SEMANA SANTA DE ALCALÁ LA
REAL
Si hubiera que compendiar
la celebración actual de la Semana Santa de Alcalá la Real , su mejor definición y
más apropiada sería como crisol de la expresión pública pasional de muchos
siglos. Desde la tierra de tiempos de frontera hasta la extinción de la Abadía , de la Ilustración a la Transición de finales
de finales del siglo XX y del
renacimiento de los años ochenta del siglo anterior hasta el segundo decenio del siglo XXI. Es única y abacial, popular y señera, colorista
y solemne, ceremonial y dramática,
monumental y costumbrista. No han desembocado todas sus manifestaciones
religiosas ni su aspectos culturales derivados de esta fiesta cristiana en una sola
dirección, de la que beben mimética y actualmente la mayoría de las procesiones, actos y hermandades y cofradías de muchos
lugares de los pueblos andaluces. Es un
recipiente con un material sólido y resistente que no se ha dejado llevar por
los vientos del Bajo Guadalquivir, que sirve para fundir los antiguos pasos de la pasión escenificada
de la calle con la presencia de excelentes agrupaciones musicales nacidas al
amparo de nuevas y tradicionales cofradías. Dentro de este recipiente, la
corriente de la tradición cofrade alcaláina pasó por algunos momentos de crisis
y de fundición pero en los últimos se solidificó en una Semana Santa, que
en 1999 fue declarada Fiesta Turística de
Interés Nacional de Andalucía.
Se
remonta a los misterios de la Iglesia Mayor
Abacial que se dramatizaban con el grupo infantil. Pervivía un claro testimonio
de un Coloquio de Niños , que se refería a Jesús entre los Doctores del Templo,
en sus ropas y material religiosos conservado dentro de las arcas municipales
de principios del siglo XVII. Alcanza su cenit con los pasos dramatizados del
Antiguo y Nuevo Testamento a partir de las primeras década de este siglo que se
mantienen cuatro siglos después. Es verdad que los primeros pasajes del Génesis
como el Paso de los Planetas, o el desfile de Profetas, Jueces, Ángeles, o
Reyes no llegaron al siglo XIX, pero el paso de Abrahán se represento en muchos
rincones de la sede abacial hasta
principios del siglo XX; y desde el siglo XIX, la mayoría de las escenas de la Pasión de Jesús lograron pervivir hasta hoy, gracias a los miembros de las cofradías de la Santa Veracruz o del Cristo de
las Penas y la del Dulce Nombre de Jesús. Pasaron tiempos reformistas como la Ilustración , de
fusiones administrativas como en tiempos de Carlos IV y paréntesis de
manifestaciones motivados por guerras. Pero, arbitraron fórmulas de uniones de
cofradías con finalidad caritativa como en los primeros años del siglo XIX la
del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad, que absorbió las cuadrillas y tropa
de la Veracruz ,
primordialmente del Señor de la
Columna , con sus cuadrillas
y pasos, especialmente del Ecce-Homo. Así, en la Semana Santa de 2017, renovada
con nuevas cofradías originadas de aquel tronco cofrade, todavía se puede
escuchar la voz de los pregoneros vestidos a la usanza del campesino cordobés y
con el deje aflamencado de la saeta originaria de las lamentaciones de los
cultos sagrados de Pasión; con sus mismos textos, su rima popular, y su acompañamiento
heráldico de trompetas de hojalata y tambores de piel simulando a las atabales
y chirimías de las tropas de la ciudad. En la ciudad de la Mota del siglo XXI, el
visitante puede reconocer en la tarde del Jueves Santo y la mañana del Viernes
Santo, que el capitán de las tropas de la ciudad,
vestido con el uniforme de
tiempos de Carlos III se convierte en Anás,
para representar, en medio de las calles de Alcalá por escenario, con Judas Iscariote, la
Venta y el Arrepentimiento de Jesús; el teniente hace de
Longinos en el paso de la
Lanzada ; y se acompaña
de sus sargento, cabos de escuadra y una tropa
muy expresionista de romanos, judíos y sayones. Expresión que viene
motivada por sus amarillentos petos, pantalones rojos, camisas verdes, medias blancas
y zapatillas de rojo carmesí que hacen resaltar los rostrillos que cubren sus
caras y sus cascos de hojalata coronados con
penachos de flores variopintas de
papel. El Nuevo Testamento se hace misional con el desfile de los apóstoles y
los discípulos
(estos algo más disminuidos que
en los siglos pasados que superaban los cincuenta), representan la escena de la Coena Domini y, en la noche
del Viernes Santo, se hacen misioneros con el testimonio de los versículo del
Credo colgados sobre su túnica y estola.
el domingo se despierta con los mejores sones para pasear por las calles de los barrios nuevos a Jesús Resucitado que sale de la iglesia de El Salvador.
Estos
son los itinerarios de las estaciones de penitencia, singulares e insospechados,
porque te los encuentras saliendo de una
casa vecinal como en el Ecce-Homo, de la mayoría de los templos alcalaínos o de
la ermita de la Verónica ,
la sexta estación del Vía Crucis. Puede
toparse con los gallardetes guardados de las primeras cofradías fundadas a partir del siglo XVII. Puede
palparse la huella de la imaginería andaluza del siglo de Oro en la escultura de la posguerra.
Pues, en estas calles, Pablo de Rojas y Martínez Montañés encontraron el
ambiente, el contexto y la religiosidad de la Contrarreforma para
crear los modelos de las dos escuelas andaluzas. Ahora, en el siglo XXI, la
huella de Martín Simón sobre todo, Fernández Andes, Jacinto Higueras, Espinosa,
Romero, Cañas, Tejero, restauraron el pabellón imaginero alcalaíno entre otros
escultores de la madera. Pero, la
Mota majestuosa y las calles de fachadas blancas se mantienen
como un escenario único y real en
tiempos de Semana Santa, ambientado con sabores de pestiño y olores de
incienso.
FRANCISCO MARTÍN ROSALES.
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