Hay un tipo de fiestas que, a lo largo del siglo XVIII hasta principios del siglo XX, se mantendrán, son las referidas a todo el proceso del embarazo de la Reina. Desde el anuncio oficial del embarazo de la reina hasta los días anteriores al parto, se multiplicarán las fiestas de rogativa en una sociedad en la que el índice de mortalidad era elevado entre la población infantil. Sírvanos de ejemplo, el del alumbramiento del príncipe por la reina María Luisa de Saboya para conocer las características definitorias de este tipo de fiestas. El día siete de febrero de 1707, se recibe un correo, procedente de don Francisco de Quincoces, presidente del Consejo de Castilla, en el que se informa al corregidor de la noticia del embarazo. Inmediatamente, el cabildo alcalaíno acuerda que se celebren rogativas públicas y secretas:
para que se logre el subceso feliz de su deseado alumbramiento y que se hagan demostraciones de alegrías que se pudieren.
Se pueda explicar su afecto en la demostración de su júbilo se hagan con luminarias tres noches repetidas desde la próxima venidera, en que se recibe la noticia, para que no haya dilación , se pregone en los sitios públicos de ella.
A continuación visitan al señor abad para programar la fiesta religiosa los comisarios, Romero y Cedillo, invitando a todo el cabildo eclesiástico y a todos los prelados de los conventos. Con el fin de que la protección divina sea la más beneficiosa, la ciudad también acuerda la protección de santa Ana, por ser protectora de las embarazadas:
y sabiendo que, por la especial protección que asiste a Sta . Ana, patrona de esta ciudad para el buen alumbramiento de las mujeres preñadas, como se ha experimentado y para que conciban desde luego acuerda esta ciudad se la dedique y consagre fiesta para el buen alumbramiento deseado de Nra. Sra. la Reyna y S.S0, por esta vez y por quanto reside santa Ana en su Iglesia, que dista media legua de esta ciudad, para que cuando abone el tiempo, vaya esta ciudad en forma de celebridad de dicha fiesta, quedando elección de dichos cabildos concurrir el señalado día para esta festividad sin menor omisión, luego que el tiempo lo permita y lo que costare dicha fiesta.
No escatima medios la ciudad que permite se saquen los dineros de los propios de la ciudad y del medio que fuera posible tan sólo con la limitación de los que restituya[5].
Este tipo de fiestas se repite a lo largo del embarazo de la reina en los seis meses y en los días que preceden al parto por medio de una serie de rogativas.
El nacimiento del príncipe se celebra con grandes festividades. Pero no siempre sucedía igual. En el año 1717, sin embargo " no hubo corridas ni invenciones, tan sólo se celebró la fiesta espiritual" y se gastaron mil setecientos reales. [6]
Un año después, un segundo alumbramiento también se celebró con su correspondiente fiesta espiritual en honor a la Virgen de las Mercedes y festejos externos de toros y demostraciones de alegría.
En el siglo XIX, el nacimiento del Príncipe de Roma, hijo del católico Rey francés, se celebra con una fiesta , el día cuatro de abril, con la iluminación de la noche, un bando acordando el día de san José por el hermano del emperador Napoleón y otros actos. Destaca el banquete y baile que se celebró la noche del martes de Pascua. Es importante el dato porque esta va a ser una actividad que se va generalizar a partir de la invasión francesa. En ellas, se invitaban no sólo al cabildo sino a todo tipo de autoridades influyentes de la ciudad. Corrió la música a cargo de los músicos del regimiento número tres de Córdoba, a los que también se les invitaba con aguardiente y bizcochos hasta las ocho de la noche, interpretando piezas musicales[7].
En el año 1722, la boda del príncipe Manuel Luis y la princesa de Orleans se celebra con las fiestas ordinarias de demostraciones populares, luminarias durante tres días, repique de campanas en todas las iglesias de la ciudad, hachas en las casas capitulares durante tres noches y pregón y pública fiestas, además de la fiesta religiosa.[8] Sin embargo los desposorios de la reina Isabel II con su primo Francisco de Asís, y la de María Luisa Fernanda con Antonio de Orleans, tienen unos actos festivos durante tres días del mes de Octubre. El día dieciséis se hacen las proclamaciones solemnes; el día diecisiete, los gremios realizan las máscaras y el dieciocho la fiesta religiosa con la misa solemne y el Te deum. Durante las tres noches, además se iluminó la fachada de las casas capitulares y de la Pescadería con lámparas, hachas y hachetas, hubo música y velada[9]. En el año 1878, las bodas de Alfonso XII no llegaron a celebrarse por la muerte repentina de María Mercedes de Orleans.
Un caso especial e inaudito es la rogativa que en el año 1816 se celebra por el feliz viaje de las Infantas de Portugal con una oración Pro Navigantibus y un novenario a la Virgen de las Mercedes, a petición del secretario del rey Fernando VII[10]
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