Exequias y
honras fúnebres
Las más
frecuentes son realizadas con motivo de los reyes o de algún miembro de la
familia real. Es interesante conocer su desarrollo por el cambio de costumbres,
modas y cultos religiosos. Suele existir un patrón con el que se conforman cada
una de ellas. Así con motivo de la muerte de doña Luisa Isabel de Orleans en
el año 1742, se toma de modelo el de la
reina Doña María Ana.[1]
En el siglo XIX, la de la muerte de la
reina se celebra en el mes de mayo de 1829.
En el siglo
XIX, con motivo de la reina tiene
lugar un luto que dura tres meses, los tres primeros de luto rigurosos y los
otros de menor intensidad. Por esto, se prohibe los festeos y funciones
públicas, las ventanas y balcones de la Plaza Público se culgan de negro, se
proclama el bando de la muerte con el alguacil mayor, escribientes y
ministros del cabildo montados a cabllos y en los lugares públicos
acostumbrados( Plaza del Ayuntamiento, LLanillo junto a la Iglesia de la
Veracruz, San Juan, y Placeta de la Trinidad) y se invite a la nobleza de la
ciudad, los hidalgos, a guardar los lutos. Más tarde , se lleva a cabo una misa
funeral en honor de la Reina[2].
A los pocos días, al morir Carlos IV, se repiten los mismos
actos.[3]
La muerte de
Alfonso XII se hicieron exequias durante nueve días de izada de bandera y
envío del pésame a la Corte [4]
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