Archivo del blog

viernes, 19 de febrero de 2016

HOY, EN ALCALÁ INFORMACIÓN EN EL CENTENARIO DE CARLOS III

Se cumplen trescientos años del nacimiento del rey Carlos III. Fue exactamente  un 20 de enero de 1716. Ha llovido mucho y nevado en  algunos inviernos, y, en los dos últimos siglos, los tiempos de sequía se han multiplicado por eso de la contaminación atmosférica. Y, aunque se pasa  de la celebración de centenarios, lustros y miles de efemérides, como acontece con el centenario de la muerte del rey Fernando el Católico, el de Carlos III parece que no pasa desapercibido.  Ya el actual rey Felipe VI lo eligió, al menos en su pabellón pictórico familiar e institucional, con el deseo de rememorar su eficacia administrativa y su impacto en la vida de los vecinos, recibiendo popularmente el  conocido apodo de «el rey Alcalde de Madrid». Y en verdad que vienen a la mente cantidad de obras, urbanizaciones y edificios que se levantaron en tiempos de este rey a lo largo de  muchos rincones de capital de España. Por eso, de «todo con el pueblo, pero sin el pueblo», es decir el conocido despotismo ilustrado.      Es verdad que Madrid se constituyó en el centro de la red borbónica, o, más bien, ya desde los últimos  monarcas de la dinastía de los Austria  la corte era la corte, que se mimaba, se embellecía y disfrutaba de ser la ciudad privilegiada por ser la capital de los reinos de España.


Pero, en tiempos de este rey, su obra repercutió en muchos lugares, los más recónditos del territorio nacional. Raro es el pueblo que no conserve la huella de la política real de este reinado. Este es el caso de la  ciudad de Alcalá la Real.  Pues, por algún motivo de afecto especial del cabildo municipal, se conserva en su  pinacoteca municipal el  retrato de Carlos III. 
 Curiosamente, este cuadro  ocupa el rellano de uno de los muros laterales de la amplia escalera de acceso a la planta primera ( bueno segunda, según consideremos el vestíbulo y salas colaterales), un poco desangelado frente al cuadro de la Inmaculada Concepción, otrora patrona del cabildo municipal y que presidía  el salón de sesiones  a la hora de los juramentos de los cargos ( pues, mucho han cambiado los tiempos, del juramento religioso a la promesa más frecuente  a la Constitución del momento). 
 Ambos lienzos de  grandes dimensiones provienen del contrato de la mano del  pintor local Gabriel Ximénez; la del rey Carlos I, en la parte  baja aparece el apellido que lo identificaba e, incluso, a continuación se distingue una f( el fecit, me hizo , soy autor de la obra) y la fecha del  año ( en anagrama)  de 1762. Pero, como  costumbre y privilegio de la ciudad, la fecha no coincide con la leyenda de una estela que cuelga de la consola, y que alude al rey Fernando VI; y,  el rostro de  este cuadro no se parece ni en pintura ( valga la redundancia) a este rey sino que es un calco perfecto del joven Carlos III, como rey de de Nápoles ( por aquellos lares Carlos VII), distribuida por la  Academia de Bellas Artes para que sirviera de modelo a la hora de colocarlos en las casas consistoriales. 

 De ahí que el ayuntamiento de Alcalá la Real  respondió al compromiso de su historia y lo colgó en su salón de cabildo bajo el dosel carmesí, que tantos maravedíes y ducados costaba en sus cuentas anuales para celebrar las fiestas de proclamación de los reyes. Y, para que constara en óleo y como testimonio histórico, colocó una leyenda de su  estela horizontal, en la que escribía « se pintó por orden del Señor Don Juan Pérez de Vargas, corregidor  y justicia mayor de la ciudad de Alcalá la Real, lo que refrenda la metedura de pata de un restaurador posterior que le adosó nada menos a este cuadro   el nombre de Fernando VI en lugar del  rey Carlos III. Por cierto, Juan Pérez de Vargas fue el segundo corregidor del rey alcalde y coincide con la fecha.  Y, bien que se pasó de rosca, porque incluso le faltó un dígito de unidad que diera lugar a VII ( en parte,  puede  entenderse que, en tiempos de crisis y recortes, era comprensible que un mismo  cuadro  se mantuviera  y solo cambiara de nombre, conservando la  figura real,  y simplemente  colocando un número romano más en la  inscripción  de la estela). Y, en verdad que podían valerse de este artilugio, ya que muchos reyes  mantenían la fisonomía de la dinastía borbónica.



      

     Pero, por algún motivo especial debe conservarse este cuadro, ya que los de Isabel II, Amadeo e Saboya, Alfonso XII y XIII, y los presidentes de las dos repúblicas sufrieron el enconamiento o la destrucción de las fobias políticas de los gobiernos que les sucedieron. 

Es difícil comentar en pocas líneas la trascendencia de su reinado en el municipio. Pero,  durante su reinado,  la organización del territorio alcalaíno culminó una nueva distribución administrativa que desembocó totalmente en periodos posteriores. Pues, la villa del Castillo de Locubín y Frailes alcanzaron entidad suficiente, sobre todo, la primera para organizarse mediante sus Junta de Abastos, el Pósito y los Propios y  para avanzar en la independencia con  la ciudad de Alcalá la Real ;  las aldeas ya no dependieron del estamento eclesiástico y se organizaron  como entes administrados por el ayuntamiento alcalaíno nombrando por representante a los ministros de la justicia, que son los precedentes de los alcaldes pedáneos o los vocales de barrio, y se añadió el aumento del número de personeros y diputados del común; la  economía dio un gran impulso a la zona con la culminación del repartimiento de  los terrenos de realengo en la suma de diez mil fanegas y el nacimiento de muchos cortijos asentados en los partidos de campo; se hicieron intentos de nuevas industrias, la administración nacional estableció  delegaciones y expendedurías en la comarca, se racionalizaron las vías y caminos carreteros; y, muchos edificios engrandecieron el entorno de la ciudad como el Palacio Abacial, la iglesia de las Angustias, San Antón, el Pósito Nuevo, el Matadero, la racionalización del parque, las  carnicerías... que puede utilizarse como una ruta del Neoclásico




  
        

No es un centenario más, con  dígitos ficticios, sino obras que fueron realidad y porque muchos planes no llegaron  culminarse  al estar anclada la sociedad en los que abades ilustrados comentaban como la superstición de mucha gentes. Pues, si no, incluso la Sociedad de Amigos del País hubiera sido una realidad. Por eso, este año, se puede inaugurar la ruta de Carlos III.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario