EDITORIAL
Llegó el final de la Coronación Canónica de la Virgen de las Mercedes. Meses
atrás vino el decreto pontificio, desde hace años hasta el mes de julio se cumplieron todos los actos programados. Te acercaste a
los rincones más recónditos de nuestro
término municipal. Sobre todo, nos
congratulamos que pudimos acercarte a los más impedidos, lo intentamos con los
alejados y tendimos la mano generosa a
los que no tienen ni para comer o adquirir las condiciones básicas de
salud en los rincones más insospechados
del mundo. Pero, decir que te coronamos, esto es un decir. Pues siempre fuiste reina de los
corazones de los hombres y mujeres de muchos pueblos, aldeas y cortijos de la Sierra Sur. No hubo casa donde tu estampa
o litografía no presidieran el lugar más nombre
para que tu acogieras las oraciones
en tu labor mediadora con Jesús. Desde el siglo XVI hasta el siglo XX, tu huella ha impregnado
todos los rincones de la abadía, has sido madre, virgen, patrona y señora
de muchos hogares de Alcalá la Real. A
hora, Virgen de la Mercedes, eres
el resplandor que nos transmite la
ilusión misionera en el mundo de hoy, la
madre del soberano eterno que nos sirve
de guía en el seguimiento de Jesús, y la compañera de un pentecostés renovado
que nos empuja a la renovación a favor de los excluidos.
Por eso, no nos quedan más palabras que agradecer todos los esfuerzos,
colaboraciones y entregas de los que recorrieron este camino gozoso. Y,
también recordar a todos aquellos que
han visto culminado el día de la Coronación y
a los que recogiste bajo tu manto
y ya te ven coronada en el Cielo. Por eso nos quedamos con la oración de este
año, que obtuvo la licencia oportuna del
Ordinario del lugar, es el crisol de la devoción a ti dedicada.
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