II. LA ABADÍA DE PATRONATO REAL
Pasamos por
alto el grupo de cristianos en tiempos de los musulmanes, pues algunos, o la
mayoría, según el padre Sotomayor, se convirtieron al islamismo por razones
económicas, políticas y sociales, y
fueron los muladíes que jugaron un importante papel apoyando a Ibn Mastana en
el siglo IX y X después de Cristo[1]. Tan
sólo nos hacemos eco a algunos aspecto de la leyenda de Santa Flora, que se
refugió en la aldea de Charilla, una cristiana mártir de la corte omeya.
Sin embargo, los
habitantes de Alcalá de Aben Zayde, vivieron y fueron testigos de la presencia
de muchos esclavos cristianos recluidos
en sus mazmorras, o que fueron objeto de
tratos comerciales en las plazas de su fortaleza, así
como hay noticias del paso de muchos cristianos
rescatados y liberados del reino nazarita hacia tierras cristianas y de la
labor redentora de muchos monjes,
frailes y mercedarios en dilección hacia tierras granadinas. Claro testimonio son las crónicas reales y el
libro de que fraile Pero Martín que redactó sus vivencias en el siglo XII
y la liberación de muchos de ellos-
entre estos, los que pasaron por la forzosa estancia de Alcalá la Real. No es
extraño que un gran faro de la fortaleza
alcalaína fuera la guía de muchos cautivos liberados en su camino hacia las tierras castellanas.
Pasajes
esporádicos son las veces que pasó a manos cristianas durante los reinados de
Alfonso VI y VII, y VIII. En concreto, la más significativa de presencia
cristiana viene marcada con la presencia de la Orden de Calatrava entre 1213 y
1219 en tiempos de Alfonso VIII.
Pero el
momento crucial para la evangelización cristiana de la comarca de Alcalá la Real
tuvo lugar tras la toma de la
ciudad por el rey Alfonso XI en 1341. Pues,
como señala el profesor Rodríguez Molina: Es
obvio que desde la conquista de la ciudad en 1341, el vecindario estaba
masivamente formado por una población oficialmente cristiana y tributaria, pese
a las numerosas exenciones concedidas por los reyes y siempre
reivindicadas. De ella sobresalía un nutrido grupo de notables, formado
por hidalgos y el clero, especialmente
el clero acomodado, quienes gozaron real y singularmente de las exenciones tributarias, reconocidas
por los privilegios tradicionalmente concedidos por la Corona, dada su
notoriedad e influencia social[2]”.
Muchos autores
se esfuerzan en destacar la peculiaridad de la demarcación geográfica de Alcalá
la Real, al constituir como una abadía,
de patronato real, vere nullius, sed
propriae diocesis, posessio vel quasi o quasi nullius de las demás diócesis cristianas, limítrofes con ella (
Córdoba, Granada y Jaén) así como se preocupan en resaltar su singularidad en su administración
eclesiástica al partir de un territorio fronterizo,
desde donde se va a marcar la división entre el cristianismo y el islamismo en tiempos de frontera. Por eso recogemos las palabras de
Antonio Linaje:
”De manera que, en la génesis y
establecimiento de la abadía, aparte la
significación detalles concretos, hay que ver el logro institucional
fundamentado en una cierta conveniencia natural y hasta en una cierta exigencia
lógica. (…) Y siempre teniendo muy presente que para esta demarcación alcalaína
la frontera con el reino islámico vecinos era eclesiásticamente una muralla,
sin que contara la tierra del otro lado.
Sólo después de 1492, vuelta Granada a la cristiandad peninsular, la antigua
frontera volvió a serlo entre dos diócesis[3]”:
De la
importancia de la fundación resalta la figura de su fundador don Gil de Albornoz y el gran territorio comprendido bajo la jurisdicción
de los abades alcalaínos ocupando territorios de Alcalá la Real, Priego, Fuente Tójar, Almedinilla., Carcabuey,
Castillo de Locubín, y, en tiempos de Carlos V, Noalejo.
