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EN ALCALÁ LA REAL INFORMACIÓN, CAMINOS, SENDAS Y RUTAS.
CAMINOS,
RUTAS Y SENDAS. El
mundo vial ofrece un enfoque especial, que trasciende de los fundamentos
físicos para adentrarse en la órbita del espíritu humano. No es de extrañar que su campo léxico abunden
una serie de términos que se relacionan desde su longitud hasta los diversos
aspectos de su recorrido pasando por la modalidad o vivencia humana a la hora
de emprenderlo. El camino es la palabra más generalizada, a la hora de marcar
un trayecto por recorrer con un vehículo o por la persona humana con otro medio
de transporte animal o de circulación. Es la base de todas las palabras para su
definición o para fundamento de establecer el trayecto, en este caso la ruta.
En los últimos tiempos se ha puesto de moda esta nueva
modalidad de interpretar el camino. Y abundan por el territorio nacional,
regional, provisional o comarcal muchas rutas, unas en forma de camino y otras
como itinerarios para emprender una actividad física, cultural, religiosa o,
simplemente, lúdica. De sabido es el dicho “con pan y vino, se hace el camino”,
y los españoles recorrieron con este lema muchos itinerarios militares,
comerciales o administrativos en un sentido amplio. Lo hicieron militares con
las tropas nacionales; los arrieros trasladando los productos básicos de la
alimentación, y la Corte cuando se reubicaba de una ciudad a otra y todo su
séquito y súbitos acudían para
solucionar sus problemas a las capitales cortesanas. Ni qué decir de los
peregrinos y romeros que acudían a santuarios, lugares de devoción y templos señalados por la espiritualidad.
Este es el caso de las diversas variantes del camino de Santiago en la modalidad
francesa, primitiva, del Norte, portuguesa o inglesa. En nuestra comarca, el
camino mozárabe recorre la tierra sur desde Acequia hasta Alcaudete,
testificando la presencia de Santiago por nuestras tierras; un camino que no
tiene que envidiar a otros parajes para reconocer la dificultad del andar por
cuestas y llanos, barrancales y riberas
de arroyos como el Palancares, para disfrutar de la belleza de un suelo patrimonial
jalonado por aldeas (Ermita Nueva y Venta del Carrizal) , núcleos
rurales (Puertollano y Fuente y pueblos ( la ciudad de la mota y la villa de
Alcaudete) entre castillos, atalayas, bosque mediterráneo, paisaje de olivar,
llanuras de cereal y esparragales, algún que otro viñedo, y montes de la
Subbética ( Camello, Acamuña, Ahilllo,
Orbe…).
No
es esta la única ruta que transcurre por la Sierra Sur, sino que recientemente
se han multiplicado las ofertas atendiendo a múltiples motivaciones y razones.
Si nos ceñimos a momentos históricos, enlazamos con una de ámbito europeo, la
Carolina o de Carlos I, rey de España y V de Alemania, que rememora
un 28 de mayo cuando el emperador pasó por nuestras tierras en su viaje de
bodas desde Sevilla a Granada con su esposa Isabel de Portugal. Rememorando el
pasado musulmán, abundan las rutas de Al Ándalus (este acierto de Jerónimo Paez
que pretende emular las rutas santiaguinas) que desde distintos lugares de
origen andaluz pasaban por nuestra tierra:
la del Califato, desde Córdoba a Granada, la Nazarita, desde tierras de
Arjona, lugar de nacimiento de Boabdil, a Granada; o la almohade desde Sierra
Morena a tierras de la Alhambra. Dentro de un aspecto romántico de este lugar
de frontera, no podemos pasar por alto la ruta de Wh
asington Irving que nos recrea un
mundo de leyendas, romances, escaramuzas, monfíes, alfaqueques y almenaras. Y
enlaza con la anterior la Ruta de Castillos y Batallas, que pretende el
conocimiento y el disfrute de una tierra que se ufana por ser privilegiada de
construcciones militares entre torres, torreones, castillos, alcazabas y
ciudades fortificadas como la de la Mota.
Si nos ceñimos a otros
aspectos, abundan las rutas y las posibilidades de abrir nuevos itinerarios.
como municipio del Olivar, puede atraer a muchos vecinos en el mar de olivos
que inunda las tierras de la antigua Tetis; si
se extiende como peregrino de la más antigua romería de España, la ruta
del pastor de Rivas, comprende una parte muy importante de su trayecto entre
Colomera, su tierra natal, y el cerro del Cabezo, donde se le apareció la
imagen; como ruta del Renacimiento, se hicieron intentos con la integración de
la abadía de Alcalá la Real por estar encuadrada dentro de la ruta de
Vandelvira.
Y,
si desbordamos la imaginación, podríamos explotar el de los playeros (los que
venían de la Costa a vender pescado a Alcalá), el de los ventiscos de la nieve
hasta los neveros de la Mota, el de las romerías intercomarcales del Cristo de
Moclín, de Chircales, o el de la Joya, y un sinfín de rutas saludables,
Zumaque, interaldeas, … Y ya nos adentraríamos en el campo vial de las sendas,
veredas, atochas, trochas, cañadas, coladas, cordeles, carriles, pistas, calles
de campo, carreteras, derrotas (como vereda de derrota se usaba para explicar
la ruptura de un camino), o calzadas. Pero esto es harina de otro costal. Abre
nuevas perspectivas y otros horizontes a los caminos, al convertirlos en más específicos
o con otros calificativos de dificultad y, a veces, hasta nos puede llevar al
barrancal o la pérdida de la ruta inicial. Podríamos caer en el aspecto
inmaterial.
Es
decir, los caminos siempre fueron estables y quedaron fijos. Pero, como canta Machado,
otra cosa es la polisemia a la que los sometemos; pues el caminante hace camino
al andar, lo pernicioso radica en desviarse y tomar una senda que no te permita
mirar atrás. Este es el ángulo en el que los hombres o las sociedades nos vemos
sometidos. De ahí estos versos de Garcilaso de la Vega: Pensando que el camino iba derecho, /vine a parar
en tanta desventura, /que imaginar no puedo, /aún con locura, /algo de que esté
un rato satisfecho/.
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