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viernes, 4 de julio de 2014

NOCHES DE JULIO



 

            El mes de julio  forma con el de agosto un dúo festivo, que se multiplica en muchos rincones de la geografía de la Sierra Sur. No es rara la noche que  se convoque al personal a una ruta nocturna  de turismo interior, alimentada con recursos de la historia local  para visitar la ciudad fortificada de la Mota o el centro histórico artístico: otras noches  se complementan con las veladas musicales en las plazas de la aldeas celebrando  la festividad patronal de cada rincón (la Virgen del Carmen en La Rabita o Santa Ana en el  lugar  de su mismo nombre) y formando un eslabón de los presentes y ausentes con  la reivindicación de la nostalgia infantil y ; como preámbulo de todas las fiestas, se encuentran las fiestas vecinales de Barrio ( El Campero o Huerta de CAPUCHINOS) que se abren entre  una población que inicia su diáspora  hacia las playas de la Costa del Sol. También, se nos presentan ofertas culturales en Alcaudete con las Fiestas Calatravas y en otros pueblos como Frailes con la Fiesta de la Tapa o en el Castillo con las delicias del Nacimiento del río San Juan.  

Y en medio de todas estas celebraciones, Etnosur se constituye como el  centro principal  del calendario festivo atrayendo a todo ser viviente que  acude  para compartir una fiesta en la que se entremezclan las actividades del voluntariado con el disfrute del ocio  dentro de sus más diversas variantes(conferencias, mercado alternativo, conciertos, circo, tallere4s…); últimamente se ha convertido además como la  fiesta por excelencia, con difusión internacional, presencia de todos los pueblos de España y  excelente oferta de música de otros países y étnica.  ¿Qué más se puede  pedir?

 Parece como si se hubiera revolucionado el concepto de la Cultura de la Calle, tan peculiar y autóctona de las tierras  andaluzas. Se  ha pasado de las tertulias vecinales, tan grupales y familiares de acuerdo con el concepto de la cercanía  que  invitaba  el estar  sentados a las puertas de las casas de vecinos, a las plataformas anónimas de orgía colectiva; de la alegría de los pequeños grupos cercanos a la  antigua tribu se ha evolucionado a la  multiculturalidad  de los grandes acontecimientos y espectáculos, donde la masa se queda completamente inmersa en un catarsis colectivo y purificador  de esta crisis que atormenta diariamente a muchos colectivos ya las personas más desvalidas. Se ha creado  un nuevo concepto  de a liturgia festiva que se enreda  muchas veces en difundir la  a un dios Baco  consumista y universal para crear unos círculos de amistad joven  y rompedora de los esquemas tradicionales de los espectáculos tradicionales. Ahora, los toros con motivo de la fiesta de Santa Ana o de Santiago  se han convertido en  las embestidas de una  época en la que el paro  deja a las familias escuálidas de modo que  sólo pueden disfrutar de una convidada  familiar;  los fuegos artificiales han dejado como testimonio  el disfrute de un cohete semanal  para  un muchas personas que solo pueden disfrutar  de  la playa en un único día del fin de semana  e modo que  no les da tiempo a  mojarse en las playas del litoral mediterráneo;  los antiguos ágapes, los guisos tradicionales y las cenas nocturnas han quedado reducidas a una frugal  barbacoa de embutidos y pancetas a la brasa. En conclusión, el final  del tiempo de los recortes no se deja ver ni en los dedos  rosados de la aurora del amanecer.

Conservemos las buenas lecciones de la Cultura de la Calle, y, aún más, si  se ofrece en un  plato exuberante como es ETNOSUR, no los dejemos pasar. Aprovechemos de lo antiguo y lo nuevo, lo solidario y lo festivo, el ocio y  la formación, lo lúdico y lo racional, el aprendizaje y el cultivo del cuerpo.     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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