Archivo del blog

domingo, 24 de enero de 2016

NO HAY TUTÍA






        

  Con esto de la cuesta de enero y el final de la campaña de la aceituna, las calles de Alcalá parecen completamente desangeladas; apenas  hay transeúntes en las aceras y da la sensación como si muchos lugares estuvieran peatonalizados.  Atrás, ha quedado el bullicio de las fiestas de los Reyes, desgraciadamente inconclusa por la repentina tormenta de granizo  y nieve que frustró tantas esperanzas del mundo infantil.  En los trasteros se han encerrado las guirnaldas de bombillas, los árboles de Navidad y las figuras de barro de los belenes. Por fin, ha llegado el invierno y ya se escuchan los ensayos de las canciones  cuyos comparsistas y chirigoteros han cambiado el resoli por el vino del terreno en menos que cante un gallo. Y eso que este mes se celebra un santo que convoca a salir de las casas de manera que mucha gente acude a la iglesia de su nombre a bendecir las mascotas  el día diecisiete, fecha de su efemérides. O, se acerca a las hogueras  de otros lares, porque  las luminarias se reservan para las vísperas de la Candelaria y San José en las tierras de la Sierra Sur; incluso,  la Carrera de San Antón en Jaén concentra a miles de personas, entre las que se citan muchos deportistas alcalaínos, que comprenden perfectamente que el deporte es salud, fomento de la amistad y alturas de miras para crear una buena sociedad del bienestar.
          Pero, a mediados de enero cuesta subir los peldaños. No hay más que fijarse a nuestro alrededor; en vez de un San Antón festivo, el tablero político refleja aquel dicho de “Por San Antón, cada uno en su rincón”. Se ha quedado corta aquella frase guerrista “El que se mueva no sale la foto”, porque muchos están jugando más  a un duelo final  que a un juego de cañas. Y, a pesar de que todos hablan de cambio, regeneración y nuevos tiempos, interesa más la destrucción del adversario que la salvación de todos. Se han quedado con aquel dicho de que “San Antón, viejo  y tristón, mete a los viejos en un rincón”. Como si la naturaleza no estuviera compuesta de árboles centenarios que soportaron vendavales y profundos cambios climáticos, y todo fueran pasajeras alamedas.
          No es de extrañar que, hace unos días, escuchara en una tertulia aquella frase desgraciadamente metamorfoseada de “No hay tu tía”. Algo así como una lamentación jobiana para manifestar la imposibilidad de convencer a otro, la inamovilidad de poder cambiar actitudes y aptitudes y   el senequismo  de sentirse derrotado ante tanto esfuerzo en baldío.
Y mira, por dónde, que me he dado con el canto en los dientes, ya que me había precipitado en su interpretación. Ni aquí se alude a nadie con parentesco familiar como una chacha que sacaba de la chistera algún remedio para consolar a  un sobrino gruñón, ni,  de su cesto, se proporcionaba el placebo adecuado para un familiar enfermo.
          Hace unos días, transcribiendo un memorial de la botica de  la Mota, llamada de Quesada allá por los primeros decenios del siglo XVII, me aclaró el significado de




esta frase muy divulgada. No es invención de un sagaz individuo del siglo XX, ni  me he equivocado al escribir “No hay tutÍa” tras poner tilde a la í para deshacer el diptongo y formar un hiato. Incluso debía haber escrito “No hay atutía”. Según la RAE esta palabra existe  y se refiere al “hollín que se levanta en la fundición del cobre, y reducido a polvos o a un ungüento que sirve para varias medicinas, principalmente para enfermedades de los Ojos. De seguro que los moradores de la ciudad de la Mota escucharon del boticario de la plaza baja esta frase en muchas ocasiones al no encontrarse entre sus existencias la atutía, este ungüento medicinal hecho con óxido de cinc, generalmente impurificado con otras sales metálicas. Lo que no esperaban que aquella frase se interpretara  para expresar  una situación que no tiene remedio o  o na hay esperanzas de alcanzar lo que se desea.
          Si han pasado unas elecciones para elegir a unos representantes que nos gobiernen y  cumplan las promesas de más empleo, más convivencia pacífica y solidaria  y  una mayor extensión de todos los derechos básicos luchando por los  sectores más desfavorecidos, ¿ por qué estos no se curan de sus   atrincheramientos y arinconamienrtos  y se medicamentan con grandes dosis de atutías para que, al menos, transmitan dosis de optimismo  a la población tan necesitada de soluciones? Al menos, su entusiasmo para parir “Si sale con barbas, San Antón, y si no, la Inmaculada Concepción”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario