecen en su larga nómina, incluso su propio provisor Gutierre de Pineda. Muy significativa es el préstamo de cuatrocientos ducados al señor corregidor don Pedro Carrillo de Mendoza.[33] Algunos datos depósito de alguna deuda como la de doña Ana de Leiva nos ilustra del valor de los objetos. Así Ana de Leiva le debía cien reales por Un Cristo de oro que tenía su administrador en depósito o el caso de la delicada ropa de soplillo valorada en cincuenta reales.
Con motivo de la peste de 1600, su labor se mostrará organizando rogativas y misas :En el catorce de julio de dicho ordenó  un novenario en  la iglesia mayor y en todos los conventos por "los remedios así espirituales como materiales", ya que en Alcalá no había afectado. La razón era clara porque para los hombres de aquellos tiempos  se había extendido " por nuestros pecados el azote que Dios nos mandado de la Peste".

Conocedor de la importancia de la reorganización urbanística de la fortaleza, no podrá impedimento alguno con motivo del ensanche y nueva plaza de la ciudad fortificada, dando la licencia a la ciudad para que se pudieran vender las casas del Hospital de los Monteses, ya que significaba revitalizar aquel lugar que comenzaba a decaer. [34] El Hospital se componía, según la tasación del síndico, se componía de una tienda lata, una casa que lindaba con los escritorios, otra tienda que lindaba con el Mesón, que también pertenecía al Hospital.[35]
Sin embargo no acaba ahí su función, sino que se mostraba su actitud asistencial en la concesión de préstamos , como pone de manifiesto la siguiente manda: "Ítem declaro que muchas personas desta ciudad me deven algunas deudas assí de dineros como de trigo, las quales no quiero nombrar aquí porque de algunos de ellos tengo cédulas y de otros prendas y porque de todo tiene memorial el dicho Licenciado Juan de Santa María, me rremito a él y mando  que todas las deudas se cobren y se hagan cuerpo de bienes".
El cuidado de los enfermos se realizaba en el Hospital del la Caridad, dependiente de la institución abacial que en estos años reorganizó sus servicios y unificó con el de la Santa Veracruz, a donde acudían los pobres y transeúnte, aumentando sus bienes de fincas y censos con los que pudo soportar la carga de su economía.
La cabecera de comarca daba lugar a situaciones difíciles en el aspecto económico que estallarán en años posteriores. Por eso el abad se adelantó en solicitar que se le eximiera de una de las dos partes de las dos partes a las que estaba obligada la Abadía de Alcalá la Real con la Capilla Real de Granada. Para ello el propio cabildo municipal apoyó la iniciativa en el año 1607.[36]








La cultura en tiempos del  Abad Alonso de Mendoza.


La mayoría de la población se hallaba sumida en el analfabetismo, como demuestra que muchos soldados tuvieron que alistarse en la milicia de estos sectores . No obstante, la ciudad mantenía una Colegio de Niños, que impartía las primeras letras y cuentas a los niños de la población[37]; También  el propio abad y el cabildo, preocupados  por una mayor formación de los habitantes de la comarca, renuevan el contrato de un Preceptor de Gramática, que le enseñará a los jóvenes la formación latina y moral tan necesaria para la educación de la población, porque los hijos de muchos caballeros emigraban a otras poblaciones a estudiar dichos estudios. En manos del abad estaba el control de la contratación de una persona tan influyente en la formación de los jóvenes y se comprueba en la contratación del preceptor del año 1598 : "comunicándolo con su Sª el Sr. Abad  para que examinándole hallándole ydonio para ello y aprovándolo su Sª se le asentase el salario que esta ciudad suele dar y esto hiço y su Sª lo examinó y aprobó y ansí començo a leer desde quince días del presente mes"[38]. El acuerdo del diecisiete de agosto de 1599 obligaba al pago dieciocho mil maravedís y medio cahiz  de trigo por parte del abad y dieciocho mil por el ayuntamiento. Son varios los acuerdos entre las dos instituciones en los que se comprometen a sufragar  los gastos de mantenimiento del profesor así como el alquiler de la vivienda, obligándole a residir en la fortaleza de la Mota.  Fueron profesores de Gramática , Bernardo de Espés, Esteban de Villegas, Antonio Blázquez, presbítero, ligado a una familia  famosa de  escribanos, Pedro de Ayala, Luis de Prados, Francisco de Villalta, Espinosa, y otros provenientes de ciudades importantes como Antequera, Granada y Córdoba, donde se acudía para recabar informes a la hora de contratarlos para la ciudad.
Algunos años de la primera decena del siglo diecisiete seimpartieron las clases en el Convento de San Francisco, porque solicitaron a la ciudad y al abad para que les librara de la pobreza y, al mismo tiempo, como una oferta de sus clérigos a la población; no debió tener mucho éxito la iniciativa que de nuevo volvió al control de los estamentos anteriores ante las quejas de los vecinos. La cantidad  en la que participa la abadía ascendía a doce mil maravedís, mientras el resto lo sufragaba el Cabildo .
Una iniciativa del regidor Pedro Veneroso,que ocupó todo el año 1603 y 1694, a saber, la creación de un Colegio de la Compañía de Jesús, no llegó a plasmarse a pesar de los esfuerzos de los dos cabildos, el eclesiástico y el civil,[39]

El propio abada apoyó la iniciativa de los regidores y escribió una carta que decía : "Lo que a v.mds. podría responder a lo escrito, es que beso las manos a su Señoría, y en lo que se me propone de procurar que vengan aquí los Padres de la Compañía de Jesús, siendo cosa que yo e mobido y deseado mucho, así no podré de dejar de acudir a ellay en lo que la Iglesia aia ministros de esta ciudad para buena enseñanza decostumbres e Letras no abrá que rrepara, que con eso e , si pudiere ser más, se acudirá al Collegio si se fundare . Ela Abad Alonso de Mendoza.".[40]




También, dentro de esta faceta, hay que señalar que cinco jóvenes  disfruten del beneficiado de la Universidad de Baeza, aunque a veces se llegara a conflictos por la necesidad de trigo en la ciudad, como en el año 1598 y se tuviera que recoger el trigo de este beneficio para alimento.[41]    No era extraño  tampoco que algunos regidores y caballeros de la ciudad tuvieran un alto grado de intelectualidad como Antonio de Gamboa y Luis Alfonso de Aranda, en los que se percibe esa pasión de la romanidad, manifestada en la búsqueda arqueológica e histórica del origen de la ciudad de la Ciudad dentro de la tradición grecorromana. Este último debió mantener buenas relaciones con el abad con el que mantenía incluso relaciones comerciales.[42]
Como buen humanista era perfecto conocedor del latín y griego. Conservaba manuscritos, cuando escribe en su inventario que poseía " un libro de mano  con letra antigua". Así en su biblioteca aparece la obra de Virgilio con sus comentarios, las obras de Luciano de Samosata y la Moral de Plutarco dentro del mundo de los clásicos o de los nuevos escritores renacentistas de lengua castellana como Antonio de Nebrija cuyo Tratado sobre los cincuenta lugares de la escritura  y un libro  Sobre la Exposición de los psalmos  pertenecían a su biblioteca particular. Tampoco olvidaba en sus estante la presencia de los renacentistas europeos relacionados con la península como Erasmo de Rotterdan de quien había escogido como obra predilecta Los Adagios y  también disponía de una edición de todas sus obras en nueve tomos.. o Abundan los tratados de patrística, de pastoral y teológicos.


La Biblia está recogida en su estantes con un cuerpo  del Tesoro de la Biblia y un cuerpo del Génesis; en comentarios como  Alussiones del Nuevo Testamento al Viejo de Gaspar de Salcedo, en  Sobre la Biblia y la glosa ordinaria  de Nicolás de Lira ( seis tomos) y en Comentarios sobre los cinco libros de Moisés de Cayetano ; de Guillelmo Pepino  Exposición sobre el Exodo y sobre los siete salmos; abundan  los libros salmísticos como  Sobre el Salterio de Juan Bautista Mantuano; un Apéndice del Salterio en cuatro lenguas, Sobre el Salterio  de San Jerónimo, y otro Incógnito sobre los Psalmos,  y Sobre los salmos de  Agustino Esteuco  y de Titielman. Alejandro de Alés  Sobre los Salmos.  Felipe de Greve Sobre el salterio de David. Historia de Caín de  Tomé de Bío. Ysitio sobre el Levítico , Comentarios sobre Isaías. La Historia de Josué  de Andrea Massio (i v.); Comentarios sobre Oseas ,  de León de Castro. De  Tetelmann, contemporáneo de  Erasmo Sobre Job. Palabras de Salomón de Cayetano; Comentarios sobre el Eclesiasasaaaastés.y  Gaspar Graffar   tés y Comentarios sobre los profetas.
Adentrándose en el Nuevo Testamento poseía  una obra general Sobre los evangelistas y Epístolas de San Pablo de Theophilacto.[43]  o la de Pablo de Palacios  Sobre los santos evangelios. y la de Juan de Granada Sobre las palabras del evangelio. El epistolario  comprendía  Sobre las Epístolas de San Pablo,  de fray Domingo de Soto famoso teólogo domínico español; Nicolás Grande  Sobre la epístola de San Pablo a los hebreos . Varios tratadistas comprendían la bibliografía sobre los evangelistas. De San Juan,  Miguel de Palacios Sobre el evangelio de San Juan ; de San Mateo, don Francisco de Toledo otra obra del mismo título; Genealogía de Nuestra Señora sobre San Mateo; Sobre San Mateo,  de Pheros, y Sermones sobre el evangelio de San Mateo,  de San Isidoro de Sevilla; de San Marcos, Comentaria sobre San Marcos. De  San Lucas, un libro sobre este evangelista. Muy específico es el tratado sobre los evangelios de la resurrección y pasión. Completan el elenco neotestamentario el tratado sobre los actos de los apóstoles  de Juan  Enrico   o  El misterio sobre los doce capítulos de los actos de los apóstoles  de Juan Osme. Sobre el apocalipsis  de Ribera. O los dos libros de Comentarios de  Pereira.

Dentro de la patrística, abundan las obras con seis cuerpos o volúmenes de Ystoria de los Santos Padres , las obras de San Cipriano con adiciones ( probablemente se encontrarían De unitate ecclesiae, De lapsis y De exhortatione martyrii)[44]    
San Gerónimo se encuentra muy representado no solo con su Salterio sino también con La Sagrada Escritura  en nueve volúmenes y  Sobre la Elepción apostólica. Las obras de los padres de la Iglesia Griega como San Eusebio, San Basilio, San Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa eran conocidas por el abad.[45] A esto hay que añadir la obra de San Ambrosio y la de San Juan Crisóstomo en cinco tomos. La Escuela de Alejandría debió ser estudiada en los libros de Clemente de Alejandría.

Los dogmas se hallan entre sus libros con tres cuerpos de pergamino acerca de la Santísima Trinidad del Abad Ruperto.

Muy preocupado por las nuevas corrientes que se apartaban de la iglesia católica con la reforma de Lutero, las herejías y el mundo de la predestinación, abundan los tratados antiguos como los modernos sobre esta temática. Aparece entre otros el religioso neerlandés Pedro Canisio cuya obra se divulgó bastante a finales del siglo XVI con su  Catecismo doctrinae christianae, es un claro exponente de  esta corriente al ser portavoz del catolicismo frente al protestantismo en los paises del Centro de Europa. Autores como Alfonso de Castro, considerado como el iniciador del derecho penal de España, está representado en su biblioteca con su obra Adversus omnes haereses, en la que defendía la tesis la necesidad de defender el castigo contra los herejes para defender la unidad religiosa.[46] De Epifanio poseía  Contra las ochenta herejías. O todas las obras sobre el Adamisco.
E, incluso dos libros sobre Orígenes. En la misma línea jansenista que se iniciaba por el momento está Francisco de Cartagena con su tratado  De predestinación. Muy en consonancia con los tiempos que trataban de interpretar las profecías y prodigios que acontecían como los plomos de Sacromonte, temblores de tierra , efectos solares , según aparece en el libro de Henríquez de la Jorquera, era el libro de su Biblioteca, de Juan de Orozco Covarrubias  Tratado de la verdadera y falsa profecía.
Poseía dos Sumas Teológicas, una  de  Cayetano y otra de Armijo.  
     Aparecen obras de escritores coetáneos extranjeros como Cornelio Jansenio, partidario de los agustinos en su disputa con los jesuitas, escribió una obra juvenil que debió leer el Abad Mendoza, titulada Sobre los santos, - cosa que manifiesta su preparación en los temas antes de que surgiera la corriente del jansenismo y la reforma preparada por el jansenismo.
Prácticamente disponía de toda la obra de Santo Tomás con dieciséis tomos de libros.
También son frecuentes los escritores  españoles de su época
Entre los teólogos y  juristas españoles, lo mismo aparecen el Tostado, con su obra básica lo  Destacamos al Padre Suárez con sus Comentarios, las Disputas, y A cerca de la Compañía  . Martín Martínez  con sus Questiones Teologales Navarrete que escribió una serie de  Trenos.  O manuales como el Soto de Justicia. De iure. La obra de San Gregorio Magno estaba representada por la Biblioteca de los Santos Padres.   

Conocedor y participante en sínodos y cónclaves eclesiásticas por sus conocimientos teológicos, aparecen en sus estanterías libros y tratados sobre concilios, sobre todo, el Concilio de Trento. De Fernando de Mendoza se encuentra en su biblioteca  De la Confirmación del Concilio Iliberitano.  Dos actiones del Concilio Provincial  de Toledo  en dos libros pequeños, el segundo tomo sobre los Concilios Generales. O  Sobre el Concilio Tridentino de Fray Domingo de Soto.  Una edición del Concilio de Trento. O  la obra de Francisco de Sosa sobre La Nueva Constitución de Clemente Papa Octavo. Otro Concilio  Tridentino.
En un tiempo que la devoción Mariana se desarrolló con gran intensidad con la defensa del futuro dogma de la Inmaculada Concepción, cuyos defensores se encontraban entre los teólogos y obispos de Granada y Sevilla, sobre todo el arzobispo Pedro de Castro con el que compartió el veredicto de los plomos de Sacromonte, no podían faltar tratados ni imágenes de María. Ya sabemos que fue uno de los patronos de la advocación de las mercedes en el altar privilegiado. Sus estantes estaban repletos de obras marianas. Desde la tradición patrística como  La vida de Nuestra Señora recopilada de varios padres  hasta anónimas como Las Meditaciones de vida de Nuestra Señora y Sermones de Nuestra Señora por todas las festividades ,pasando por Las alabanzas de Nuestra Señora de  Federico Neusseo....
También era conocedor de los místicos extranjeros y españoles. Entre sus libros se encontraban las Obras Espirituales  de fray Alonso de Orozco [47] o La luz del alma cristiana  de Fray Felipe de Meneses. Anónimo como Libro para alegrar el alma. Don Antonio de Guevara con el libro   Monte Calvario.
Autores como Ruperto, Hugo de San Vitor ( tres volúmenes), Irineo con cinco libros, Theo Philato , San Theodoreto ( dos volúmenes) la Lection de  Fray Francisco de Soto[48], Fray Martín de Roa con sus  Lugares singulares, de Agustino Esteuco, Pedro Lombardo  sobre Sentencias. La Orden del Mundo de Jacobo Salomon. Fray Vicente Justiniano un tratado  Sobre las imágenes de Santa Catalina de Siena. Las Obras de Aurelio Agustino. Francisco de Cefiro Explicación de diversos lugares. Obras de Flaminio. Juan Martín Sobre los divinos nombres.
  Sobre la liturgia de la Iglesia un manual de los Ritos,
y libros de enciclopedia religiosa como Vocabulario religioso. Calendario perpetuo del breviario romano. Abecedario espiritual en su tercera edición en cinco libros. Tabla del Calendario romano. Manuel de confesar. confesar de  Doctor Navarro. Indulgencia de Medina. Breviario romano.
Medina. Genealogía  de gentiles, varones y mujeres de la Santa Escritura.    

Abundan los libros de pastoral como  Sermones de las Alabanzas  de Fray Roberto, Sermones de Rosario, Sermones de Quaresma,  de Gaspar Sánchez., Del modo de oír confesiones  de Martín de Frías. Juan de Orozco de Covarruvias Oficios propios de los Santos. Las semblemas. Libro pequeño de sermones. Discurso de la virtud de la paciencia. Conciliación de lugares dificultosos de Fray Marcos de Cámara. Sermones de  León Pontífice. Pedro Menzón Homelias sobre los evangelios.
Para consulta disponía de un diccionario de Berlingau en tres tomos. Tratado de guardar o descubrir el secreto de Fray domingo de Soto. El Tratado sacerdotal de Nicolás.
Gerónimo Regio Sobre la elección de los Obispados.
Libros exóticos se encuentra en el tratado de las gentes septentrionales de Olao Magno.


Su obra religiosa.

Como muchas personas de su época participaba de las creencias supersticiosas, por eso no era extraño encontrarle en su despacho cajas de antojos, se proporcionaba  de  medicamentos o de alquimias como la piedra bezar, hierbas medicinales ya que debería estar enfermo del estómago. Varias medallas de santos, del Sumo Pontífice de plata, oro y ébano eran sus reliquias.
Por su amplia formación religiosa se le llamó a la sesión de sentencia de los plomos del Sacro Monte, donde acudió como juez que aprobó en primer  lugar la veracidad de todas aquellas reliquias y documentos que iban apareciendo en el Monte del Valparaíso y en la Torre Turpedana, participando en la solemne función en la que se proclamaron su veracidad. A pesar de descubrirse posteriormente, no era de extrañar que el abad se viera enrolado  por la curiosidad que había despertado entre los humanistas el afán por los elementos arqueológicos y la ligazón de las culturas hasta fundamentarlas en la civilización grecolatina. Los historiadores de la abadía recogen este momento del veredicto, entre ellos, Manuel Trujillo del que entresacamos los siguientes párrafos: " In nomine D.N. Jesu-Christi: Nos Don


