Hay palabras que, con frecuencia, empleamos dentro de
la normalidad lingüística con una acepción semiótica, que a veces no responde a
una ubicación o significado real. Este el l caso de la palabra altozano, entre
la variante extendida de una monte elevado en medio de un llano, y un
significado que me ha hecho descubrir un entorno patrimonial de la Mota.
Me resultaba una incógnita el lugar del
Altozano, cuando, hace unos años, escribía sobre la llegada de Eufrasio López
de Rojas, maestro mayor de obras que compartió con Juan de Aranda Salazar
muchas de la diócesis de Jaén, y en Alcalá la Real, entre otras la
iglesia del Rosario. En concreto, vino a trabajar en el Pozo del Altozano, el
llamado hoy día de la Conquista de la Ciudad Oculta. Me resultaba paradójico
que se situara este pozo en al altozano y la elevación del cerro de la
Mota se encontraba algo superior por encima de donde su suponía el lugar. Siguiendo
su definición en DRAE, respondía a la versión española “De antuzano, alterado
por etimología popular por alto. Y esta es su función Cerro o monte de poca altura en terreno llano”.
Se apartaba de las versiones americanas
en Colombia., Honduras., Nicaragua., Panamá. República. Dominicana y Venezuela,
que hacían referencia a “Atrio de una iglesia”, muy
alejada del sitio que comentamos.
Pero, profundizando en su etimología en otros
registros. Alcover refiriéndose a otras acepciones como la valenciana que lo relacionaba con tozal y se relacionaba con una
zona de monte bajo, en torno con zonas de cavernas En un documento
de 1520, ante el escribano Bernabé Rodríguez, se entablaba un contrato entre
Francisca Muñoz, mujer de Alonso Sánchez del Pozo, ya difunto, y el
mercader Juan Garrido por la venta de unas cámaras en la cantidad de dos mil
doscientos veinticinco maravedíes, Es interesante recoger su ubicación por
aclararnos su entorno que se apartaba de esta posición elevada: unas cámaras que yo tengo en el Albaicín,
con linderos cercanos por una parte con cámaras de Juan
Garrido, y por otra parte, con la calle Real”, con
lo que definía claramente que se encontraba en la parte de la ladera del Cerro
sin ser la cresta, antes de la entrada de la alcazaba.
Por otra parte, al escribir el
escribano el documento ratificaba la ubicación en las faldas pues se
levantaron estas escrituras “otorgadas en la ciudad de Alcalá la Real,
en el Altozano de la dicha ciudad, a diez e seis días del mes de julio del año
del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil e quinientos e diez y nueve”.
La palabra Albaicín se mantuvo y lo
mismo lo hizo el Altozano, colocado encima, porque pervive el término
hasta el siglo XVII, referido al pozo del Altozano, al que acudió el maestro de
obras López de Rojas. En su derredor, se construyeron las Casas de las Mujeres
del Mundo o Mancebía, el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, viviendas y
tiendas de artesanos, entre ellas las de la herrería de los Muñoz, el Alhorí
y las Casas de las Rentas Decimales o de las Lanzas, las cuevas y
pervivieron la Barbacana, y las mansiones de algunos caballeros hasta que
sufrieron el derrumbe del 1581.
Pasaron los tiempos, quedó abandonado aquel recinto
convertido en un huerto que pervivió entre almendrales y olivos, cuevas
convertidas en gallineros, e, incluso un bar de verano. Un recinto que recogía
las dos acepciones, porque desde su elevada altura, se posaba ante la vista una
ciudad del llano; por otro lado, desde el altozano, el almendral había
sustituido al antiguo tozal, un término
que hemos aplicado en analogía con otras palabras derivadas de árboles o
plantas y la terminación -al, en nuestra zona existían el Quejigal, el
Endrinal, o el Encinal. Es decir esta nueva acepción que hemos recuperado para
altozano, tozal, lugar, donde crecen los
tozos o tozas (tozos), es decir, árboles y las matas precursoras de árboles en
terrenos llanos y despejados, o también en lugares elevados. Como es lógico,
eran sitios buenos para permitir a quien está oculto en ellos observar los
alrededores si ser observado a su vez. Un lugar
estratégico como era y este este Altozano, para contemplar no sólo una
ciudad en el tiempo y en su desarrollo
a largo plazo, con sus conquistas, y sus progresos, y sus periodos de declive y de renacimiento, pues,
si nos quedamos con las escasas matas que han quedado tras las excavaciones
suelen nublar la vista al contemplaras al corto plazo de pocos días. Pues,
desde la altura del Altozano puede
prolongar la vista hasta los nuevos
polígonos de la ciudad, y contemplar su
desarrollo, pero, como tozal, a lo más que puedo adentrarme en la Ciudad Oculta
de los pasadizos descubiertos recientemente.
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