Esta RUTA DE LA MEMORIA Y
CRUCES trataba de acercarnos al perímetro
histórico de la ciudad de Alcalá la Real, que se mantuvo desde los Reyes Católicos
hasta mediados de los años cincuenta del siglo xx. Partimos a las 11 MAÑANA de este 2 de Noviembre, día
de los Difuntos. Algo tarde, pues ya veremos lo que aconteció con el final. Como siempre, desde el Parque Juan
Carlos I, sin coches, sin necesidad de grupos. Nuestra intención era hacer un
recorrido por el camino por las cruces, que jalonan el contorno urbano, así
como los puntos de memoria de derredor de la ciudad ( trégicos, festivos,
conmemorativos…). Se pidió traer e traer el carnet ADALID para entrar en
monumentos, obre todo, a la Mota. Puntuales iniciamos la ruta, nos acompañó un
buen cocicerone y coguía, Juan Ángel Pérez Arjona, concejal de Patrimonio. Pasamos
calle de Figueras ( antigua 18 de Julio), llegamos a las verjas del IES Alfonso
XI en las calle Pascual Baca, y recordamos el primer punto de memoria, sin
cruz, nos referimos a la saca de Santa Ana, allá por octubre de 1936. Entregamos
el cuadernillo por la Magdalena, y dijimos que podían comprobar sus nombres. De
allí, a través del Parque de Pablo de Rojas, nos dirigimos a la Plaza de Pablo
de Rojas y por el camino de los Cipreses, al Parque por la Paz, donde
comentamos que allí hubo un 22 de septiembre de 1957, un punto de memoria trágico
con motivo de la caída de la Plaza de Toros , cuando toreaba Pepete y murieron varios alcalaínos y casi un centenar
de heridos; también explicamos la ermita de la Magdalena.
Por la calle de fray pedro de Alcalá y camino del Coto,
llegamos a la Cruz de los Blanquitos, donde nos detuvimos explicando la historia
del triangulo de amor entre Mari Rosa y sus amante Juan Vicente y el capitán de
los Blanquito. Dejamos al lector, por si quiere leerla.
Los restos de la Cruz de los
Caidos del Paseo de los Álamos, realizado en 1939, que se componía de cruz, soldado con
saludo fascista, y una peana con placa conmemorativa a los caídos del bando
franquista, escudo de la ciudad, y
adornos que sustituyeron a unas escenas
de la guerra civil. Fue destruido en los
años ochenta del siglo pasado y la cruz trasladada a este cementerio. Su autor
fue Manuel Garnelo y Alda, que nació
en Montilla el día 1 de enero de 1878, hijo de José Ramón Garnelo, profesor de
medicina, y de Josefa Alda. Desde joven Manuel Garnelo se decanta por la
escultura, teniendo como profesor al artista Aniceto Marinas los dos años que
residió en Roma becado en la Academia de España de dicha ciudad. Modeló, talló
y esculpió una importante cantidad de obras que se reparten entre Italia y
España. Entre ellas el altar y baldaquino del Sagrario de la iglesia de la
Asunción de Priego y el modelino de la Virgen de las Mercedes. Los últimos años
de su vida los pasó en Loja, hasta su muerte el día 4 de mayo de 1941, a los 63
años de edad. También aludimos al MONUMENTO
DE LA MEMORIA HISTÓRICA. SEGÚN SU AUTOR “ El duodécimo monumento de la provincia jiennense en conmemoración
a las víctimas fusiladas durante la Guerra Civil española”. Se trata de un
trabajo del escultor andujareño Miguel Fuentes del Olmo que será inaugurado el
25 de noviembre.
Según manifestó a Europa Press el presidente de la
Asociación Jiennense para la Recuperación de la Memoria Histórica, Miguel Ángel
Valdivia, “ en este monumento, que se
encuentra ya instalado en el cementerio de Alcalá la Real, puesto que iba a ser
inaugurado en el presente mes de septiembre, figuran los nombres de los
fusilados en la comarca, en concreto, de Alcaudete, Frailes y Castillo de Locubín,
así como de sus pedanías”.
