El nombre de La Fuente de la Mora tiene su origen en el
manantial de agua que nacía en las faldas de los Llanos, junto al depósito o
Caseta del Nacimiento del camino de San Marcos, cerca del Cauchil, topónimo árabe que significa “caudal
de agua”. Con estas aguas, se regaba el
valle de la Mora. A mediados del siglo XVI,
se canalizaron sus aguas y, unos años más tarde, en 1572, sus aguas
regaban las huertas de las Azacayas a través de una fuente, situada en los alrededores de la iglesia de
Consolación (fuente que abastecía también a los vecinos, denominada Fuente de la
Mora Nueva en contraposición de la antigua
que la llamaron Fuente de la Mora Vieja).
Los alcalaíos, sin embargo, localizaron erróneamente “La leyenda de la Mora Cava ” en esta
fuente de la Mora Nueva .
Fue recogida
esta leyenda por el cronista Antonio Guardia Castellano, basándose en “ una
antigua conseja de la tradición alcalaína que atribuye el origen de esta
calle a perpetuar el recuerdo el
recuerdo de una hermosísima mora enamorada de un capitán castellano de los que
sostenían el cerco de la ciudad” . Su fecha, en
1340.
Esta
mora, durante el asedio, solía bajar, a través de un pasadizo, galerías y pasadizos, a la cava, situada a las afueras de la tercera muralla. Allí, solía abastecerse de las aguas de una fuente (de ahí el nombre de Fuente de la Mora actual) , donde fue sorprendida
por dos soldados de guardia de las tropas castellanas. Los soldados,
primero, creían que era un fantasma y
estuvieron a punto de matarla; luego, comprobando que era una mujer de carne y
hueso la detuvieron y apresaron; y, unos
días después, la presentaron al capitán. Este, compadecido por las
crueles circunstancias del asedio, le
permitió que llenara sus cántaros para
aliviar la sed de la moribunda madre de
Cava, al mismo que se enamoró de la
joven.
Sin embargo, los
últimos momentos de la vida de su madre
retardaron los encuentros de los dos enamorados, lo que provocó el
desasosiego del capitán que no comprendía
las injustificadas ausencias de su amante.
Muerta su
madre, Cava de nuevo volvió a la fuente
para encontrarse con el militar castellano y, allí, fue descubierta por su padre Zayde que no comprendía el deshonor de hija.
Por eso, le lanzó un dardo dejándola exánime en los brazos del capitán. Por su
parte, Zayde, tras huir, se colgó en un chaparro en el callejón del
Ahorcado.
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