PERSONAJES INÉDITOS DE LA PROVINCIA DE JAÉN
I PABLO DE ROJAS
Pablo de Rojas nació en Alcalá la Real en el año 1549 y fue
bautizado en la parroquia de Santo Domingo de Silos el día 15 de noviembre del
mismo año. Sus padres fueron Pedro Sardo y Catalina González. El primero, de
profesión pintor, procedía de Cagliari (Cerdeña) y se estableció en el segundo
decenio del siglo XVI en la abadía de Alcalá la Real, donde se casó y tuvo doce
hijos. Formó un famoso taller en el que participaron varios de ellos en
distintas obras municipales y eclesiásticas. Entre todos sus hijos, por sus
cualidades artísticas destacaron los pintores Pedro de Raxis el Mozo, y Miguel
de Raxis y los escultores Melchor y Nicolás Sardo Raxis. Algunos de ellos
fueron enviados a Jaén donde trabajaron en el taller artístico de otro pintor
afincado en la capital del Santo Reino, llamado Pedro Sánchez Ceria.
Pablo de Rojas, probablemente, habiéndose iniciado en el mundo de
la imaginería con el resto de sus hermanos y otros escultores y entalladores
que se habían establecido en Alcalá la Real- Jusepe de Burgos y Martín Pérez-,
marchó en torno al año 1575 a Granada, atraído por su movimiento artístico y
económico. Allí, se formó en el taller de Rodrigo Moreno, un artista
desconocido que algunos críticos lo relacionan con Pedro de Machuca. Estableció
su taller en la colación de Santiago, donde convivían muchos artistas que
trabajaban en las distintas iglesias y conventos que se levantaban por aquellos
años en la ciudad de la Alhambra.
Por los años, tuvo, entre otros discípulos y aprendices, a su paisano e ilustre imaginero Juan Martínez
Montañés a quien le inculcó todos los saberes y dominio del arte de la
imaginería, sobre todo, en la adquisición de los modelos iconográficos que en
el futuro predominarán en la Escuela Andaluza de Imaginería: los Crucificados,
la Inmaculada y los Santos Juanes.
Por este tiempo, se relacionó con Sebastián de Solís, que sería un
importante imaginero jieenense a quien se le atribuye la imagen de Nuestro
Padre Jesús Nazareno, denominada popularmente el Abuelo.
Trabajó en el famoso
retablo de San Jerónimo junto a famosos imagineros como su propio maestro, Juan
Vázquez o Melchor de Turín. Esta obra fue fundamental para la evolución del
renacimiento hacia el manierismo naturalista que desembocará en el auge del
Barroco Andaluz.
Tuvo un colaborador muy importante en la elaboración de sus obras
en la persona de su sobrino el pintor Pedro de Raxis, también alcalaíno, que se
le considera el padre de la estofa por la alta calidad artística que
imprimía en las imágenes y retablos gracias a su dominio de la policromía. Este
trabajó en la provincia de Jaén en Villacarrillo, Alcalá y Úbeda.
Obras de Pablo de Rojas datadas y
confirmadas en la capital granadina fueron las imágenes del Nazareno de la
iglesia de las Angustias, el Crucificado de la capilla de los beneficiados de
catedral, y la Inmaculada de la iglesia
de San Juan de los Reyes junto con el retablo de la iglesia de Albolote. Su
fama se extendió por todos los antiguos reinos de Granada, Córdoba y Jaén,
donde se le atribuyen una gran cantidad de retablos, imágenes y obras menores
como andas, sagrarios o insignias, que la labor silenciosa de la investigación
pondrá al descubierto en los próximos años. En nuestra provincia, en concreto,
una Inmaculada y un Cristo de la Humildad de la ciudad de Baeza.
Casado con Ana de Aguilar no tuvo descendencia y murió en torno al
año 1611, fecha en la que sus sobrinos recibieron los bienes de su holgada
herencia. Este dato fue importantísimo para el descubrimiento de su nacimiento
en Alcalá la Real, pues, gracias a los poderes que otorgaron algunos de ellos
para recoger la cantidad asignada en Granada, pudo reconocerse que los Raxis
eran miembros de la familia de Pablo de Rojas, el cual cambió su apellido en
Granada, castellanizando el de Raxis por Rojas.
Como muchos artistas jiennenses, al emigrar a otras tierras, quedó
esfumado su origen hasta tal punto que se le hacía pasar por granadino, lo
mismo que Martínez Montañés se consideraba sevillano. Ambos unidos por las
vicisitudes de su enigmático origen son gloria de Jaén, de una tierra, que
tiene orgullo de ser la cuna del arte barroco andaluz.
Francisco Martín Rosales.
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