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domingo, 22 de julio de 2018

UN RELATO DE VERANO EN LA PLAZA ALTA. EL ASESINATO DEL CORREGIDOR SANTA CRUZ


UN RELATO DE VERANO EN LA PLAZA ALTA. EL ASESINATO DEL CORREGIDOR SANTA CRUZCon la conquista de Alcalá Banu Said por el rey Alfonso XI, las





torres se reutilizaron y las casas nobles de los habitantes musulmanes se concedieron a los caballeros cristianos, al mismo tiempo que se produjo una importante remodelación en la zona murada de la ciudad de la Mota. La plaza sirvió de solar para regocijar fiestas, y organizar levas; de sitio de reunión y de contrato de trabajadores, de lugar para proclamar pregones y almonedas, de recinto comercial...

También se definieron algunos edificios públicos y religiosos, destacando el palacio del alcaide. La configuración de la plaza de la fortaleza de la Mota y su entorno espacial no ofrecían, en modo alguno, el aspecto que actualmente podemos contemplar. Esta primera plaza fue testigo de reyertas y de la muerte del corregidor Bartolomé de Santa Cruz. Así, en la mañana del cinco de mayo de 1492 subía el corregidor a la plaza para adentrarse en la posada en la que residía, junto a la plaza baja, cuando se le acercaron dos jóvenes. Le rodearon y le asestaron varias puñaladas creyéndolo mortalmente herido al suelo. Los regidores de la Torre del Rey contemplaban el espectáculo por las rendijas de sus casas. Ninguno se acercó a prenderlos. Los dejaron escapar por las callejuelas de las Cuatro Esquinas hacia el Bahondillo. Tras un prudencial tiempo para la evasiva de sus cómplices criminales, se acercaron al lugar y lo recogieron dando sus últimos alaridos, herido de muerte. Lo llevaron a la posada, avisaron al físico y al cirujano, que le limpiaron la sangre y le vendaron con gasas. Pero no pudieron hacer nada y con un fuerte esténtor
falleció.
Al día siguiente, la ciudad se sentía liberada. Sobre la cabeza de los vecinos se movían los comentarios más rencorosos que un ser humano pudiera comprender. Se juraron y transmitieron aquel dicho que no hay culpa alguna ante la muerte de los tiranos, sino que era una liberación del pueblo. Para ellos, morir y matar era algo familiar, acostumbrados como estaban con los moros en la frontera.
Sin embargo, los reyes no estaban por estos derroteros, pues se habían propuesto meter en vereda a los insubordinados a su poder. Para este cometido habían elegido a los corregidores. No les importaba tanto su capacidad de adquirir más recursos para sus empresas militares, sino someter a todos los jefezuelos de la piel de toro bajo su jurisdicción. Primero, lo hicieron con las grandes ciudades y ya les había tocado a los últimos reductos de su vasto territorio: las ciudades en primera línea de frontera. No importaba que tuvieran que agrupar varias ciudades bajo un mismo corregidor. Y, este era el caso de Alcalá la Real, cabeza del corregimiento tripartito entre Loja, Alhama de Granada y la ciudad de la Mota. Sólo les interesaba que tuvieran sometidos a las personas indómitas. En Alcalá los había, pues, por los servicios, se excedían en los abusos con los territorios regios y con la política emprendida. Con estos precedentes, se pusieron manos a la obra. Primero enviaron un pesquisidor para investigar un crimen de lesa majestad, (un representante suyo asesinado en presencia de todo el pueblo, y sin ningún delator). El pesquisidor se las vio y las deseó. En primer lugar, pregonó un bando en la peña de la plaza obligando a todo el mundo a que declarara quienes habían sido los promotores o autores del crimen.
El asunto resultó espinoso, pues, nadie quería desvelar nada. Convocó a los regidores y escribanos para que les relataran qué maquinaban aquel día en el cabildo. Ninguno confesaba nada, pero, se entreveía que algo ocultaban. No se sentían autores del crimen, y el pliego de descargos y eximentes fue y extenso. Que el corregidor era un entrometido, no les dejaba relacionarse con sus clientes en el reparto de tierras, les impedía el trato, les atosigaba con nuevas sisas, les acumulaba cargos por invasión de tierras comunales… una sarta de falsas alegaciones con las que querían justificar aquel magnicidio. Por ello, el pesquisidor los envió a la Corte para que se presentaran ante el rey y les castigara. La ciudad quedó gobernada tan sólo por Pedro de Aranda y Escabias. Nada consiguieron y se envió un alguacil real para ejecutar y cortar de raíz la situación. Hubo algunos tormentos en los vecinos y tenderos de la plaza, que lograron manifestar alguna declaración al detalle. Habían sido los hijos de Antón Hortelano juntamente con el padre y otros vecinos. A los primeros les confiscaron los bienes, les derrumbaron las casas y fueron ajusticiados. Sin embargo, los otros acusados y en concreto, los dos hermanos, lograron escapar de la cárcel. Se fueron a Granada y allí rehicieron sus vidas. La pista se perdió y eso que su madre Mari Sánchez quería que se les devolviesen los solares donde tenía su casa para reconstruirla.
Años más tarde, arrepentidos, los asesinos enviaron desde Granada a Alcalá una misiva que desvelaba toda la trama del crimen. (En una capilla de Santo Domingo de Silos se celebraba una misa por el alma de estos dos asesinos, que pagaron sus descendentes de Granada hasta el siglo XVII). El asesinato había sido perpetrado por dos hermanos que se habían ido a Granada los años siguientes a la entrega de la capital del reino nazarí por Boabdil a los reyes Isabel y Fernando. Habían combatido hasta el final con los reyes y esperaban el momento de recibir mercedes, por eso vendieron sus bienes de Alcalá y se trasladaron a Granada.
Eran de la familia de los Gadea, de los Montesino, de los Aranda ¿Quién sabe? Lo cierto que se arrepintieron de sus actos y mandaron en su testamento una gran cantidad de dinero para fundar una capilla en la primera de la iglesia de Alcalá.
Además de estos acontecimientos notables, destaca el desarrollo histórico
durante distintos momentos de este espacio urbano, que presidía el palacio del conde de Cabra, la Iglesia Mayor Abacial, los Corredores, Tiendas, el Gabán, la Casa de la Justicia, la Cárcel y las Casas de Cabildo. Un rincón singular de esta ciudad de la Sierra Sur. 

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