La mayoría de la población se
hallaba sumida en el analfabetismo, como demuestra que muchos soldados tuvieron
que alistarse en la milicia de estos sectores . No obstante, la ciudad mantenía
una Colegio de Niños, que impartía las primeras letras y cuentas a los niños de
la población[3];
También el propio abad y el cabildo,
preocupados por una mayor formación de
los habitantes de la comarca, renuevan el contrato de un Preceptor de
Gramática, que le enseñará a los jóvenes la formación latina y moral tan
necesaria para la educación de la población, porque los hijos de muchos
caballeros emigraban a otras poblaciones a estudiar dichos estudios. En manos
del abad estaba el control de la contratación de una persona tan influyente en
la formación de los jóvenes y se comprueba en la contratación del preceptor del
año 1598: "comunicándolo con su Sª el Sr. Abad para que examinándole hallándole ydonio para
ello y aprovándolo su Sª se le asentase el salario que esta ciudad suele dar y
esto hiço y su Sª lo examinó y aprobó y ansí començo a leer desde quince días
del presente mes"[4].
El acuerdo del diecisiete de agosto de 1599 obligaba al pago dieciocho mil
maravedís y medio cahiz de trigo por
parte del abad y dieciocho mil por el ayuntamiento. Son varios los acuerdos
entre las dos instituciones en los que se comprometen a sufragar los gastos de mantenimiento del profesor así
como el alquiler de la vivienda, obligándole a residir en la fortaleza de la
Mota. Fueron profesores de Gramática ,
Bernardo de Espés, Esteban de Villegas, Antonio Blázquez, presbítero, ligado a
una familia famosa de escribanos, Pedro de Ayala, Luis de Prados,
Francisco de Villalta, Espinosa, y otros provenientes de ciudades importantes
como Antequera, Granada y Córdoba, donde se acudía para recabar informes a la
hora de contratarlos para la ciudad.
Algunos años de la primera decena del siglo
diecisiete seimpartieron las clases en el Convento de San Francisco, porque
solicitaron a la ciudad y al abad para que les librara de la pobreza y, al
mismo tiempo, como una oferta de sus clérigos a la población; no debió tener
mucho éxito la iniciativa que de nuevo volvió al control de los estamentos
anteriores ante las quejas de los vecinos. La cantidad en la que participa la abadía ascendía a doce
mil maravedís, mientras el resto lo sufragaba el Cabildo .
Una iniciativa del regidor Pedro
Veneroso,que ocupó todo el año 1603 y 1694, a saber, la creación de un Colegio
de la Compañía de Jesús, no llegó a plasmarse a pesar de los esfuerzos de los
dos cabildos, el eclesiástico y el civil,[5]
El propio abada apoyó la iniciativa de los
regidores y escribió una carta que decía : "Lo que a v.mds. podría
responder a lo escrito, es que beso las manos a su Señoría, y en lo que se me
propone de procurar que vengan aquí los Padres de la Compañía de Jesús, siendo
cosa que yo e mobido y deseado mucho, así no podré de dejar de acudir a ellay
en lo que la Iglesia aia ministros de esta ciudad para buena enseñanza
decostumbres e Letras no abrá que rrepara, que con eso e , si pudiere ser más,
se acudirá al Collegio si se fundare . Ela Abad Alonso de Mendoza.".[6]
También, dentro de esta faceta, hay que
señalar que cinco jóvenes disfruten del
beneficiado de la Universidad de Baeza, aunque a veces se llegara a conflictos
por la necesidad de trigo en la ciudad, como en el año 1598 y se tuviera que
recoger el trigo de este beneficio para alimento.[7] No era extraño tampoco que algunos regidores y caballeros de
la ciudad tuvieran un alto grado de intelectualidad como Antonio de Gamboa y
Luis Alfonso de Aranda, en los que se percibe esa pasión de la romanidad,
manifestada en la búsqueda arqueológica e histórica del origen de la ciudad de
la Ciudad dentro de la tradición grecorromana. Este último debió mantener
buenas relaciones con el abad con el que mantenía incluso relaciones comerciales.[8]
Como buen humanista era perfecto conocedor
del latín y griego. Conservaba manuscritos, cuando escribe en su inventario que
poseía " un libro de mano con letra
antigua". Así en su biblioteca aparece la obra de Virgilio con sus
comentarios, las obras de Luciano de Samosata y la Moral de Plutarco dentro del
mundo de los clásicos o de los nuevos escritores renacentistas de lengua
castellana como Antonio de Nebrija cuyo Tratado sobre los cincuenta lugares
de la escritura y un libro Sobre la Exposición de los psalmos pertenecían a su biblioteca particular. Tampoco
olvidaba en sus estante la presencia de los renacentistas europeos relacionados
con la península como Erasmo de Rotterdan de quien había escogido como obra
predilecta Los Adagios y también
disponía de una edición de todas sus obras en nueve tomos.. o Abundan los
tratados de patrística, de pastoral y teológicos.
La Biblia está recogida en su
estantes con un cuerpo del Tesoro de la
Biblia y un cuerpo del Génesis; en comentarios como Alussiones del Nuevo Testamento al Viejo
de Gaspar de Salcedo, en Sobre la
Biblia y la glosa ordinaria de
Nicolás de Lira ( seis tomos) y en Comentarios sobre los cinco libros de
Moisés de Cayetano ; de Guillelmo Pepino
Exposición sobre el Exodo y sobre los siete salmos; abundan los libros salmísticos como Sobre el Salterio de Juan Bautista
Mantuano; un Apéndice del Salterio en cuatro lenguas, Sobre el Salterio de San Jerónimo, y otro Incógnito sobre los
Psalmos, y Sobre los salmos de Agustino Esteuco y de Titielman. Alejandro de Alés Sobre los Salmos. Felipe de Greve Sobre el salterio de
David. Historia de Caín de Tomé de
Bío. Ysitio sobre el Levítico , Comentarios sobre Isaías. La Historia de
Josué de Andrea Massio (i v.);
Comentarios sobre Oseas , de León de
Castro. De Tetelmann, contemporáneo
de Erasmo Sobre Job. Palabras
de Salomón de Cayetano; Comentarios sobre el Eclesiasasaaaastés.y Gaspar Graffar tés y Comentarios sobre los profetas.
Adentrándose en el Nuevo
Testamento poseía una obra
general Sobre los evangelistas y Epístolas de San Pablo de Theophilacto.[9] o la de Pablo de Palacios Sobre los santos evangelios. y la de Juan
de Granada Sobre las palabras del evangelio. El epistolario comprendía
Sobre las Epístolas de San Pablo, de fray Domingo de Soto famoso teólogo
domínico español; Nicolás Grande Sobre la epístola de San Pablo a los hebreos .
Varios tratadistas comprendían la bibliografía sobre los evangelistas. De
San Juan, Miguel de Palacios Sobre el
evangelio de San Juan ; de San Mateo, don Francisco de Toledo otra obra del
mismo título; Genealogía de Nuestra Señora sobre San Mateo; Sobre San Mateo,
de Pheros, y Sermones sobre el
evangelio de San Mateo, de San
Isidoro de Sevilla; de San Marcos, Comentaria sobre San Marcos. De San Lucas, un libro sobre este evangelista.
Muy específico es el tratado sobre los evangelios de la resurrección y pasión.
Completan el elenco neotestamentario el tratado Sobre los actos de los
apóstoles de Juan Enrico o El misterio sobre los doce capítulos de los
actos de los apóstoles de Juan Osme.
Sobre el apocalipsis de Ribera. O
los dos libros de Comentarios de Pereira.
Dentro de la patrística, abundan
las obras con seis cuerpos o volúmenes de Ystoria de los Santos
Padres , las obras de San Cipriano con adiciones ( probablemente se
encontrarían De unitate ecclesiae, De lapsis y De exhortatione martyrii)[10]
San Gerónimo se encuentra muy
representado no solo con su Salterio sino también con La Sagrada Escritura en nueve volúmenes y Sobre la Elepción apostólica. Las obras de
los padres de la Iglesia Griega como San Eusebio, San Basilio, San Gregorio
Nacianceno y Gregorio de Nisa eran conocidas por el abad.[11]
A esto hay que añadir la obra de San Ambrosio y la de San Juan Crisóstomo en
cinco tomos. La Escuela de Alejandría debió ser estudiada en los libros de
Clemente de Alejandría.
Los dogmas se hallan entre sus
libros con tres cuerpos de pergamino acerca de la Santísima Trinidad del
Abad Ruperto.
Muy preocupado por las nuevas
corrientes que se apartaban de la iglesia católica con la reforma de Lutero,
las herejías y el mundo de la predestinación, abundan los tratados antiguos
como los modernos sobre esta temática. Aparece entre otros el religioso
neerlandés Pedro Canisio cuya obra se divulgó bastante a finales del siglo XVI
con su Catecismo doctrinae
christianae, es un claro exponente de
esta corriente al ser portavoz del catolicismo frente al protestantismo
en los paises del Centro de Europa. Autores como Alfonso de Castro, considerado
como el iniciador del derecho penal de España, está representado en su
biblioteca con su obra Adversus omnes haereses, en la que defendía la
tesis la necesidad de defender el castigo contra los herejes para defender la
unidad religiosa.[12]
De Epifanio poseía Contra las ochenta
herejías. O todas las obras sobre el Adamisco.
E, incluso dos libros sobre Orígenes. En la misma
línea jansenista que se iniciaba por el momento está Francisco de Cartagena con
su tratado De predestinación. Muy
en consonancia con los tiempos que trataban de interpretar las profecías y
prodigios que acontecían como los plomos de Sacromonte, temblores de tierra ,
efectos solares , según aparece en el libro de Henríquez de la Jorquera, era el
libro de su Biblioteca, de Juan de Orozco Covarrubias Tratado de la verdadera y falsa profecía.
Poseía dos Sumas Teológicas,
una de Cayetano y otra de Armijo.
Aparecen obras de escritores coetáneos
extranjeros como Cornelio Jansenio, partidario de los agustinos en su disputa
con los jesuitas, escribió una obra juvenil que debió leer el Abad Mendoza,
titulada Sobre los santos, - cosa que manifiesta su preparación en los
temas antes de que surgiera la corriente del jansenismo y la reforma preparada
por el jansenismo.
Prácticamente disponía de toda
la obra de Santo Tomás con dieciséis tomos de libros.
También son frecuentes los escritores españoles de su época.
Entre los teólogos y juristas españoles, lo mismo aparecen el
Tostado, con su obra básica los Comentarios sobre la Biblia.
Destacamos al Padre Suárez con sus Comentarios, las Disputas, y A
cerca de la Compañía . Martín
Martínez con sus Questiones Teologales
Navarrete que escribió una serie de Trenos.
O manuales como el Soto de Justicia. De iure. La obra de San
Gregorio Magno estaba representada por la Biblioteca de los Santos Padres.
Conocedor y participante en
sínodos y cónclaves eclesiásticas por sus conocimientos teológicos, aparecen en
sus estanterías libros y tratados sobre concilios, sobre todo, el Concilio de
Trento. De Fernando de Mendoza se encuentra en su biblioteca De la Confirmación del Concilio
Iliberitano. Dos actiones del Concilio
Provincial de Toledo en dos libros pequeños, el segundo tomo sobre
los Concilios Generales. O Sobre el
Concilio Tridentino de Fray Domingo de Soto. Una edición del Concilio de Trento. O la obra de Francisco de Sosa sobre La Nueva
Constitución de Clemente Papa Octavo. Otro Concilio Tridentino.
En un tiempo que la devoción
Mariana se desarrolló con gran intensidad con la defensa del futuro dogma de la
Inmaculada Concepción, cuyos defensores se encontraban entre los teólogos y obispos
de Granada y Sevilla, sobre todo el arzobispo Pedro de Castro con el que
compartió el veredicto de los plomos de Sacromonte, no podían faltar tratados
ni imágenes de María. Ya sabemos que fue uno de los patronos de la advocación
de las mercedes en el altar privilegiado. Sus estantes estaban repletos de
obras marianas. Desde la tradición patrística como La vida de Nuestra Señora recopilada de varios
padres hasta anónimas como Las
Meditaciones de vida de Nuestra Señora y Sermones de Nuestra Señora por todas
las festividades ,pasando por Las alabanzas de Nuestra Señora de Federico Neusseo....
También era conocedor de los
místicos extranjeros y españoles. Entre sus libros se encontraban las Obras
Espirituales de fray Alonso de
Orozco [13]
o La luz del alma cristiana de
Fray Felipe de Meneses. Anónimo como Libro para alegrar el alma. Don
Antonio de Guevara con el libro Monte
Calvario.
Autores como Ruperto, Hugo de
San Vitor ( tres volúmenes), Irineo con cinco libros, Theo Philato , San
Theodoreto ( dos volúmenes) la Lection de
Fray Francisco de Soto[14],
Fray Martín de Roa con sus Lugares
singulares, de Agustino Esteuco, Pedro Lombardo sobre Sentencias. La Orden del Mundo de
Jacobo Salomon. Fray Vicente Justiniano un tratado Sobre las imágenes de Santa Catalina de Siena.
Las Obras de Aurelio Agustino. Francisco de Cefiro Explicación de
diversos lugares. Obras de Flaminio. Juan Martín Sobre los divinos nombres.
Sobre la liturgia de la Iglesia un manual de los Ritos, y libros de enciclopedia religiosa como
Vocabulario religioso. Calendario perpetuo del breviario romano. Abecedario
espiritual en su tercera edición en cinco libros. Tabla del Calendario romano.
Manuel de confesar. confesar de Doctor
Navarro. Indulgencia de Medina. Breviario romano.
Medina.
Abundan los libros de pastoral
como Sermones de las Alabanzas de Fray Roberto, Sermones de Rosario,
Sermones de Quaresma, de Gaspar
Sánchez., Del modo de oír confesiones de Martín de Frías. Juan de Orozco de
Covarruvias Oficios propios de los Santos. Las semblemas. Libro pequeño de
sermones. Discurso de la virtud de la paciencia. Conciliación de lugares
dificultosos de Fray Marcos de Cámara. Sermones de León Pontífice. Pedro Menzón Homelias sobre
los evangelios.
Para consulta disponía de
un diccionario de Berlingau
en tres tomos. Tratado de guardar sacerdotal de Nicolás.
Gerónimo Regio Sobre la elección
de los Obispados.
Libros exóticos se encuentra en
el tratado de las gentes septentrionales de Olao Magno.o descubrir el
secreto de Fray domingo de Soto. El Tratado
[2] AMAR. Acta de
cabildo del diez de mayo de 1607. El motivo era la necesidad que tenía la
iglesia de labrar la esquina de una obra nueva que ha hecho para la capilla
mayor y la renovación de las campanas. Demuestra que los bienes no eran tan
prolíficos para emprender obrasde envergadura.
[3] Era el maestro
de escuela Juan de Tovar Valdés en el año 1616, deudor del abad de dos fanegas
de cebada, lo que nos hace comprender la situación de penuria económica de
aquellos enseñantes.
[7] AMAR .Acta de
Cabildo del veintisiete de noviembre de 1598, donde se inicia el conflicto con
este colegio por haber substraído el trigo destinado a dicha beca. A partir de
este momento se inician una serie de conflictos y excomuniones de los regidores
y mayordomo que llegaran hasta el Juez Eclesiástico.
[8] En su
inventario de deudas le debía ciento cincuenta reales con escritura ante Alonso
Ramírez el 17 de diciembre de 1608.
[9] Teólogo bizantino, del siglo
XII, discípulo, comentarista del Nuevo y Viejo Testamento, cuyos objetivos eran
conciliar a los latinos con los griegos. Escribió también Libro de los
errores de los latinos.
[10] Obispo de
Cartago y mártir de principios del siglo III p.c., retor convertido al
cristianismo . Sus planteamientos doctrinarios sobre la excesivas indulgencias
sobre los apóstatas y el bautismo realizado por los herejes.
[11] A Gregorio Nanciaceno se le conocía por el
teólogo forma con san Basilio y san Gregorio de Nisa los tres grandes
capadocios que proporcionan a la teología trinitaria su sistematización y
formación clásicas. Obispo de Sásima en 372, y de Constantinopla, participó en
las disputas entre arrianos y nisenos. Su obra más importante era Sermones Teológicos. También destacó como
poeta. Gregorio de Nicea era hermano de San Basilio fue obispo de Nisa en 376.
Escribió tratados dogmáticos ( Contra Eunomio y Gran catequesis) de mística (
Vida de Moisés, Homilías sobre el Eclesiastés y el Cantar de los Cantares);
todos ellos encuadrados dentro de la corriente monástica.
[12] Franciscano,
profesor de la Universidad de Salamanca, intervino en el Concilio de Trento, y
fue predicador real por orden de Felipe II; también fue arzobispo de Santiago
de Compostela; además de la obra citada, destaca De iusta haereticorum
punitione. Murió en 1558. Defensor de la pena de muerte y del castigo como
medida ejemplarizante y rehabilitadora.
[13] Escritor español
nacido en Toledo 1500 y muerto en 1501. Estudió
Teología en Salamanca y pertenecía a la Orden de San Agustín. Consejero
de Felipe II y prior de varios conventos. Gran prestigio como predicador y
asceta. Sus principales son Vergel de oración y monte de contemplación,
Desposorio espiritual y regimiento del alma, y Las siete palabras que la Virgen
Nuestra Señora habló, y la famosa
obra de Los siete nombres de Cristo,
[14] Aparece
confundido con Fray Domingo de Soto, teólogo español que estudió en Alcalá,
discípulo de santo Tomás de Villanueva y domínico, ejerció la cátedra en
Salamanca. Participó en el Concilio de Trento. Confesor de Carlos V. Defendió a
los indios. En la biblioteca del abad se hallaba Comentarii in quartum
sentententiarum y In libros sententiarum Comentarii.
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