LOS EDIFICIOS ANEXOS DE LA IGLESIA DE CHARILLA
Guardia Castellano, en sus Notas de la Historia de Alcalá la Real recoge
esta iglesia: La ermita de San Miguel Arcángel,
de la aldea de Charilla, fue construida e n el año 1590, en tiempos del señor
abad don Maximiliano de Austria, el cual concedió su licencia a pedimentos de
varios fieles vecinos de esta ciudad, el 21 de diciembre de dicho año. Esta
iglesia se remonta al siglo XVI, donde la familia de los Cabrera levantó una
ermita en honor de San Miguel. Respondía a un impulso de los hidalgos de
aquella zona, que comenzaba a repoblarse con nuevos cortijos y la roturación de
sus campos, para que tuvieran la asistencia religiosa los días festivos con la celebración
de la Santa Misa. A lo largo del siglo XVII y XVIII, el cabildo alcalaíno permitió
cierta migración de los vecinos de Alcalá a las zonas rurales, y aquella
iglesia fue simplemente un edificio rural en torno a este cortijo hidalgo. Con
el paso del tiempo se formó un núcleo rural en torno al camino real, donde se
permitió la edificación de albergues, casas y chozones. Al mismo tiempo, nuevas
festividades fueron naciendo al amparo de aquella ermita, en concreto la de San
Amador y la de Nuestra Señora del Rosario.
Era muy difícil cubrir la asistencia
religiosa en estos lugares, y el traslado de capellanes a estos lugares y
aldeas. Por otro lado, con frecuencia, la abadía solía nombrar unos capellanes
que ejercían desde las labores puramente religiosas hasta las económicas y de
economía abacial, cuales eran la recogida de las tercias, minucias y diezmos.
Muchos de ellos se les denominaban sobresalientes y fieles del diezmo, con esta
faceta nueva a su cargo.En algunas aldeas, como es el caso de
Charilla, se levantó alguna vivienda y la sacristía junto a la ermita para
cubrir estas nuevas funciones de los capellanes, En la sacristía solían guardarse
los ornamentos sagrados y los documentos y libros de cofradías y movimientos
económicos y, en la vivienda, comenzó a residir el capellán. Pero,
anteriormente, en 1751, se asiste a la presencia de un santero de la ermita de
San Miguel, de nombre Manuel Serrano, de oficio pujarero y vecino 1755, viudo
de 67 años. En su declaración se cita que poseía una casa propia en el dicho sitio con portal, cocina en bajo y cámaras
en jerga con su corral, con corral, dos olivos y siete parras, de doce varas de
frente por cuatro de fondo, que, si se arrendara, podría ganar cinco ducados,
confronta por la parte de arriba con casas de Juan Gallego y, por la de abajo
tierra realenga”. A partir de mediados del siglo XVIII, por otro
lado, la aldea de Charilla fue creciendo cada vez más en población alcanzando
la cifra de más de mil personas a mediados del siglo XX. Para la administración
de la aldea se nombraron ministros de justicia, pero este cargo a veces fue
suplido en los años anteriores con el capellán, que ejercía desde cura hasta
otros menesteres como los testamentarios y defensor y vehiculador de los
intereses de sus parroquianos. En este contexto, se comprende que se
edificaron, la vivienda del sacristán y del capellán, para evitar el traslado
desde la ciudad de la Mota hasta la aldea de Charilla. La casa del sacristán,
incluso, fue anterior a la del párroco y recibía en su recompensa de los frutos
del huerto adjunto a la ermita además de algunas obvenciones. Estas viviendas estaban adosadas a la iglesia
aldeana, y respondían a la tipología de las viviendas rurales de la abadía alcalaína,
de muy poca fachada y fondo, con un pequeño patio, en este caso incrementado por
un huerto. Los muros constructivos eran de mampuesto, enyesados y encalados
de blanca cal, en algunas fachadas se reutiliza el muro de la propia iglesia,
al que se le recubre de yeso y se encala, y con alguna ventana enrejada, y
cubrición de tejados de teja árabe. Un
cuarto primero, cocina, y varios cuartos segundos fueron las piezas más
importantes
Por la correspondencia, primero, con el
Gobierno de la Abadía y, posteriormente, con el Obispado de Jaén, a lo largo
del siglo XIX, hay constancia de la casa del sacristán y de la Casa Rectoral,
que ocupaban el lugar que se propone edificar. Se encontraban ligadas con la
sacristía de modo que, incluso, podía pasarse de un lado a otro, como ocurrió
con un robo del año 1882.
