INICIA
INICIA
Me acerqué a una inscripción romana
del Museo de Alcalá la Real.
Leí la leyenda de su
texto, que decía INCIA, XXI ANNORUM. De
pronto, del interior de la piedra salió esta voz y me contó esta historia en varios capítulos
Soy
una joven romana que he nacido en la zona suroriental del conventus asitgitanus, perteneciente a la provincia
romana de la Bética. Quiero
contarte mi historia truncada a los veintiún años por una muerte repentina tras
unas fiebres altísimas que tuve que soportar en los albores de la primavera del
año 212 después de Cristo. Creerás que este personaje fue un invento de tu
profesor de Lengua y Cultura Latina. Pero esto no es cierto. Este personaje,
fue verdaderamente una persona de carne
y hueso. Existí, viví durante 21 años y trabajé bajo el cuidado y mimo de mi
matrona en una de las villas que se extendían en torno a una fuente cercana de
la ciudad actual de Alcalá la
Real.
No
nací precisamente en estas tierras, sino
que mis padres huyeron de una
famosa ciudad hispanorromana,
cuyo nombre no recuerdo, y se
asentaron en estos lugares. Me
comentaron que, antes de nuestra llegada,
hubo varios poblados muy importantes, a los que denominaban oppida,
lugares situados en las cumbres de los cerros, cercanos a los ríos, fortificados con unos pequeños
muros y relacionados unos con otros en
forma de una red de comunicación muy parecida a las que luego existieron
durante la frontera granadina. Entre todos ellos, destacaba un poblado o núcleo más importante, también
llamado oppida u oppidum, donde residía la fuerza militar y el reyezuelo del
lugar. Estos poblados estuvieron habitados por los indígenas de este sitio,
denominados universalmente por el gentilicio de los iberos, pero, que, en esta
zona, dependía de una rama de ellos, los iberos batestanos. Mis padres me
contaban que el núcleo más importante era
la actual Baza, de la provincia
de Granada, en aquel tiempo perteneciente al conventus gaditanus.
No sabía localizar mi
ciudad y tomé un pergamino con la figura de la Bética , y le puse, en el
centro el nombre de Bética con letras
más grandes, al mismo tiempo que la dividí en las cuatro demarcaciones que me habían referido, para
ello me ayudó mucho mi padre y un mapa
que él conservaba de cuando ejerció de tribuno militar en el
ejército romano. Siempre fui muy amante de mi tierra pequeña y, por
eso, le pedí a mi padre otro trozo de
pergamino, donde hice un plano para
situar los pueblos, qué digo, los
oppidda, de nuestro entorno y las villas
o casas de campo de nuestros vecinos.
Entre los primeros, mi padre me señalaba cuatro: Encina Hermosa o Cabeza Alta, La Gineta , La Mesa y el Villar de la Rábita ; entre los segundos,
recuerdo que no paraba de citarme nombres: la Fuente , Santa Ana, el Villar Alto y Bajo, La Lancha , Acequia Alta,
Medialuna, Vegas de Paz, Ribera Alta, Puertollano, Fuente de la Salud ,.. Se detuvo un
momento y me dijo que otro día me contaría
la historia de cada uno de ellos.
Me encontré a un
descendiente de un antiguo indígena que
me refirió que, por este lugar, también pasaron otros pueblos no iberos,
principalmente los cartagineses y no me lo decía con seguridad, pero me
insinuaba que, probablemente, muchas torres, colocadas en las cimas de las
montañas y a la vera de los caminos,
habían sido construidas por estos vecinos del Norte de África para introducirse
en el interior de la
Península y controlar los itinerarios de las tropas y las
mercancías que intercambiaban con los iberos, Incluso, sus ascendientes romanos
las mantuvieron para proteger los itinerarios de las vías romanas.
No podemos olvidar la
presencia de los cartagineses en esta tierra, porque fue objeto del
enfrentamiento con los romanos durante la Segunda Guerra Púnica .Mi padre
me contaba que sus antepasados venían como libertadores de los iberos
subyugados por los cartagineses , pero que, tras la derrota cartaginesa, se
asentaron en muchos lugares, dividiendo a Hispania en Ulterior y Citerior,
según se comprendiera más allá y mas acá de Roma, tomando como eje el río
Guadalquivir y Cartagena. Cuentan que hubo algunas batallas por estas tierras
en Iliturgi y en Castulo, donde Anibal se casó con Himilce, hija de un
reyezuelo de aquella zona”.
Miró, de nuevo y con detenimiento, la inscripción,
y observo en la parte Inferior una pequeña circunferencia y un
triángulo; al lado, varios triángulos invertidos; en un nivel mas bajo una
media luna. Y me pregunto: ¿No será esta muchacha una devota de la diosa Tanit?
¡Qué lío, era romana, de ascendencia púnica y con vecinos iberos! Llaman a la
puerta, y un amigo me trae una moneda con una cara de Aníbal y un caballo entre
palmeras. Y me cuestiono mi origen mientras repito: en mi interio:” siempre hombres de frontera”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario