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domingo, 19 de enero de 2025

EN LA SEMANA DEL JAÉN EL LIBRO RUTAS DELNORTE

 RUTAS DEL NORTE DE ALCALÁ LA REAL 







Siempre, desde la antigüedad los libros de itinerarios o de viajes han despertado un gran interés. Recordamos sus maestros como Heródoto en Grecia, o, más recientes como Irving.  Abundan los escritores y viajeros que comentaron su paso la comarca abacial de Alcalá la Real. Pero, la mayoría se han quedado por el entorno del camino real que se adentra por tierras las atalayas musulmanas a través del valle del río San Juan y del Guadalcotón. Sin embargo, otros territorios no han sido fruto de memorias de viajes por apartarse de la ruta natural, este es el caso de la edición del libro “Rutas del Norte de Alcalá la Real” y el objetivo de los autores, Francisco Martín, José Antonio Nieto, y Francisco García para publicar una serie de rutas, que reciben el nombre de eco costumbristas dentro de la colección Conoce tu entorno. Pues la parte norte de la silueta del término municipal de Alcalá la Real corresponde a los flancos que colindan con los municipios vecinos de Castillo de Locubín, Valdepeñas de Jaén y Frailes y abarcan los tramos fronterizos que van del pico Jabonera, en la Sierra de San Pedro, a Puerto Blanco. Se remonta su delimitación definitiva de los términos municipales de 1870, con motivo del levantamiento del Mapa Topográfico Nacional. Debió ser una labor ardua a diferencia de lo que ocurre en otros flancos del término donde los caminos, caso del de los Playeros, con el término de Almedinilla; servían como elementos de deslinde, en este caso, dado que se trata de la parte más accidentada y agreste del borde municipal, no existían caminos que apoyaran dicho menester, según comenta Calmaestra.

Los autores encuadran la publicación con datos históricos de la delimitación de términos comentada anteriormente y la apoyan con la realizada en 1568 por el corregidor Gómez de Mexía y la definitiva de 1835 y 1836 para separación de Castillo de Locubín y Frailes del municipio alcalaíno. 

A través de once capítulos, se recorren varias rutas cercanas al límite del término municipal, y, partiendo de puntos de origen de las aldeas más cercanas, los lectores pueden recorrer este itinerario que presenta un desafío para contemplar una zona montañosa y de excelentes miradores desde los aledaños de la Sierra San Pedro, Camuña, Marroquín, Martina y Puerto Blanco hasta Sierra Nevada.

Las primeras rutas sobre la Acamuña ya definen la estructura del resto de los capítulos. Se abre con los mapas y perfiles de la ruta para servir de fuente documental de los futuros senderistas y se acompaña con aparato técnico de distancias y dificultades de la ruta. Para vivenciar estos documentos se recoge, en forma de diario del rutero, el recorrido realizado por la Asociación vecinal Huerta de Capuchinos y acompañado de sus guías que ilustran de aspectos generales y específicos de la zona a recorrer. Con una prosa fluida y sin oropeles, se descubre a través del itinerario en medio de un  paisaje de  cerezos y olivos de la loma, el mirador de la atalaya de la Sierra o de la Nava, la historia del poblamiento y asentamiento rurales como el núcleo rural de Puertollano pasando por la rica fuente de la Acamuña y varios cortijos desamortizados  que pertenecían a las monjas trinitarias No pasan desapercibidos el patrimonio cultural de estas zonas aldeanas con su encantador lavadero y una magnífica fuente de agua sin caudal por la sequía; una hornacina recoge una cruz trasladada desde las laderas en la que se celebraba la fiesta por los días de Mayo en honor a la invención de la Cruz. El recorrido permite recrearse, por los senderos de la ladera en la Cruz de Marrón, que, según investigación de José Conde, se levantó con motivo de las fuertes tormentas que acontecían en la Camuña y se ha venerado hasta muy recientemente., las cuevas y trincheras de la guerra civil y el famoso cortijo de Marrón, lugar que tuvo el primer molino del aceite según se manifiesta en el Catastro de la Ensenada, o el de las Ventanas. Se completa el itinerario con una serie de anexos documentales sobre aspectos geológicos, botánicos, históricos, legendarios, costumbristas del Cerro de la Acamuña. E, incluso, permite dar a conocer descubrimientos como las últimas lápidas latinas del cortijo mencionado en medio de un profundo estudio de la inscripción. Y, en esta línea de conocimiento patrimonial se reivindican aspectos medioambientales y de testigos de frontera como los restos de que una atalaya durante varios siglos se mantuvo en la frontera entre los reinos de Granada y Castilla. La singularidad de la Acamuña se revive con un capítulo de la Guerra Civil cuando desde la torre de la Nava hubo un destacamento de marineros, carabineros, milicianos con varias ametralladoras y cañones el día 13 y 24 de diciembre hizo frente a las tropas granadinas que llegaron a ocupar la Camuña produciéndose algunas deserciones. Gracias a los refuerzos el comandante Salafranca fueron recuperados y se produjeron muchas bajas. 


Este esquema compositivo se repite en los capítulos siguientes, de los que destacan algunos aspectos. En el tercero de la Jurada, la cruz y la aldea de Puertollano permite descubrir, en sus anexos el mundo de la repoblación y los primeros repartimientos de tierras ocupando puntos estratégicos como eran puertos y ventas de paso junto al camino real. 

La cuarta ruta de la Hoya de Charilla ofrece un elevado y privilegiado mirador de toda la comarca de la Sierra Sur, desde donde se divisan las tierras que se extienden desde la Nava y la Acamuña hasta los Tajos de Charilla, desde la Martina hasta los Pedregales. Se adentra por los cortijos de los primeros colonos en tierras castilleras, donde sus paredes recuerdan gestas de monfíes, bandoleros, gente de la Sierra o maquis de la posguerra. Cuatro rutas se dedican a la aldea de Charilla , donde se recorren sus tierras labradas y roturadas en los parajes agrestes de la Dehesa o de los aledaños de los tajos; las tierras de olivos  de la Celada o de los parajes asilvestrados de las Entretorres; los prados del pastor en las majadas de Rompezapatos, la Lastra, Balazos, Portillo de Alcalá o el Zurreadero; los ensueños y encartaciones plasmados en las leyendas y cuentos de fantasmas y bandoleros de sus sierras, su María Solís, la bella durmiente charillera de uno de los cortijos diseminados. Se podría formar una ruta turística de las leyendas imaginadas, de relatos compartidos y de vivencias bucólicas al amparo de viejas alquerías. Completan este libro de viajes, las rutas linderas por las tierras de Frailes, como las del Nogueruelas, cerro del Moro y el Romeral y un capítulo especial dedicado al Castillo de Locubín. 





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