Ya, Madoz en su Diccionario geográfico- histórico se refirió a la ermita de
Charilla, en los siguientes términos:” tiene una ermita (San Miguel) que nada
ofrece de notable, servida por un
capellán”. Y refiriéndose a las viviendas rurales, manifiesta que son de unas
de las 184, una
de un piso, dos de tres, y el resto de dos”. Dentro de este tipo hemos descrito la vivienda de la casa rectoral y del
sacristán, como de dos plantas, con muro de mampostería; primera planta con
cuarto, portal y cocina, y en la segunda cuartos segundos. Todo cubierto con
teja árabe, y un pequeño alero.
En 1861, ante las peticiones de los
vecinos de Charilla, con el fin de convertir esta iglesia y partido de campo en
una parroquia, que administrara el bautismo, se abriera un cementerio y hubiera
mayor asistencia eclesiástica, aludiendo el abandono de sus feligreses, la
distancia de algunos lugares muy montuosos a la parroquia de Santa María la
Mayor y el carácter heterogéneo ye incomodidad que le proporcionaba a otros
parroquianos, se le respondió rebatiendo todos sus puntos. Y aclaró el entorno
de la ermita y sus viviendas:“en
los años 1815, se le permitió se reservase
en ,a iglesia de Charilla el Santísimo Sacramento con el fin de que se le administrase a los enfermos del pueblo y de todo su
partido de campo, instituyéndose una
cofradía aunque sin superior
aprobación, está obligada a sostener la
lámpara permanente, renuevo, farol del óleo
y demás culto que los fieles que contribuían con sus limosnas Por cuya
razón, para administrar el Viático y el
Santo óleo , se nombró un capellán con residencia fija, tal cual hoy permanece,
dándole para su morada la casa contigua a la iglesia, en que siempre
había subsistido el sacristán”. Años, más tarde, llegó a tener hasta dos
sacristanes con lo que conllevaba de preparación eclesiástica.
Trata sobre la ampliación de la
iglesia en los años treinta del siglo XIX, “después, en el año 1828 se hizo pila bautismal, y se construyeron en la misma dos
capillas, la una para el bautismo y la otra para el altar de ánimas.
Erigiéndose a seguida el Camposanto, que, por los años de 1831, y en 4 de
diciembre, se mandó bendecir a consecuencia de las muchas y grandes
enfermedades que ocurrieron en aquel distrito rural,
En cuanto a la casa del sacristía, está muy bien
definida su situación de aquel tiempo “ se presenta otro obstáculo cual es la
residencia y dotación del sacristán, porque si este hasta hoy solo ha sido obligado a ayudar a
misa, tener aseada la iglesia y acompañar al capellán cuando le ha sido posible
en la administración de sacramentos en el pueblo, sin otra remuneración que el usufructo del pedazo de huerto y una
casa para su morada, que está inhabitada
por una ruinosa situación y una corta gratificación de las hermandades del Santísimo , Rosario y Ánimas le tienen concedido a por su trabajo de cuidar de
sus respectivos altares y asistencia de culto, sin poderse encargar del toque
de campanas ni del cuido de la lámpara del santísimo , que corre a cargo del capellán,
a causa de residir fuera del término de la iglesia, es bien claro que habrá de
aumentarse el sueldo y habría de constituirse el sacristán de manera que desaparezcan todos estos
inconvenientes”. (Carta 11 de julio 1861).
Se acercan las fiestas de la Virgen del Rosario y han comenzado las obras de sus anexos, estos datos muestran su entorno de la ermita.
Paco buenas, leyendo esta entrada me ha sorprendido gratamente la siguiente parte que le suscribo "Al mismo tiempo, nuevas festividades fueron naciendo al amparo de aquella ermita, en concreto la de San Amador y la de Nuestra Señora del Rosario." Como marteño y devoto e investigador sobre la figura de San Amador, ¿qué me puede aportar sobre la presencia de San Amador por esta zona? Un saludo enorme y muchas gracias por su atención.
ResponderEliminarAtentamente Antonio Camacho