Fuentes del Olmo, fue premiado con la medalla de
oro de Andalucía 2010 de Artes Plásticas, y reconoció a Europa Press que se trata de un modelo
"completamente distinto, que nada tiene que ver con el modelo anterior",
que quedó reflejado en diez monolitos dedicados al mismo motivo en la Comunidad
Autónoma. No obstante, ha asegurado que "la
base de la inspiración es la misma, la fotografía de Robert Capa tomada, al
parecer, en Cerro Muriano (Córdoba)".
Asimismo, el escultor ha señalado que ha realizado
una "libre interpretación" de lo que le sugirió la mencionada
captación gráfica donde observó "el drama del fusilamiento". Así, ha
continuado, "el expresionismo que transmito a mi escultura es el drama
vivido, y da lo mismo el anterior modelo o éste otro, pues todo el que lo
contempla se sobrecoge".
Al hilo, Fuentes del Olmo comentó que en el
cementerio de Alcalá la Real "no se ha erigido un simple fusilamiento a
una venganza o envidia, sino que el monumento rememora a personas inocentes
represaliadas de las cárceles", a lo que ha agregado que "jamás se ha
escuchado un grito de revancha, los familiares de los fallecidos simplemente
querían que los nombres de sus seres queridos figuraran en algún lugar".
"No es más que la dignidad de la muerte, lo que se espera tras el
fallecimiento", ha apostillado.
En cuanto al monumento, su autor ha explicado que
posee unas dimensiones de 170 centímetros de alto y 140 de ancho, siendo un
alto relieve de 25 centímetros, dos centímetros menos que el anterior modelo,
ya que "el material con el que lo modeló no permitía una mayor
medida". Tal y como ha recordado, este nuevo modelo responde a uno de los
bocetos que ya había creado y que ha retomado para esta ocasión, escenificando
"dos cuerpos arrojados de manera aleatoria sobre una fosa".
Así, en 1985
ingresó como profesor titular de Escultura en la Universidad de Granada,
especializado en los lenguajes contemporáneos. Cuatro años más tarde obtuvo la
cátedra y en 1992 se trasladó a la Universidad de Sevilla creando el grupo de
investigación Nuevos materiales aplicados a la escultura, que sirve de
referencia y modelo a otras facultades. En esta línea, durante los últimos
años, su inquietud creativa le ha llevado a investigar sobre formas
escultóricas en soporte digital. , Miguel Fuentes del Olmo ha
realizado once monumentos públicos en las fosas comunes de la provincia de
Jaén. El escultor jiennense es un reputado experto en murales monumentales de
hormigón armado y en el uso de técnicas de cerámica refractaria, poliéster,
hierros forjados y vitrales. Entre sus obras destacan, en este último ámbito,
los vitrales de la Basílica de la Virgen del Rocío en Almonte (Huelva) y los de
la Catedral de Málaga.
De
allí por el camino del Cementerio, a la Cruz de los Brazos de Hierro,
comentario sobre el hito en el camino de Granada y Cuesta del Cambrón y el
origen relacionado con las aventuras fronterizas entre cristianos y musulmanes.
Nos detuvimos en la Cruz de los Muladares, hito de entrada en la ciudad histórica,
comentario del viacrucis de la Cuesta
del Cambrón, la calle del Puerto, Mudo y las casas de don Eulalio. Así como la
fábrica aceitera. Y, por calle Abu Yafar, casa de Ecce-Homo y Cruz familiar
tras la explicación de la portada de la ermita de San Blas, hoy caseta de
Endesa.. De alli Callejón del Horno vistamos ligeramente la casa
y expusimos este punto de Caminos de Pasión. Por la empinada Cuesta de
los Caños, en San Juan comentamos la
original cruz de San Antón, la cruz
familiar de la casa de Aurora Sánchez y
la cruz de la leyenda del campanero Saliva que se quedó decapitado un día de
fiesta. Cerca, comentamos la cruz del General Lastres, cuatro cruces de un
tiro. Y por la calle de la Zubia, al pozo y galería del Arrabal y al cementerio
neutro en el Pósito, para explicar la masonería y el republicanismo alcaláino.
