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domingo, 15 de septiembre de 2024

EN EL 475 ANIVERSARIO, LAS HERMANAS DE PABLO DE ROJAS

 

 

 

 

 

 













 

 

 

 

 

La ausencia de datos sobre el nacimiento alcalaíno de Pablo de Rojas contrasta con el hecho de que, en años posteriores,  su biografía y la de su familia se olvidaran. De ahí que la crítica María Elena intuyera una aproximación a sus vidas y obra : María Elena Gómez-Moreno: Pablo de Rojas, nacido hacia 1560, trabajó en Granada entre 1581 y 1607, sin que se sepa la fecha de su muerte; colaboró en el citado retablo de San Jerónimo e hizo numerosos retablos e imágenes, en que abandona las normas italianizantes para inspirarse en la realidad, aunque manteniendo una gran corrección anatómica. Sin ser Rojas un artista genial, tiene una simpática sencillez y el extraordinario mérito de ser el verdadero padre de la escultura andaluza, no sólo en Granada, sino en Sevilla, como maestro de toda una generación, en la que descuella Montañés, en cuyo estilo se advierte siempre la huella de su maestro. Él creó varios de los tipos de la imaginería andaluza, popularizados luego por Montañés y los granadinos: el Crucifijo, la Purísima, los santos Juanes. Sus crucifijos forman serie, con escasas variantes; siempre muertos, con tres clavos, la caída sobre el hombre y el perizoma, muy sobrio de pliegues, sujeto con un nudo. 

Sin embargo, las noticias de sus familiares granadinos fueron significativas por estar enterrados en Granada. Pues, mientras su hermano Pedro de Raxis, pintor y escultor, murió en el año 1614 y fue enterrado en Alcalá, su sobrino el famoso pintor del mismo nombre lo hizo, por su parte, en la iglesia de las Angustias en 1626 y también su hijo el pintor Bartolomé de Raxis, unos años después, lo fue en el mismo sitio. El contraste está claro: mientras que Pablo de Rojas  actualmente ha sido recordado por los descubrimientos r, los Raxis granadinos han dejado una profunda huella en la pintura granadina. Sirva de ejemplo que uno de los mejores retratos de San Juan de Dios es de Pedro de Raxis y nunca ha quedado en el anonimato.

 

         LAS HIJAS DE PEDRO SARDO

 

Es necesario que nos detengamos en la historia posterior que aconteció a esta familia de artistas por la trascendencia en el arte andaluz. De todas las ramas, las mujeres olvidaron pronto el apellido hasta el punto que  su hermana Ana, nacida en 1537, ya figuraba en los diversos documentos de la familia con el apellido de Rojas. Además, ésta, casada con Pedro González de Molina, según el profesor Gila y basándose en el testamento de su hermano Miguel,  murió sin descendencia antes del año 1598. Sin embargo, por la dote de su hija María que casó en Priego con Juan de Alcalá, hijo de Rodrigo de Alcalá, en 1592 ya había fallecido el matrimonio, y la hija estaba bajo la tutoría de su tío Gaspar Sardo Rages. Por eso, este familiar asistió de testigo y le concedió todos los bienes de su peculio particular, consistentes en una huerta y finca de las Navas y algunos maravedís más que importaban la suma de 95.000 maravedís como dote para contraer matrimonio,  al mismo tiempo que manifestaba que sus padres habían sido vecinos de Priego. Lo que nos pone de manifiesto que debió ser muy importante la presencia de la familia de los Sardos en esta ciudad cordobesa. Curiosamente, el testamento de Ana de Rojas viuda de Pedro González de Molina  nos aclara una serie de interrogantes, que los anteriores documentos dejaron un poco en la penumbra. Por un lado, no era cierto que hubiera fallecido en el año 1598 sino que quedó viuda de su marido Pedro González de Molina. Como su hermano Gaspar, también en 1607 fue sepultada en la Iglesia Mayor de Priego con el hábito de San Francisco y recibió las mismas honras o parecidas a la de su hermano, a quien le dedicaban varias misas,  con un entierro de doce capellanes, varios novenarios de misas dedicados a San Agustín y San Amador, era devota de la Oración en el Huerto, Nuestra Señora de la Cabeza, Santa Ana, y Nuestra Señora del Rosario. Dejó a su sobrina mayor de Pedro Sardo, el famoso Pedro de Raxis, 30 ducados. Su marido de su primer matrimonio  tuvo un hijo llamado Pedro González de Molina, y con ella otro llamado Miguel. Entre sus bienes heredados estaban los de María de Rojas, hija de Juan de Alcalá y los hijos de Juan de Molina, su otro hijo ya muerto.

Catalina, su segunda hermana, nació en 1540 y se casó con el prieguense Tomás Ortiz por el año  1567 con una dote de 52.000 maravedíes. Tuvo dos hijos que heredaron algunos bienes de Miguel de Raxis consistentes en 10 fanegas de tierra de la Hortichuela con cargo de dos misas anuales, una a San Miguel y otra al Ángel de la Guarda.  Con el paso del tiempo se redujo a nueve fanegas, tenía arbolado y 57 encinas grandes y tres quejigos y la casa de nueve varas de frente y cuatro de fondo con aposento, cocina en tajo,  una cámara, y un chozón de retama. Le rentaba unas cuatro fanegas. En el siglo XVIII, un miembro de su familia se vino a vivir en Alcalá y, como labrador arrendatario vivía en la calle Llana y administraba los cortijos de las monjas del convento de la Encarnación en la Rábita, mientras su hermano se mantenía en Priego. El cruce con otras familias alcalaínas era claro, pues su nombre  completo era Matías Jiménez Rajis y el de su hermano Juan que, sin embargo, era vecino de Priego. mantenía el cortijo de la Fuente el Soto u Hortichuela .

 La tercera hermana de Pablo de Rojas, Leonor nació en 1544, se quedó soltera, y convivió con su padre y hermano Miguel en la misma casa que su padre tenía en la calle Real, y, por lo tanto, no tuvo descendencia. En palabras del profesor Lázaro Gila Medina, debió ser una mujer débil y enfermiza, que permaneció durante toda su vida soltera y debió ser la predilecta de los mencionados anteriormente hasta que murió en 1594.

La rama femenina de Pablo de Rojas  se extinguió con sus tres hermanas. Su vecindad en Priego puede aclarar la presencia de la obra de Pablo de Rojas en la imaginería de esta ciudad prieguense. Sin embargo, los hijos  de Pedro Sardo dieron sus frutos. Como muy bien los contextualiza el profesor Domingo Sánchez Mesa en la que da su maestría al escultor alcalaíno:

 

 

En conclusión, de los autores manieristas, tales como Isidoro de Villoldo, Diego de Pesquera, Jerónimo Hernández y, en parte, Juan Bautista el Viejo, reciben o practican estos otros, como Vázquez el Mozo, Gaspar Núñez Delgado, Andrés de Ocampo, y el mismo Juan de Oviedo, un arte preocupado aún por la tradición clasicista pero tendente hacia un naturalismo que triunfará tras la genial obra del propio Martínez Montañés que, sobre ellos, y aun practicando un mesurado y contenido manierismo de concepto, hará escultura propiamente barroca.

Y esta veta, distinta y nueva, hay que buscarla- primero y, ante todo- en su propia genialidad de escultor, atento a los nuevos aires que la cultura artística imponía, y después en su maestro, esa otra figura también rompedora con humanismo heredado y que fue el alcalaíno Pablo de Rojas González.

 

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