UNAS NOTAS DE AUGUSTO Y UNA LEYENDA ALCALÁINA SOBRE ROMA
HOY MURIÓ AUGUSTO, EL MÁS FAMOSO EMPERADOR ROMANO.
LA PAX AVGVSTA
César Augusto | |
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Información personal | |
Nombre secular | Cayo Octavio Turino (desde su nacimiento hasta su adopción por Julio César en 44 a. C.); Cayo Julio César (desde 44 a 27 a. C.); Cayo Julio César Augusto (desde 27 a. C. hasta su muerte) |
Reinado | 16 de enero de 27 a. C.-19 de agosto de 14 d. C. |
Nacimiento | 23 de septiembre de 63 a. C. Roma, República Romana |
Fallecimiento | 19 de agosto de 14 d. C. Nola, Imperio romano |
Entierro | Mausoleo de Augusto |
Predecesor | Nueva creación (como emperador romano) |
Sucesor | Tiberio |
Familia | |
Dinastía | Julio-Claudia |
Padre | Cayo Octavio Turino; adoptado por Julio César |
Madre | Atia Balba Cesonia |
Consorte | Clodia Pulcra (? – 40 a. C.) Escribonia (40 a. C. 38 a. C.) Livia Drusila (38 a. C. - 14 d. C.) |
Descendencia | Julia la Mayor; Cayo César (adoptivo); Lucio Julio César (adoptivo); Tiberio (adoptivo) |
LA LEYENDA DE ULA
En la Mota, restos de grandes sillares de argamasón sugieren
tiempos anteriores a la época de frontera. Algunos han propuesto para esta
fortaleza cierta cimentación romana por sus dimensiones y los remontan a un pequeño
castro de la República Romana. Sin embargo, en Medina Azahara, hemos podido
constatar la presencia de este tipo de sillería califal y nos queda la duda de
su identificación temporal. Podemos afirmar que el origen ibero-romano de la
fortaleza se entronca con leyendas renacentistas, muy propias de los humanistas, para justificar el linaje de sus antepasados
y su conexión con la tradición grecolatina. Por eso, un erudito renacentista e,
incluso, algún que otro historiador actual
proyectaron el origen de Alcalá la Real a esa época romana
justificándola con la presencia de
algunos elementos y objetos recientemente descubiertos y, lo que los arqueólogos actuales consideran aljibes de estructura romana por
sus revestimientos rojizos y por la media caña del suelo interior. Los
antepasados daban por hecho este origen y, para justificar sus privilegios y
mercedes concedidos por los servicios hechos a la Corona, remontaban su lealtad, incluso, hasta este
periodo romano de la historia de España. Si no,
presenciemos esta escena del cabildo del catorce de noviembre de 1597,
cuando relataron la relación leal de Alcalá en tiempos de la guerra civil entre
Julio César y Pompeyo.
Hablaba en el ayuntamiento
el conocido y erudito alcaide, don Antonio de Gamboa y Eraso, alcaide y
granadino afincado en Alcalá. Porfiaba contra algunos regidores para que no se
abandonara la Mota y volvieran los oficios y las tiendas a su recinto. Lo
argumentaba en que no hubiera otra plaza mejor
en la ciudad, porque allí se encontraban la Iglesia Mayor, el Palacio
del Abad, las Casas de Justicia y de Cabildo Municipal y la Cárcel Pública.
Para que no se ofreciera ningún género
de dudas, refería que la lucha de ciento cincuenta años en la frontera del reino
de Granada, le había hecho valer una gran cantidad de mercedes y privilegios
reales. En la misma línea de argumentaciones, le siguieron miembros de las
familias de los Clavijo, Pineda, Aranda, hasta que llegó el turno del capitán
Juan de Aranda Góngora, que zanjó de un modo rotundo el debate:
-No lo dudéis, ni
tengamos compasión alguna con los que quieren destruir nuestra
fortaleza. Nuestros antepasados se forjaron en este recinto al servicio de los Reyes. Es más, nuestra lealtad no sólo
se remonta a los primeros años de la
cristiandad. Le viene desde muy antiguo, como de mano en mano, se inició en
tiempos de los iberos, y, porque nuestro comportamiento era muy valeroso, la
amó y favoreció particularmente el mismísimo Julio César.
-¿Que dice, vuestra señoría?
Nunca había llegado a nuestros oídos tan remoto origen de nuestro valor.
-Pues os lo voy a detallar
pormenorizadamente. Me baso en los datos de famosos eruditos y escritores del siglo XVI, que me refirieron que se
conocía esta ciudad por el nombre
de Ula
-No, puede serlo, esto hoy día está muy cuestionado, le respondía el
erudito local Gamboa ( por cierto, el estudioso investigador padre
Sotomayor cree que se corresponde con Montemayor según sus últimos estudios sobre la
localización de esta ciudad). Tan sólo, en uno de los recientes “Comentarios de
Julio César”, aparece en su tabla de lugares, provincias y ríos, justamente en
su último folio. “ Ula Alcalá la Real, en el Andalucía”.
-Dejadme seguir, insisto, a
esta ciudad la mimó el mismísimo César, porque Ula siempre había
demostrado el valor y lealtad de sus
vecinos y se había alineado con los
partidarios del dictador romano en
contra de Pompeyo. Lo dicen las fuentes escritas, César daba fe de esta
experiencia, porque los alcalaínos, más bien, los de Ula, acudían siempre en
ayuda del pueblo romano, representado en la guerra entre los dos personajes por
Cesar.
Gamboa venía preparado para
aquel día. En un gran talego, había traído un manuscrito de los primeros
pobladores alcalaínos, que le hacían llamar por vecinos de Ipocobulco. Pero, no
olvidó dos ejemplares de las dos célebres hazañas de César.: la Guerra de las
Galias y la Guerra Civil. De momento, hojeó la primera y no encontró referencia
alguna de lo que decía el regidor Góngora acerca de estos pagos. En voz alta
comentaba algunos detalles, pasaba los folios de un incunable en latín y, a
grosso modo, traducía. El linaje de Julio César se remontaba al troyano Eneas,
que huyó de Troya y vino a Italia(...)tuvo un hijo llamado Iulo, de donde viene
el nombre de la familia Julia(...)Cayo Julio César, sus tres nombres completos,
era un aristócrata, pero se alió al partido de los plebeyos, vivió en el siglo
I antes de Cristo; fue édil, tribuno, pretor, cuestor, cónsul y famoso escritor
con obras de teatro, un iter y De Analogía (...) recibió del poder una parte del Imperio Romano durante el
primer triunvirato, cuando a Pompeyo le dieron
Oriente, a Craso Italia y al
propio César las Galias. Allí se gestó su fama. Más bien, se creó su fama,
porque hizo una especie de autocomentarios personales, que enviaba a Roma para
atraerse el favor de sus ciudadanos con
el manipulado relato de todo lo que conquistaba para el Imperio, e, incluso, con un estilo impersonal, en el que se fingía
el propio César en tercera persona.
-¡Qué caradura, en vez de
escribir “yo conquisté a los galos, los belgas, los britanos” decía los
helvecios son ferocísimos y, a lo mejor no tenían ni armas, y llegó Cesar y los
derrotó valerosamente para el pueblo romano? interrumpió el corregidor!
Gamboa seguía ensimismado en
los libros y leía los títulos de los distintos capítulos que correspondía con
la vida de Julio César. Como triunviro,
expulsó a los Germanos, se adentró en territorio de los britanos, llegó
de nuevo a la Galia y se enfrentó con Vercingetórix. Rememora las batallas de
Gergovia y el liderazgo de Vercingetórix
entre los Galos, siendo jefe de los
galos, la victoria final de Alesia por
parte de César. Se acabó la guerra. Se le cumple su mandato senatorial(...) No
quería dejar el poder.
Entonces el sabio regidor
hace el comentario siguiente: En Roma, en el 49 antes de Cristo, el Senado está
muy alterado y no ve con buenos ojos que el poder se concentre en César, ha
colmado de regalos y tierras a todos sus legionarios.. El Senado defiende la
República y no quiere caer en manos de un dictador perpetuo. Incluso, ha
provocado a Roma construyendo el foro de su nombre. Entonces le dan un
ultimátum, que deje las legiones romanas en poder del Senado y no pase el río Rubicón al mando de ellas.
Por su parte, a Pompeyo se le renueva en el poder, porque sintonizaba mejor con
el Senado. César, ambicioso y
testarudo, desobedece y estalla la guerra civil entre los dos personajes.
-Nos hemos apartado de
nuestras leyendas, de Ula. No decíamos que había sido leal a César. –Comenta el
regidor Clavijo.
-Sí, pero conviene que nos
hagamos una idea de este personaje, que llegó a ser casi el primer emperador de
Roma.-Responde Gamboa.
-Es verdad, fue una guerra sin cuartel, hubo
dos bandos, los partidarios de César y los de Pompeyo. Los había en cualquier
rincón del Imperio, en Roma, en la Galia o en Grecia. Comentaba que en Roma los
esclavos lavaban sus ropas en el Tíber con el agua ensangrentada de la lucha
fratricida. Y la hubo también en Hispania. Más concretamente, en la Hispania
Citerior, y la Ulterior, la Bética y en
muchas ciudades se repartieron los partidarios de uno y otro bando. Hubo
batallas en Lérida, en Munda, en Castulo, ILiturgi, y en favor del propio César, Ula fue un escenario
esencial de la lucha fratricida entre
pompeyanos y cesarianos. En este caso, los defensores de esta hipótesis. Ula se consideraba como ciudad aliada del
bando romano que luego fue vencedor, el de Cesar.
-Pues no podía ser de otro
modo, - interrumpió Juan de Aranda-, este triunviro romano la amaba y
favorecía, porque le ayudaba con las
tropas auxiliares de su fortaleza en las
escaramuzas que provocaban los soldados de Pompeyo.
-No sería esta ciudad fortificada, compréndelo, sino,
más bien, que sería un castro que se
levantaba sobre un majestuoso cerro que controlaba el camino de paso de la
Costa malagueña hasta las ciudades del Bajo Guadalquivir.
-De seguro que las actuales
atalayas ya existían.
-Claro que sí, Ula estaba
bien comunicada por las torres púnicas que jalonaban el recorrido de los
viajeros a través de las ciudades de Íllora, Loja, Vélez y frenaba todos los
movimientos de invasores de la península desde las costas granadinas y
malagueñas. Estaba protegida en su interior con unos pequeños muros levantados sobre el perfil de la roca, más elevado y
escarpado, sin la Iglesia actual ni las
elevadas torres que hoy día quedan en pie. Debió ser inexpugnable, refugio de
los indígenas iberos en momentos de guerras, que compartían para su alojamiento las cuevas, horadadas en la roca sustentante,
con las casas de mampostería edificadas en su recinto fortificado. Debieron tener relaciones con los romanos
antes de la llegada de César, pues les permitieron mantener sus costumbres y leyes,
a cambio de que ofrecieran su reconocida lealtad con Roma. Incluso cuentan que
por ella pasó Viriato.
-Cuando la Bética, bueno en
aquel tiempo, la Hispania Ulterior, comenzaba pacíficamente a organizarse, Ula,
la Alcalá Romana tomó partido en la guerra
civil entre César y Pompeyo, se hizo cesariana. Esto dio lugar a una reacción
de su adversario. Previendo el gran estratagema de César los futuros
acontecimientos envió a Quinto Casio Longino
-¿Fue importante este
personaje? preguntó el regidor Clavijo.
_Claro que sí, respondió
Gamboa. Era de la familia de sobrenombre Longino. Tres hermanos Cayo, Lucio y
Quinto. El primero era pompeyano al principio de la guerra civil. Había sido
cuestor en Carras de Siria, tribuno de la plebe de Roma y atacó la escuadra marina de César en Sicilia. No
obstante, al acabar, la guerra se pasó a sus huestes y lo hizo pretor. Mal pago
le dio a César, que junto con Bruto lo asesinó en las Idus de Marzo.
-¿Y de Lucio Casio Longino,
que me dices?
-Este siempre militó con
César, derrotó a las tropas de Pompeyo en Tesalia al mando de una legión y lo
nombró tribuno de la plebe. Fue fiel hasta la muerte con César y no participó en la conjura de su muerte.
-Bueno, sigamos con Quinto
Casio Longinos.
--Déjame que te exponga unos
datos acerca de este personaje que estuvo en Alcalá.
-En Ula.
-Era hermano de los
anteriores, familia muy relacionada con el ejército y la política romana. Era
un soldado ejemplar, cesariano convencido
y con Marco Antonio, formaba el círculo
o la camarilla de los defensores de la política de César. César lo trajo
a Hispania Ulterior, en contra de Varrón,
lugarteniente de Pompeyo. Hasta
tierras béticas, llegó en su persecución. Le hizo una gran labor entre
las poblaciones, como Ula, atrayéndoselas al bando cesariano mediante
concesiones de derechos a indígenas.
Entonces prosiguió Juan de Aranda y comentó:
-Decíamos que sabía que un
capitán de César, Longino.
-Un lugarteniente, un
tribuno militar o un centurión, pero no un capitán, le interrumpió Gamboa.
En este momento el alcaide
mayor sacó el sexto libro atribuido a César, titulado “Bellum Hispanum”, la
Guerra de España. Y leyó a los presentes los primeros capítulos, que acercaban
a los presentes el desarrollo de los acontecimientos más importantes de la guerra civil.
Conquista de Roma y toda la
península itálica. . Pompeyo huye a Oriente
hacia Grecia, y César entra en España para derrotar a los partidarios de
César. Después se traslada a Epiro, sufre un revés en Durazo y logra la
victoria definitiva sobre Pompeyo en Farsalia, donde se le rindieron dos mil pompeyanos. Pompeyo huye a Egipto,
donde fue asesinado.
César en su persecución,
llegó a Egipto, se puso a favor de Cleopatra para quitarle el trono a su padre.
Logró sobrevvir a varios asedios y consiguió la victoria sobre Farnaces en Zela, en Africa vence a los pompeyanos en
Tapso y pasó, de nuevo a Hispania, donde
se habían refugiado los hijos de Pompeyo. Estos se habían apoderado de la
España Ulterior y cuenta el comentario de Hispania “ que Cneo Pompeyo, el moco,
empezó a encomendarse a la fidelidad algunas ciudades para adquirir más
fácilmente tropas con que hacer resistencia las tropas de César. Habiendo pues
juntado un mediano ejército, parte por ruegos y parte por fuerza, se dio a
destruir a la provincia. En este estado, unas ciudades le enviaban socorros
voluntariamente, otras, por el contrario le cerraban las puertas”. Este es el
caso de Ula, y de Longino. No hacían sino enviar continuos correos a Italia
para que César acudiese en su socorro.
-Bueno, bueno, ya sé que
Longino no es capitán, pero nos
entendemos....Longino, temeroso de que el ejército que gobernaba Córdoba a cuyo
frente estaba un tal Marcelo, se vino a recoger a esta ciudad, confiado en el valor
de que había de hallar en ella. Cual fue la sorpresa que encontró a Ula
cercada y asediada por el propio
Pompeyo. César entró a España y quería concluir la guerra de España. Fue avisado del asunto por unos legados de
Córdoba que habían desertado de Pompeyo en Córdoba y se había anticipado a los espías de Pompeyo, que
trataban de anunciar a Pompeyo la venida de César. Este se enteró pronto de la
difícil situación en la que se encontraba Ula. Y dicen los Comentarios “
sabiendo César que aquella ciudad había servido con mucha lealtad en todos los
tiempos al Pueblo Romano, mandó cosa de las nueve de la noche partiesen seis
cohortes con igual número de gente a caballo, a los cuales dio por cabo un
oficial conocido y muy inteligente.
-Ah, si- dijo Juan
Aranda-, le, envió al capitán Almucio Junio Pacheco
-Uf, me parece que lo ha
castellanizado muchísimo. puede ser
Petreyo o Afranio o qué sé yo, pero este nombre no.
Entonces. Gamboa tomó, de
nuevo el libro de los Comentarios y matizó.
-No es Pacheco, su nombre
completo es J.Junio Pacieco....
-Bueno , sigo, - dijo Juan
de Aranda- este Pacheco, porque yo
pronuncio como los curas, o Junio Paceico vino para hacer fretne a las tropas de Pompeyo que asediaban al destacamento
alcalaíno, defendido valerosamente por el
capitán alcalaíno Longino, según las leyendas. Y llegó éste con las
tropas al campo de Pompeyo, en el momento en que se levantó una gran tempestad.
