Archivo del blog

lunes, 24 de noviembre de 2014

DESDE MIRAMOTA EN IDEAL ALCALÁ LA REAL


DESDE MIRAMOTA

 

            Desde el anterior  mirador, en el  Cerro de la Luna,  contemplando los actuales servicios sanitarios que disfruta la ciudadanía alcalaína, cualquiera persona  puede dirigirse por Moreas, deformación del vocablo “moreras”,  de Gamboa al altozano de  Miramota. Es un rellano, pero la pendiente de la calle del Conde de Tendilla (¿ cuando  le quitaremos la silbante?) que desemboca a este lugar, lo convierte en tribuna única para pararse y contemplar a los pies la ciudad.    Me encanta este término léxico, formado por una palabra yuxtapuesta (un verbo, estático y majestuoso,  el contemplativo “mirar” y un sustantivo sinónimo  a “mole” “fortaleza” “resalte”), ya que, con su composición y significado , se ha conseguido definir maravillosamente  el  mejor sitio desde donde  puede observarse el emblema actual de Alcalá. Por eso, no es de extrañar que este paraje fuera el asentamiento de las Torres Bermejas alcalaínas, desde donde los antepasados cristianos establecieron las atalayas vigías de la ciudad para controlar los movimientos monfíes; tampoco causa estupor que, a pesar de la áspera subida, algunas personas lo hayan elegido para su mansión actual . Por otro lado, llegar a este paraje de la mano, más bien de la ruta de circunvalación de los pagos del alcaide Gamboa, manifiesta un acierto de aquellos munícipes que supieron conectar el viario urbano con personajes importantes de nuestra historia. Y Antonio de Gamboa fue un ilustrado humanista, desgraciadamente  desconocido para la mayoría de los vecinos, un  formado investigador de la historia alcalaína, que recogió los primeros pasos de la civilización  iberorromana hasta el reinado del. Rey Felipe IV, coleccionista que el pueblo de Alcalá está en deuda con su persona y un excelente gobernante que, aun viniendo de tierras granadinas, se afincó en Alcalá la Real.

            Muchos han debatido, en otros tiempos, sobre la mejor identificación de la ciudad de la Mota con algún símbolo, imagen, paisaje u objeto histórico teniendo en cuenta de que su valor semántico alcanzara  el mayor consenso ciudadano del partido municipal y con mayor proyección exterior. Sin lugar a dudas, la Mota se ha convertido actualmente  en el referente natural que identifica a todos los alcalaínos de cualquier tipo de ideas, nacimiento, familia o  creencias ( la imagen Virgen de las Mercedes lo ha sido en muchos momentos históricos para el pueblo de Alcalá, pero no para todos); pues se yergue como  majestuosa dama protectora con su silueta pétrea encuadrada en el azulado éter de un cielo limpio y claro, y  despierta y acuesta a los  vecinos con este mismo aspecto natural   durante la mayoría de los días del año.  En la retina de cualquier alcalaíno le quedan siempre fijos los trazos de su zigzagueante  silueta  de tal modo que parece como si se le  hubiera impreso un artístico electrocardiograma  a la manera de una plancha de grabado. Junto a este mirador, se  abre un barrio que recuerda la enorme ilusión que despertó en el pueblo andaluz aquellos primeros  tiempos de la autonomía de finales  del siglo pasado, un barrio forjado con viviendas de autoconstrucción  por personas laboriosas, que se sienten orgullosas de tener rotuladas sus calles con las placas de las ocho provincias, a saber  el blanco de fachadas de cal y el verde por los pequeños parterres que sirven de pórtico de algunas casas. La gente de este barrio nació desnuda como Dios los quiso echar al mundo, pero superaron las miles de adversidades y de esclavitud  laboral  con el esfuerzo de su trabajo formando cooperativas, emigrando a muchos países de Europa y a las tierras ricas de España, y ganándose el pannuestro de cada día con su experiencia, su saber y su oficio. Siempre recuerdan que aventajaron a sus padres en el aspecto formativo cuando contemplan, debajo de sus calles, el complejo escolar de la Sagrada Familia, donde, al menos, pudieron adquirir la enseñanza básica en los años del hambre, estraperlo y la autarquía. Sus se manifiestan como ejemplo de comportamiento social,  dechadas de honradez heredada de sus antepasados y orgullosas de poder disfrutar el descanso del guerrero conseguido por su aportación al tesoro público para  caminar tranquilos hasta convertirse en provecti  aetate. Al fondo, del barrio, quedaron los vestigios de aquel mercado nonnato transformado en el centro “Los Amigos”, que destaca siempre por la labor de integración social gracias a sus excelentes formadores. Es un claro ejemplo de los primeros pasos que se dieron en el mundo de los asuntos sociales, aquellos años que caminaron desde el voluntarismo de muchos  héroes anónimos y , a veces olvidado, hasta la creación del patronato, posteriormente,  transformado en patronato municipal de asuntos sociales, para acabar en convertirse en ese sagrado derecho de la inclusión  proclamado por la Ley de la dependencia, que cada vez se ve más hostigado por los recortes y  por los que proclaman una cosa y hacen lo contrario. Ese es el problema de ver las cosas desde Miramota, tan alto es el punto de vista contrapicado  que descubre las malas entrañas.          

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario