DE MARÍA DOLOROSA EN EL CALVARIO HASTA LA SOLEDAD EN EL SEPULCRO. PEQUEÑAS
FIGURAS
La presencia de la Virgen María en el ciclo de la Pasión de Cristo
se concreta a lo largo de un grupo de temas, cuyo discurso iconológico
parte de su presencia en el árbol de la Cruz hasta la Soledad en su despedida
del Santo Entierro como viuda herida en el corazón, pasando por el
descendimiento y lamentación ante el Cristo muerto. Es verdad que este aspecto
figurativo de María responde a un momento de incorporación de estos modelos
ante una sociedad que sufría en sus propias carnes a lo largo del siglo XVI y
XVII un gran cúmulo de desgracias, calamidades, epidemias, pandemias, guerras y
el mejor amparo para la salvación de los fieles, y era la Virgen mediadora de la Salvación en el ciclo
pasional. Sin lugar dudas, la Mater Dolorosa fue el refugio
de los hombres de aquel tiempo de la Contrarreforma y, con el paso del tiempo, su devoción perduró en la piedad del
pueblo y de los devotos, en particular. En concreto, las tierras de la abadía
abundaron en varios temas pasionales relacionados con Cristo ( Señor de la Columna , Jesús Nazarenos y
Crucificados) en los primeros tiempos de las manifestaciones religiosas y en
las capillas de sus templos. Pero lo que nunca faltó la presencia de María
Dolorosa en la vida de los devotos alcalaínos. Especial mención merece la cofradía
de la Santa Veracruz
de Alcalá la Real ,
que, a partir de 1550, levantó hospital
y ermita, donde albergaba varias imágenes de María en el momento final del
ciclo pasional . Por un lado variAs imágenes
de la Virgen
de las Angustias se detallan en sus inventarios de los primeros siglos de la Edad Moderna y la Madre de Dios procesionaba en
la tarde del Jueves Santo tras los pasos de la Cruz , Señor de la Columna , San Juan y el Crucificado,
transformada en Dolorosa y Soledad, lo que fue imitada posteriormente en el siglo XVII por las cofradías del Dulce
Nombre en la mañana del Viernes Santo y la de la Oración de Jesús en el
Huerto, luego del Señor de la
Humildad , hasta el siglo XX.
En
cuanto a los retablos de las iglesias de la abadía alcaláina, sigue las pautas
del cambio del Pantocrátor y la cruz en
su último cuerpo . Y el dintel culminará con el símbolo excepcional del ciclo
salvífico de Cristo, la escena de Jesús
en el Calvario acompañado de su Madre, llena de dolor, y su hijo amado san
Juan Evangelista. Además, en los diversos campos del arte, principalmente, de la pintura y escultura, los personajes se
presentan focalizando su mirada al eje central, formando un conjunto o un grupo separado y compuesto para la
hornacina de personajes pasionales. Por otro lado, poco a poco la figura de la Virgen María , en su doble
vertiente de Dolores y Soledad centrará la piedad popular y se hará presente en
el camarín central de las capillas de los retablos y, por otro lado, abundan
las imágenes de la piedad íntima de los componentes de los monasterios,
oratorios, ermitas y hornacinas de casas particulares, lo que daría lugar a un
amplio desarrollo y divulgación de María Doloras, presente en algunas
habitaciones de devotos.
María en el Calvario
El
culto a María en el Calvario
se remonta al evangelio sanjuanista, pero su presencia de María en el Calvario, junto con
San Juan, fue divulgada por el franciscano Jacopone Todi, cuando escribía una
frase que se hizo universal "Stabat Mater dolorosa iuxta crucem lacrimosa, dum pendebat filius". Se
considera que esta escena icnográfica significaba al triunfo de Cristo sobre la Sinagoga y la salvación
universal frente al mundo judaico, al mismo tiempo que María se presenta como
la mediadora, y consoladora de los cristianos.
En
Alcalá la Real
, hay constancia de la difusión de relieves del Calvario por la
familia artística de los Sardos, y, entre ellos, Pablo de Rojas alcanzó su
cenit en tierras granadinas. Pervivencias
de ellos actualmente se encuentran en diversas capillas y retablos de la
iglesia de Consolación. Además responden a esculturas exentas formando el conjunto grupal del calvario y ofreciendo
modelos diferentes por el tratamiento artístico e iconográfica, así como por el
momento de su reelaboración.
