Archivo del blog

jueves, 23 de octubre de 2014

ALCALÁ LA REAL. IMAGEN SIGLO XVIII CON BERNARDO ESPINALT.


Hasta que en 1787, Bernardo Espinalt, en su Atlante Español la describe y la ilustra, no se han encontrado  nuevas descripciones de visitantes  extraños. La visión de su grabado nos muestra una Alcalá, donde se ha abandonado la fortaleza como sitio de población y se ha convertido en un residuo eclesial bien fortificado, mientras la nueva ciudad se ha extiendido por completo entre los dos cerros, el de la Mota y los Llanos, donde se han formando un centro rectángular, atravesado por el Llanillo, en el que corvergen perpendicular y paralelamente una serie de calles importantes, entre las que destacan Varacruz, Real, Llana, y Rosario entre otras. El recinto fortificado muestra su decadencia significativa no apreciándose la continuídad ni la habitabilidad en el barrio de santo Domingo, que sólo mantiene erigida en pie su iglesia y el lienzo meridional de la muralla, mientras gran parte de la zona oriental ha desparecido. Tampoco se conserva el barrio de san Bartolomé ni el del Rastro y el de san Francisco practicamente sólo conserva el monasterio. La ermita de san Blas, adosada a la muralla es otro de los barrios decadentes de la ciudad. Una amplia avenida desde la ermita de la Magdalena desemboca por la puerta de lós Álamos. La antigua ciudad de trazado musulmán ha dado lugar a una ciudad nueva, donde los espacios abiertos del Paseo Nuevo y la Plaza del Ayuntamiento le imprimen una modernidad racionalista que se ha ido plasmando paulatinamente a lo largo de estos dos siglos. Este entramado urbano  permite la ubicación de nuevos edificios civiles y religiosos que se abren a compases y plazoletas. Muestra de esta evolución es la concentración de los principales edificios públicos en la zona comprendida entre la calle Rosario y el Llanillo: la plaza mayor, el Ayuntamiento, las Casas de la pescadería y Carnicería o de Enfrente, el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, el Pósito y el Matadero. Los edificios religiosos se ubican en espacios ubicados en el siglo XVI: la ermita de san Juan y los conventos de san Francisco, de Consolación, de santo Domingo  y de la Trinidad, distribuidos  a una distancia  que la ciudad creía conveniente para su ubicación. No obstante, el traslado de algunos desde la Mota se realiza en la misma zona: el Palacio Abacial o el monasterio de la Encarnación y las nuevas iglesias de la Angustias,y  san Antón o el conventto de los capuchinos. Sin embargo, el barrio de las faldas de las  Cruces, aparece muy poblado y coronado por el solitario Calvario que le daba su nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario