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domingo, 15 de octubre de 2017

RUTA DESDE ALCALÁ A CHARILLA


Iniciamos las rutas del contorno, desde Alcalá a Charilla. Salimos de la Huerta de Capuchinos, pasamos por Llanillo, Parras y Cauchil, y de allí al camino viejo de Charilla por Monterrey. Pasamos por los zumacales, contemplamos las rocas miocenas, y en el horizonte norteño, la torre de la Nava y la Acamuña. Comentamos este cerro de frontero, las atalayas y la escaramuza de diciembre de 1936 con sus trincheras, los puestos de guardia.... y  nos adentramos en el Libro de la montería de tiempos de Alfonso XI, cuando la corte llegó a cazar por estos parajes hasta osos. Y, recordamos estas palabras: 

CHARILLA, EN LA RUTA DEL CALIFATO

Pero Charilla siempre miró hacia el horizonte. Ya  jugó un  papel fundamental en las rutas comerciales y  de comunicación viaria, porque  fue  lugar de paso en  tierra de fronteras, (primero en la época romana, luego en el mundo visigodo, más tarde del mundo califal, principalmente, por donde se adentraban las huestes castellanas a las tierras nazaritas o, a la inversa, las tropas de  los musulmanes realizaban correrías a la capital del Santo Reino). Por su tierra, pasaron  los antiguos caminos viejos del Castillo y de Jaén, los  caminos frecuentados por los monfíes y los caballeros de la sierras, los caminos de los arrieros que acudían a los ventisqueros de la sierra de Valdepeñas.
Hoy es un hito fundamental de la ruta del Califato, ruta esencial que une esas dos bellas ciudades andaluzas: Granada y Córdoba. Ruta que nos quiere marcar la senda de un progreso asentado en  la  historia, pero  fundamentado en el esfuerzo de  los pueblos.
Este es un nuevo reto  de Charilla: el campo ya lo tenéis, en  recursos humanos no hay parangón; y las administraciones están de vuestra parte y os ha proporcionado muchos servicios. Ahora  corresponde a   no ser conformistas, sino dar un paso hacia delante en emprender  nuevas iniciativas.
Dejamos dos bifurcaciones, una que bajaba hasta  el camino de la cruz  de los Abogados; otra hacia el Portillo Cerrado. Entre algunos cazadores y perros de casa, escogimos un camino más estrecho y en dirección a las vegas del arroyo de Charilla. Entre chaparros, olivos, endrinos, majoletos y nogueras, descendimos a la carretera. Entre viñedos y testimonios de tierras roturadas, y la torre de guía y faro, Charilla coqueteaba en el cerro: 
Cada lugar suele tener un emblema distintivo, El vuestro es la torre-atalaya, que se yergue en la cima del cerro de Flora. Vuestro cimiento  histórico, en palabras de un historiador local: “El cerro de la torre que domina la población debió ser algún antiguo pueblo fortificado, por los restos y vestigios que todavía se encuentran , ladrillos, pedazos de ánforas, cimientos de edificios, sepulcros con vasos lacrimatorios y monedas. Aquella torre parece como si quisiera  manifestar  que fue vigía de  tantos esfuerzos vuestros y  callados en convertir el monte  bajo mediterráneo  en una tierra rica en olivo, vid y  cerezos. Y, eso sin contar tantas iniciativas que, de seguro, vuestros  hombres del campo han experimentado  a lo largo de la historia y lo siguen haciendo hoy.
Porque, en Charilla,  se ha cultivado con sabiduría  la apicultura ,y  la miel  de la colmenas ha abastecido muchos hogares de la comarca; aquí el queso de cabra ha porfiado con el famoso manchego en mercados andaluces; aquí  vid  ha producido los vinos más ricos e impregnados de nutrientes minerales y de los soles de los Arrañales de la Fuente del Gato, de la Vega o de las faldas del Camino de Charilla; aquí, la cereza ha dado los mejores calibres y los mejores sabores, siempre conseguidos por el sabio equilibrio que se produce en vuestra agricultura al  unir  la destreza humana y   la generosidad del humus de vuestras tierras.  
Esta tierra recuerda aquellos versos, donde otro poeta de la zona cantaba: Ea, trae el  vino.// Su llegada es la alegría y no   hay más tristeza que en su continuo alejamiento.//Cuando se va, las gotas del porrón son lágrimas,/ y//, cuando viene, la boca del vaso ríe como burbujas//.
Esta es vuestra  historia, la historia colectiva por crear una comunidad de vecinos afables y laboriosos. Sus hitos o momentos históricos son sencillos, no son de caballeros ni hidalgos de batallas; su lucha fue por hacer fértil la tierra o  por  intentos en sacarle de sus entrañas sus frutos como “ los muchos pozos y minas que se abrieron a las faldas de Rompezapatos en busca de metales”; su  historia es la de su Sociedades Obreras y sus Centro o Casas del Pueblo, donde se apreciaba la enseñanza de adultos y se experimentaba en la seguridad social con los más desfavorecidos; su historia es la de un pueblo nombre que siempre se defendió  democráticamente en los momentos más difíciles;  su historia es la de los colonos y la de los pujareros; la de los propietarios y campesinos, la de  los  ganaderos y  la de  los hortelano.
Me vinieron a la mente durante el caminar muchos amigos chrarilleros, que acudían a los centros educativos secundarios por estos camino. A diario, mi amigo Luís. Y repasé en mi diario:


