SEMANA SANTA ALCALAÍNA
El sugestivo e impresionista cartel
de Semana Santa, obra de alto valor estético de José Hidalgo(PPHH), recoge unos
versos de los antiguos pregones de los pasos de la Semana Santa
alcalaína. Dicen así: “Muchas gentes se
asomaban/ por ventanas y balcones, al tropel de los sayones, / ¡que muera Jesús
clavado / en medio de los ladrones!” /, De seguro que, a un foráneo de la Sierra Sur , si se
inicia en nuestra lengua y en nuestras costumbres hispánicas, sufre una gran
convulsión cognitiva, porque ninguno de los elementos constitutivos de esos
versos se manifiesta en la escena captada en la fotografía recompuesta del
bello cartel. O, al menos, necesita de un guía o de un docto en la materia para
encajar estos versos con los personajes y el escenario del paisaje de Los
Llanos. Para colmo, el crepúsculo vespertino del cartel se
encuadra con dos frases
impresivas y cortas que ubican al espectador en el momento actual: por un lado,
tiene un pie de página con una leyenda,
en la que afirma que se celebra desde
1661 esta manifestación pública en la ciudad de la Mota ; y, por otro lado , en letra de mayor calibre se resalta
el título de Semana Santa 2017 , con la aposición de interés nacional; los
escudos son un complemento de los patronos de este cartel ( la Unión de Cofradías, El
ayuntamiento de Alcalá la Real
y la Fundación
Caminos de Pasión).
Resulta difícil interpretar este gran
cúmulo de información recogido en este tablado natural transformado
accidentalmente en un acto de una escena de tragedia clásica. Remonta, pues, a
tiempos pasados por la idiosincrasia de los personajes, y, sin embargo, al
mismo tiempo, se envuelve en el misterio de un cielo mágico y sugestivo.
Incluso, para un joven alcalaíno, sin una
formación básica semanasantera, le puede resultar hasta incomprensible esta
mixtura artística ya que, sin lugar a dudas, el neófito se queda en el
atractivo puramente estético y natural de las postales románticas y en el telón
de fondo del monumento militar por excelencia de la Sierra Sur. Sin
embargo, esta obra es una síntesis y un epítome de todo un legado cultural y
religioso de las gentes de estas tierras de la Abadía. Recuerda
los misterios medievales que se celebraban en los templos en tiempos de frontera,
y se recogen en algunos documentos con el nombre de diálogos a lo divino como
otras veces hemos comentado con El Coloquio de los niños, escenificado en la Iglesia Mayor de la Mota., haciendo referencia
a la presencia de Niño Jesús entre los Doctores. Está impregnada de los
ingenios o montajes que los gremios desarrollaban y representaban en las calles
de la ciudad del valle mediante la puesta en escena de pequeñas
representaciones para los congregados en las fiestas extraordinarias que
proliferaban tras la conquista de Granada. La silueta del trío –verdugo y dos
ladrones- rememora un periodo de la Inquisición española- al estar vestidos y togados con los capirotes
y sambenitos de los castigos de los procesados. Los dos romanos, con un casco
de hojalata y flores de diversos colores en su penacho, obligan a desentrañar
más profundamente la figura de estos dos portadores que se convierten en los
atlantes de un cuadro de la imagen de un Cristo en la Columna , Curiosamente, por
el contrario, es el único signo pasional de todo el cartel. Pues, el bodegón de
encuadre no logra sino una perfecta composición de línea áurea y no ofrece más luz con los objetos
integrantes. La trompeta y el tambor
inmortalizan las chirimías y atabales que debían usar los soldados de las
compañías de las tropas de la ciudad de tiempos modernos, y los signos de
pasión no son sino meros instrumentos y herramientas de un carpintero que un
profano apenas puede asimilar con la interpretación de los símbolos pasionales,
lo que no dudaría un ferviente hermano o cofrade de los siglos pasados. La
vestimenta es una aproximación a la de unos militares que protegían su cuerpo
con los petos de cueros, con la camisa verde sin mangas, con los jubones y con
los pantalones rojos cortos, que se prolongan hasta las bordadas botas con unas
medias blancas de encaje. Los rostrillos son otro capítulo aparte de esta
escena única, con ellos se ha escogido el papel de los protagonistas buenos
especificado con el color natural de sus caretas.
Está claro que, con esta relajación cromática, la pasión se edulcora. Pues no es un cartel provocativo, al contrario, si se analiza con profundidad, es, más bien, sumamente divulgativo. Por eso, en estos tiempos que corren, donde lo profano y la cultura del ocio se han apoderado de muchos rincones, al menos es una fortuna que perviva esta muestra única de cultura popular. Otro ángulo de interpretación debe y puede ser el puramente religioso, pero en tiempos de laicidad se necesitan catequistas y personas de buena voluntad para que acerquen la pasión de un perdedor que anuncia una victoria, la victoria de la vida sobre la muerte.
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