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martes, 12 de enero de 2016

NAZHAN, UNA POETISA MUSULMANA ALCALAÍNA ´


  En todos estos campos, han brillado mujeres alcalaínas: las ha habido administradoras de haciendas privadas y publicas, guerreras, artesanas, artistas, y, sobre todo, fundadoras de instituciones públicas y privadas. En  el mundo de las artes, sobresalieron las poetisas Inés de la Cruz en  el siglo XVII; Pilar Contreras a finales del siglo XIX  y principios del  siglo XX y. actualmente, muchas poetisas nacidas en Alcalá la Real nos embelesan con sus poemas y su obra y han conquistado el Premio “Arcipreste de Hita” en su sección local.
            Buscar una mujer  en la historia alcalaína y que aporte su esencia femenina, a veces resulta difícil por la influencia  dominante del hombre; hacerlo dentro del mundo musulmán, es  más arduo todavía.  Remontarse a Nazhan bint al –Qalat, sin embargo   es imbuirse en el mundo musulmán con una mujer posiblemente alcalaína, según los estudios actuales de los  investigadores arabistas, y rescatar la personalidad de una mujer libre e independiente en sus sentimientos y en su personalidad  literaria.  Es verdad que, como acontece   en muchos famosos escritores,  se ha dudado de su lugar de nacimiento, de la época de sus vivencias y de la  atribución de algunas  obras, pero esto no nos impide que la encuadremos en este mundo del siglo XII tan frecuentado por los personajes literarios nacidos en Alcalá la Real.  Una fortaleza que atraía a poetas y escritores, como cantaba otro poeta alcalaíno Abu Yafar con estos preciosos y exuberantes versos:

Hacia la noble Alcalá me hace revolotear un sentimiento
Como si mi corazón fuera un pájaro encerrado lejos de su nido.
Alcalá es la morada única aunque esté lejos
Porque las vicisitudes me lo impidieron.
¿No es el trono más grande que vi.
Que embellece como una novia sobre el estrado?
La luna es su corona, las Pléyades sus pendientes.
Y su cinturón las estrellas brillantes.
¿Acaso Alcalá no domina el verdoso campo y quien ve
Su extensión no olvida sus preocupaciones?

Pero,  como le aconteció a  Abu-Yafar, su vida  debió ser pasajera en Alcalá  y se marcó a otras ciudades andalusíes, más proclives a desarrollar la actividad  literaria  y a compartir el  entusiasmo por la  cultura con otros famosos poetas como Ibn-Quzman, al-Kutandi o su maestro  al Majzuni. Entre ellos, no se sentía acomplejada ni permitía ser  minusvalorada en modo alguno, porque claramente, en una época como aquella tan contraria al desarrollo cultural de la mujer, Nazhan   ya se manifestaba  claramente en defensora de la mujer cuando se equiparaba a los hombres a la hora  de escribir. Así es el sentido de estos versos:

                                    Si yo he sido mujer
                                    Mis versos son varoniles
           
Porque el sentido de varoniles viene a identificarse con el de “versos escritos como ellos son capaces de escribir”. De ahí que no sintiera miedo alguno ni temor en provocar  y porfiar con famosos poetas, con los que compartió tertulias  y practicó el  género satírico sin  temor alguno ni recato. Claro ejemplo es lo sucedido en casa de otro alcalaíno Ibn-Said al-Magribi, donde incluso provocó con estas palabras al poeta Ibn Quzman aludiendo a un pasaje coránico en el que Dios pedía que se sacrificara una vaca amarilla y, con  esta imagen, se reía de su aspecto feo y vestido con  :
           
¡Qué bien vestido vas!, vaca de los israelitas,
                        Sólo que tú no alegras a los que te miran.
           
Por eso, o es de extrañar la reacción airada del poeta, tachándola con estos improperios, con los que demostraba que se situaba en la misma escala  axiológica que el varón, sin complejo alguno: 

Si no alegro a los que me ven, al menos alegro
Alegro a los que me oyen;
Tú eres quien tendrías que alegrar
A los que te mirasen, ramera.

            No  siente complejos ante las apuestas que le hacían los poetas rivales, cuando le  sugerían que completasen un verso para demostrar su valía poética, costumbre muy frecuente en el mundo poético musulmán. Ante la puya de Al-Kutandi, visitando al poeta ciego Majzumi, al que pidió, a pesar de que  era ciego, que completara este verso:
                                  
                                               ¡Si tú vieras a quien habla!

Ella se puso en su lugar y se burló del primero con estos versos:

Mudo quedarías del fulgor de sus alhajas
Brota la luna en su cuerpo, por doquier,





Y, en su ropa, la rama juega.

            Su amistad llegó a alcanzar a la corte granadina de Abu-Bakar ibn-Said, gobernador del reino, con el que mantuvo algunos encuentros poéticos, lo mismo que Hafsa, la poetisa amante del alcalaíno Abu Yafar.
            Pero, donde destacó fue en la poesía amorosa, cuya pluma se refleja en uno de los más maravillosos poemas de amor sobre “La noche del domingo”:

“¡Por Dios, qué noches tan preciosas,
Qué bellas son!
¡Y la más bonita de todas
Es la noche del domingo!
Si hubieras estado presente entre nosotros,
Cuando se cerraban los ojos del espía sin vernos,
Hubieras visto el sol
En los brazos de la luna
Y la gacela de Jázima
En los brazos del león”.
           Y, no se puede alcanzar una expresión más amorosa entre amantes como estos  versos de su moaxaja, creación típicamente andalusí y en forma bilingüe:
                                   Dio vueltas a mi corazón  sobre ascuas de pasión
                                   ¡Dejándome en qué estado!

                                                                       F. Martín

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