De allí al cementerio de la Mota
Comentamos la política
ministerial en tiempos de Carlos III con el fin de favorecer las mejores
condiciones higiénicas y sanitarias de los pueblos de España. Hasta el primer tercio del siglo XIX, en todas las iglesias alcalaínas y en el cementerio
contiguo al templo de la
Veracruz , se hacinaban los
restos de los muertos en criptas funerarias, fosas de descomposición, osarios y
pudrideros de estos recintos religiosos.
La salida de los enterramientos de las iglesias, claustros y capillas colaterales obligó a la búsqueda de
un espacio público, que respondiera a estas finalidades en favor de los vecinos
de Alcalá la Real :
se procuraban sitios alejados de la ciudad habitada, con aire y ventilación y sin el menor
vestigio de contaminar las fuentes públicas. A pesar de que se hicieron varios
intentos de ocupar espacios alejados a
la fortaleza de la Mota
con la posible ubicación del cementerio en
los terrenos de la derruida ermita de
San Bartolomé en el siglo XVIII, la ubicación final fue en el recinto
fortificado de la Mota. Entramos en la Iglesia Mayor, comentamos los
enterramientos argáricos, visigodos, musulmanes, góticos y el claustro y el
cementerio dentro de la iglesia describiendo capilla por capilla y tipos de enterramientos.
Y salimos
al exterior donde explicamos el cementerio
antiguo de la Mota ,
hoy desparecido, que respondía
a un acuerdo municipal de 1865 atendiendo a los requerimientos del
gobernador civil de la provincia de
Jaén.
“Se presentó el expediente que el señor
alcalde ha instruido en consecuencia de la circular del señor gobernador civil
de esta provincia con fecha 25 de febrero último y lo acordado por la corporación en dos del actual para
reparación del cementerio público de
esta ciudad, resultando de el que lo que se proyecta es sólo levantar una cerca dentro de la plaza
de la Mota con
sus correspondientes techumbres en el
punto que existe entre la
Iglesia ya derruida y
el Castillo, como sitio más a
propósito tanto por tener fondo
suficiente para inhumación de cadáveres
cuanto por que, desde el año diez y siete , está todo ello adentro
destinado a camposanto , y
resultando finalmente la conformidad de
las Autoridades eclesiásticas de esta
Abadía , quien conoce como el Ayuntamiento la urgentísima e imprescindible necesidad de dichos reparos a los que no puede subvenir
la fábrica por carecer absolutamente de
recursos según la prueba en repetidos expedientes , siendo fácil del fondo municipal proporcionarlos
incluyendo en el presupuesto ordinario los 15.000 reales que resulta consignados
en la certificación(…) en vista
de todo esto acordó la aprobación de él disponiendo se remita original a la
aprobación del Gobernador de la
Provincia …[1]” Glosamos que se solicitó la presencia del arquitecto provincial José
María Cuenca y que este acudió a
la ciudad delimitó la localización del
cementerio, diseñó y trazó los planos adecuados. Los ubicó entre la iglesia
mayor y el antiguo torreón del Homenaje
“ por ser un terreno que es yermo conocido con el nombre de la Mota el qual por los años
1341 fue conquistado a los moros,
levantándose después dentro de sus murallas la Iglesia Abacial , Casas y
edificios para su Ayuntamiento y demás
pobladores quedando de frontera o plaza fuerte con su Alcayde. Así continuó,
hasta que, pasado el tiempo y variando
las leyes y costumbres, fue bajándose la
población al punto que hoy ocupa.
