Desde mi ventana, miraba la mole de la
fortaleza de la Mota el día de los Reyes Magos. Anhelaba muchísimo juntarme con mis amigos y subir a aquella acrópolis y confrontar el
manuscrito con los productos reproducidos en la botica de Quesada.
Pero como sabía que no podía acudir, me puse con el
ordenador portátil y reproduje el manuscrito fotográficamente.
Encontré varios aceite. Los primeros que había eran los rosados o de rosa mosqueta que era
muy adecuados para la piel, y , entre otras aplicaciones me sorprendió
que se referían a la artritis, eccemas y circulación; también lo
recomendaban para los jugos biliares. Ya tengo una aceite, me dije
para mis ataques de blilis.
Me fijé en el siguiente, uno muy
bonito aceite de azucenas, no me lo esperaba. Era muy adecuado para mi
piel afectada por muchas verrugas y alguna que eczema. Pues se
considera que la azucena, la lilium candidum,es esa flor de bulbo
escamoso, grande y blanco; tallo de
menos de un
metro de altura y recubierto de hojas lanceoladas,
sus as
flores crecen en forma de ramillete y de
u
color blanco. Muy
aromáticas , sobre todo de noche. Auqnue sirve para
para adornar, su
uso
medicinal se concreta
en
los bulbos por
el
aceite que se extrae del mismo, tanto
fresco co
como seco. Dicen
que es una receta como
como emoliente, antieczematosa y diurética.
Y
me preguntaba como se prepara. Muy sencillo. Léi en un recetario
: “ Hay
que preparar el aceite de azucena con las flores de la
planta sin estambres. Estas flores se ponen a macerar en un poco de
aceite de oliva durante 3 días, pasados los cuales se deben extraer
las flores y añadir nuevas. Esto debe repetirse 3 veces, se obtiene
de esta maceración el aceite de azucena que era empleado para curar
quemaduras, úlceras, granos, eccemas y en general, cualquier
enfermedad de la piel.
Parece
que es una
planta que hoy en día sea muy conocida por sus virtudes medicinales,
mas
bien tiene
algunas aplicaciones en el campo de la cosmética: se ha comprobado
que en el bulbo existen determinados extractos con alto poder
bioactivante, usados para regenerar la piel.
También había, además del aceite de
azucenas, los de bayas de lebrel, de zorras, almaciga, lombrices,
membrillos, ajenjos, hasta una olla de labrel, algunas libras de los
de azucenas, lirios y manzanilla. Y me preguntaba para qué podían
servir los tuétanos de vaca, entre aceite de eneldo y arrayán, los
aceites de alcaparras, olfansino, cestorio, esplique y sabuco,
yerbabuena y agripa, linaza y panizo. Y, otra sorpresa dadillos de
conjuro de rosas, chicoria y membrillo.Con estas palabras, así mismo. Parecían escalonadas las
redomillas de azumbres clasificadas de dos ,a tres etc.
Lo que me llamó la
atención son doas libras de atutia. Me vino a la mente el dicho No
hay atutía. No hay tutía. Y me parece que significaba que no había
remedio. Muchos creían que el chico no tenía parentesco. Pero no.
No me lo creía, claro que no. Pues no es sino un fármaco que que
se solía utilizar contra las enfermedades oculares . Venía de un vocablo árabe attutiyyya, un oxido de cinc que se mezclaba con
sales metálicas y quedaba en las paredes de los hornos y chimeneas formando un a especie de ungüento.
Eran las horas de
comer, y al ver la miel y los botes llenos de medicinas y ungüentos
en un rincón los dejé para otro día. Y no me quedé muy contento
con los aceites...Pero ya había encontrado para mi hígado.
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