Con tan furioso viento que impedía el verse unos a otros, aún el conocer uno al
que iba a su lado. Pero esta incomodidad, sin embargo, les fue muy
provechosa.
-Veámoslo, dijo Gamboa, en
las guerras hasta las adversidades sirven para conseguir la victoria.
-Pues, tienes razón. Cuando
tomaron contacto con el ejército enemigo, Pacieco ordenó que los
caballeros llegaran de dos en dos,
enderezándose a Alcalá, bueno Ula, por medio del campo enemigo. Y, como algunos
del cuerpo de guardia de las puertas del campamento les preguntaran quiénes
eran, uno de los partidarios de César les respondió que callasen, que importaba
acercarse a la muralla para sorprender la ciudad. Así, los centinelas –unos
impedidos por la tempestad-, no podían observar estos movimientos con atención,
otros, sin embargo se inquietaban con la respuesta. En llegando a la puerta
última del castro, fueron introducidos por los de Ula en el recinto del
campamento pompeyano. Entonces levantando el grito de infantería y caballería,
y dejando parte de los suyos en los puestos adecuados, hicieron una salida a
los reales de los pompéanos, que los cogieron de sobresalto y se creyeron todos
perdidos. Pero Cneo Pompeyo, el menor,
mantenía el cerco de Ula, y estaba con su guarnición. Entonces César
hizo una nueva operación de engaño táctico. Se dirigió a Córdoba. Destacó sobre
la marcha con la caballería una partida de gente esforzada de las legiones, las
cuales, cuando estuvieron a la vista de la ciudad, se pusieron a las ancas de
los caballos. Estos no lo advirtieron los cordobeses que fueron derrotados en
el enfrentamiento y volvieron muy pocos
a Córdoba. Conmovido el hijo de Pompeyo,
Sexto, de esta desgracia escribió a su hermano que para que viniese pronto, temiendo que César
tomara Córdoba. Este, a punto de tomar Ula, levantó el cerco e hizo regresar
las tropas Córdoba. , Dejando libre la
ciudad de Ula, tan valerosamente defendida por sus moradores.
-¿Qué pasó de Quinto Casio
Longino?
.Fue elevado por César a la categoría de gobernador de la España
Ulterior. Sin embargo, fue demasiado codicioso, acaparó riqueza y odiado por
los hispanorromanos hasta tal punto que intentaron asesinarle en Itálica.
Sustituido por Trebonio, se marchó de Hispania, y murió en un naufragio en la
desembocadura del Ebro.
-Y de Pompeyo,
-Fue derrotado en Munda.
-Y los alcalaínos, con su
lealtad, lograron que aquella ciudad ibera se convirtiera en municipio.
-Municipium, Polconense, dijo
Gamboa.
Hasta principios del siglo XX,
este hito se refería entre los regidores que corría de boca en boca,
curiosamente, emplean el término de mano en mano, denotando la lealtad de la que los alcalaínos
siempre mantuvieron con los reyes y de la que hace orgullo su escudo”La muy
Noble y Leal Ciudad de Alcalá la Real”. Pero, como leyenda se ha quedado,
porque como afirman los profesores
Mauricio Pastor y el padre Sotomayor”
“Hay que comenzar rechazando, sin discusión alguna, muchos de los
nombres que los autores decimonónicos, como CHA. Estrada, M. La Fuente, Morata,
F. Bus, J. De Dios de la rada, F. Lozano, A. Guardia Castellano etc. Han venido
señalando como los nombres antiguos de Alcalá la Real y cuyas traducciones y
localizaciones exactas han sido subsanados por la investigación histórica
actual sobre la base de la denominación arqueológica y epigráfica. Entre otros
carecen de sentido las denominaciones de Callet Astigitana, Ula, Tucci Vetus,
Ategua, Callecula, Flavia Aurensis y Ebura Cereales. Por su ánimo de ensalzar
la antigüedad de Alcalá la Real, la mayor parte de estos autores buscaron en
las fuentes clásicas nombres que pudieran adaptarse a esta ciudad, pero sin una
crítica en las fuentes y otras veces se basaron en un simple resto epigráfico,
o en un simple hallazgo monetario con
referencia a una ceca determinada, que,
evidentemente, no son pruebas suficientes que permitan la identificación de una
ciudad”. Por lo tanto, la de Ula, una leyenda más de Alcalá.
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