Los
primeros años del siglo XVII fueron difíciles para la ciudad que se ve empeñada
y endeudada por anteriores esfuerzos económicos que había llevado a cabo en el
siglo anterior. Su carácter fronterizo y privilegiado le había obligado a
sostener una milicia que le había contraído un gran número de gastos en la
guerra de las Alpujarras con la expulsión de los moriscos y las guerras de
Portugal, el servicio permanente de las compañías de milicias de la ciudad, que
habían acudido en diversas ocasiones a Cádiz, y el más continuado hacia la
Costa ante los ataques de turcos, y otros servicios como el de la Mamora, que
obligaba a la permanencia en la ciudad de los vecinos comprendidos entre la
edad de dieciocho hasta cincuenta años y se repitieron en años posteriores.
Años de peste y sequía
A esto
había que añadir los primeros años del siglo de gran incidencia de la peste en
la que tuvo que crear hospitales y emprender medidas que suponían una carga
financiera importante y afectaban a la economía local, porque el comercio se
cerraba con las ciudades comarcanas, principalmente con Granada, y se impedía
el trasiego de portugueses que eran los que más traficaban por aquel tiempo.
Las epidemias de peste, que se propagaron desde el Norte de España, no debieron
incidir mucho en la localidad, ya que las medidas eran extremas con las
acostumbrados cierres de puertas de la nueva Villena, Campo, Arcos, y Tejuela,
con las previsiones sanitarias para
evitar el contagio - aislamiento de enfermos o prohibición de entrada de
extranjeros-, establecimiento de hospitales, refuerzo de servicios médicos y
sanitarios y prohibición de espectáculos públicos. No obstante, podemos
destacar que desde el 1600 hasta 1604, la situación era grave por el número de
enfermos y convalescientes que cada día acudían al hospital, aunque parece que
decreció en el verano de 1602. Tan sólo, tenemos referencias indirectas como
las del regidor Diego de Cabrera en el seis de agosto del año 1602 cuando
decía:
de
algunos días a esta parte que en esta ciudad an enfermado muchas personas ansi
ombres como mujeres y muchachos y de ellos an muerto a los que más le ha dado
e, aunque la ciudad ha procurado poner remedio, que convenía curándolos en
particular en sus casas tiniéndolos en ellas con los guardas y custodia que se
puede, ...
En el año 1602, manifestaba el cabildo que
había algunos muertos y convalecían unos cincuenta enfermos en el hospital y en
el 1604, se produjo tan sólo una muerte en un hospital de enfermos de la peste
que se contrató en una casa de la ciudad, y tan sólo , hubo diariamente unos
cincuenta o unos pocos más enfermos. El toque de queda impidió la entrada
nocturna en la ciudad, vigilada por los propios caballeros, que establecían
diversos turnos en los diversos cuarteles . Pero la gente se moría no tanto del
contagio sino del hambre y la peste, desgraciadamente no hay fuentes
documentales de este período, pero a los casi dos mil vecinos de años
anteriores ahora se hace referencia de un número cercano a los 1800. Para hacer frente a los gastos, se
le concedió a la ciudad una cantidad que sobrepasaba los tres mil ducados, que
se impusieron sobre las cabezas y asaduras y la roturación de nuevas tierras en
la Cueva el Moro, el Chaparral de Nubes, Fuente Álamo, el Hituero y Encina Hermosa[1],
aunque la propuesta inicial abarcaba la cañada del Llano de los Muchachos, el Camello, la Peña del Yeso Navalperal y La
Fuente el Rayo. Esto abrió un nuevo conflicto con las personas que lindaban o
arrendaban las tierras porque usurpaban gran cantidad de ellas, entre los
infractores había algún que otro regidor como Pedro de Frías con el que la
ciudad entabló un prolongado pleito.
No
sólo se repartieron tierras para afrontar gastos de la ciudad, sino que las
limosnas a las fundaciones y nuevas obras de conventos se beneficiaron de la
rotura de algunos montes, como en el 1602 el convento de san Francisco dio
lugar al arrendamiento y roturación de nuevas tierras en la Fuente el Gato y
Navaltrillo, para concederle 4500 ducados. La poca productividad de estas
tierras obligó en los años siguientes a ser renovadas en otros lugares del
Torbisoal, Peña el Yeso, Majalcorón y Cañadas, dehesa de la Hondonera, cañada
Carril, el Villar del Juanil y Romeral.
Los
bienes propios, basados en los 14 cortijos y algunas tiendas y servicios, no
lograban hacer frente a la cantidad de gastos ordinarios, de fiestas, reparación
de murallas, torres, calzadas y caminos, o repartimientos ante cualquier obra
pública de envergadura regional o nacional. Es verdad que algunas medidas,
emanadas de la Corona, como las continuas prórrogas de la parte de las penas de
Cámara lograban paliar la situación de su recinto fortificado, pero eran
insuficientes. Aquella fortaleza de extensas dimensiones y circuito amurallado,
junto con la de la Villa del Castillo, no se podían reparar como aconteció en
el año 1621 con una simple dotación de cien ducados. De ahí que continuamente,
quedaran las obras inacabadas y a expensas de continuas reparaciones. También
se cayeron algunas torres como la cercana a la calle Cava junto a la Casa y el
rastro del regidor Francisco de Herrera en 1613.
Desde
el año 1597 que hubo grandes lluvias y nevadas hasta el año 1607 son años de
sequía intensa, sobre todo éste último, de ahí que es muy significativo el
acuerdo del cabildo del día 23 de abril de 1607, que manifiesta :
la
ciudad da así la noticia que la gente está agotada y afligida por los años
anteriores y la falta de temporal
Y concluye:
para
que se alegre y divierta que se hagan fiestas de toros en la plaza de esta
ciudad, donde se acostunbran a hacer las fiestas
Si a
esto acumulamos una serie de censos y préstamos que hubo que pagar en réditos y capital, no es de
extrañar que sufriera una crisis de acreedores y tuviera que acudir a un
empréstito de seis mil ducados ( de catorce mil el millar) y otro de mil ducados,
a lo que había que acumular de interés de préstamos tres mil ducados. El
trueque del dinero y las devaluaciones
de la moneda se hicieron sentir en una s cuentas que dependían tanto de los
propios y cualquier alteración como la de principios del 1610, 1613 o 1618
provocaban un desfase para poder cumplir con las obras y servicios mínimos de
la ciudad, aparte de los gastos de traslado de monedas en Córdoba y,
generalmente, en Granada.
Al principio de siglo, las actividades y servicios fundamentales son los únicos que desarrolla la ciudad: el alcantarillado, el arreglo de calle, carnicería, matadero, las fiestas, las fuentes y alguna que otro servicio cosa más sin comprometerse en obras de envergadura. Destacan algunas obras de importancia como la reparación de las torres y el Gabán, al mismo tiempo que los corredores de la plaza , por lo que significaba de importancia para la vida comercial y los fondos que se recibían del alquiler de las tiendas. Tan sólo, la remodelación de la plaza de la fortaleza de la Mota fue una obra de envergadura en el año 1600 con el fin de cambiar sus aspecto estrecho y medieval en una zona de dimensiones más amplias por medio de la demolición de diversas casas de don Gonzalo de Gamboa y el Hospital de los Monteses porque con esto quedará quadrada suficiente en buena proporción así para la plaza de armas como para las fiesta.
No
obstante, en los años 1607 , 1608 1616,
y 1617 se repitió la intensa sequía,
que provoca la esterilidad de los
campos, la miseria de los labradores y la pobreza de los jornaleros. Son años
en que el único remedio es el que nos manifiesta el cabildo del día 15 de
abril:
Como
por la mucha necesidad que ay de agua, la trae a santa Ana a esta ciudad, donde
se an de hacer fiestas en el domingo primero , y, en este día acuda la ciudad y
salga en forma de ciudad al recibimiento hasta los Álamos.
AÑO |
Lluvias |
Sequía |
Peste |
Otros |
1598 |
Nevadas |
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1599 |
|
x |
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Anuncio de la peste del garrotillo en Portugal. Falta de pan y hambre. |
1600 |
|
x |
x |
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1601 |
|
x |
x |
|
1602 |
|
x |
x |
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1603 |
|
x |
x |
|
1604 |
|
x |
|
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1605 |
|
x |
|
|
1606 |
|
x |
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1607 |
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x intensa |
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1608 |
|
x |
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1609 |
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1610 |
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1611 |
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1612 |
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x turbión de agua el cinco
de agosto |
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1613 |
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1614 |
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1615 |
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1616 |
|
x |
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1617 |
|
x |
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1618 |
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Langosta y gusano en los
montes |
Año estéril |
1619 |
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Año estéril |
1620 |
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Año estéril |
1621 |
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1622 |
|
x |
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|
Aunque
algunas medidas tomadas de retener el trigo de los diezmos por parte de los
vecinos llegaron a causar algún que otro pleito con el Colegio de Baeza, que
disfrutaba de un beneficio de Alcalá para veinte colegiales, y, por lo tanto
había que enviar uno de los novenos, no
llegaron a tener la trascendencia de un motín, sino un complicado enredo de
litigios y pleitos en los que se vieron inmersos los propios regidores,
llegando incluso a su excomunión. La ciudad justificaba la decisión por las
necesidad de la población y la falta de pan y hambre por las que también lo hubo que retener de
personas hacendadas.
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