“Con estas mimbres, se dice “se puede  hacer estos canastos”. Con hombres de cultura, pues,  se forjaron  hombres de bien. Y  Charilla ha sido tierra de personas entregadas al servicio de los demás. Si nos remontamos a los orígenes de la aldea, podemos recordar algunos ministros de justicia, los  que administraban  la justicia  y gestionaban todos los asuntos públicos que emanaban de la vida municipal, ellos fueron  los predecesores de los actuales alcaldes pedáneos. Todo, a cambio de nada; en aquellos tiempos con su jaca  o sus pies para recorrer cortijos y comunicar a los vecinos lo que le pedían las autoridades, el llamamiento al ejército, las contribuciones a la hacienda…tan sólo, a algunos afortunados el reparto de alguna tierra comunal que el cabildo le concedía en forma de censo.
Estos, junto con los capellanes  de las aldeas, fueron los primeros altruistas de Charilla. Pero, en estos tiempos, tan solo quedaron viviendo en ella y al frente de vuestras inquietudes los alcaldes pedáneos. Se les debe dedicar un canto especial a todos ellos y un reconocimiento oficial a cada uno de los que os representaron a lo largo de vuestra historia, porque ellos han sido los intermediarios de las demandas ante las autoridades superiores, se convirtieron en los catalizadores de muchas empresas que son realidad entre vosotros, se dejaron la piel en ser defensores de vuestras reivindicaciones:  en silencio, sin ser recompensados y sufriendo muchas veces el desdén y la ingratitud;  ellos fueron, en vuestra intrahistoria, los organizadores de miles de  actividades y actos de  iniciativas plasmadas y empresas concluidas; ejercieron  el buen oficio de ser  los hombres buenos en los difíciles conflictos vecinales, los enfermeros accidentales en momentos carentes de servicios médicos o sanitarios, los mancebos de boticas, los cosarios de  traeros productos y mercancías,  los fedatarios  y notarios de conciertos en los tratos e, incluso, en los testamentos verbales; los  jefes de obras sin recibir paga alguna…. Podía escribirse un libro de la biografía de cada uno de ellos. Podía recordarse  miles de anécdotas  de  su  entrega a la comunidad,  aquel que introdujo una novedad en la fiesta: la caseta, el certamen de juegos de mesa, la bandera… de ahí que un recuerdo especial al trío de los  pacos que regentaron estos cuarenta años la  alcaldía pedánea: Francisco Galán, Paco Barrios, Francisco García, el actual.
Y junto a los alcaldes pedáneos, Charilla siempre dio personas que sirvieron a la comunidad en el ayuntamiento alcalaíno, Hago mi reconocimiento por concejales como los Sánchez González de tiempos pasados, o más recientes como   José López, Julián Cortés Esteo,  o  Luís Gallego o Custodio Pablo López . Dieron  las horas de su vida en defensas de los intereses colectivos, y siempre aportaron la nota del saber charillero, prudencia y laboriosidad.
Y, hasta Charilla, llegó a tener un diputado nacional por Barcelona, Francisco Parras Collado, que nunca se olvidó de sus orígenes, siempre venía a visitar su tierra y, en Barcelona, era un claro testimonio del charillero que defendió a los hombres sencillos, creando cooperativas de trabajadores, o en el parlamento proponiendo leyes, o,  representando los s intereses del pueblo  a las autoridades catalanas  siempre que se referían a los emigrantes  andaluces..
Y, a todos aquellos, que forman asociaciones, cooperativas, sociedades, o cualquier tipo de agrupación, y entregan horas y horas, para colaborar en el progreso de los demás, en la asistencia de los más desvalidos  o, simplemente,  en  cubrir el ocio de la vecindad. Como ese grupo de teatro o el del baile que tanto impacto tuvo en los años anteriores y  renació con fuerza y dedicación en los presentes días.
Nos acompañaba su maestra de muchos años, Rosi Víboras y nos vino a la mente lo siguiente: 


