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jueves, 5 de septiembre de 2024

LA HERMANDAD DEL CRISTO DE LA SALUD. ENTRE EL SIGLO XIX Y XX

 

NUESTRA HERMANDAD EN EL SIGLO XIX. EL HERMANO MAYOR JOSÉ GÓMES.

 

 

No obstante, a pesar de que a mediados de siglo, se llevó a cabo la desamortización de todos los bienes de las iglesias y cofradías, una nueva normativa por los años cuarenta va a obligar a que se sufraguen los gastos de la Iglesia por medio de un impuesto nuevo llamado de los eclesiástico, que se repartía entre la población. Para un mayor control, se hace una restricción de gastos y un control que emana desde la alcaldía. Y prueba de ello, es un interesante documento del año 1842, en el que el hermano mayor José Gómes, vecino de la ciudad, presenta al alcalde constitucional.

De los ingresos de la hermandad se nos ilustra que se llevaban a cabo demandas en la Iglesia de San Blas por las siete misas de  Aguilando de Navidad en una cantidad de cien reales, en la fiesta del patrón de la ermita el día tres de febrero, que alcanzaba sesenta y seis reales y en la que asistía el cabildo de la ciudad, pagando la ceremonia, el día de San Roque con cuarenta y siete reales, y el día de la Función de Santo Cristo en la cantidad de ciento veintidós. La propia Abadía recogía de su colector Enrique Díaz, capellán del Ecce-Homo, los derechos de la fiesta de dicho día setenta y un real. Como actualmente, ésta se llevaba a cabo el primer domingo de Septiembre, ya que la factura viene firmada el cuatro de septiembre de 1942. La capilla de música corría a cargo de Villuendas que recibía cuarenta y cuatro reales de vellón por la asistencia de la música a la solemne Misa que anualmente se celebra a mayor culto de dicha Sagrada Imagen el mismo día cuatro. Para las funciones de iglesia de tan significados días solía lavarse la ropa y se gratificaba al sacristán José Ruiz Illescas en 101 reales.

Como prácticas que luego subsitieron, la limosna en el mes de mayo por las calles alcanzaba los setenta y seis reales y de las cuotas y limosnas de los hermanos ciento catorce.    Curiosamente, como buen pujarero recibió del anterior hermano mayor  un superávit de cuarenta reales. Era, en total, un movimiento de quinientos sesenta y cinco reales.

A esto , se añadía, la costumbre de donar trigo y cebada, que sobrepasaban a la cantidad monetaria, ya que sumaban ochocientos cuarenta y dos reales las veintidós fanegas de trigo recogidas de la limosna de agosto, con precio de treinta y cinco reales la fanega, y las tres fanegas de cebada a veinticuatro reales la fanega. Una suma final, consistente en mil cuatrocientos siete reales.


Muchas costumbres posteriores se muestran en los gastos de la vida de la hermandad de aquel año. El cuidado de la iglesia ascendía a treinta y ocho reales de un retejo, que hizo Fernando Cortes, cobrando la mano de obra, el yeso y de 100 tejas que se compraron a José Aranda en once reales. Este albañil relacionado con el maestro de obras del ayuntamiento Tomás Cortés, también levantó la pared del corral de la iglesia y el campanario por la cantidad de ciento cuarenta y cinco reales. Su antepasados eran personas que compartían el oficio de sacristán, jornaleros del campo y la albañilería, un pluriempleo par poder subsistir toda la familia. En el catastro del ministro Aranda, se recoge otro Cortes, que probablemente entregaba a su hijo las funciones de la sacristía.

 

Los enseres eran objeto del cuidado de la hermandad y así la cabellera, que se conserva actualmente, la hizo Antonio Blanco e importó veinte reales.

La funciones  de iglesia en el día de San Blas y de San Roque  tenían siempre como centro el sermón, que aquel año impartió don Pedro Carrillo y cobró cuarenta reales. Por su solemnidad, eran misas cantadas a las que asistía una capilla.   

La estampas se realizaban en Granada y se encargaban a un corsario en la imprenta de Manuel Jurado, importando cuarenta y dos reales y el transporte otros cinco. El corsario era Julián de Guardia. Este mismo trajo también de la misma  ciudad la cera que importó doscientas veinticinco reales y siete maravedís.

Se tiraban por aquel tiempo tres docenas cohetes durante la función y se colocaban  hachas que surtía Juan Guillén.

Los gastos ordinarios se basaban en las misas ordinarias de los días de fiestas y de difuntos, junto con el vino, que presentaba el capellán de la cofradía don Vicente Blanca, cuya suma era la más importante por elevarse a los cuatrocientos un reales. Eran misas aplicadas por los hermanos vivos y difuntos de la cofradía. A ella se le añadían los derechos del provisor y notario de la abadía, que eran treinta reales, sorchantre y sacristán[1].

 

 

 

 

 

 

DOMINGO ALVAREZ BARRIO

 

 

De la presencia de la Hermandad en estos años oscuros es una litografía, donde aparece un Cristo  de la Salud, de mayor calidad de dibujo que el anterior comentado. También nos muestra su acercamiento al natural, con su peluca y potencias, sabana de encaje, cuatro angelitos, portando dos velas y dos símbolos de Pasión, peana antigua, leño redondo, imitando al árbol y una talla de composición claramente barroca. Corresponde a un dibujo litografiado en los Talleres granadinos de Francisco Casado en el año 1875 y realizado por un dibujante con siglas P.P.que lo pintó en el año 1874. El hermano mayor de aquel año era D.Domingo


Alvarez Barrio y su depositario Gregorio Serrano Gómez -Urda. Aquella estampa demuestra la costumbre de la demanda en las calles, donde los hermanos y demandantes, acompañados de una caballería y de un costal, recogían las limosnas de los devotos en dinero y especie, dándose una estampa que, según la cantidad del donativo, tenía su tamaño correspondiente. La hermandad, sin embargo, no decae, sino que parece que se refugia en sectores de agricultores que vivían por las calles del Barrio de San Juan, predominando los clásicos pegujareros como la familia de los Gámez, los Alvarez, los Saez, los Arenas, los Martín, los Hueltes, los Serrano, los García, y los Pérez López.

El ventiséis de Julio de 1885, la ermita de San Blas se transformó en Hospital de coléricos, debido a que ofrecia una situación muy apta para la curación de dicha enfermedad que se propagó intensamente aquel año a lo largo de toda la ciudad. Con este motivo se trasladaron las imágenes hasta la iglesia de San Juan.Comenta el cronista Guardia Castellano cómo se solventaron los problemas entre el Cabildo eclesiástico con la llegada de la licencia a manos del cura  D. Antonio González para rehabilitar el templo y cómo le correspondió en aquel traslado un San Cristobal, tallado en tronco de encina, para llevarlo a la ermita sanjuanera. A otros le correspondieron todo tipo de imágenes; entre ellas el Cristo de la Salud. Son muy significativas sus palabras:

"Fue una procesión tan improvisada como original. Los guardas del cordón portaban escaños, cortinas y candelabros. Algunos concejales y señores de la rona, los más ancianos, bajaban con toda devoción las imágenes de sus hornacinas cubriéndolas con lienzos y paños; los más jóvenes cargábamos con cristos, vírgenes y santos; ya en los brazos a guisa de niñera,ya al hombro, ya a manera de costal".

 El día nueve de Noviembre del mismo año, ante la propuesta del regidor síndico, se reintegran de nuevo las imágenes a su ermita y se retiran todos los útiles de aquel improvisado hospital de coléricos.[2]

A finales del siglo pasado del XIX o principios del presente, por testimonios de su nieta, sabemos que fue hermano mayor Juan Arenas, padre de Francisco Arenas Padilla


EL HERMANO MAYOR MANUEL GÁMEZ SAEZ




En 1905, aparece una litografía de los talleres de F. Casado en Granada, con Antonio Ceballos de hermano mayor, y mi bisabuelo de depositario Manuel Gámez Saez. Hasta el año 1918, no hemos encontrado nuevos hermanos mayores. Así, este año, se publica una nueva litografía, en la que aparece un dibujo más infantil y apartado de la plasmación de la talla original, siendo hermano mayor Antonio Pérez López, probablemente emparentado con esa popular familia de los  "frailes"y de los Pinchos que posteriormente contribuyeron de una manera muy  entusiasta en la reorganización de la Hermandad. Fue depositario Milesio Hinojosa Gómez y no aparece nombre de secretario. La estampa se realizó en otros  talleres granadinos .


El año 1921, se reedita la estampa con un nuevo hermano mayor, el tradicional don Manuel Gámez Saez, y con un depositario que tendrá un gran protagonismo en los años de la posguerra Francisco Arenas Padilla. El hermano mayor tuvo una gran saga de miembros y familiares dentro de la cofradía, como Antonio Martín Gámez, Francisco, Gregorio, y Juan Gámez. Persona de honda raiz cofrade, también participó en las cofradías de la Virgen de las Mercedes y de Nuestra Señora de la Cabeza. Durante este tiempo el culto se mantiene en la iglesia de San Blas, presidida en el  altar mayor porel Cristo de La Salud, donde solían acudir los hermanos el primer domingo de septiembre a celebrar la fiesta de Gloria, se cantaba la misa en la que se invitaba capillas de música de la ciudad o los auroros. Tambien se solía hacer una verbena el sabado anterior en la placeta de san Blas, donde se vendían diversas menudencias como arropías. Arcos de juncia y romero se colocaban en la placeta. Se adornaban los balcones y se ponían colgantes. Los mozos aprovechaban la ocasión para pretender a sus amantes. Era frecuente que  en la procesión las personas que tenían una promesa acompañaran al Cristo de la Salud, vestidos de mortaja blanca y una corona de flores. De este tiempo eran las tres misas de aguilando que se celebraban por Navidad,donde se daba una comida a los pobres y se rifaban  todos los donativos que anteriormente se habían recolectado en las casas del Barrio: morcillas, chorizos, campanos, trigo, garbanzos, tocino, todo ello para ayuda de la hermandad que solían organizar muy buenas verbenas.

