SERVICIOS Y PLAZAS
Los servicios
de la ciudad de abastecimiento se
reparten poco a poco en diversos
puntos de estas nuevas demarcaciones de barrio. El del pan a través de las
panaderías, hornos y tiendas , que en los momentos más difícles alcanzaban
nuevos puntos LEJANOS A LA FORTALEZA DE LA MOTA Y repartidos por los distintos sitios DE LA CIUDAD LLANA. Lo mismo acontecía con el
del aceite en tendillas de la calle Trinidad, la Peste, Oteros, Verazcruz, san
Blas, el Llanillo y sin olvidar la del Castillo. Las carnicerías se ubican, AL PRINCIPIO, en
la antigua de la Mota y, luego, otra en el Llanillo, para establecerse definitivamente
junto a las casas Consistoriales. La plaza principal sufre el mismo traslado de la Mota a la actual Plaza,
pero son importantes mucho tiempo las de san Juan, Rosario, Consolación
Veracruz y la Trinidad. En la primera del ayuntamiento se concentra la venta de cereales,
hortalizas, pescado y otros abastecimientos.
Prácticamente,
la misma distribución de calles se mantiene a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Si bien
observamos que se produce a finales del siglo XVIII el abandono total del
poblamiento del cerro de la Mota, la escasa habitabilidad de los barrios de los
arrabales de santo Domingo, san Sebastián y de los Palacios, por otro lado es una realidad el aumento
palautino e intenso de la nueva ciudad que a finales del siglo XVIII necesita
un plan de renovación de viviendas en torno al año 1775. Los límites de su
contorno pueden definirse sin apenas variación: la calle de los Lagares, san
Francisco, Ancha, Barrero, Campo, Mesa,
puerta Villena, Tejuela, Antigua, Pilar de Mari Ramos, Calvario que se
encontraba muy indefinido, Cruz de los Moros, altozanos de Juan Jimenez, Espinosa,
Pajarejos, Zalamea, calle Utrilla, Fuente Nueva, egido de los Álamos y
Capuchinos, calle del mismo nombre Peste, Mudo, arrabal de san Blas, arrabal de
santo Domingo y Cristo de la Piedra.
A lo largo de los dos siglos se observa
cómo poco a poco la ciudad va desarrollando un asentamiento que tiene una red
radial en torno al Llanillo y las plazas de las nuevas consistoriales, donde se
desenvuelve la vida administrativa y comercial, ubicándose edificios como el
Ayuntamiento, la iglesia, palacio abacial, mesones, tiendas, talleres de oficios,
cárcel, el Corral de Comedias, residencia de corregidores, alcalde mayor,
regidores y personas privilegiadas frente al resto de las otras calles donde
hay un gran predominio de clases jornaleras, labriegas y criados y aprendices
de los oficios más bajos.
Sin embargo hasta la plasmación de este eje radial
básico, se observa una evolución en la que, a finales del siglo XVII, mantiene
dos importantes ejes: en la placeta y calle de san Juan para la parte
comprendida entre el Llanillo y los arrabales, y la Placeta de la Trinidad para
los de arrables de Santo Domingo, Nuevo, Peña Horada y barrio de la Mota. Como
centros de abastecimiento, se sugieren en 1687 ante la planificación de la
ciudad, donde se podían ubicar las tiendas de alimentos derivados de la pesca,
caza y otros mantenimientos que hasta ese momento tenían como referencia la
Motay, clandestinamente, se solventaban de todo tipo de control en los
distintos mesones de la ciudad colocar.
No
sólo jugaron factores económicos sino que otros de índole religiosa con
el asentamiento de los conventos de los dominicos del Rosario y de la Encarnación , franciscanos de Consolación,
capuchinos, así como nuevas iglesias de las Angustias, san Antón, Veracruz,
Caridad o ermitas como el Ecce- Homo, Verónica, santo Sepulcro en el desarrollo
de esta nueva ciudad. No es extraño que
fuera el momento un momento de amplia expansión y desarrollo de ir
formando la trama de la ciudad con los solares que en los años anteriores
habían edificado y en los últimos momentos del siglo se vuelvan a reedificar a
causa de la ruina inminente que se había producido. Así en el año 1775 son
frecuentes los solares linderos de este contorno o de lugares públicos que se
reedifiquen con licencia de la ciudad: el Pilar de Mari Ramos será un sitio de
expansión, propuesto para Pósito y depues ocupado por vecinos para casa, lo
mismo junto a la Fuente de los Alamos, los altozanos de la calle Zalamea. La
ciudad solía concederlos sin más cargo que una pequeña cuota anual que no
alcanzaba los cincuenta maravedís[1]. Además
se encarga un recuento de solares, dueños y calles afectadas por el peligro que
conllevaba a los vecinos y la necesidad de crear un buen aspecto y fisonomía a
la ciudad.
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