A veces, las denominaciones de las palabras ofrecen cierta dificultad para reconocer parajes que cambiaron su nombre a lo largo de la historia. Este el caso de la palabra Guéscar, que dio lugar a Huéscar y siempre se relacionó con tierras granadinas. Nadie duda de la relevancia histórica de esta ciudad en tiempos anteriores sobre el comercio de la lana, donde acudían los mercaderes italianos antes de exportarla a paises extrajeros para lavar todos los cargamentos que habían negociado en otras tierras de los pueblos andaluces. Lo que nadie se esperaba consistía en que las tierras linderas de la Sierra Sur se denominaran como la población norteña de alcalaína. Por eso no nos extraña que el célebre romance fronterizo de Caballeros de Alcalá, peones de Colomera, se celebrara por este paraje y fuera citado con este nombre de Huéscar, el que abunda en muchos documentos del siglo XVI a la hora de establecer contratos de tierras, hazas, molinos y huertas entre vecinos. Era frecuente que incluso este término se rectificara por los filólogos y los convirtieran con el parecido de la provincia onubense. Así interpretaban esta estrofa: Caballeros de Moclín, /peones de Colomera, /entrado había en acuerdo, en su aconsejada negra, /a los campos de Alcalá/donde irían a hacer presa. /Allá la van a hacer, /a esos molinos de Huelva. Y nadie se explicaban cómo podía resolver la distancia estos caballeros de otros tiempos medievales.
Recientemente
se ha revitalizado esta zona, pues un nuevo sendero invita a acudir a la fuente
de Huéscar y a este entorno molinero, que se extiende desde la Ribera Baja al
cerro de la Jineta. Desde la ciudad de la Mota, se accede a esta zona por la
calle Utrillla, un antiguo camino que se conocía por
este topónimo arabista. Por el paraje natural de los Llanos, seguía este camino
de los molinos de Huéscar, y conducía a los arrieros con una reata de mulos,
asnos y acémilas que transportaban el trigo hacia los molinos del río de las
Riberas y lo devolvían hecho harina por el mismo itinerario. Pasaba por la
parte alta de la Fuente Rey, cerca de la Fuensomera, (actual urbanización de
segunda vivienda de la Fuente Rey), y la cueva argárica y manantial, siguiendo
por el haza de las viñas, Humilladero, calles de la Escuela, Nuestra Abuela Santa
Ana y por la calle del Arroyillo, se baja en la actualidad hacia
el cortijo de la Cuesta. Se otea el polígono de los Llanos de Mazuelos (las
industrias son realidad), tierras del Salograr, y el lugar histórico de la
escaramuza de la Cabeza del Molino y Cerro Colorado. Pues esta tuvo
lugar el 5 de marzo de 1938, donde, tras
el primer avance de aviación, se llevó el ataque de tropas de Queipo, a las trincheras
y puesto de vigilancia republicanos de la Cabeza Molino y Cerro Colorado, junto
con su reacción de fallido contrataque, y ocupación de la cota por las tropas
de Franco
Para llegar a Huéscar, se avanza por una cuesta y
vaguada de las faldas y laderas de estos cerros dejando, a la parte izquierda, las
tierras de Villarreal y, en la parte trasera, la Media Naranja hasta alcanzar
la Ribera Baja, por el molino de Abajo y las antiguas tierras de Huéscar que
recuerdan a esta zona molinera. Si se desciende por la carretera se llega a la
fuente, donde el romance aparece sobre una lápida y se conserva parte de fuente
y lavadero. Si se toma la ruta del camino junto al río Frailes, Velillos y
Huéscar o Riberas, tras pasar un puente, se sube a las Casas Nuevas, y, al
bajar, se llega a La Tahona, en medio de una tierra de concesiones del rey a
los conquistadores Cabrera, Aranda, Palomino, Cerrato y Ramos. En la Tahona, suele
recibir muy amablemente Paco Madrigal, y puede satisfacer con venta de dulces y
pan artesanales. A su derredor molinero, los restos del caz, el cubo y los
arcos de salida, recuerdan que aquella tierra era de canciones de molineros como. Que vengo de moler, moler, /de los molinos de enfrente,
y hablo con la molinera, /y su marido lo consiente. O
los de las riberas junto al cortijo Cerrato. Que vengo de moler, moler/ de
los molinos de abajo, /y hablo con la molinera, no me cobra los trabajos. O
los de la zona de Frailes y los del Cubo, Cabrera y cortijo de la Encarnación. Que
vengo de moler, moler, de los molinos
de arriba, /y hablo con la molinera, y no me cobra las maquilas.
Pero, sobre todo, en estas
tierras resuenan los versos del romance antes comentado, por ser un lugar muy
propicio a venganza entre vecinos. No nos extraña que se cantara: Derrocaban los molinos,
/derramaban la cibera, /prendían lo molineros, /cuantos hay en la ribera. /Ahí les hablara un viejo/que
era discreto en la guerra.
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