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viernes, 7 de abril de 2017

EN LA REVISTA DE SEMANA SANTA DEL JAÉN

SEMANA SANTA DE ALCALÁ LA REAL

            Si hubiera que compendiar la celebración actual de la  Semana Santa de Alcalá la Real, su mejor definición y más apropiada sería como crisol de la expresión pública pasional de muchos siglos. Desde la tierra de tiempos de frontera hasta la extinción de la Abadía, de la Ilustración a la Transición de finales de finales del siglo XX y  del renacimiento de los años ochenta del siglo anterior hasta  el segundo decenio del siglo XXI.  Es única y abacial, popular y señera, colorista y solemne,  ceremonial y dramática, monumental y costumbrista. No han desembocado todas sus manifestaciones religiosas ni su aspectos culturales derivados de esta fiesta cristiana en una sola dirección, de la que beben mimética y actualmente la mayoría de las procesiones,  actos y hermandades y cofradías de muchos lugares de los pueblos andaluces.  Es un recipiente con un material sólido y resistente que no se ha dejado llevar por los vientos del Bajo Guadalquivir, que sirve para fundir  los antiguos pasos de la pasión escenificada de la calle con la presencia de excelentes agrupaciones musicales nacidas al amparo de nuevas y tradicionales cofradías. Dentro de este recipiente, la corriente de la tradición cofrade alcaláina pasó por algunos momentos de crisis y de fundición pero en los últimos se solidificó en una Semana Santa, que en  1999 fue declarada Fiesta Turística de Interés Nacional de Andalucía.
            Se remonta a los misterios de la Iglesia Mayor Abacial que se dramatizaban con el grupo infantil. Pervivía un claro testimonio de un Coloquio de Niños , que se refería a Jesús entre los Doctores del Templo, en sus ropas y material religiosos conservado dentro de las arcas municipales de principios del siglo XVII. Alcanza su cenit con los pasos dramatizados del Antiguo y Nuevo Testamento a partir de las primeras década de este siglo que se mantienen cuatro siglos después. Es verdad que los primeros pasajes del Génesis como el Paso de los Planetas, o el desfile de Profetas, Jueces, Ángeles, o Reyes no llegaron al siglo XIX, pero el paso de Abrahán se represento en muchos rincones de la sede abacial  hasta principios del siglo XX; y desde el siglo XIX, la mayoría de las escenas de la Pasión de Jesús lograron  pervivir hasta hoy,  gracias a los miembros de las cofradías de la Santa Veracruz o del Cristo de las Penas y la del Dulce Nombre de Jesús. Pasaron tiempos reformistas como la Ilustración, de fusiones administrativas como en tiempos de Carlos IV y paréntesis de manifestaciones motivados por guerras. Pero, arbitraron fórmulas de uniones de cofradías con finalidad caritativa como en los primeros años del siglo XIX la del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad, que absorbió las cuadrillas y tropa de la Veracruz, primordialmente del Señor de la Columna,  con sus cuadrillas y pasos, especialmente del Ecce-Homo. Así, en la Semana Santa de 2017, renovada con nuevas cofradías originadas de aquel tronco cofrade, todavía se puede escuchar la voz de los pregoneros vestidos a la usanza del campesino cordobés y con el deje aflamencado de la saeta originaria de las lamentaciones de los cultos sagrados de Pasión; con sus mismos textos, su rima popular, y su acompañamiento heráldico de trompetas de hojalata y tambores de piel simulando a las atabales y chirimías de las tropas de la ciudad. En la ciudad de la Mota del siglo XXI, el visitante puede reconocer en la tarde del Jueves Santo y la mañana del Viernes Santo, que el  capitán de las tropas  de la ciudad,  vestido  con el uniforme de tiempos de Carlos III se convierte en  Anás, para representar, en medio de las calles de Alcalá por escenario,  con Judas Iscariote,   la Venta y el Arrepentimiento de Jesús; el teniente hace de Longinos en el paso de la Lanzada;  y se acompaña de sus sargento, cabos de escuadra y una tropa  muy expresionista de romanos, judíos y sayones. Expresión que viene motivada por sus amarillentos petos, pantalones rojos, camisas verdes, medias blancas y zapatillas de rojo carmesí que hacen resaltar los rostrillos que cubren sus caras y sus cascos de hojalata coronados con  penachos de flores variopintas  de papel. El Nuevo Testamento se hace misional con el desfile de los apóstoles y los discípulos
(estos algo más disminuidos que en los siglos pasados que superaban los cincuenta), representan la escena de la Coena Domini y, en la noche del Viernes Santo, se hacen misioneros con el testimonio de los versículo del Credo colgados sobre su túnica y estola.
            La Semana Santa alcaláina de 2017 supera los tiempos cuyo calendario  quedaba reservado para las procesiones claustrales  de Domingo de Ramos y de Resurrección, la Tarde del  Miércoles Santo  con la manifestación  de la Oración de Jesús en el Huerto, el Lavatorio de los Ángeles y el Señor de la Humildad recogiendo sus vestiduras. También la manifestación del Jueves Santo queda BAreservada para la cofradía de la Veracruz con los pasos perdidos de La Muerte y los Planetas, además de los pasiones y los Ángeles y los Apóstoles  y un nutrido desfiles de gallardetes y paso en torno al Cristo de las Penas, Señor de la Columna, la Santa Cruz  y la Madre de Dios. Ha hecho trasladar la procesión de la Oración del Huerto en la noche del Martes Santo por el barrio de la Tejuela,  con penitentes vestidos de verde y blanco y acompañada de la Virgen de la Esperanza. Ha hecho renacer el Vía Crucis a lo largo de Cuaresma  en  todos los barrios de la ciudad destacando el de la Cruces o Calvario de la parroquia de Santa María la Mayor y, sobre todo,  el majestuoso y solemne  Camino de la Cruz por los arrabales y ciudad fortificada  de la Mota organizado por la hermandad del Cristo de la Salud; una noche de no dejarla pasar  al calor de las antorchas y  al fresco de los vientos del altozano alcalaíno. Intermitente, el Lunes se reservó para las prácticas de piedad religiosa y el Vía Crucis Infantil que con sus Misterios de la Cruz se aceraba la pasión a los pequeños en las cuevas del Arrabal Viejo. El Jueves, la hermandad del Señor de la Humildad mantiene la procesión de la Virgen de los Dolores, recorriendo el itinerario oficial acompañada de la Virgen de los Dolores en medio de judíos y sayones que representa, entre otros pasos,  el Reparto de la Túnica del Señor, y la caterva de los apóstoles con la mesa  transportando los panes y cálices de la Cena Pascual. El Viernes se ha reestructurado en varias hermandades y  ha renacido como en los mejores tiempos engrandeciéndose en  manifestaciones públicas. Por la mañana, desde las cuadrillas procesionales como Jesús Nazareno, San Juan, Gallardete de Jesús Nazareno, Verónica  con la cofradía del Dulce Nombre, hasta los pasos representados, escénicos o miméticos  de Poncio Pilatos, Simón Cirineo, Azotes, Reos, Signos de Pasión Judíos, Sayones, Romanos, Venta y arrepentimiento de Judas, Longinos con la hermandad del Señor de la Columna y Ecce-Homo. Por la tarde, desde 1949, se engrandece con la salida del Cristo Crucificado  de la Salud de la iglesia de San Juan acompañado de su agrupación musical  y el encuentro  con la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias desde la iglesia de su mismo nombre con otra excelente agrupación y el acompañamiento de los caballos romanos. Por la noche, la Semana Santa se hunde en el sordo arrastre de las cadenas de los hermanos del gallardete de Jesús con sus cruces acuestas, el cirio de los fieles y el lúgubre silencio que acompaña al Santo Entierro y la Soledad con la corona de espinas entres sus manos.


