Archivo del blog

miércoles, 26 de noviembre de 2014

CASTILLO DE LOXUBÍN HACIA MUNICIPIO EN TIEMPOS DE CARLOS II


 
 

 
Aunque poco a poco,disminuyen las deudas con la Corona, sin embargo esto no impidió que se reclamaran en 1693 un resto de 10.000 reales de remanente que quedaban  para el finiquito de la compra de la villa de Alcalá. De nuevo la ciudad de Alcalá, sumamente embargada dilató el pago de la deuda y salió de nuevo en subasta la villa del Castillo.
 
 
  A esto había que añadir los intereses de los regidores pretendiendo mantener los privilegios en la villa castillera dando lugar al nombramiento de alcaldes ordinarios en personas afines que delegaban entre los vecinos de la aldea, o en el mantenimiento de algunos otros oficios como el fiel medidor de granos ligado a la familia Alvarez de Sotomayor que provocaban un conflicto de competencias.
En 1693, la ciudad se ve obligada a reconocer ciertos débitos que todavía mantenía con la Corona referentes a la compra del Castillo. Aunque trataron de impugnar la intervención del presidente de la Real Chancillería Gregorio del Valle Arredondo que reclamaba todas las deudas, considerando su actuación no legal por no pertenecer al reino de Granada, sin embargo, al  principio, los argumentos justificativos, aducidos por los regidores alcalaínos, que defendían que Alcalá la Real era  una  ciudad de behetría o independiente como la abadía quasi nullius, no tuvieron valor alguno. Tampoco le sirvió de nada otra defensa como la de  que la subasta de la venta del Castillo no se había realizado en Alcalá, perjudicando al término. Pues, pronto se nombraron comisarios para pagar las deudas para que el asunto no llegara a consumarse.
Mientras los alcalaínos se enredaban en los pleitos,  el  juez  Juan Gutiérrez de la Peña se trasladaba a la villa del Castillo e iniciaba el amojonamiento de su  término para delimitarlo.    y, como el asunto cada vez se presentaba difícil, se obligó  a adelantar el pago por el mes de julio de 1693. Un año después, el presidente de la Chancillería volvió a reclamarlo , dando lugar los aplazamiento a la nueva venta del Castillo de Locubín el día diecisiete de diciembre de 1694. En el once de febrero de 1695, vino el mismo juez ejecutor anterior para cobrar los atrasos, empeñando incluso las mazas de plata valoradas en ochocientos reales. En el mes de agosto, un regidor residente en el Castillo, comunicó sobre el intento del  consejo de la villa pretendiendo adquirir el término y embargar las tierras para pagar con dicho dinero a la Corona:
 


respecto estar dividida la villa del Castillo de Locubín de la jurisdicción de esta ciudad por dezirse debiendo a su Magestad cierta cantidad de maravedís y tener notizia como por el concexo de dicha villa se pretende ganar despacho para que se les dé del dicho término y adquirir su jurisdicción y pasarse a que va a ser embargo a las tierras de arbitrios que están en las dicha villa  para por su propia mano a ser el pago a su Magestad, lo pone así en notizia de la ciudad.
Alcalá  se enredaba en pleito tras pleito sin tenere en cuenta que no había pagado toda la deuda. Pero aún así, si se encontraban algunos reparos, aprobó que se pagaran de los arbitrios de tierras (Cf. 19.8.1695).Compartimos las palabras de Alvarez de Morales, porque en las actas hay pocos datos, cuando dice:
 el ambiente se va enrareciendo y como Alcalá no puede cumplir los pagos, con lo que se retrasa el momento de entrar de nuevo en la posesión del Castillo  con plenitud de derechos, los castilleros, que saben cuan precaria es la postura de la ciudad, no la respetan, y lo peor es que esta situación se conoce en la Corte, porque los castilleros buscan como valedor al de los Trujillos. La llegada al Consejo de la querella del Alcalde del Olmo, la insolvencia de la ciudad, y las reclamaciones que denuncian el estado de anarquía responsable, dan ocasión a que el Consejo disponga que, mientras se ultima el pago del precio, y para excusar vejaciones a que los castilleros están sometidos por parte de la ciudad, se rijan los vecinos del Castillo como Villa Realenga, y elijan su Consejo según la costumbre de Castilla. Esta era la novedad que trae el 1696...Rápidamente se acusa en Alcalá el efecto de aquella resolución. Convencida de que nada puede conseguir si no es pagando, y es peligroso que se acostumbren los castilleros a gobierno propio, con gran agobio económico y quebranto de su hacienda, logra completar el pago el año 1698. El amor propio, atropellado por la venta, se calmaría al tomar posesión simbólica de la vieja fortaleza de La Villeta, y ahora, tenía nuevos motivos para justificar sus derechos sobre el Castillo: los muy poderosos de haberlo comprado con tantos sacrificios  ( Con Un castillo  pag 100).
 
En 1697 intentaron prender a varios vecinos, entre ellos los regidores Andrés Ortiz y Pedro Amador, por una orden de la Real Chancillería, solicitando la pena de quinientos ducados. Nos muestra el funcionamiento del Concejo y de la justicia que era ejercida por los alcaldes ordinarios que tenían la orden del apresamiento. Así nos lo manifiesta el acta del 20 de marzo de 1607:
 y que el escribano de esta billa baxo de la misma pena tenga obligación en los Cabildos, que en esta Billa celebra aga notorio dicho acto y así mismo se anote en  los libros capitulares de la ciudad de Alcalá la Real baxo de las mismas penas y se le haga ver a los escribanos de Cabildo para que agan saber  los Corregidores y Alcaldes Mayores y no les admitan en los cabildos que se celebraran en la dicha ciudad a don Andrés Ortiz y don Pedro Fernández Amador como regidores por ser declarados reos.
 
 
 


Las relaciones entre ambas ( Alcalá y Castillo )  se agravaron, al no poder hacer frente al pago de dichas deudas contraídas y se vio obligada a dejarla que se administrara durante los años 1696 hasta el 1698 mediante un Concejo, que fue elegido de modo abierto por los vecinos en la Parroquia. Aunque no se ha podido encontrar una relación clara entre los regidores residentes en el Castillo y sus intereses agropecuarios. Estaba claro que, por estos años, su número  sobrepasaba los doce regidores, y, entre ellos, unos porfiaban, por una parte,  en mantenerse en  los cargos y oficios y otros en mantener sus privilegios en los pastos de Alcalá, lo que suponía la pérdida de sus haciendas. Aún más, los regidores junto con los alcaldes formaron el Concejo de la Ciudad, que salió a recibir la toma de posesión. El cinco de febrero tuvo lugar el acto de posesión, saliendo el corregidor junto con cuatro miembros del cabildo , dos regidores y dos jurados, con los porteros bajos mazas, montados a caballo, acompañados de un gran número de caballeros. Al llegar al Castillo, fueron recibidos por el Concejo de la villa en medio repique de campanas y toque de chirimía, tal como refleja el acta de aquel día, muy alejada la descripción del cronista castillero. En la Villeta, los alcaldes ordinarios Miguel Ibáñez y Diego Martín de Quesada, y los regidores residentes Cristóbal Ruiz Cortecero y Francisco Muñoz Nava y el alguacil mayor Juan Marcos de Rueda, en presencia de los comisionados de Alcalá leyeron el Real Despacho  de toma posesión, fechado el diez enero de este año. Obedecieron las justicias del lugar entregando las varas y entraron en el Castillo, tomando posesión. después celebraron varias ceremonias religiosas y protocolarias en la Iglesia de san Pedro y en las casas de hospedaje destituyó a los anteriores alcaldes ordinarios y alguacil mayor, nombrando a Alonso de Lara y Juan Hermenegildo de Extremera, y Juan Ruiz Ruano. Para dar testimonio, los hidalgos miembros de la familia de los Sotomayor don Antonio de Sotomayor y don Fernando  y don Juan de Valenzuela y otros caballeros acompañaron a la comitiva del cabildo alcalaíno hasta la salida de la ciudad. Diferente es la descripción y la apreciación de los actos pues el escribano dice :
Y de como la tomaron quieta y pacíficamente, sin contradicción alguna, lo pidieron a mí el Escribano por testimonio, y el dicho señor corregidor mandó dar en bastante formas. Cf.5.2.1698)
LO cierto fue que el corregidor Francisco de Pinedo había conseguido en el mes de octubre de 1697 la restitución de la villa.
Sin embargo a finales de año, el corregidor de Alcalá tuvo que apresar al alcalde ordinario Juan Hermenegildo y destituir  al compañero, llevando el asunto a la Chancillería ante las quejas de los vecinos, nombrando como alcaldes al los regidores residentes en la villa Andrés Ortiz y Pedro Galán de la Bella.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario