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martes, 25 de noviembre de 2014

HACIA EL MUNICIPIO DE CASTILLO DE LOCUBÍN IIV Y V) CURIOSO LA FIESTA DEL 12 DE SEPTIEMBRE SE CELEBRABA EN HONOR A LA VIRGEN DEL ROSARIO.


 

 

 

CASTILLO DE LOCUBÍN HACIE MUNICIPIO.

 

IV

 

Levantamientos contra el alojamiento de tropas

 

            El carácter exento y de prestar servicio militar a la Corona con varias compañías de soldados ahondan la pobre situación de sus arcas municipales. Sirva como ejemplo que hubo que acudir a la guerra de Cataluña con una compañía de soldados a Tortosa y en la cercana guerra de Portugal en 1637 acudieron 160 infantes a la rebelión de Portugal, 171 infantes en 1642 al sitio de Olivencia, 100 infantes y diez caballeros a Badajoz y Gelbes en 1658 y 300 soldados a la Coronación del Conde Duque y Presidio y 24 soldados al mando del Capitan General de la Costa con destino en Portugal  en 1661. No es menos  penoso el continuo alojamiento de soldados en los últimos años del reinado, sobre todo, en la villa del Castillo de Locubín que provocará varios altercados y levantamiento de la población. En  1660, tuvieron que alojar durante el tránsito y paso de Granada a los tercios de Flandes y Cataluña, un cuerpo de la Armada. Lo mismo sucedía en Alcalá que alojaron las tropas del capitán Toribio Marín en dirección a Badajoz y otro nuevo alojamiento que se produjo entre el 1663 y 1664, que quiso obviarlo

 

V

 

Las consecuencias de la compra de la villa del Castillo del Castillo de Locubín  en tiempos del corregidor Tomas Fontanet

 

 

 

En tiempos del corregidor Fontanet se contribuyó con otros 17,450 reales para colaborar al viaje del monarca hacia Alemania en el año 1648.En medio de un negro clima de empréstito y deuda municipal, la situación de la villa castillera dio lugar a un nuevo e importante incidente  en el que un alcalde ordinario, Salvador del Olmo, fue apresado por el corregidor Tomas Fontanét en 1648. El motivo no era otro sino que se había sobrepasado en las competencias de dar licencia para la celebración de una corrida de toros con motivo de las fiestas de la Virgen del Rosario el día 10 de septiembre. Los siete hidalgos y el clero apoyaron este movimiento de enfrentamiento del alcalde ordinario frente al corregidor, alegando que

es vergonzoso lo hecho por el señor corregidor con Salvador del Olmo, teniendo éste el Gobierno de una Villa tan principal, en donde hay Vicaría del señor Obispo, mucha clerecía y tantos y tan principales caballeros

 

No hay que entenderlo, como el recopilador castillero Rafael Alvarez de Morales y Ruiz defiende, apasionadamente, que era un atentado en una situación en la que la ciudad no pagó los compromisos de pago de la villa con la Corona  hasta el 1698 y, sino al  ambiente tenso que reinaba entre las dos entidades, fruto de los frecuentes desajustes que se producían, tanto  personales como  de  las competencias que dependían totalmente de la autoridad ejercida por el propio corregidor, ya que los datos son esporádicos de enfrentamientos. Dentro de este contexto hay que entender que intentaran en varias ocasiones el pago de contribuciones o donativos como en 1660, sin embargo la ciudad de Alcalá no permitía la división administrativa ya que se consideraba la villa del Castillo de Locubín sin concejo municipal y los cargos de los alcaldes ordinarios y el alguacil mayor simples ministros de escribir causas y apresar personas en los pleitos para remitirlos al corregidor alcalaíno.

 

 

 

 



Entre las roturaciones de tierras se encuentra la denominada de los arbitrios nuevos, que afectó a las tierras de las Atalaya baja, Coza la Hornera, Majada desde el Camino de Noalejo hasta el Camino de Charilla, Encina hermosa, Salobral, Malabrigo, Arroyo de las Parras, ribera del Palancares, Hituero, Vereda de las Grageras, Carrizalejo, Dehesa de Charilla, Vega de las Parras y la Rábita. Todas ellas trataban de roturar tierras que estaban cercanas a las antiguas veredas, rios, abrevaderos,dehesas y descansaderos de animales. Con el arrendamiento anual se hacía frente a las  nuevas imposiciones de la corona, los donativos y los gastos contraídos con los censos para pagar la compra del Castillo de Locubín. A esta situación no contribuía la sequía pertinaz que desde el 1635 llevaba la miseria a los campos y culminó con el duro año de 1639.

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