ENTRE BOTES, POLVOS, UNGÜENTOS Y ALGUNA SERPIENTE
Me quedaban los últimos
artículos de la botica de Quesada y decidí subir para comparar si faltaban en
la actual. Busqué un resquicio de tiempo físico y natural para seguir
comparando el manuscrito con los medicamentos que me había encontrado siempre
allí en medio de la reconstrucción virtual de la economía de frontera. Podía recrearla en otros lugares de la
fortaleza. Pero me detuve en la botica de mis sueños. Me había llevado el manuscrito en la mochila
y, con los amigos , compartí un buen rato de alquimia.
Notamos en falta muchos
botes, que el día de la compra de Quesada estaban escritos en el memorial,
faltaban los que contenían zumo de uvas,
de ajenjo, eupatorio
-Ah, el eupatorio canabina,
una planta medicinal antirreumática.
-Y dicen también que , si
se hacen infusiones o se ponen emplastos,
sirve para otras afecciones de la piel y la artritis.
-Con lo que abunda hoy día.
- Y, para las fiebres e
incluso se ha identificado un componente antecancerígeno
-Para mucho más, para los resfriados.
Pero ojop, debe cuidars para no irritar la piel y en periodos breves por
consejo de un médico.
-Hablaste del ajenjo.
-Sí la artemissa
absinthium, la latina aloxinus, que evoluciona a ajenjo.
-Fíjate, en mi diccionario una planta herbácea medicinal,
del género Artemisia, nativa de las regiones templadas de Europa, Asia y norte de África. Conocida desde muy antiguo ya por los egipcios,
transmitida después a los griegos,
esta hierba ha sido denominada la "madre de todas las hierbas" en la
obra "Tesoro de los pobres"1dadas
sus múltiples aplicaciones curativas. Se
utiliza como tónico, febrífugo yantihelmíntico, así como en la elaboración de la absenta y del vermut.
-Por lo que veíamos la botica estaba muy
modernizada porque el diamargariton compuesto de polvos de perlas, era muy
utilizado en tiempos de peste. Y, e encontró esta perla a finales del siglo
XVI. Luego lo utilizarían en la peste de 1600.
-Ah aquella peste que hubo
en Andalucía y también coincidió en
Alcalá .
-Exactamente.
_ Cuenta, cuenta.
- En los primeros años del siglo XVII fueron difíciles para la ciudad que se
ve empeñada y endeudada por anteriores esfuerzos económicos que había llevado a
cabo en el siglo anterior. Su carácter fronterizo y privilegiado le había
obligado a sostener una milicia que le había contraído un gran número de gastos
en la guerra de las Alpujarra con la expulsión de los moriscos y las guerras de
Portugal, el servicio permanente de compañías de milicias, que habían acudido a
Cádiz, más continuado hacia la
Costa ante los ataques de turcos, y otros servicios de la Mamora.
A
esto había que añadir los primeros años del siglo de gran incidencia de la
peste en la que tuvo que crear hospitales y emprender medidas que suponían una
carga financiera fuerte. Las epidemias no debieron incidir mucho en la
localidad, ya que las medidas eran extremas con las acostumbrados cierres de
puertas de la nueva Villena, Campo, Arcos, y Tejuela, las previsiones sanitarias para evitar el
contagio - aislamiento de enfermos o prohibición de entrada de extranjeros-,
establecimiento de hospitales, refuerzo de servicios médicos y sanitarios y
prohibición de espectáculos públicos. No obstante, podemos destacar que desde
el 1600 hasta 1604, la situación era grave por el número de enfermos y convalecientes
que cada día acudían al hospital. En el 1604, se produjo tan sólo una muerte en
un hospital de enfermos de la peste que se contrató, y tan sólo , hubo unos cincuenta
o más enfermos. El toque de queda impedía la entrada nocturna en la ciudad,
vigilada por los propios caballeros , que establecían diversos turnos. Para
hacer frente a los gastos, se le concedió a la ciudad una cantidad que
sobrepasaba los tres mil ducados, que se imponían sobre las cabezas y asaduras
y la roturación de nuevas tierras en la Cueva el Moro, el Chaparral de Nubes, Fuente
Álamo, el Hituero y Encina Hermosa. Los
bienes propios, basados en los 14 cortijos y algunas tiendas y servicios, no
lograban hacer frente a la cantidad de gastos ordinarios, de fiestas,
reparación de murallas, torres, calzadas y caminos, o repartimientos ante
cualquier obra pública de envergadura regional o nacional. Es verdad que
algunas medidas, emanadas de la
Corona , como las continuas prórrogas de la parte de las penas
de Cámara lograban paliar la situación, pero insuficientes. Aquella fortaleza
de extensas dimensiones y circuito amurallado, junto con la de la Villa del Castillo no se
podían reparar como aconteció en el año 1621 con una simple dotación de cien
ducados. De ahí que continuamente, quedaran las obras inacabadas y a expensas
de continuas reparaciones.
-Entonces
con el ajenjo y las perlas. Todos a salvo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario