PELÓ PIDAS
I
El tebano
Pelópidas fue más conocido para los historiadores que por el pueblo. Dudo
escribir sobre sus virtudes, porque temo
de qué modo voy a exponerlas; si empiezo a explicar los hechos, temo no narrar
su vida, pero tal vez parezca que escribo su historia; si tan solo toco las más
importantes, temo que aparezca con menos claridad para los que no están instruidos en
II
Casi todos estos desterrados se habían
retirado a Atenas. No para conseguir estar tranquilos, sino para tratar de
recuperar la patria desde un lugar próximo si
la fortuna les ofreciese la ocasión. Así pues, cuando pareció bien el
momento de llegar a cabo la acción, en
común acuerdo con los que eran del mismo sentir en Tebas, señalaron el día para
aplastar a los enemigos y librar la ciudad, día en el que los más altos
magistrados frecuentaban en el mismo momento hacer un banquete.
A menudo grandes hazañas no se
realizaron con grandes tropas, pero nunca tan grandes fuerzas fueron derrotadas
a partir de un tenue comienzo. Pues se conjuraron doce adolescentes de aquellos
que habían sido castigados con el destierro, sin haber más de 100 que se
ofrecieran a afrontar el peligro. El poder de los lacedemonios fue derrotado
por esta poca gente. Pues estos llevaron a cabo
la guerra no más contra la facción de los adversarios sino contra los
espartanos que en aquel tiempo eran los
jefes de toda Grecia; la soberanía de estos, no mucho después, con la batalla
de Leuctras quedó enteramente abatida por esta poca gente. Pues aquellos doce,
cuyo jefe era Pelópidas, salieron de Atenas entretanto, con el fin de llegar a
Tebas al anochecer, con perros de caza, llevando redes, y con un vestido de
campesinos para caminar en medio de la menor sospecha. Estos, habiendo llegado
en el preciso momento, en el que se
habían propuesto, llegaron a la casa de Carón que había señalada el momento y
día de la operación.
III
Me agrada en esta parte de la narración,
hacer un paréntesis, aunque está separado del objetivo de esta acción, sobre
cuánto daño suele traer la confianza excesiva. Pues, en seguida, llegó a los oídos de los magistrados que los
desterrados habían llegado a la ciudad. Aquellos, que estaban entregados al
vino y a los banquetes, hicieron tan poco aprecio que ni siquiera se esforzaron
en investigar acerca de un asunto tan importante. También, aconteció una cosa que puso al descubierto su locura.
Pues se trajo una carta por un Arquino que la traía de Atenas a uno de estos Arquías Hierofante, que entonces
ocupaba el más alto cargo en Tebas, en
la cual carta le daba noticias de todas las circunstancias. Como ya se la
hubiese dado a aquel que estaba recostado en el banquete, cerrada como estaba,
metiéndola debajo del cojín, dijo: “Dejo
las cosas serias para mañana”. Pero todos aquellos, siendo ya casi la media
noche, y borrachos como estaban fueron matados por los desterrados a las
órdenes de Pelópidas. Terminadas estas cosas,
convocado el pueblo a las armas
ya la libertad, no sólo los que estaban
en la ciudad sino también los que vinieron
a reunirse e todos los campos,
echaron de la fortaleza a la guarnición de los lacedemonios, liberaron
la patria del asedio, mataron a parte de los autores de ocupar Cadmea, y a
otros los desterraron .
IV
En ese tiempo tan revuelto , como antes
hemos demostrado, Epaminondas, mientras que
se luchó contra sus paisanos, se mantuvo tranquilo en su casa. Por eso,
corresponde elogiar a Pelópidas por la liberación de Tebas es propia: casi
todas las restantes alabanzas son compartidas con Epaminondas. Pues en la
batalla de Leuctras, a las órdenes de Epaminondas Pelópidas este fue el capitán
subalterno de una tropa elegida, la cual fue la primera que derrotó a la falange
de los lacedemonios. Afrontó todos los peligros- de manera que, cuando se atacó
a Esparta, mando en otra ala del ejército-y para rescatar más rápidamente
Mesena, marchó como embajador al rey de los
persas. En fin, este fue uno de
los dos personajes importantes que
hubo en Tebas, pero también
el segundo de tal manera que era el que seguía a
Epaminondas en estimación y autoridad.
V
Mas, sufrió con constancia los reveses
de la fortuna: Pues, como manifestamos antes, desterrado careció de patria, y
deseando devolver a Tesalia al poder de
los tebanos, y creyéndose que el estaba protegido con el derecho de embajador,
el que solía ser sagrado entre todos los pueblos, fue encarcelado por el tirano Alejandro Fereo, al mismo
tiempo que lo había sido Ismenias.
Epaminondas libró de la prisión a Pelópidas, cuando persiguió con la guerra a
Alejandro. Tras este hecho, nunca se reconcilió con aquel, que lo tenía
ofendido por haberlo metido en prisión.
Por eso, persuadió a los tebanos que marcharan en socorro
de Tesalia y expulsaran a los tiranos.
Como se le hubiera dado el mando
de esta guerra y marchara a Tesalia
con el ejército, no dudó en
ponerse en combate, en el momento que vio al enemigo. En esta batalla, cuando reconoció a
Alejandro, enardecido por la cólera metió las espuelas al caballo contra éste
y, habiéndose alejado de los suyos,
cayó muerto atravesado por la multitud
de dardos que le lanzaron. Y esto aconteció cuando era favorable la victoria.
Pues ya las tropas de los tiranos iban de vencidas. Tras este hecho, todas las ciudades de
Tesalia donaron coronas de oro y estatuas de bronce al muerto Pelópidas y
entregaron muchos campos a sus hijos.
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