En el siglo XVI Carlos I repartió mil fanegas en torno a
las riberas del Palancares, Velillos y Guadalcotón, en una cantidad de diez mil
fanegas de tierras y, posteriormente, en tiempos de Carlos III, se hicieron
importantes avances con la distribución de más de once mil fanegas de
tierra. Esta política hizo que
transformaran muchas tierras comunales, dedicadas a pastos de los
ganaderos alcalaínos en Encina Hermosa, Romeral, Fuente Álamo, Charilla, Llano
de los Muchachos, Camello, Atalaya de Mures y en otros lugares montañosos, en
beneficio de los agricultores. Mas,
algunas buenas intenciones como la del rey de la Ilustración quedaron en saco
roto, porque aquella gran masa jornalera no pudo conseguir el deseo de vivir de
su trabajo agrícola, ya que la mayoría de las veces no podía competir con los
intereses de las clases pujareras, hidalgas y de otros oficios. Primero, porque
no podían pagarle los campos roturados anteriormente, y se veían obligados a
cederle las tierras repartidas. Otras, la cantidad de éstas tierras era
tan pequeña e incómoda a sus domicilios que significaba un cambio de nueva
vida, que no les cambió de modo de vida.
No obstante, el
siglo XVI y XVII va a significar el nacimiento de una nueva clase rural,
afincada en las zonas rurales o aldeas y dependiente de la agricultura y, en
menor cantidad, de la ganadería. Junto a los propietarios de cortijos y
arrendadores de los cortijos de cien o ciento cincuenta fanegas, nació otra
gran población que se dedicó a trabajos de gañanes, pastores, criados,
jornaleros u hortelanos, base de los núcleos actuales. Aunque en desacuerdo con
la interpretación de este periodista del siglo XIX con respecto a la ganadería,
el panorama de estos siglos se puede resumir:
Unos ávidos de
porvenir buscaban las fuentes, los arroyos, levantaban humildes casas,
destinando los terrenos próximos a ellas al cultivo de los cereales, Otros
poblaban de vides extenesiones considerables cuyos frutos fueron unas de las
mayores riquezas del pais; y por último la generalidad se consagraba a la cría
y fomento de animales, puesto que el terreno abundante en ricos pastos se
prestaba perfectamente a esta clase de grangería. Así que en los tres siglos
precedentes al siglo XIX la industria lanera fue un elemento poderoso de
prosperidad, y tan positivo y verdadero es que que esto se contaban ocho
batanes en esta jurisdicción municipal. Las costumbres honradas y sencillas de
los primeros pobladores. El atraso en que todo se encontraba por consecuencia
de las luchas contínuas era la causa de que no progresara la agricultura,
utilizándose tan sólo el terreno en la producción de trigo y alguna que otra
semilla, pero dando un desacanso de dos años en la alternativa de las cosechas.
Resumiendo,podremos
decir que durante el tiempo que este pueblo sirvió de frontera no hubo
verdadero sistema de labores y que en el segundo hasta principio del siglo XIX
ya por haber muchos pastos, ya por las mercedes y privilegios concedidos por
los Reyes, la verdadera grangería estaba fundada, ora en la elaboración de
vinos, que, según la tradición, eran muy exquisitos porque los terrenos
destinados a estas plantas se escogían de los mejores, no como en la atualidad
ocurre que se dedica a viña terrenos que no producen ni tomillos.[1]
[1] La Voz de
Alcalá. Periódico cientifico, literario y de intereses locales . La
agricultura.Nº 3. Año 1879.
No hay comentarios:
Publicar un comentario