MARÍA EN EL CALVARIO CON SAN JUAN Y CRISTO
CRUCIFICADO DE LA IGLESIA DE CONSOLACIÓN
María Dolorosa forma parte de un
grupo escultórico recompuesto años cuarenta del
siglo XX, de madera policromada y estofada, situado en la capilla
de las Ánimas de la Iglesia
de Consolación de Alcalá la Real. Responde , más bien,
a una escena de coronar los retablos, donde suelen colocarse
los calvarios. Proliferaron en las iglesias que se levantaron en Alcalá a lo
largo del siglo XVI y XVII. Muchos fueron los conventos y las iglesias de las
parroquias que los acogieron en capillas y presbiterios. Tampoco se pueden
olvidar los calvarios de los oratorios públicos y privados. Sin embargo, pronto se introdujo la nueva moda de los retablos barrocos que centró la visión
iconográfica en la hornacina central y decoró todas las calles con elementos
vegetales y geométricos olvidando los antiguos calvarios. Esto dio lugar a que
fueran trasladados a otros lugares, como oratorios particulares y a capillas de las iglesias.
El grupo escultórico del Calvario suele estar
formado por las tres figuras del Crucificado, Juan Evangelista y María. La
escena de la crucifixión de Cristo entre María y Juan se convierte en
una constante iconográfica de los retablos y de toda la imaginería
renacentista. El presente calvario
forma parte del retablo barroco de la capilla Santa Ana de la iglesia de Consolación, probablemente
dedicada en algún tiempo anterior a las
Ánimas. El retablo se encuadra dentro de la escuela prieguense por ser su autor y estilo de José de Priego.
Las figuras que ocupan la hornacina
central proceden de distintas épocas y estilos. Mientras el crucificado es obra
de Martín Simón y responde a su estilo clasicista del que estamos muy
acostumbrados en la imaginería de los años cuarenta de Alcalá la Real , las otras dos imágenes
ofrecen un tratamiento diferente en la técnica y en la expresión imaginera. Nos atrevemos a encuadrarla a una época muy anterior a su
instalación actual e, incluso,
aventuramos que deben proceder de un retablo anterior y de otra iglesia.
Por sus
formas, se puede datar dentro del ciclo
renacentista de principios del siglo XVII. Pues recogen perfectamente la imagen
prototípica del renacimiento cristiano sintetizando el espíritu de la
época de la manera mejor que se podría
interpretar. Mientras que el Crucificado se nos muestra, además, en un momento
de su tránsito a la muerte y simulando la gubia de Mora, María y Juan son figuras en las que el manierismo se
refleja perfectamente en el atrevimiento manierista de las posturas con giros
de piernas y movimientos forzados de manos buscando más el equilibrio estético
y escénico que la naturalidad de la imaginería posterior al Renacimiento. La
policromía se asemeja a la estofada de muchas otras imágenes tan frecuentes en
el entorno comarcal como las que han subsistido en las iglesias de Priego.
Este
calvario debió pasar las mismas vicisitudes que tuvo el de la iglesia de San
Ildefonso de Granada. Se trasladaría de
una capilla importante a otra secundaria y ocupó el centro del manifestador.
Curiosamente, la altura desmesurada de la Cruz , característica muy generalizada en el siglo
XVI, aquí se compensa con una figura de Cristo de mayor tamaño que el que suele
representarse en los calvarios de esa época por ser ejecutado posteriormente.
Esta altura desmesurada pretendía expresa plásticamente el triunfo del Hombre
Jesús sobre la muerte.
A pesar de que
aquí ocupa el centro focal, en su anterior ubicación debió la parte medial del segundo piso para
atraer la visión del espectador y distribuir el mensaje catequético hacia el resto del retablo en torno al cual se
desarrollaba el programa iconográfico.
Era
infrecuente que el Calvario ocupara una calle lateral al ser símbolo de la Redención , pues María
resumía, por una parte, el papel como medianera o camino hacia la muerte
redentora de Cristo en la Cruz
y, por otra parte, el testimonio de Juan el de
discípulo que lo acompaña hasta la muerte. En conclusión, lo original de
esta capilla es que se haya convertido en el eje central de un retablo y no en
una parte importante como se frecuentaba
en los retablos renacentistas.
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