Pero, no sólo Charilla es  su historia, tierra y su laboriosa gente, sino que también es la cultura que empapa  y se  absorbe a través de los poros del saber. Ya en 1851, “  Existía  una escuela de primera enseñanza, con cien ducados de dotación, a la que concurrían 30 niños”. (Hoy, es una escuela primaria, que cubre todo un ciclo muy importante en la formación del hombre antes de integrarse en  la Enseñanza Obligatoria). Aquella escuela y este nuevo sistema escolar dejan entrever vuestro perenne amor por la educación.  Pues,  los charilleros son gente abierta al saber  y, por eso,  en  esta tierra  siempre recalaron aires de libertad, desde  finales del siglo XIX. Aquí llegaron famosos maestros que dieron cultura a todos los vecinos, trajeron nuevas corrientes, y os hicieron pioneros de muchas iniciativas que  luego se extendieron en el resto de la comarca. Desde los anónimos zahoríes, personas que recalaban en vuestras tierras tras un periplo  por todo el mundo, donde  habían aprendido desde la curación de enfermedades, los cambios científicos de  los países y  la cordura  ante las situaciones difíciles hasta los recientes maestros del siglo XX..
En  nuestra comarca los charilleros  fueron  de los primeros en tener una escuela oficial  fuera de la ciudad de Alcalá la Real,  supieron defender los principios  ciudadanos por los que, luego,  lucharon muchas aldeas y muchos pueblos. Aquí, fue la tierra, donde camparon  personas defensoras de la Ilustración, de los principios de la solidaridad, fraternidad e igualdad, los que no se sentían timoratos por manifestar sus creencias y sus ideología, los que convivían en paz, los que entablaban el bello diálogo en fe y razón con el sano diálogo de la convivencia pacífica. Muestra de ello fue que  aquí hubo hasta dos cementerios para las personas católicas y para el resto del pueblo,  un ejemplo de una convivencia entre los agnósticos y cristianos sin compartir momentos de estridencias ni siquiera  o, menos aún,  odios ni rencores, sino que siempre procurasteis el diálogo y acuerdo entre vecinos. De vuestra tierra, salió hacia tierras americanas ese sabio charillero Alfonso López Martín,  hace unos años fallecido, que compartió con miembros de  su familia la generosidad y la entrega a favor de los pueblos subdesarrollados, al mismo tiempo que  transmitió la enseñanza de nuestro idioma  regentando una cátedra de lengua española en tierras dominicanas. También, no encerró la cultura en un tarro de perfume de cristal sino que la divulgó con varios libros escritos sobre el español e intervino en muchos programas televisivos de la Universidad Abierta de aquel país. Bella lección.
Tras pasar por los prados de Charilla, saludar a nuestro amigo Cristóbal, entre casas de campo, de aperos, chalet, algún que otro viñedo, cerezos y hortalizas llegamos a un pequeño puente del arroyo que nos hizo pasar a la cuesta que nos adentraba a Charilla por la Montijana y la antigua fábrica de aceite de los Amaros. Algunos granados, cáquiles y verduras. Nos adentramos en sus blancas calles, camino del Sotillo, cerca de la atalaya, comentamos la ciudad de Flora, la mozárabe mártir de los califas cordobeses. Y ya en sus calles, el horno, el centro social, la iglesia, la escuela, la fuente y el otro lavadero.  Y FINAL CON COMIDA DE CONVIVENCIA, QUE NOS PREPARÓ JAVI. 



Algo oculto debe tener esta tierra;  o  algún espíritu especial  baja todos los días desde el portillo Cerrado de los Llanos hasta  la ermita de San Miguel. Ese arcángel que le dio nombre  a esta ermita a finales del siglo XVI cuando se fundó al amparo de algún noble hidalgo, tal como se conserva  en el escudo de una fuente cercana a la tahona  de Charilla. Este arcángel  que debió insuflar este espíritu superador entre sus gentes, para conseguir el entronque tan perfecto entre el personaje y el paisaje, el paisanaje y la naturaleza. 
Pues, parece que, en estos lares, sucediera algo así como si se entablara  un  bello diálogo de  amor entre sus aldeanos y la tierra, un diálogo de orgullo entre el ser   y el ensueño,  un bello vínculo que se parece a todos aquellos enamorados de la poesía,  el mismo que cantaba  Ben Jakán, poeta charillero,  cuando lo hacía con estas bellas palabras:Me perdí, y dejé mi continencia en el desierto;/Y monté mi gozo a rienda suelta./Me ofreció la rosa de sus mejillas,/Y la recogí  con la mirada sin pecado./Quise abstenerme de su amor, pero no pude,/Mostrándole seriedad en medio de la broma./Y dejé que mi corazón fuese, por el ardiente afecto,/Como un ave con la que vuelan, sin ala, los deseos./

Ya hace ciento cincuenta años, de esta manera nos la describía bellamente  el ministro  Madoz  en tiempos de Isabel II: aldea con dos alcaldes pedáneos en la provincia de Jaén. Es uno de  los doce partidos de campos de la ciudad de Alcalá la  Real, y, por tanto, corresponde a su partido judicial  y abadía, distando de ella media legua. Está al sur al pie del cerro de la Torre, sobre la cañada de la Boca de Charilla, en terreno bastante alegre y pintoresco, por las muchas aguas que fertilizan sus ruedos y la multitud de  cerros que la circundan, formando variados paisajes. Su figura es irregular, sus once calles tortuosas y la mayor parte sin empedrar, aunque casi todas llanas y  anchas; sus 184 casas, una de  un piso, dos de tres y las demás de dos pisos””
 .  Esta tierra tiene vida, y  el agua  oculta que llora, se esconde y lagrimea de  sus manantiales para  convertir las tierras áridas en ricas huertas. Esta tierra, la del nacimiento del río Juncal, con el que se regaban los ricos frutales y hortalizas en otros tiempos, la de la Fuente Grande  y las de la Majadillas, Hoyo del Peñón y Joya. Lugar de la diáspora de aquellos que  siempre tengan  su alma puesta en volver al sitio donde les vio nacer, o lo añoren en sus escritos o sus estudios literarios, o, como decía vuestro famoso poeta: Mis alas se agitan cada vez que se te menciona/ O pasa tu céfiro perfumado.

Y es que ese aire que baja de las Sierra del Marroquí, Rompezapatos, el Marroquín  o  la Acamuña les deja  una huella imperdurable, e imborrable de la victoria del hombre  ante aridez de la tierra y  el disfrute de la huerta conquistada. El emigrante siempre añorará  estas tierras labradas  y roturadas por sus manos en los parajes agrestes de la Dehesa o  de los aledaños de los tajos cercanos al portillo de los Aspadores;   las tierras de olivos arracadas de la madre tierra de la Celada o de  los parajes asilvestrados de las Entretorres;  soñará con los prados del pastor en  las majadas cercanas al Rompezapatos, La Lastra, Balazos, portillo de Alcalá o el Zurreadero; su  pensamiento se difuminará e n  los ensueños y encantaciones plasmados en las  leyendas  y cuentos de fantasmas  y bandoleros de vuestras sierras, en  María Solís, la bella durmiente charillera de uno de vuestros cortijos desimanados, donde se plasmaron tantas ansias de amor. Si hablaran las paredes de las tinas, los techos de las caballerizas, se podría formar una ruta turística de las leyendas imaginadas,  de relatos compartidos  y  de  vivencias bucólicas al  amparo de  viejas alquerías. ¡Cuánto podrían hablar  de ensueños y triángulos de amor  los cortijos del Hoyo del Peñón, la Nava, el Pozuelo, los Sordos,  Sotillo, la Charloca o los Barrios! …

En suma, esa lucha que hizo del charillero,  adalid del dominio de la naturaleza,  y  excelente labrador que porfía en  convertir en  paraíso  muchos lugares en torno a los riachuelos, a los pozos de las entrañas de la tierra y ,sobre todo, en torno a la rica ribera del arroyo del Guadalcotón. Por eso, me viene, estos versos de un poeta jiennense que fue maestro en nuestra tierra Tomás Beviá, en forma de fandanguillo: La debla,/Tristísimo canto…./El amargo sudor/De tus olivareros/Se hace óleo santo./Al venirme de tu tierra/Fue mi adiós un fandanguillo/Que canté junto a un castillo..
















































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