Pedro de Castro por la gracia de Dios, y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Granada, del Consejo del Rey, nuestro Señor, con consejo y asenso de los R.P. don Juan de Fonseca, Obispo de Guadix, del Consejo de S.M. comprovincial y sufragáneo nuestro, y don Sebastian Quintero, Obispo de Galipoli, y don Alonso de Mendoza, Abad de Alcalá la Real; habiendo tratado de las Reliquias que en el año del Nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil quinientos ochenta y ocho se hallaron, derribando la Torre antiquísima en esta santa Iglesia, y otras en el año mil quinientos noventa y cinco en el monte que llaman de Valparaíso, cerca de esta Ciudad, el conocimiento y aprobación de las quales  no pertenece por derecho, y por especial comisión de nuestro Santo Padre Clemente VIII, visto este proceso y todas las informaciones, averiguaciones y diligencias en él hechas y habiendo habido consejo y deliberación con Varones muy doctos,píos y teólogos, y de otras facultades que con Nos congregamos, y todo lo demás que fue necesario, verse convino= Fallamos de un mismo parecer y asenso, en que fueron conformes, que debemos declarar, declaramos, definimos y pronunciamos las dichas Reliquias en este proceso contenidas, conviene a saber: la mitad del paño de nuestra Señora la Gloriosa Virgen María limpió las lágrimas de su Hijo Redentor, y el hueso de San Estevan Protomartir, ser y que son verdaderamente el medio Paño de nuestra Señora, y el hueso del ProtoMartir San Esteban, y por haber estado ocultadas, cerradas y guardadas dentro de una pared de la Torre antiquísima, que estaba edificada en el sitio donde se edifica la Iglesia Mayor de esta Ciudad, metidas en una Caxa de plomo vetinada por dentro  y fuera, dentro en la Caxa una Carta  de pergamino antiquísimo, en el qual refiere Patricio Sacerdote que estaban allí las dichas reliquias, y que él las escondió por mandato de San Cecilio, y se halló todo dentro de la dicha Caxa de plomo en el año 1588 Sábado día de San Josef en diez y nueve de Marzo, deshaciendo y derribando la dicha Torre: asimismo declaramos, difinimos y pronunciamos los huesos, cenizas y polvo, y la masa blanca  que en el año 95 hallaron dentro de las Cabernas del dicho Monte que llaman Valparaíso, ser verdaderamente Reliquias de Santos Mártires, que gozan  y reynan con Dios nuestro Señor en el Cielo, conviene a  saber:el de los Santos Mártires San Cecilio, San Hiscio; San Tesifón, Discípulos del Bienaventurado Apóstol Santiago el Cebedeo, y de San Septentrio y Patricio, Discípulos de San Cecilio, y de San Turillo, Panuncio, Maronio, Centulio, Discípulos de San Tesifón, y las de San Mesiton; y los dichos Santo Cecilio, Hiscio y San Resifón, y juntamente con ellos sus Discípulos, y San Mesiton haber padecido martirio quemados vivos dentro de las Cuebas y Cabernas del Monte por JesuChristo, nuestro Redentor, y por su santa Fe católica, y por la predicación y publicación del SantoEvangelio, en el año segundo del Imperio de Nerón, San Cecilio y sus Discípulos en las Calendas de Febrero, San Hiscio y su discípulos en las Calendas de Marzo, quemados como cuando las piedras se vuelven cal, y San Tesifón y sus Discípulos en las Calendas de Abril, como lo dicen y muestran quatro láminas de plomo antiquísimas, escritas en lengua latina, con antiquísimos  caracteres y otros instrumentos de Plomo, También antiquisimo, que todo ha estado cerrado y ocultado dentro de dichas Cabernas hasta agora que lo hallamos en el dicho año del 95, y parece resulta y se averigua por este proceso, y lo ha mostrado y comprobado Dios nuestro Señor por muchos milagros, en consecuencia de lo qual, declaramos dichas Reliquias verdaderas de nuestra Señora, y de los dichos Martyres, según la Iglesia Católica Romana acostumbra a venerar las Reliquias de los santos, y deben ser expuestas públicamente al Pueblo cristiano, y así todos los Fieles para tal efecto, y que puedan invocarlos. Y nos con los aquí así las recibimos y mandamos que se pongan y se coloquen en guarda y custodia y lugar muy decente a nuestro parecer, o del Reverendísimo  Arzobispo que fuere de esta Santa Iglesia; y asimismo declaramos dicho lugar y Monte del Valparaíso, en las Cabernas del qual padecieron martirio todos los dichos Santos, ser lugar Santo y Sagrado, y debe ser venerado y homrado como las dichas láminas lo mandan en memoria de los Santos que padecieron martirio en él, y tener prerrogativas que da el derecho y los Sacros Canones a lo tales lugares sagrados, y mandamos que en todo se guarde y por esta nuestra parte nuestra sentencia así lo pronunciamos, mandamos y firmamos de nuestro nombre, y sellamos con nuestro Sello pendiente= Petrus de Castro, Archiepiscopus Granatensis= Joannes, Episcopus Guadix subscripsi= Los Señores de la Audiencia y Chancillería Real de S.M. que reside en esta Ciudad, que nos hallamos presentes nombrados por su Señoría el Señor Arzobispo lo subscribimos y firmamos",a continuación aparece la firmas  diversos cabildos de la Santas Iglesias  Catedrales y monasterios. El treinta de abril de 1600, entregó el arzobispo d Granada la sentencia al tesorero de la catedral para que la leyera en el púlpito tras cantar el evangelio y decir el sermón durante la Misa Pontifical, estando presente el abad Alonso de Mendoza, los obispos de Guadix y Gallipoli , todo el cabildo catedralicio, el presidente de la Chancillería d Granada, el corregidor y la Justicia, el alcalde don Iñigo de Mendoza,, caballeros de las órdenes, y gran número de público.[49]

Por  aquel tiempo, estaba extendida la devoción a la Verónica, como lo demuestra el medallero de su inventario. Este se completa con las cruces de Caravaca y del Romano Pontífice. También La devoción de San Blas la protegió como lo demuestra la acta de cabildo , en la que  se lleva a cabo la procesión del traslado de la imagen de Raxis a la nueva ermita "el dicho abad dixo que se holgaba en ocasión tan justa y que así haría que se hiciese la procesión  que convenía , y que oy en adelante se haría guardar y hacerse cono se debía a tan gran santo y visto por esta ciudad la dicha relación acordó e mandó que día del Señor  San Blas se haga  la fiesta con solemnidad que conviene, yendo a la procesión esta ciudad  como cuales las demás  que  tiene acordado y se ponga en la tabla por este efecto"[50]
Fue  devoto, sobre todo, del Angel de la Guarda,  en cuyo honor instituyó una capilla en la Iglesia Mayor a mano izquierda, en la nave del evangelio, junto a la de Nuestra Señora de las Mercedes, dotada de un cortijo de ciento quince fanegas de tierra con una casa de teja y  de unas casas  principales que lindaban en la Calancha junto a los Palacios Abaciales.[51] La proveyó de todo tipo de ornamentos de platas ( fuente de plata, cáliz y  patena dorados, candeleros de plata de pie alto y una cruz de plata lisa, todos signados con las armas de su escudo), un terno con casulla, dalmática, frontal y frontaleras, estola y manípulo, todo de raso de la China blanco, bordado de oro y seda de matices, regalo de su sobrino don Luis de Mendoza, un frontal y frontaleras de brocatel de dos colores y un par de manteles ricos y otros ordinarios, dos bolsas de corporales ( una bordada y otra de tela blanca con dos corporales  de oro y matices, dos pares de tela blanca, y otros dos blancos, unos guarnecidos y otros blancos) dos roquetes  y unos manteles para el altar. Además donó una alfombra de colores colorada y amarilla. Encargó de ellos al sacristán de la Iglesia Mayor para que se pudieran prestar con motivo de funciones de Iglesia, siempre que los requiriera el abad. Estaba destinada la capellanía a tres capellanes, que en el testamento se amplió a uno más que recayó en Benito Carrión.  En 1613 hizo una donación de dos mil ducados para labrarla.