En los años veinte  fue dos veces hermano mayor Francisco Arenas Padilla, según testimonio de su hija.

 

En el año 1926, una nueva directiva, formada por el hermano mayor, don Juan de la Torre Gijón, depositario D.Victoriano Serrano Sánchez y secretario   Manuel Gallego Jiménez, reeditó la litorgrafía.

 

En el año 193l, vuelve a ser hermano mayor Manuel Gámez Saez  y no era cosa extraña porque por estos años se repartían los cargos las familias anteriormente mencionadas.

      Precisamente, este año, con la instauración de la República, se emitió un bando en el que se prohibió a las cofradías y hermandades la salida de las procesiones, que debió afectar a la del Cristo de la Salud. No obstante, poco a poco se va restableciendo la situación  que está normalizada practicamente en el año 1935 y así este año se publica una litografía  sin pie de página, pero indicándonos que todavía el culto del Cristo de la Salud se mantiene en la iglesia de San Blas. En palabras de Antonio Aguayo Urbano, que se hizo devoto por este tiempo, cuando debió ser hermano mayor, Frasquito Huerte, y otros como Francisco Arenas Padilla, miembros de la familia de los Alvarez:


"por la tarde, en la procesión, iban acompañando cuatro faroles grandes a las andas del Cristo, faroles preciosísimos de variados colores,dos por delante y dos por detrás. Se apagaban las luces por la calle medrano al encerrarse la procesión e impresionaba bastante. En la verbena de la Víspera del primer domingo de Septiembre, los niños acudían en busca de garbanzos tostaos.Había un puestecillo en la Placeta de San Blas, donde además daban vino. Se llenaban de banderitas las calles por donde pasaba el Cristo y de los balcones colgaban colchas y tapices..los puestos de barquillos, de arropía, las gaseosas de tres perrillas delcura don Joaquín, los puestos de avellanas, los cohetes, las"ratillas" del final de la procesión".[3]

En aquel tiempo la imagen del "Cristo de las senagüillas" se encontraba en el margen izquierdo  conforme se entraba  a la ermita de San Blas, salía en procesión sostenida por dos soportes y cubierto por un sabana blanca y despertaba la devoción de muchos hermanos. En el año 1936, la imagen debió trasladarse a la iglesia de San Juan, donde sufrió las tristes consecuencias de un día de agosto, en el que desapareció la imagen, libros de hermandad, enseres, y toda clase de ornamentos. No se ha podido constatar a nadie que tenga datos sobre el momento ni el modo, parece que los grupos de milicianos, formados por personas procedentes de Peal de Becerro, Cartagena, Málaga y de otros lugares junto con algunos vecinos del barrio llevaron a cabo estas desgraciadas circunstancias. La imagen, sacada por lo alto del patín, fue destrozada y, posteriormente, abandonada en el camino de Vinuesa. Los testimonios de personas del barrio manifiestan que nadie salía a presenciar el traslado ni su posterior destrucción. La iglesia de San Juan, debido a varios bombardeos quedó parcialmente destruida y, gracias a la colaboración del vecindario, logró recuperarse una parte de la iglesia,donde se celebra el culto  por medio de una cortina que separaba ambas partes. Parece que, por este tiempo, fueron hermanos mayores Francisco Huertes Granda, Manuel Gámez Saez y eran hermanos Francisco Arenas, Manuel Rosales, Manuel Huertes Granda, Manuel Gámez Saez, Alvarez, y otras muchas familias de pujareros.

 

Durante los años de la Guerra Civil, se mantuvieron los cargos de la Hermandad y se celebraron los cultos de una manera austera y sencilla en la Iglesia de Consolación, que era la única que estuvo abierta durante los años comprendidos entre 1937 y 1939.











En el altar mayor, imitando a otras cofradías, los pocos hermanos que acudían por el primer domingo de Septiembre, celebraban la función de Iglesia  en honor del Cristo de la Salud, que estaba representado por una litografía de la  antigua imagen, colocada  en el manifestador del Retablo Mayor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 


[1] A.M.A.R. Legajo de las cuentas del hermano mayo José Gómez presentadas al alcalde constitucional de aquel año.

[2] Guardia Castellano, Antonio.Leyendas e Historia de Alcalá la Real.

[3] Entrevista del programa de 1990.

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