Pasó Semana Santa.
Quedaron atrás las fiestas, las vacaciones, los cultos, las procesiones, las
manifestaciones públicas y los encuentros familiares. Si hubiera que dejar una imagen fija en la
retina, algunos se quedarán con la noche
serena del Miércoles del Vía Crucis por
los arrabales y por la ciudad fortificada de la Mota , repleta de curiosos y romeros de Pasión.
Otros no olvidarán su cita anual en la colorista mañana del Viernes Santo entre pasos, nazarenos, bandas, tronos y pregones. Más repartida se encuentra la
gente que acude a las aldeas o la ciudad del Llano a presenciar las manifestaciones
religiosas de la Noche
del Viernes Santo con el Crucificado y
Santo Entierro. El mundo del turismo se quedará con el incremento de turistas,
mayor número de alojados por estos días en hoteles y casas rurales. El comercio
y el sector de los servicios agradecerán que las baldas de sus estantes
quedaron , en algún momento, vacías de recuerdos, alimentos o bebidas al
cubrirse todas sus expectativas con las terrazas llenas o la afluencia de clientes por estas fechas.
Algunos
no dejarán pasar de su memoria algún sobresalto o incidente foráneo ocurridos
por los oportunistas. Una carrera provocada por algún reventador de fiestas en
las estaciones de penitencia. Tampoco podrán olvidar estos fatídicos días el desalojo de su vivienda en la calle
Real algunos emigrantes que se alojaron en unas mansiones que fueron casas de
los artistas emigrantes de los Sardos allá por el siglo XVI. El lavatorio del Jueves Santo se convertirá para
otras familias en la pobreza de verse desamparados de los servicios básicos del
hogar.
Y,
por las mañanas pascuales, comienzan los peregrinos del amanecer a recorrer los caminos de la Sierra Sur para cubrir las
distintas etapas del itinerario hacia el Cabezo. En el camino se desgastan sus
zapatos entre plegarias y promesas. De peregrinos se convertirán en romeros en
Sierra Morena. Palparán el esfuerzo de arrancar las millas y pasos al duro camino. Se refrescarán con el agua de
las fuentes y del Jándula. las alegrías de la marcha del sendero. Al final, el
abrazo romero subiendo los últimos tramos del cerro sagrado. Lo mismo cubrirán
los romeros joyeros en el entorno natural de la Hoya del Salobrar. Fiesta, convivencia, rogativas y romería anual
cerrarán el mes de abril.
Vendrá
mayo. El vuelo de la paloma de la Sierra Sur se
transformará por doquier en pichones romeros. Blancas fátimas de muchas
aldeas con cruces encintadas y angalanadadas en su pico. Desde la primera
estación del Ecce-Homo del barrio del Calvario hasta la floreada de los
Muladares o de la calle Ancha. Y los campos ahítos de agua clamarán a san Isidro durante su romería de
las Caserías.
Entre
romeros, fiestas y cruces, se desarrollarán intensamente las próximas quincenas
venideras. No hay modo de levantar cabeza, parece como si el campo estuviera
totalmente robotizado y no requiriera sino una poca mano de obra en la recogida
del espárrago y de las cerezas, que van quedando.
La
romería y el peregrinaje son dos formas de entender la vida. La primera está
marcada por la alegría y el encuentro sublime de la satisfacción colectiva,
donde no caben resquicios de tristeza y se soslaya cualquier intento de aguar
la fiesta. Brillan los colores de las banderas, la plata de los cetros, se
escancia el vino del terruño, se llega al final con los medios que cada uno ha
podido conseguir. Lo importante es llegar, no sufrir ni soportar el caminar.
Sin
embargo, el peregrinaje significa reflexión y repensar el momento actual en el
caminar para alcanzar un objetivo sublime, de transformación total. Me viene a
la mente un folleto de Cuaderno Cristianismo y Justicia con el título ¿Como pensar el cambio hoy?. Contra el
fatalismo y la resignación, hacía una invitación a la acción y compromiso personal
en múltiples planos-desde la dimensión personal a la colectiva- ensayando
nuevas fórmulas de mirada crítica y
empática de la realidad, consumo más responsable, responsabilidad fiscal,
cooperación. alternativas como las monedas sociales, economía colaborativa,
huertos comunitarios, tiendas de coste
cero y medidas de inclusión de los excluidos
por colectivos , asociaciones, y ong. Ahondar en estas prácticas es
afirmar que es posible una realidad nueva y que los pequeños hechos del
peregrinaje conducen a otro mundo
posible. Aquí y ahora.
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