En cuanto a la
historia de la Abadía, no se pueden soslayar
la importancia de los abades, entre los que se incluye tres cardenales (Borja,
Mendoza y Sotomayor y, de la Cerda),
algunos arzobispos, muchos obispos,
numerosos miembros de cabildos catedralicios y de curias episcopales de España,
y algún que otro abad propuesto para
Papa. Tampoco, podemos dejar pasar por alto la realización de varios sínodos,
entre ellos los de Pedro Gómez de Padilla, otro
con Valeriano Ordóñez de Villasquirán en 1500, un tercero con Juan de
Ávila en los primeros decenios del siglo
XVI y último en tiempos del abad alcalaíno Pedro de Moya en los primeros decenios del siglo XVII. Con la presentación de las Primeras Jornadas de
la Abadía, celebradas en 1997,
coincidimos al señalar las siguientes conclusiones:
-La Abadía de Alcalá la Real fue un singular
enclave religioso-administrativo que sirvió de soporte a la vida espiritual y material de los
habitantes de dos amplias zonas de las provincias de Jaén y Córdoba durante más
de quinientos años.
-Su carácter vere nullius la hicieron independiente de los obispados
limítrofes-Jaén, Córdoba y Granada- funcionando, en ocasiones, como una
auténtica “almohadilla amortiguadora” cuando surgían las fricciones ente ello.
-.La vida de estas tierras durante estos
quinientos años está íntimamente ligada a la de la Abadía, no pudiendo
prescindirse de ella para conocer con puntualidad su pasado común: una
historia que trasciende los límites de su jurisdicción, si se tratan los aspectos
económicos, sociales y, especialmente, los culturales y artísticos[4].
La historia de
la Abadía se puede dividir en varias partes:
-Los Abades
medievales, representados por don Gil de Albornoz, Antón Sánchez, Ruy
Fernández, Juan Rodríguez, Juan Alfonso de Chirino y Pedro Gómez de Padilla.
-Los Abades de
la Edad Moderna. Desde Alonso de Burgos hasta el abad Palomino Lerena pasando
por los abades de la Cerda, Juan y Diego
de Ávila, o Maximiliano de Austria o por los miembros de la familia de los
Mendoza( como Alonso de Mendoza, Álvaro de Mendoza, o Lorenzo de Mendoza y Gatica) miembros relacionados con la Corte y los
validos (Fadrique Enríquez, fray Antonio de Sotomayor, Alonso Antonio de San
Martín , Pedro de Toledo, o el propio abad
Palomino), miembros de la Ilustración
como Carlos de Borja, cardenal de la Cerda, y Mendoza y Gatica, que instauró
una sociedad de Amigos del País en la ciudad de Priego de Córdoba.
-Los Últimos
Abades, marcan el paso del Antiguo al Nuevo Régimen. Empiezan con el abad
Trujillo y culminan con el último abad Sánchez Matas., pasando por los abades
Cayetano Muñoz y José Carrión. En estos años, los alcalaínos se vieron inmersos dentro de las convulsiones del momento
(Guerra de la Independencia, Desamortizaciones, cambios políticos y sociales) y
con una abadía que figuraba a continuación de la diócesis de Jaén y debía
figurar sufragánea de Toledo en el mismo
caso de la colegiata de la Granja. Son momentos muy importantes, en los que la beneficencia, la
caridad y la asistencia de los
desvalidos marcaron la acción defensora a de la iglesia frente a los interese
del cabildo alcalaíno.
Con Antonio
Linaje coincidimos que “...en ella hemos
podido ver la historia de la Iglesia, por ser al fin al cabo un microcosmos
de ella, en las postrimerías medievales,
en el antiguo régimen, en el tránsito de este a la modernidad…. en cuanto a la
historia local, de la ciudad y de la tierra, y de la vecina Priego, sí creemos
evidente la simbiosis con la historia
abacial, desde la liturgia solemne a las manifestaciones del sentimiento popular
en las cofradías y procesiones; desde los gravámenes de los diezmos, primicias
y rentas hasta las devoluciones de la Obra Pía la Casa de Misericordia[5].
[4] VVAA. Abadía. primeras
Jornadas de la Abadía. Presentación. Diputación Provincial de Jaén. 1997.
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