Hemos estudiado en artículos anteriores la importancia de la Venta de la Rábita dentro del desarrollo económico y social del municipio alcalaíno desde tiempos musulmanes e, incluso, de épocas de frontera. Además de su espacio militar y religioso, hay que destacar su importancia comercial que radicaba principlamente en el trasiego de ventas de productos que se originaban y negociaban bajo sus paredes. En cuatro de septiembre de 1518, ante Bernabé Rodríguez, se encontraba una ecritura de inventario y donación de bienes del propietario de la venta Alonso Ortiz el Viejo, esposa de Mari Hernández, su segunda mujer, a su hijo Alonso Ortiz el mozo, que estaba ordenado de misa y debía recibir una especie de dote sacerdotal. Muy claramente se manifiesta que la venta era propiedad del primero y estaba rodeada de un cortijo valorada en 30.000 maravedíes y lindaba con eel camino real, una haza de 70 fanegas de tierra, lindras con tierras del alcaide Juan de Aranda y familia Hinojosa, y unas casas en el Arrabal Viejo , linderas con Carderaa y Luque, junto con unas cámaras valoradas en 35.000; a la tierra que le donaba añadió muchos enseres del hogar y vestidos y luego se transformó en cepellanía de la iglesia de Santa María la Mayor. Viene esto a cuento con un contrato de de compraventa de lanas, en un tiempo en el que todavía los mercaderes genoveses han copado el mercado de las lanas por la zona de la abadia alcalaína. Se producen varios contratos entre personas relacionadas con la actividad agroganadera y los hidalgos caballeros y hacendados rentistas que, en los primeros decenios del siglo XVI, realizaban los negocios laneros. Se constata la presencia de la familia de los Frías y Cabrera. En concreto por un documento ante Bernabé Rodríguez de 27 de noviembre de 1524, siendo testigos Francisco de Mazuelos, Francisco Ordóñez y Francisco González sabemos que se fraguó un contrato entre Cristóbal de Frías y Juan Pagador. El primero se declaraba como vecino alcalaíno, pero posteriormente conforme avanzaba el siglo llegó a ser regidor de Alcalá la Real, y su familia se entroncó en el mundo de los negocios y la Chancillería granadina dentro de la influencia de las élites locales. Por el contrario, el segundo , respondía a un nombre muy genérico y de apellido un cargo de pagador, lo mismo que aparece otro contador de esta ciudad cordobesa como vecino y posteriormente escribano. No es extraña la influencia de estos cargos relacionados con la administración de las élites, muchos de ellos procedente de la etnia judeoconversa, afincada en Baena, al amparo del conde de Cabra. El primero se comprometía a la conocida venta adelantada, una práctica muy introducida los mercaderes genoveses en detrimento de los mercaderes castellanos, por la que se comprometía a entregar a Pagador toda la lana de ovejas y aninos de su cabaña para el año 1525. Por su parte, el segundo se obligaba a pagar a 300 maravedíes la arroba de lana.
Las condiciones eran las típicas de estos contratos: para el vendedor, la lana se entregaría esquilmada, en corral barrido y no regado y a uso de laneros; por el comprador pagaría 26 ducados, que alcanzaría los 9650 maravedíes en el momento de hacer el contrato y el resto al entregársele la lana en mayo del año siguiente 1525.
Lo curioso de la transacción radicaba en el punto de entrega. lo debía llevar a cabo en la venta de la Rábita de Alonso Ortiz, lo que manifiesta este aspecto tan frecuente de las ventas alcalaínas con respecto a las actividades comerciales de vino , cereales y , en este caso, de la lana, tanto en esta como las de la Fuente Granada y Acequia. En el caso de la Rábita, hay que relacionarlo con este tipo de transacciones comerciales de la lana Máximo Diago Hernando en el Anuario de Estudios Medievales (AEM)
38/2, julio-diciembre de 2008
pp. 639-671 en su artículo EL PROBLEMA DEL APROVISIONAMIENTO DE LANAS
PARA LA MANUFACTURA PAÑERA CASTELLANA
A FINES DE LA EDAD MEDIA
del Instituto de Historia, CSIC. Madrid realiza este análisis ", Por el contrario, fuera
de Cuenca, tenemos constancia de que la mayor parte de las operaciones de
compra adelantada de lanas, concertadas preferentemente con pequeños y
medianos propietarios, fueron realizadas por mercaderes locales que rara vez
participaban directamente en negocios de exportación, sino que habitualmente
revendían a mercaderes exportadores, cuando se trataba de lanas finas de
ganado trashumante, o a fabricantes pañeros del reino, cuando se trataba de
lanas churras. Sólo en el caso de la serranía cordobesa encontramos durante
el reinado de los Reyes Católicos un panorama relativamente parecido al de
Cuenca, pues también allí los mercaderes italianos fueron denunciados por los
fabricantes pañeros locales por acaparar la mayor parte de la producción de
lanas de los ganaderos estantes cordobeses mediante contratos de compra
adelantada, dejándoles a ellos desabastecidos. Pero, junto a los italianos,
también desplegaron una intensa actividad en esta comarca, recurriendo a los
mismos procedimientos de contratación, los mercaderes burgaleses, que, no
obstante, fueron perdiendo protagonismo conforme avanzó el siglo XVI
. En una primera aproximación que sólo tuviese en cuenta situaciones como las denunciadas por los pañeros conquenses y cordobeses, podría justificarse la atribución de la principal responsabilidad en el desvío del grueso de la producción de lana de primera calidad del reino de Castilla hacia los mercados exteriores a la mayor capacidad financiera de los mercaderes extranjeros, en particular italianos, que les permitiría invertir importantes cantidades de dinero en la compra adelantada de lanas, que no tendrían a su disposición la mayoría de los hombres de negocios castellanos, en particular los interesados por la manufactura pañera.
