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domingo, 26 de octubre de 2014

EL NACIMIENTO DE LAS ALDEAS COMO GRUPO RURALES. CHARILLA.

En el siglo XVI Carlos I repartió mil fanegas en torno a las riberas del Palancares, Velillos y Guadalcotón, en una cantidad de diez mil fanegas de tierras y, posteriormente, en tiempos de Carlos III, se hicieron importantes  avances con  la distribución de más de once mil fanegas de tierra. Esta política hizo que  transformaran muchas tierras comunales, dedicadas a pastos de los ganaderos alcalaínos en Encina Hermosa, Romeral, Fuente Álamo, Charilla, Llano de los Muchachos, Camello, Atalaya de Mures y en otros lugares montañosos, en beneficio de los agricultores.  Mas, algunas buenas intenciones como la del rey de la Ilustración quedaron en saco roto, porque aquella gran masa jornalera no pudo conseguir el deseo de vivir de su trabajo agrícola, ya que la mayoría de las veces no podía competir con los intereses de las clases pujareras, hidalgas y de otros oficios. Primero, porque no podían pagarle los campos roturados anteriormente, y se veían  obligados a  cederle las tierras repartidas. Otras, la cantidad de éstas tierras era tan pequeña e incómoda a sus domicilios que significaba un cambio de nueva vida, que no les cambió  de modo de vida.
No obstante, el siglo XVI y XVII va a significar el nacimiento de una nueva clase rural, afincada en las zonas rurales o aldeas y dependiente de la agricultura y, en menor cantidad, de la ganadería. Junto a los propietarios de cortijos y arrendadores de los cortijos de cien o ciento cincuenta fanegas, nació otra gran población que se dedicó a trabajos de gañanes, pastores, criados, jornaleros u hortelanos, base de los núcleos actuales. Aunque en desacuerdo con la interpretación de este periodista del siglo XIX con respecto a la ganadería, el panorama de estos siglos se puede resumir:
 
Unos ávidos de porvenir buscaban las fuentes, los arroyos, levantaban humildes casas, destinando los terrenos próximos a ellas al cultivo de los cereales, Otros poblaban de vides extenesiones considerables cuyos frutos fueron unas de las mayores riquezas del pais; y por último la generalidad se consagraba a la cría y fomento de animales, puesto que el terreno abundante en ricos pastos se prestaba perfectamente a esta clase de grangería. Así que en los tres siglos precedentes al siglo XIX la industria lanera fue un elemento poderoso de prosperidad, y tan positivo y verdadero es que que esto se contaban ocho batanes en esta jurisdicción municipal. Las costumbres honradas y sencillas de los primeros pobladores. El atraso en que todo se encontraba por consecuencia de las luchas contínuas era la causa de que no progresara la agricultura, utilizándose tan sólo el terreno en la producción de trigo y alguna que otra semilla, pero dando un desacanso de dos años en la alternativa de las cosechas.
 

 


 

Resumiendo,podremos decir que durante el tiempo que este pueblo sirvió de frontera no hubo verdadero sistema de labores y que en el segundo hasta principio del siglo XIX ya por haber muchos pastos, ya por las mercedes y privilegios concedidos por los Reyes, la verdadera grangería estaba fundada, ora en la elaboración de vinos, que, según la tradición, eran muy exquisitos porque los terrenos destinados a estas plantas se escogían de los mejores, no como en la atualidad ocurre que se dedica a viña terrenos que no producen ni tomillos.[1]


[1] La Voz de Alcalá. Periódico cientifico, literario y de intereses locales . La agricultura.Nº 3. Año 1879.

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