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jueves, 12 de octubre de 2017

TERCER CAPÍTULO DE LA CALLE DE LOS CAÑOS



No era la calle de Los Caños eminentemente hidalga, pero en muchas casas vivían miembros de esta clase privilegiada entre otros vecinos no privilegiados. Doña Antonia Jurada (740) era una viuda hidalga. que vivía con  dos hijos. Su casa responde a los parámetros  de tres plantas: portal y cuarto bajo, segundo piso o principal y cámara, a los que se ele añadía un corral . Estaba situada en un sitio privilegiado, porque era lindera con la casa de Juan Martín, un jornalero y el  Pradillo, lugar que hemos contemplado que ocuparon la fonda donde  repostaban los coches de líneas, una tienda de hielo, el bar Ferreira y los actuales edificios del BBVA y tienda del Corte Inglés  Si se arrendaba cobraba 66 reales y estaba cargada con una memoria de 12 misas rezadas en el convento de San Francisco de la Observancia, al que se le pagaban 24 reales. Probablemente vivía esta familia huérfana de padre de los bienes del padre. Junto a esta casa, vivía el jornalero Antonio de Moya (741), casado y un hijo menor que solo vivía de su trabajo diario en los campos. 
Don Andrés López Bolívar ( 742) era un hidalgo de mayor alcurnia que la anterior formaba una familia con su esposa, dos hijas y un hijo menor de edad. Era jurado de la ciudad y , a pesar de que vivía en una casa arrendada, poseía como ingresos dos casas. 
-Una en la calle de Oteros.compuesta de tres plantas. en la planta primera con tres cuartos  bajos y su portal y bodega con doce vasos , y una caballeriza; en la segunda planta,  cuatro cuartos principales;  se coronaba con una cámara y disponía de un corral, con su arbolado acostumbrado, en este caso un moral de un pie y un olivo, todo con dimensiones de 18 varas de frente y ocho de fondo, esta casa lindaba con otros hidalgos el capellán don Leonardo del Mármol y el cura don Juan Carrillo ( si se arrendara 165 reales, y estaba agravada con un censo de 100 ducados para pagar a la sochantría de la Santa Iglesia Mayor a la que se pagaban 99 reales anuales. 
-La otra casa estaba situada en la calle del Rosario mantenía las medidas más regulares de ocho varas de frente y siete de fondo; sus dimensiones más reducidas albergaban un portal, un cuarto pequeño en bajo y un corral, la tendía arrendada por el precio acostumbrado de 66 reales, y era lindera con casa de la hidalga doña Teresa de la Rosa y otra de la memoria de la monjas del convento de la Encarnación. Este hidalgo rentista poseía una viña de nueve celemines en la Acamuña, lindera con tierras de otro hidalgo y presbítero Jerónimo de Utrilla (E) tierras de las monjas dominicas (O y S) y la viña de el regidor don Antonio González, tierras de segunda calidad y muy bien cuadrada . El olivar, escas en este tiempo de finales del siglo XVIII lo cultivaba  lo cultivaba con una aranzada dedicada a este cultivo en la cañada del Lirio, lindero con el hidalgo don Fernando Montijano de la Rosa, tierras de segunda calidad y muy bien cuidada. 
Se incrementó su caudal  una tierra arrendada de 3 fanegas de sembradura  de secano, de baja calidad en el sitio de los Torcales de la Magdalena, propiedad del hidalgo y cura don Cristóbal Bueno, vecino de Moclín. Como labrador disponía de una yunta de dos bancas, tres becerros, una potra y jumenta para el transportes y como  alimento tres cabras y  una cocina de cría ( 122 reales) 
El cargo de jurado, prácticamente con los mismos derechos y deberes y formando parte de la comunidad de jurados , ejercía en el cabildo municipal el control e informe ante cualquier atentado de los bienes comunales, le  proporcionaba una renta de 20 reales como ayuda para pagar casa. Los síndicos y diputados del común le recortarán sus competencias en futuros reinados. Solían ser cuatro en este tiempo. 
Junto a ese hidalgo, Antonia de la Tienda (743) otra doncella con su hermana y un hermano menor, sin bienes algunos y no tenían donde caerse muertos. Y otro pujarero Antonio Cano (744) con una familia reducida , de esposa e hijo menor , y pasaba por pujarero con una tierra arrendad de dos fanegas de sembradura y secano, de dos fanegas y seis celemines en el sitio del Rosalejo, de tercera calidad, que pertenecía al hidalgo y presbítero don Cristóbal Díaz, al que le pagaba 25 reales. El resto de sus ingresos no lo podía evaluar porque vivía del jornal.  El cuadro de este rincón se completaba con la típica viuda, Ana del Castillo,  que poseía una fanega y nueve celemines de sembradura en los Loberones, linderos por todas partes con doña Alfonsa de Alva y estaba gravada con una memoria de dos misas en la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos, a la que se pagaban cuatro reales.
Un vecino que más tarde cambió de domicilio a la calle Luque  fue el maestro de albañil, por este tiempo y luego de cantería, Antonio Martín Espinosa (745), solo declaraba un lechón para su alimentación en la casa en la que vivía arrendada 
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