. En una primera aproximación que sólo tuviese en cuenta situaciones como las denunciadas por los pañeros conquenses y cordobeses, podría justificarse la atribución de la principal responsabilidad en el desvío del grueso de la producción de lana de primera calidad del reino de Castilla hacia los mercados exteriores a la mayor capacidad financiera de los mercaderes extranjeros, en particular italianos, que les permitiría invertir importantes cantidades de dinero en la compra adelantada de lanas, que no tendrían a su disposición la mayoría de los hombres de negocios castellanos, en particular los interesados por la manufactura pañera.
Y nos aclara para futuras aportaciones de los vendedores alcalaínos : Pero un análisis más pormenorizado de la documentación conservada para el conjunto del reino demuestra
sobradamente que el grueso de las operaciones de compras adelantadas de
lanas fueron realizadas por castellanos, y no precisamente por los mercaderes
con mayor volumen de negocio y contactos en los mercados internacionales,
sino de forma preferente por tratantes que operaban en ámbitos geográficos
restringidos y rara vez participaban directamente en empresas de exportación.
La figura del intermediario que compraba lanas para revenderlas a
otros mercaderes, o a fabricantes pañeros del reino, resulta bien conocida para
cuantos se hayan interesado por el análisis del comercio lanero castellano
entre los siglos XV y XVIII. Y, aunque fue mal vista por muchos, que
trataron de convencer a las instituciones de gobierno central de la monarquía
de la necesidad de prohibir por ley que hubiese personas dedicadas a la
actividad de la reventa, lo cierto es que nunca se logró desplazar a estos
profesionales de la posición central que lograron reservarse en el complejo
entramado que canalizaba la circulación de la lana en el interior del reino de
Castilla durante el período preindustrial. Y aportaremos datos sobre El problema que estaba denunciando Pedro de Burgos no era, por
tanto, que las compras adelantadas de lanas estuviesen privando a los
fabricantes pañeros castellanos de la materia prima que necesitaban para sus
manufacturas, sino que las mismas, por ser realizadas mayoritariamente por
regatones que tendían a acaparar la producción para luego proceder a revender
desde una posición casi monopolística, provocaban un encarecimiento
artificial de dicha materia prima. Y pensaba, por ello, este individuo que
disponiendo por ley que sólo pudiesen comprar lanas por adelantado los que
las fuesen a destinar a la fabricación de paños por su propia cuenta, se
realizaría una contribución decisiva al abaratamiento de la materia prima
utilizada por la manufactura castellana, y por consiguiente al desarrollo de
esta actividad fundamental por su capacidad para proporcionar un medio de
vida a gran número de personas. No tenía en cuenta, sin embargo, que los
regatones proliferaban y prosperaban porque era capaces de atender las
necesidades de financiación tanto de los campesinos propietarios de pequeños
rebaños de ganado, a los que efectuaban adelantos de dinero con cargo al
valor de las lanas del siguiente esquileo, como de los fabricantes pañeros, a
los que concedían aplazamientos de pago por varios meses del valor de las
lanas que les vendían. Por supuesto también se dieron casos en que fabricantes
pañeros se concertaron directamente con señores de ganados para comprarles
sus lanas. Pero no abundaron, precisamente porque en la mayor parte de los
casos tanto unos como otros tenían necesidades de financiación, y debían
recurrir a terceros que pudiesen darles satisfacción.
DATOS SOBRE EL COMERCIO DE LA LANA
-En 11 de diciembre de 1524, en la Plaza Pública de Alcalá la Real, se firmó el contrato de 50 arrobas de lana blanca y prieta de oveja y aninos para mayo de 1525, estando presentes como testigos Rodrigo Alonso Primo, Martóin Fernández y Francisco Espinosa, entre el vendedor Diego García de Santisteban a Alonso Contador, el comprador, los dos vecinos de Alcalá la Real. Ofrece novedades, a uso de laneros y mercaderes a 298 maravedís la arroba, por un total de 14.900 con precio anticipidado de siete mil maravedíes.
DATOS SOBRE EL COMERCIO DE LA LANA
-En 11 de diciembre de 1524, en la Plaza Pública de Alcalá la Real, se firmó el contrato de 50 arrobas de lana blanca y prieta de oveja y aninos para mayo de 1525, estando presentes como testigos Rodrigo Alonso Primo, Martóin Fernández y Francisco Espinosa, entre el vendedor Diego García de Santisteban a Alonso Contador, el comprador, los dos vecinos de Alcalá la Real. Ofrece novedades, a uso de laneros y mercaderes a 298 maravedís la arroba, por un total de 14.900 con precio anticipidado de siete mil maravedíes.
....En 18 de diciembre 1570, ante Alonso Ordóñez traspasaba la venta Alonso Ramos a Cristóbal Navarro y lo hacía en las mismas condiciones qque lo había hecho con el propietario el vicario don Francisco de Gamboa en kla cantidad de 10.000 maravedíes, en los que se incluían venta y tierras de derredor( Legajo 4602, folio 141).
OTRO DATO
1615.Su ventero era Cristóbal de Ribas (4713,224)
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