Las fiestas de agosto, dedicadas a Nuestra Señora de la Asunción, asumirán en su mandato una devoción especial a la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, creando una esclavitud y hermandad, al frente de la cual podrá un mayordomo  don Alonso de Méndez, que se convertirá en una de las mayores receptoras de mandas, censos, fincas y donaciones, al mismo tiempo que su capilla se verá adornada con un nuevo retablo, obra del ensamblista alcalaíno Sánchez Montañés, cuadros y  una nueva lámpara. Andrés Díaz participará en la ejecución de las andas, con las que colaboró el propio abad con un donativo de cincuenta ducados. Así dice una de las mandas testamentarias: " Ítem mando a la Cappª de nra. sra de las mds. veinte ducados para aiuda de las andas que se están haciendo".Sin embargo, lo importante de aquella fiesta es su transformación en una fiesta religiosa, organizada por el clero, a la que la ciudad va a delegar todas las competencias hasta tal punto que tan sólo una libranza anual del presupuesto para los mayordomos será la obligación de los comisarios, que trasladarán las actividades festivas de toros y cañas a las fechas apropiadas para el desarrollo de la caballería. Al final de sus años, la fiesta se instituirá en la tabla de fiestas ordinarias.[52]
Continuando la labor de los anteriores abades prosiguió la fábrica de la nueva Iglesia Mayor, en cuyo tiempo derribó la iglesia gótica antigua y comenzó la cabecera de la capilla mayor así como la bóveda de toda la nave central bajo la dirección de Ginés Martínez de Aranda , las trazas de Alonso de Vico y la ejecución de Francisco Gutiérrez, maestro de albañilería y cantería[53]. Para llevar a cabo la obra, se vendieron tres celemines de tierra en Fuente Álamo. [54] El cabildo del once de noviembre de 1613  manifiesta que se han recibido dos provisiones para continuar la obra.Por el cinco de junio del año 1615 prosiguieron las obras con grandes problemas de financiación, acudiéndose de nuevo a la Corona para que se le concediera una nueva tasación.

El convento de las Monjas Domínicas, el de San Francisco y el de Consolación recibieron un fuerte impulso en su construcción.  Todos ellos recibieron varias limosnas a petición del ayuntamiento para la renovación de la iglesia, convento o en obras menores. Destaca en el año 1602, la provisión Real que concedió  al Convento de San Francisco cuatro mil quinientos ducados con el arrendamiento de las tierras de la Nava el Trillo y la Fuente el Gato. Importante fue en su tiempo todo lo relacionado con la propagación del culto de la Virgen de las Mercedes. En su altar se levantó un nuevo retablo de la traza de Ginés Martínez de Aranda  y ejecutado por Juan Sánchez Montañés. Muchos objetos procesionales y de adornos de la capilla tuvieron lugar en aquellos años gracias a las donaciones de muchos devotos, extendiéndose la creencia de sus milagros: la lámpara, las andas, el cielo del palio. Hubo necesidad de administrarla por medio de un mayordomo que recayó en Alonso Méndez de Contreras, que recogió gran número de censos así como rescate de cautivos.
También participó del fervor mariano de la Limpia Concepción, que se expandía desde la ciudad de Granada, y juntamente con el Cabildo  de la  ciudad , el cuatro de Septiembre  de 1615, se promulgó el día de la Inmaculada Concepción como  fiesta ordinaria, llena de esplendor y con una gran cantidad de manifestaciones de luminarias, toros y ceremonias religiosas.[55]  Por eso no es de extrañar que en Alcalá se celebrarán fiestas de rogativas, no  tan numerosas como en Granada, con motivo de un libelo que apareció insultante a la Virgen María. Incluso se escribió por parte del cabildo a Su Santida en el cabildo del cinco de mayo de 1615, encargando para ello al padre guardián de San Francisco y además intervenga el propio abad.

En su tiempo, las cofradías volvieron a renacer de la situación creada con motivo de la reestructuración de Felipe II que pretendía eliminar y suprimir las que no tuvieran gastos de beneficencia. Un nuevo auge se dieron a la Cofradía de la Veracruz, que se convertirá en penitencial por la nueva advocación del Cristo de la Columna y se ampliará con obras de cementerio y hospital; también, nació la del Dulce Nombre de Jesús, que  contratará el estandarte al bordador Andrés Díaz,[56].y la de la Oración del Huerto. Renacen otras como la de San Sebastián, la de la Virgen de la Caridad, que labrará capilla y hospital propio en el año 1602, la de San Juan, de San Marcos y la Antigua.
Las iglesias rurales, así como las del extrarradio comenzaron a surgir o acrecentarse :en Frailes con Santa Lucía ,y  San José en la Rábita y se acrecentó el culto en Santa Ana y  San Miguel en Charilla, donde va tener una gran labor reconstructora. Y la ampliación de la parroquia del Castillo por la parte de la sacristía[57].
En el casco alcalaíno la ermita de San Blas, la de la Santa Caridad, el monasterio de la Encarnación y el del Rosario, continuándose las obras en Consolación y en San Francisco y San Marcos y la reconstrucción de la iglesia de San Juan.[58]

Abundaron las obras artísticas de conventos, iglesias y ermitas gracias a los  artistas alcalaínos de la familia sardo-raxis como el retablo de Santa Ana, la imagen de San Blas y la de Santiago Apóstol, la de San Roque con motivo de la peste,[59] los retablos de Santa Ana y las nuevas imágenes de las cofradías penitenciales. Se observa que comienzan a venir artistas de fuera , sobre todo, en las artes menores como la plata, el bordado y la rejería. Dejando aparte a los Raxis y  Montañés en el bordado, en esta labor destaca el aprisco del coro de la iglesia Mayor ,realizado por Miguel de Moral.[60] Un platero granadino llamado  Fernando Ortiz  y el bordador Andrés Díaz elaborarán muchos objetos y prendas de las distintas ciudades de la abadía. Sirva como ejemplo  el contrato del siete de junio de 1603, en el que se compromete el propio abad con dicho platero para una serie de objetos de plata de la Iglesia del Castillo  y de la de San Pedro ( cruces, navetas, incensarios y crismas).[61]
CONCLUSIONES

