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jueves, 21 de enero de 2016

LA DEVOCIÓN DEL CRISTO DEL PAÑO EN ALCALÁ LA REAL



            Son muchas litografías que se encuentran en el museo de San Juan   y  se ilustran con la pintura del lienzo del Cristo del Paño,  reproducción de la del  santuario de la vecina villa de Moclín. No nos extrañan  estas donaciones que hemos recibido de estas litografías, porque la devoción a  la  “Caída de Jesús Nazareno en el  Camino del Calvario” está muy arraigada en el alma de todo el  pueblo andaluz, y, aún más, en los campesinos y labriegos  de la comarca de Alcalá la Real, lo que todavía podemos comprobar en algunos cortijos de muchas aldeas  y casas del barrio de San Juan y en diversas habitaciones de la iglesia de San Juan.. Pues su iconología es la más apropiada para las personas enfermas,  porque  se presta a ayudar a las personas cristianas en un mal trance o enfermedad y a pedir el auxilio de Dios bajo esta advocación, símbolo de  paciencia,  mansedumbre y entereza ante  cualquier tipo de sufrimiento o  de la muerte. Por eso, tampoco nos sorprende que en las paredes de la sacristía del santuario granadino esté enmarcado un reciente poema popular de una persona  alcalaína que se vio en esos momentos difíciles y logró liberarse del trance de la muerte acudiendo al Cristo del Paño, imitador de otra imagen de Tiziano. 
Esta persona no ha seguido sino la huella de otros muchos paisanos que acudían a la romería del cinco de octubre, y acompañaban a los tullidos, inválidos, menesterosos y  necesitados que orlaban la calle de la subida al Castillo solicitando el socorro divino ante su enfermedad, y, al mismo tiempo, implorando un milagro, como recogen muchos  poemas populares acerca de alguna actuación maravillosa. Desde que esta imagen caló en  estas comarcas son frecuentes los minora miracula  (pequeños milagros), las maravillas, según los teólogos, o gracias que obtuvieron muchos devotos: además, para dejar constancia de ello, los agraciados fijaban su testimonio en las tarjetas, inscripciones o monumentos que solían colocar  en el altar mayor de la iglesia de la Encarnación, que es como se llamaba el santuario de Moclín. Con ello querían dar testimonio de la gracia recibida por su divina piedad y la invocación al Cristo del Paño. Para conocimiento de nuestros lectores, podemos citar estos que recogemos del libro “Noticia de la insigne, fuerte y célebre villa de Moclín y de la piadosa imagen de Jesús Nazareno que con el título del Santísimo Cristo del Paño se venera en la iglesia parroquial de dicha villa” obra de del fray Francisco Ferrón, escrita en 1761”.
            En 1692, Francisca Ramírez, mujer del alcalaíno Blas de Aranda, estaba lisiada y se encomendó a la imagen y decía la inscripción que quedó sanada. En 1706, otro vecino de Alcalá, Juan Fernández, puso este texto a una esquela “ yendo  por leña con dos mulas , se asombraron , y lo arrastraron hasta dejarlo por muerto, y trayéndolo su mujer a la Ciudad, su mujer Catalina de Toro lo ofreció ala Santo del  Paño y a los tres días se halló bueno”. De 1732 data otro monumento que decía “Doña Dorotea de Moya, natural de Alcalá la Real, padeciendo el accidente de mal de corazón, en una ocasión le dio con tal rigor, que la tuvieron por muerta, y Bernabé de Moya su sobrino la encomendó al Santo Cristo del Paño, y se mejoró”. A veces el anonimato predominaba en las notas de los agradecimientos como es este caso milagroso: “ Año de 1735. Un devoto del Santo Cristo del Paño, vecino de Alcalá la Real, estando enfermo de un penoso accidente,  se ofreció a su Majestad, y fue libre de él milagrosamente”. Males que se ofrecían a personas particulares como eran las quebraduras infantiles se encomendaban a la imagen como la de este niño alcalaíno  en 1737 “ Estando un niño accidentado de una quebrancía , lo encomendó su madre al Santo Cristo del Paño, y milagrosamente quedó sano, sin lesión alguna, sucedió en la ciudad de Alcalá la Real”.
Hoy predominan los accidentes del mundo de la  construcción, de la industria, los provocados por elementos mecánicos, pero, en aquel tiempo, los animales medio asalvajados podían poner en aprieto a alguna persona como es el caso de Manuel de la Chica en 1743 que  “ estando atando dos yeguas con una soga, se asombraron, y se le lió  a un pie, y lo arrastraron por un peñascal, y viéndose en este conflicto, invocó al Santísimo Cristo del Paño, y al instante se le apareció, y se pararon, y se le deslió el pie, ya al instante volvieron a correr, y el mozo se vio en breve tiempo sano, era vecino de Alcalá la Real”.    
            Hace unos años, con motivo del Jubileo del III Milenio se celebraron peregrinaciones, romerías abundan a lo largo del año y la devoción  de la gente sencilla es muy frecuente, claro ejemplo de un tipo iconológico que ha impregnado hasta los artistas más famosos.


Francisco Martín Rosales

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