Dejando dicha plaza completamente
desierta y sus antiguas murallas
destruidas en su mayor parte. Por los años
de 1814, en virtud de las órdenes superiores y, oído el informe de la Junta de Sanidad y Autoridad
Eclesiástica , se dispuso que todo el espacio comprendido dentro de dichas
murallas sirviese de Cementerio público
por ser un terreno que nadie utilizaban
y reunían cuantas condiciones se deseaban y con efecto verídico dentro de la Iglesia Abacial y en algún otro
punto de dicho yermo pero dentro de
murallas, por lo que siempre se ha considerado y reconocido del Ayuntamiento “
[2] (…), Desde 1817, todo
ocupaban en planos y proyectos 3.249 metros
cuadrados ( un cuadrado de cincuenta metros por cada
lado)[3], pero
aquel año los munícipes solo se
comprometieron a “verificar las
obras comprendidas en dicho proyecto en la sección primera o sea la pared de cerramiento de la fachada y
su ornamentación importando 2.690 escudo 500 milésimas” dejando el resto de
las partidas para años futuros. .
Formaban parte del cementerio el cerramiento, dos
patios, una capilla, sacristía,
pabellones de administración y anatomía y una casa habitación del conserje y sepulturero. El
presupuesto de la obra alcanzó la suma de 6.952 escudos. La obra se fue ejecutando de acuerdo con las
posibilidades económicas municipales: se
convirtió el suelo de la iglesia en
camposanto de tumbas de inhumación, se
mantuvo la antigua capilla hasta
principios del siglo XX dentro de la Iglesia Mayor Abacial y se llevaron a cabo las tapias del cerramiento .
LAS REFORMAS
DE 1874
En 1874,
se cayó la bóveda por la parte de la cabecera de la iglesia,
provocando el derrumbe de ataúdes y cegando los pasillos de los pabellones interiores del cementerio.
Además, una intensa epidemia de viruelas y su
consiguiente mortandad dio lugar a la habilitación del cementerio nuevo. No hubo posibilidad de llevar a cabo la obra
y el traslado de las sepulturas del interior
con la mesura y la planificación que exigía un espacio urbano tan
importante, sino que primaron la precipitación, el tropel y la falta de
recursos municipales para ejecutar las obras. Se vendieron a bajo precio y
perpetuidad todas las bóvedas y panteones familiares para poder realizar las
obras. Se modificaron los planos del arquitecto Cuenca, atendiendo más aun criterio de comodidad y
posibilidad constructiva que a razones estéticas omitiendo todas las
obras de gran envergadura. Se dividió el patio en dos, por medio de un
muro con dirección norte-sur : el primer patio se dedicaba mausoleos, nichos y
panteones de familias, con sus correspondientes galerías , en las que también
podían hacerse sepulturas perpetuas, había pocos nichos y panteones que fueron ocupados por las
familias hacendadas y pudientes ; el segundo patio se dedicaba exclusivamente
para fosas comunes. Tan sólo, se emprendieron parte de ala izquierda. En un
principio, para comenzar las obras,
consiguieron 16 panteones de familia
(curiosamente estas respondían a las clases altas de la ciudad- los antiguos
hidalgos, familias enriquecidas por la
desamortización, industriales y altos funcionarios) y 128 nichos ( para las
clases medias como funcionarios municipales
y estatales, labradores, iglesia …).
En 1875, los
munícipes se hacían eco de esa situación
“Queda concluida la primera serie
de aquellos ciento ochenta nichos y diez panteones de familias de
vecinos, un espacio local en el segundo patio , con que el edificio cuenta paras inhumaciones
particulares y zanja común a más de la separación local a los que deban enterrarse en virtud del
decreto judicial[4]”.
Acordaron que
en 1876 se cerraba definitivamente el cementerio de interior de la iglesia,
también obligaba a trasladar los panteones del interior de la Iglesia al cementerio nuevo y debían usarse las
inhumaciones y los nichos en el nuevo cementerio. También se organizaron los
aspectos administrativos y de gestión del nuevo cementerio y se nombró de
capellán al sacerdote Manuel Fernández Pariente.[5].
La
inauguración del nuevo cementerio tuvo lugar el 23 de diciembre de 1875 por
medio de una ceremonia solemne donde participaron personalidades, autoridades y
el clero de la ciudad que hizo procesión y responso. Esto conllevó el cierre
del anterior cementerio y la inhumación
a principios de enero de los primeros muertos. Se hicieron varias
zonas ( la primera nos puede ilustrar del resto con 117
sepulturas, y, a su vez la segunda , dividida en varias secciones de
un termino de 10 a 12 con 12 sepulturas
aproximadamente, nos conforma el aspecto distribuidor de este espacio
público; las restantes tercera; cuarta,
quinta, sexta, séptima, octava, novena, décima, undécima y duodécima, décimo
tercera , décimo cuarta, décima quinta y décimo sexta ofrecían una distribución
parecida de sepulturas y nichos).
Conforme se
avanzaba el siglo se aumentaba en sepulturas, panteones familiares y nichos
sin destacar en su ornamentación salvo algunos con algunas esculturas . En
1877, faltaba para cerrar el proyecto inicial por construir la construcción de las galerías,
bóvedas y nichos del ala derecha de la
puerta de entrada, con lo cual se
formó un paralelogramo armónico y uniforme en su construcción
dejando el centro un espacio extenso y regular para mausoleos y sepulturas
especiales; y la espalda, por el lado oeste, un gran patio de iguales
dimensiones para las fosas comunes. En
1878 ya había 28 panteones familiares y los nichos se acercaban a los 300. En
torno a 1887, ya había dos galerías en
el primer patio predominando las
sepulturas de tierras con más de dos millares a finales de siglo.
Todo esto
obligó que se trasladaran exteriormente los antiguos pabellones o
mausoleos que aumentaron más de la veintena; se reconvirtiera el antiguo aljibe
de la Casa de
los Aranda en osario. En 1899, se
inauguró una nueva capilla neogótica en su exterior. Esta se hizo nueva,
situada a espaldas del patio primero
sepultura común número 1.
Capilla bendecida con toda
solemnidad y aparecida la noticia en la
prensa. El capellán del cementerio lo recogía de esta manera en una nota
extensa del libro 5º de Sepelios:
“Ad perepetuam rei memoriam
El día 24 de octubre de 1898 se dio
principio a la construcción de la
Capilla del Cementerio
y finalizaron las obras el 18 del mismo año, y el 12 de enero de 1899, a las once de la
mañana se bendijo solemnemente por el señor arcipreste y párroco de Santa María la Mayor , don Ildelfonso Díaz Herrera quien, acto seguido,
celebró el santo Sacrificio de la misa
con los vestuarios Don Francisco
Villuendas Romero y don Agustín del Espino, aplicando la misa por todos los
fieles difuntos de ambos panteones , concluyendo el acto con un responso general y doble de campanas. Asistieron el excapellán
don José de la Torre Escribano ,
y otros varios señores sacerdotes m entre ellos don José Carrillo Aguayo que
ofició la misa y cantó el responso. El
retablo lo donó la parroquia de Santa María
y la pila de agua bendita la parroquia de Santo Domingo de Silos. Las
casullas y ropa blanca eran de la capilla de la cárcel. Todos los demás
utensilios de cáliz, vinajeras se compró con los fondos del Panteón. .
Asistió el señor alcalde don José Suárez
Trujillo y co misión de Beneficencia y
Caridad con su presidente y segundo
teniente alcalde don Blas Ramírez
Castillo u numerosos concurso de
fieles- El Santo Cristo que hay en el altar es el mismo que hubo en 1814 en la
antigua capilla del dicho panteón, situada al pie de la torre y dentro de la Iglesia. El cuadro de lienzo de gran
tamaño y que es el Patrocinio de San José
lo donó don José de la
Torre Arenas , y el lienzo que representa el Descendimiento lo
regaló el conserge del cementerio José
Moyano. El cuadro lienzo de la
Purísima don José de la Torre Escribano , presbítero y
el de san Vicente de Paúl el capellán don Francisco Villuendas[6].
El personal del ayuntamiento se componía de
un capellán eclesiástico que ejercía de
administrador y controlaba el registro
de cadáveres, así como realizaba las misas del cementerio; de un conserje y de
varios sepultureros. A principio de abril de 1906, se puso a andar el reloj de
la torre de la Mota ,
lo que coadyuvó a las entradas económicas del conserje.En 1 de diciembre se
bendijo el Vía Crucis de la ermita por el presbítero don José González y fue colocado por el sacerdote don de la Torre Escribano. Lo bendijo el
capellán Villuendas y los regaló don
Concepción Montañés del Mármol .
EL CEMENTERIO EN EL SIGLO XX
El 18 de mayo de 1906, día de frío y viento,
hizo visita pastoral el obispo don Salvador Castellote tanto al cementerio como
en la plaza pública.
A finales del
primer tercio del siglo XIX, ofrecía el recinto dos patios bien diferenciados, uno delante de la
iglesia con panteones y sepulturas de tierra y un pabellón lateral de nichos
con diversas galerías; y un segundo patio con
tres pabellones en forma de U y una reserva de patio exterior para casos indigentes y extraordinarios.
Los panteones
familiares del interior se habían trasladado prácticamente al exterior, entre
los que destacan algunos con unas tumbas
suntuosas. Como curiosidad la primera de
ellos era la de la familia Abril, otro el ayuntamiento había donado al general
Lastres y el número 18
la de la familia del médico Ruiz Mata Écija, masón que fue enterrado en 1 de abril de 1920.
En cinco de julio de 1906, se principió a sepultar
de nuevo en las fosas comunes del Patio ya que habían transcurrido los cinco
años, curiosamente esta noticia está recogida por el capellán del cementerio
que aducía que había crisis ministerial del gobierno Moret. Este patio se encontraba con árboles en medio: en
la zona primera se dedicaba a los niños junto a un árbol y al segundo árbol a los hombres.
El
departamento judicial y otras
dependencias como las fosas comunes para
accidentes, beneficencia y suicidas ocupaban un lugar especial en el segundo
patio .
En 1933, se
abrió un patio nuevo que fue el que acaparó la mayoría de los cadáveres hasta el cierre del cementerio, junto con el
de las fosas comunes para adultos y párvulos.
Una fotografía
de 1936 es testigo de la distribución de patios y del cementerio. En ellas, se ocultaba la capilla
junto al osario y camino entre patio primero y segundo. El patio primero es de
menor extensión y alcanzaba el solar de la antigua Casa Abacial, se observa que
estaba prácticamente completo de sepulturas de tierras, una galería junto a la
línea divisoria; el segundo patio mantiene tres galerías de nichos en forma de
U y dos patios interiores de sepulturas d tierras dejando reservado un espacio
para las sepulturas especiales (de beneficencia, párvulos, y casos excepcionales
como suicidios, muertes violentas…). La extensión de ambos es un perfecto
cuadrilátero: un lado se extendía desde
la torre de la Iglesia Mayor
Abacial hasta el lado de la torre del Homenaje; otro, desde el extremo sur de
la fachada principal de la Iglesia Mayor hasta la Calancha ; otro lado coincidía en su diseño con la paralela de la muralla de Santiago, y el
último iba de la torre del Homenaje hasta el segundo dentro de la ciudad
fortificada.