En el difícl equilibrio que mantenían los dos estamentos, civil y religiosos de la ciudad, el Abad Alonso de Mendoza manifiesta una mediación tanto en el orden espiritual como material, aunque en algunos momentos surgieron los desajustes y diferencias personales por los intereses de los integrantes de cada uno de ello. No son razones que actualmente se puedan considerar de importancia. Sin embargo, para aquella época, tan vinculada a la defensa de privilegios particulares y de ciudad, era lógico que su labor mediadora a veces surgieron desaveniencias que trató en cualquier momento de limar con su arte contemporanizador. Supo elegir a provisores de un buen arte de la negociación como Juan de Herrera, Pedro de Moya, y , sobre todo, al provisor Gutierre de Pineda.
Su labor de pastor debió destacar en los sermones ya que no hubo necesidad de contratar a predicadores de Granada en las distintas ocasiones que se presentaron, como para las honras fúnebres con motivo de la muerte de la Reina. Tuvo la difícil tares de transformar a una iglesia que procedía de un periodo anterior a Trento en una nueva iglesia siguiendo las directrices del Concilio.
Como buen teólogo, preparó el terreno para las futuras Constituciones; está  claro que su formación humanística y cultural, imbuída de la cultura de las grandes Universidades, colaboró en el fomento de la enseñanza,  y como miembro de la familia de los Mendozas, fue  dadivoso con nuestra localidad al crear una capellanía que sirvió de precedente para los posteriores abades en beneficio de los capellanes.

Como buen Mendoza, no solían intervenir en los asuntos de  intereses, manifestando una austeridad en sus formas y una gran formación teológica, que sirvió de base para los futuros cabildos abaciales.


Francisco Martín Rosales.








































































EL ABAD DON ALONSO DE MENDOZA


Francisco Martín Rosales.
Centro de Estudios Históricos" Carmen Juan Lovera"
Alcalá la Real (Jaén)


[1] AHPJ. Legajo 4860. Escribano Pérez de Contreras. Suelto.
[2] AHPJ. Varios legajos correspondientes a los poderes que se otorgaban al Abad y a los vecinos de la Junquera en Guadalajara para la administración de los bienes del Señorío. En el año 1604, legajo 4747, folio 46 y 149. Se le otorgaban primero al propio abad, y, después, a los clérigos Francisco Márquez y Alonso Rodríguez de Guadalajara.
[3] AHPJ. Legajo 4748. Folio 90. Escribano Alonso Ramírez. Testamento de María de Mendoza. A su muerte se le concede al abad los poderes para cobrar los privilegios de Guadalajara. Fue mujer de Francisco de Mendoza, almirante de Castilla.
[4] Testamento de Alonso de Mendoza. En un apartado manifiesta la situación de dicho pleito que afectaba a la porción del testador que no puede disponer libremente por asignárselo la ley a determinados herederos. Las palabras textuales son las siguientes: " Ítem digo que por parte de los señores don Juan de herrera y doña Inés de Mendoza ante la Illmo. Señor Nuncio de su Santidad de la Legítima que la dicha señora doña Inés de Mendoza huvo de aver de la Legítima de sus padres de la qual Legítima no le devo cossa alguna porque casso que aya encontrado en mi poder, se la restituí y pagué por entero de la qual tengo finiquito y carta de pago, otorgada ante Alonso Ramírez, escribano público de esta Ciudad en dos días de junio del año passado de mil y quinientos y nobenta y nueve años, demás de lo qual al tiempo que cassó con el dicho señor don Juan de Herrera le dí por su dote graciosamente de mi propia hacienda quatro mil quinientos ducados , como pareciera <  >demás de averla aumentado y sustentado muchos años ansi en esta ciudad como en la de Valladolid y villa de Madrid".
[5] Testamento  de Alons. Mend.ibidem en Inventario. Carta de pago otorgada por Cristobal de Villagómez, vecino de Valladolid, para el señor Abad con fecha de 24-4-1597.
[6] Ibidem. Dicho abogado trataba de recuperar cuatrocientos ducados de doña María Velázquez de Orellano 3o-4-1591.
[7] AMAR. Libro de Cabildos del año 1597. Acta de dicho día:" La ciudad que entendió por carta del Sr, Don Alonso de Mendoza abad de esta abbadía vendrá  dentro ocho días a esta ciudad y se acuerda se le haga recibimiento e particularmente esta ciudad salgan en forma de ciudad y los caballeros comisarios particulares  de esta ciudad salgan al dicho recibimiento y ansimismo los dichos comisarios haciendo demostración de alegrías,  y que la ciudad reciba con sus vecinos , hagan poner luminarias que suelen en las torres y murallas y al sr. Corregidor se le suplica mande se pregone, las velas pongan en sus casas y para lo que se gastare por la ciudad el mayordomo dé lo necesario e para esta comisión se nombró a Pedro Cívico Clavijo, Pedro de Pineda Góngora regidores y el jurado Joan de Alvaro y Luis de Arjona. Otro sí que para que se ejercite la caballería y cumpliendo con lo que S. Mgtad. tiene mandado por sus reales cédulas y confirmándose con las costumbres de esta ciudad acuerda y manda que el lunes treinta de este mes corran seis toros que los cortadores y menuderos están obligados de dar en la plaza pública en dicha ciudad, sueltos con barreros, e para el gasto que en esto se hiciere se manda el mayordomo dé lo necesario  con orden de los dichos comisarios a quienes se acomete y hagan se apremie a los dichos cortadores y menuderos pªque den los toros conforme a sus obligaciones". 
[8] AHPJ. 4791. Folio 58. Año 1607. escribano Alonso Ramírez. Se la vendió Alonso Serrano de Mendoza, clérigo de menores . Su descripción era "una esclava morisca que tiene por nombre María, de edad de veintitrés años, sometida a mi servidumbre, de buena fuerza, la doy por sana de toda enfermedad contagiosa, libre de toda hipoteca, , se valoró en ciento veinte reales sin rédito"
[9] Ibidem. en Testamento de Alonso de Mendoza. Se le concede a cada uno de ellos diversos beneficios con motivo de la muerte. Estas son las mandas: " Ítem declaro que tengo en mi servicio por mi esclava a María Ximénez la qual me ha servido con buena fé en mis enfermedades y por el cuidado a mi  servicio  y regalo, la dejo libre para después de mis días y mando que , luego que todo passe de esta presente vida quede con libertad y entrego la ropa blanca y las demás cosas que parecieron estar a su cargo./ Ítem declaro que tengo por mi esclavo a Luis que lo compré de Diego López de Zúñiga este mando por legado particular al  sr. Don Luis de Mendoza, para que lo tenga por suio y disponga de él a su voluntad".
[10] Inventario de los papeles del escritorio en su testamento. Aparece un pergamino con el título de doctor. Ibidem. legajo del testamento.
[11] A.H.P.J. legajo 29 de Pérez de Contreras. Año 1616. Como dato curioso, así son las mandas de su enterramiento:" Ítem mando acompañen mi cuerpo toda la clerecía desta ciudad en forma de Cabildo; y las tres Religiones que en ella ay y todas las cofradías desta ciudad señaladamente, la de San Pedro con la cera y estandarte y mando que se den veinte ducados assí por los Reconocimientos que deve como por legado graciosso y que assimismo se les de una vela a cada uno de los que acompañen mi cuerpo assí clérigos como religiosos. / Ítem que el día de mi entierro si fuere ora y sino el siguiente no siendo impedido por festividad Particular se hagan sobre mi cuerpo los oficios ordinarios con la mayor solemnidad que se pudiere dando por ello la ofrenda y destribuciones que suelen darse./ Ítem mando que el día que io muriere y el siguiente se me digan en el altar privilegiado de nra. sra. de las mds. todas las misas Reçadas  que se pudieren decir en los dos días, demás de las que se pudieren decir el día de mis honras./ Ítem mando que demás destas misas se digan en la Iglesia Mayor quinientas missas y en la perroquia de Señor Santo Domingo doscientas y en señor San Francisco trescientas y al convento de nra. señora del Rosario doscientas y cincuenta y en nra. Señora< Consolación> otras doscientas y cincuenta y que se den las Limosnas y acostumbren acostumbradas./ Ítem mando a las Cofradías y sanctuarios las Limosnas ordinarias las que les mando se le den dobladas./Ítem mando a la Cofradía del Stmo. Sacramento dos ducados./"
[12] AHPJ. Legajo 4793. Folio 455 y siguientes. Escribano Francisco de Contreras. Antes del testamento le otorga una escritura de donación el treinta y uno de enero de 1613. En ella le concedía veintimil ducados en monedas de oro y plata para su casamiento . Era hijo de Francisco de Mendoza, hermano del abad, y de María de Velázquez Arellano. Casado con doña Andrea de Tamayo vivían en Valladolid.
[13] AMAR. Actas de Cabildo correspondientes a los primeros años de la abadía. Sin embargo el texto del acuerdo se encuentra en el legajo 4708, folio 39 del escribano Francisco Jiménez del Archivo Histórico Provincial de Jaén, donde aparece  la escritura de concierto entre los representantes de la Iglesia Mayor abacial con el beneficiado Francisco Ramírez, el guardián del Convento de San Francisco Cristóbal de la Mata, y Fray Bartolomé, prior del Convento de Consolación para regular las prelaciones en entierros, procesiones y otros actos públicos con fecha del nueve de enero de 1602.
[14] AMAR. Acta del cabildo del doce de septiembre del 1607.
[15] AMAR. Acta de Cabildo de tres de febrero de 1600.
[16] AMAR. Actas de Cabildo del veinticuatro de enero de 1598, donde se refleja el protocolo de asientos en los distintos lugares de la ermita, la derecha para los miembros del cabildo y el resto para los otros caballeros.
[17] AMAR. Acta de cabildo del veintitrés de abril de 1602. Era un pleito que provenía del anterior abad Maximiliano de Austria, que se litigaba ante el Juez Eclesiástico, La ciudad acude ante el nuevo abada, para que desista de la nueva pila que ha erigido en la iglesia de la Veracruz. Son varios cabildos que acabarían posteriormente.
[18] AMAR. Acta de Cabildo del  veintitrés de abril de 1602. El Ayuntamiento ha tenido noticia de que se ha excomulgado a las de la Encarnación y el regidor don Pedro Fernández Alcaraz solicita a la ciudad que suplique al señor que se levante la excomunión a la superiora y priora y no sufran más vejaciones, ya que se habían visto trasladadas dos veces. Alegan que el sitio de la Mota es muy poco propicio por los temporales de invierno y los calores de verano y el sitio de su casa , donde acudieron anteriormente sacerdotes exorcistas. Además se fomentaría el número de monjas si se trasladaran al sitio bajo del Llanillo.
[19] AMAR. 21-XI y otros varios cabildos del mes de Noviembre 1601.
[20] AMAR . Cabildo del veintitrés de marzo de 1599.
[21] AMAR. Actas de Cabildo del treinta  de mayo y dos de junio de 1600.
[22]AMAR. Acta de Cabildo del dos de mayo de 1603.El día tres de mayo, ya recibidos los comisarios del confllicto con el abad, han zanjado elasunto y solicitan que se asienta para que no haya más pleitos y se establezca la paz. Muchos de estos venían motivados por la estrechez de las capilas mayores de las ermitas, conventos, y la propia capilla mayor  de la Iglesia de la Mota que estaba en obras y no podía acoger a los dos estamentos.
[23] AMAR. Acta del cabildo de veintiuno de junio del 1612,
[24] Pelaez del Rosal, M. y Rivas Carmona, J. Priego de Córdoba. Guía histórica y artística de la Ciudad. Priego de Córdoba 1986.
[25] AHPJ. Legajo 4870.  Once de Julio del Año 1611 .Escribano Juan Rodríguez de Cebreros. Auto sobre la expulsión de los moriscos. Suelto. Declaraciones de Gamboa, regidor Pedro Vásquez Messía y Rodrigo de Mendoza, el alcalde mayor Basilio Alonso Suárez, el cura Diego de Rojas y Juan de Frías.
[26]AMAR. Libro de Cabildo de 1597. Acta del día veintiséis de noviembre de dicho año, donde el regidor don Fernando de Ocón solicita la presencia de su mediación "el abad sr. d. Alonso de Mendoza , abad de esta abadía a hecho diligencias con los comisarios de dicho negocio de Juan Zamorano y consortes, para que se viere  si podía mediar"
[27] AHPJ. Legajo 4858. Folio 263. Tres de diciembre de 1613. Escribano Luis Pérez de Contreras.
[28] AMAR. Acta de veintinueve de julio de 1611.
[29] AMAR. Acta de cabildo del cinco de noviembre de 1616.
[30] AMAR. Acta de cabildo de trece de Noviembre de 1597.
[31] Inventario de los papeles del Testamento. Cajón de deudas. Se le prestaron cinco fanegas. Todos taron a los citados un gran número de cebada y trigo  que a lo más ascendían a lo máximo a dieciséis fanegas.
[32] AHPJ. Escribano Juan Rodríguez de Cebreros. Obligación del mayordomo Alonso Rodríguez del Castillo. 5-3-1616.
[33] Estaba confirmada por el propio nombre y su señora doña Gerónima  y del actual alcalde Mayor.
[34] AMAR. Acuerdo del ocho de junio de 1599,donde se recoge la conversación mantenida entre los comisarios de obras y el señor abad para vender la casa del Hospital y tiendas que es toda una hacienda"S.Sª mandó que se tasase todo y se hizo y está tasado y ansimismo mandó que se diesen al postor de las posturas que se otorgasen en favor de esta ciudad"
[35]AHPJ. Legajo 4743. Folio 464. Escribano Alonso Ramírez. Año 1599.
[36] AMAR. Acta de cabildo del diez de mayo de 1607. El motivo era la necesidad que tenía la iglesia de labrar la esquina de una obra nueva que ha hecho para la capilla mayor y la renovación de las campanas. Demuestra que los bienes no eran tan prolíficos para emprender obrasde envergadura.
[37] Era el maestro de escuela Juan de Tovar Valdés en el año 1616, deudor del abad de dos fanegas de cebada, lo que nos hace comprender la situación de penuria económica de aquellos enseñantes.
[38]AMAR . Acta de Cabildo del veinticuatro de abril de 1597.
[39] AMAR.Actas de finales del 1603, veinte y veintisiete, de enero de 1604.
[40]AMAR. Traslado de la carta del abad en la acta del veintitrés de dicembre de 1603.
[41] AMAR .Acta de Cabildo del veintisiete de noviembre de 1598, donde se inicia el conflicto con este colegio por haber substraído el trigo destinado a dicha beca. A partir de este momento se inician una serie de conflictos y excomuniones de los regidores y mayordomo que llegaran hasta el Juez Eclesiástico.
[42] En su inventario de deudas le debía ciento cincuenta reales con escritura ante Alonso Ramírez el 17 de diciembre de 1608.
[43] Teólogo bizantino, del siglo XII, discípulo, comentarista del Nuevo y Viejo Testamento, cuyos objetivos eran conciliar a los latinos con los griegos. Escribió también Libro de los errores de los latinos.
[44] Obispo de Cartago y mártir de principios del siglo III p.c., retor convertido al cristianismo . Sus planteamientos doctrinarios sobre la excesivas indulgencias sobre los apóstatas y el bautismo realizado por los herejes.
[45]  A Gregorio Nanciaceno se le conocía por el teólogo forma con san Basilio y san Gregorio de Nisa los tres grandes capadocios que proporcionan a la teología trinitaria su sistematización y formación clásicas. Obispo de Sásima en 372, y de Constantinopla, participó en las disputas entre arrianos y nisenos. Su obra más importante era  Sermones Teológicos. También destacó como poeta. Gregorio de Nicea era hermano de San Basilio fue obispo de Nisa en 376. Escribió tratados dogmáticos ( Contra Eunomio y Gran catequesis) de mística ( Vida de Moisés, Homilías sobre el Eclesiastés y el Cantar de los Cantares); todos ellos encuadrados dentro de la corriente monástica.
[46] Franciscano, profesor de la Universidad de Salamanca, intervino en el Concilio de Trento, y fue predicador real por orden de Felipe II; también fue arzobispo de Santiago de Compostela; además de la obra citada, destaca De iusta haereticorum punitione. Murió en 1558. Defensor de la pena de muerte y del castigo como medida ejemplarizante y rehabilitadora.
[47] Escritor español nacido en Toledo 1500 y muerto en 1501. Estudió  Teología en Salamanca y pertenecía a la Orden de San Agustín. Consejero de Felipe II y prior de varios conventos. Gran prestigio como predicador y asceta. Sus principales son   Vergel de oración y monte de contemplación, Desposorio espiritual y regimiento del alma, y Las siete palabras que la Virgen Nuestra Señora habló, y  la famosa obra de  Los siete nombres de Cristo,
[48] Aparece confundido con Fray Domingo de Soto, teólogo español que estudió en Alcalá, discípulo de santo Tomás de Villanueva y domínico, ejerció la cátedra en Salamanca. Participó en el Concilio de Trento. Confesor de Carlos V. Defendió a los indios. En la biblioteca del abad se hallaba Comentarii in quartum sentententiarum y In libros sententiarum Comentarii.
[49] Trujillo, Manuel La Abadía de Alcalá la Real,  Apéndice.
[50] AMAR. Cabildo del dieciocho de enero de 1600.
[51] A.H.P.J.  veintitrés de Junio del año 1616 ante el escribano Cristóbal Nuño. Fundación de la capellanía.
[52].AMAR.Acuerdo del cabildo del quince de Julio de 1615.
[53] AHPJ. Legajo 4743. Folio 218 y siguientes. Escribano Alonso Ramírez . Año 1599.Se describe la construcción de la bóveda de ladrillo y el escudo del abad. En el folio 495 del mismo legajo, el blanqueo de la iglesia y el derrumbamiento de la iglesia vieja. En el legajo 4744, folio 147. Año 1600 del mismo escribano. Finiquito de las anteriores obras.  
[54]AHPJ. Legajo 4744. Folio 137. Año 1601.
[55] AMAR. Acta del Cabildo de dicho día, donde se toman todos los actos relacionados con la festividad " por la gran devoción que ay en esta ciudad a la pura y limpia concepción de Nuestra Señora y confensasdo esta ciudad por sí y por el nombre de todos los caballeros, regidores y jurados de esta ciudad ser concebida sin mancha ni mácula del pecado original".
[56] AMAR. Legajo 4850. Folio uno. Año de 1600-.
[57] AMAR. Legajo 4746. Folio 30. Escribano Alonso Ramírez. Año 1603. Compra a del corral de Francisco Mazuela.
[58] AHPJ. Legajo 4745. Folio 113. vuelto. Escribano Alonso Ramírez. Año 1602.
[59] AMAR. Acta del cabildo del doce de julio de 1602. Dice el texto del acuerdo: " La ciudad acordó y mandó atento que los lugares circunvecinos de esta ciudad stan tan enffermos del mal de la peste y otro contagioso y que es abogado desta enffermedad San Roque acordó e mandó para que Dios Nrto. Señor por su yntención sea servido de guardar a esta Ciudad de tan gran peligro, como es esta enfermedad que se haga una hechura deeste santo con muncha brevedad y para el se comete a Don Fernando Sotomayor, regidor a quien la ciudad nombra por comisario".
[60] AHPJ. Legajo 4744. Folio 119. Año 1600. Escribano Alonso Ramírez. El arcabucero fue Pedro de Cobaleda.
[61] AHPJ. Legajo 4746. folio 139. Escribano Alonso Ramírez.

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