            Desde hace unos años,








el domingo se despierta  con los mejores sones para pasear por las calles de los barrios nuevos a Jesús Resucitado que sale de la iglesia de El Salvador.


            Estos son los itinerarios de las estaciones de penitencia, singulares e insospechados, porque te los encuentras  saliendo de una casa vecinal como en el Ecce-Homo, de la mayoría de los templos alcalaínos o de la ermita de la Verónica, la sexta estación del Vía  Crucis. Puede toparse con los gallardetes guardados de las primeras cofradías  fundadas a partir del siglo XVII. Puede palparse la huella de la imaginería andaluza del  siglo de Oro en la escultura de la posguerra. Pues, en estas calles, Pablo de Rojas y Martínez Montañés encontraron el ambiente, el contexto y la religiosidad de la Contrarreforma para crear los modelos de las dos escuelas andaluzas. Ahora, en el siglo XXI, la huella de Martín Simón sobre todo, Fernández Andes, Jacinto Higueras, Espinosa, Romero, Cañas, Tejero, restauraron el pabellón imaginero alcalaíno entre otros escultores de la madera. Pero, la Mota majestuosa y las calles de fachadas blancas se mantienen como un escenario único y real en  tiempos de Semana Santa, ambientado con sabores de pestiño y olores de incienso.    
FRANCISCO MARTÍN ROSALES.





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