EL
CIERRE DEL CEMENTERIO
Tras la guerra
civil, el hacinamiento de cadáveres y sepulturas desbordaba dicho lugar y esto
dio lugar a que se emprendiera por el año 1947 la construcción de un nuevo
cementerio en el Cerrico Vílchez. Dicho
cementerio fue realizado por la Dirección de Regiones Devastadas
y fue inaugurado el uno de julio de 1949. Unos meses antes, se hicieron
ordenanzas sobre el nuevo cementerio y
comenzaron a trasladarse y venderse mausoleos. Los últimos cadáveres que se
sepultaron en la mota fueron los de
Miguel Guardia Sánchez y Carmen Roldán
Conde. El número de cadáveres inscritos
en el libro de sepulturas había
alcanzado la cifra de 4.101 ( hay que
tener en cuenta que sólo se registran desde 1875 y, a
partir de los últimos decenios del siglo XIX primeros del XX, hay cementerios en Charilla, Frailes, Mures,
Pedriza, San José de la Rabita ,
Ermita Nueva, Santa Ana y Riberas. Muchos cadáveres de nichos, bóvedas y panteones del antiguo cementerio de la Mota se trasladaron al primer piso de las nuevas
galerías de nichos del nuevo cementerio, produciéndose poco a poco un paulatino
abandono del antiguo camposanto, que cegó prácticamente la entrada del templo de Santa María la Mayor y convirtió en una
terreno tétrico e inhóspito las ruinas
de pabellones, galerías de nichos y tumbas de tierra,
En los años
setenta del pasado siglo XX, el ayuntamiento de Alcalá la Real llevó a cabo una labor
de limpieza del recinto del cementerio, dejando expedito de cadáveres todo el
espacio destinado a este fin y derribando
las edificaciones de las galerías de nichos. No quedó otro testigo del anterior cementerio por los años
ochenta sino, los árboles, el antiguo
aljibe transformado en osario y algunas
paredes divisionarias de los dos patios y del cerramiento del cementerio.
En los años
noventa, se emprendieron de nuevo
acciones de excavaciones, eliminación de osarios y restos de sepulturas
y tumbas y restauración del interior de la iglesia y en la plaza de la iglesia, donde se quitaron la mayoría de
los vestigios del cementerio salvo algunos restos de paredes y se mantuvo
allanado sin sepulturas el
antiguo patio de comunes y especiales llevándose a cabo una la gran
labor de excavación que descubrió el trazado de calles y casas de la Época
Moderna.
En los años
noventa, se desarrolló un plan
urbanístico con fondos europeos cuyo núcleo más importante se basó en
formar una plaza delantera a
la portada principal de la Iglesia
Mayor con diseño del
arquitecto José Luís Vico y eliminación de la totalidad de elementos
funerarios.
…..
Bajamos por
Las Caballerizas del Abad, y en el sitio de la ANTIGUA CRUZ DEL CRISTO DE LA
YEDRA comentamos la leyenda del Cristo
de la Piedra.
El duelo entre dos caballeros castellanos, Pedro Pineda y
Cristóbal Gallego ante el Cristo de la Piedra porfiando por la princesa raptada
y la intervención del Cristo con el desenlace final de: uno monje, y otro
soldado para conquistar España.
Con
la mahbarath y la eplicación delas ruinas del conventro de la Santísima
Trindad, se acabó la ruta. No más bien con la cruz de Vázquez Mejías y sus
indulgencias. Dejamos para otra vista del año próximo la otra parte del perímetro
de la ciudad..
O sea , el PUNTO
DÉCIMO. EL BARRERO Y CRUCES DE CALLE
ANCHA.
PUNTO DÉCIMO.
CRUZ DE VILLENA Y EL HUMILLADERO. PUNTO UNDÉCIMO.
LA CRUZ DEL PILAR DE LAS TÓRTOLAS.
[2] AMAR. Acta De 4 diciembre
de 1865.
[3] AMAR. Acta de 13 de julio
de 1865.
[4] AMAR. Acta de 26 de julio
de 1875.
[5] AMAR- Acta de cabildo de
13 de diciembre de 1875.
Cruz familia de Aurora Sánchez |
Cruz de Vía Crucis |
El pozo del Altozano |
Pisando el antiguo cementerio de la Mota |
Cruz de Vázquez Mesía |
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