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martes, 26 de enero de 2016

PERIQUITO Y PERIQUITA



Había una vez una madre que tenía dos hijos, el niño se llamaba Periquito y la niña Periquita. Un día la madre les mandó a comprar, porque ella estaba cocinando. Y les dijo:
-Tu, Periquita, me comprarás azafrán y patatas; y tú, Periquito, me traerás tomates y sal. Yo me quedaré en casa y a quien llegue antes, le haré un gran bizcocho.
Los niños salieron a correr, y, al cabo de un rato, periquito fue el primero en llegar y le dijo a su madre:
-Madre, tengo sueño.
Pues, hijo, acuéstate en el banco.
-No,  madre, que me rulo.
- Pues, entonces, acuéstate en la cama.
-No madre, que me rulo.
-Acuéstate, hijo en las escaleras.
-No que me rulo.
-Entonces, acuéstate en la sartén.
-Sí, allí no me rulo.
Periquito se acostó y la madre necesitaba hacerle la comida a su marido que estaba en el monte con las ovejas. Al instante, decidió cocinar a su hijo. Echó en la sartén un jarro de agua hirviendo y l troceó. A continuación llegó Periquita y preguntó `por su mano. Su madre le respondió que aún no había llegado. De nuevo periquita le inquirió a su madre:
-Ah, pues el pastel será para mí.
Su madre le respondió:
-Sí, porque, mientras te lo hago, le llevas la comida a tu padre.
Ella le respondió:
-De acuerdo, mamá.
Pero, mientras caminaba a ver a su padre, se dio cuenta de que el que iba dentro de la cacerola era su hermano. Como reacción inmediata, comenzó a llorar. Al verla una viejecita, se le acercó  y la niña, a su vez, le contó todo lo que le había pasado. Logró calmarla y le dijo que guardara los huesitos y los plantara debajo de una silla.  Cuando estuvo junto a su padre, le pidió que le guardara los huesos; pero este le preguntó para qué los quería. Ella le contestó que le servían para jugar. Siguiendo las instrucciones de la viejecita, los plantó, días después, y, al cabo de l tiempo, nació un niño muy bonito igual que Periquito. Iba de un lado para otro con un cesto de frutas hasta volver a su casa. Al ver de nuevo a Periquito, su madre quedó muy sorprendida y le dijo al niño:
-Periquito dame una naranja de tu cesto.
El le respondió:
-No que me mataste.
Su padre le dijo a su vez::
-Dame un plátano.
El le respondió:
-        No que me comiste.
Su hermana fue la última que le hizo una petición:
-        Periquito, dame una manzana.
-        Y Periquito respondió.
-        Toma todo, porque tú fuiste la que me recogiste.







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