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viernes, 27 de octubre de 2017

VEROÑO, EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN.

VEROÑO
Mira por donde corre por las redes de las nuevas tecnologías, de forma socarrona, esta palabra para denominar una nueva estación anual, que eleva a cinco a las actuales estaciones del año. La denominan veroño. Y, en parte, los que han implantado este neologismo, lo han conseguido con mucho acierto. Por los cambios climáticos, por los movimientos de masas e, incluso, por las nuevas formas de vida, nadie puede encuadrar este mes de octubre en verano, porque ya no alcanza el cenit del calor estival, pero el otoño tampoco se muestra nítidamente como la clásica estación del frescor en el rostro, a la que nos tenía acostumbrado el transcurso estacional.  Ni irrumpen las tormentas del último verano, ni se suceden los miniciclos del principio del otoño alternando con los veranillos de San Miguel o del membrillo. Ni aciertan en modo alguno ya los augurios de las cabañuelas. En nuestro entorno, solo el sector de los servicios se siente sumamente satisfecho, porque, a estas alturas del año, todavía se vive la cultura de la calle con las terrazas de los bares completamente repletos de clientes hasta altas horas de la noche.  Estos calores secan los manantiales, los arroyos se convierten en barrancales, y el olivar se tiñe de un sospechoso color verduzco.  Por los tajos y Monte el Rey, ya no quedan ni las duras majoletas y algunos endrinales se secan antes de tiempo. Parece como si la bellota se viera infectada por el enanismo de su grosor. Caer una gota despierta muchas ilusiones, pero, al instante, una fuerte depresión invade a toda la población, porque, atrás quedaron las largas temporadas de lluvias.
Y eso que la economía de la comarca ya no es intensamente agroganadera, sino que comparte, mitad por mitad, otros sectores como el terciario, el secundario, transportes y la construcción. Pero todo está encadenado. Si llueve, se fomenta en el sector de los servicios de los productos para el campo; y, estos benefician el transporte de exportación y de inmigración; al mismo tiempo que, si la tierra produce, se puede invertir en vivienda o en reformar edificios. Todo un círculo completo, o, la pescadilla que se mueve la cola. Pues, aunque es una pura realidad que no sólo de pan vive el hombre, las aguas del cielo son la espoleta para que se desencadene lo atascado.
Siempre, se vaticina un otoño caliente. Pero, se reservaba a los términos sociopolíticos. Pues los sindicatos agudizan sus reivindicaciones sociales en la calle; la política saca a la luz los conflictos más acuciantes, y el resto de la población inicia el tradicional curso de actividades. Con la ilusión de los nuevos programas y las pilas cargadas del periodo vacacional. Las empresas se marcan retos y objetivos; las escuelas diseñan nuevos currículos; las iglesias ponen en marcha sus planes pastorales; todo el mundo siembra en el terreno para recoger luego en verano.

Esta cotidianidad del pueblo silencioso se ha roto, durante estos días y en la ciudad de la Mota, con varias noticias positivas. En el número anterior, comentábamos la del Astrolabio de Al Sarafi de Alcalá la Real. Y, a los pocos días se ampliaba con la aparición de un yacimiento de objetos diversos en la ciudad de la Mota. Más que por la calidad y excelencia de lo descubierto, destacaba por la cantidad de objetos de menaje e higiene encontrados, que abarcaban desde la Edad Media hasta la Edad Moderna. Se habían encontrado en un antiguo en los cimientos de un antiguo palacete convertido en un muladar. Es comprensible que esporádicamente salgan a la luz estos ajuares y objetos del hogar, porque para los vecinos que abandonaron la ciudad fortificada, se convertían en objetos de desecho al bajar al llano. Y en el lugar encontrado, habitaron los hidalgos alcalaínos que ocuparon las casonas de sus ascendientes caballeros, que, a su vez, se alojaron en las casonas musulmanas de los descendientes de los Banu Said. Al menos, el mundo cultural y de su aprovechamiento turístico ofreció esta alegría. La misma que se divulga con prevención del alojamiento de emigrantes en el antiguo Centro de Día, un paso muy bien dado por el ayuntamiento. Sin caer en la demagogia. Pues, si mira uno a su entorno europeo o pregunta a nuestros vecinos emigrantes de antaño, les sobrepasa a lo que les ofrecían a ellos en tierras extrañas, Con buen criterio, alojamiento, pero con implicación personal de ambas partes ante la falta de compromiso de algunos patronos. Al menos, ante los fríos hay un recinto caliente y acogedor. Una respuesta solidaria  que en otros lugares de nuestra tierra podía compartirse antes de que vengan los fríos de invierno.   Que vendrán.


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