CUESTIONES
DE PROTOCOLO Y SANTA ANA en 1777
En
el legajo séptimo de la caja 83, se
encuentran muchas referencias a la imagen de Santa Ana en 1777 . José Francisco Vinuesa González, secretario y presbítero de la iglesia mayor
de la Abadía
de Alcalá la Real
presentó un certificado sobre una
rogativa de los vecinos de la
ciudad con motivo del preñado y
el buen alumbramiento de la reina María
Luisa de Borbón-Parma, esposa de Carlos IV.( En concreto, el de su hija
María Luisa que solo alcanzó a la edad de cinco años.)
Las rogativas tuvieron
lugar en el mes de agosto por el buen alumbramiento de la Princesa de Asturias y, a
lo largo de las partes de la misa, era costumbre que se diera la paz por parte
del cabildo eclesiástico a los miembros que formaban parte del
ayuntamiento. Entre el estamento
eclesiástico, se dio la paz llegando hasta sacristanes y acólitos negándose,
sin embargo, a darla el cabildo eclesiástico a los miembros de la ciudad,
provocando un gran escándalo entre los fieles que acudieron al templo, lo que
no podían dejar pasar por alto. Por eso acudieron varios comisarios del
ayuntamiento ante el abad y le
protestaron sobre la indiferencia y desaire con los que les habían tratado.
También, se quejaron de la obligación que tenían ambos estamentos de nombrar
dos comisarios o sacerdotes en su
casa a la hora de recibir y despedirse
entre los cabildos: en el caso de organizarla la ciudad dos comisarios de la
ciudad acudían a la sacristía, le daban cera al juez eclesiástico y desde la sacristía iban al coro y de alli lo volvían a la sacristía; en el
caso de organizar la misa el cabildo eclesiástico quien nombraba a los regidores y despedía eran los
comisarios de la iglesia; en las ceremonias particulares, no había una regla ni
norma definida, si la ciudad asistía por voto, costumbre o convenio; en cuanto
a las rogativas, el maestro de cremonias no preveía el protocolo, porque solo
asistían los regidores al último día de las rogativas.
El
informe del cabildo eclesiástico abiundó en los anteriores protocolos ( había
obligación de convidar y de recibimiento y despedida en las festividades de Santo Domingo de Silos,
Purificación, Domingo de Ramos, Jueves Santo,
y Santiago,) y trató de crear un clima de avenencia y pas en tre los dos
estamentos y el corregidor.
El cabildo municipal trató de limar el asunto, pero
rebatió los planteamientos anteriores con tres ceremonias anteriores, en las
que el cabildo eclesiástico había
recibido y despedido al ayuntamiento: las rogativas de la primavera de 1777 para imprecar la mediación de la Virgen de las Mercedes a fin de que se aliviaran los campos con las
necesitadas lluvias; la festividad del día de Santiago y, por último, la función de iglesia de la Señora Santa Ana.. .
Solía llevarse a cabo
la traída de la imagen desde tiempo inmemorial y acudían ambos estados , el
eclesiástico y el municipal, sin que ninguno de los dos tuviera la obligación
de organizarla. En los siglos anteriores, la traída y la función de iglesia se
realizaban en la Iglesia Mayor
Abacial; en 1777, el sitio de las ceremonias era la iglesia de la Veracruz y allí el
cabildo municipal era recibido y despedido por el eclesiástico, según aludía el
ayuntamiento. Pero el cabildo eclesiástico quiso exponer claramente que no era su obligación el hacer ningún tipo d acciones protocolarias
y, basándose en las manifestaciones de los curas Manuel Berlango y Manuel
Gallardo, nos hacen una descripción muy interesante de la procesión de la
imagen de Santa Ana. Venía en procesión por los campos hasta la entrada de la
ciudad, donde era llevada en andas por los caballeros, desde allí se trasladaba
solemnemente a las puertas de la iglesia de la Veracruz , donde los
curas, beneficiados y capellanes de la parroquia de Santo Domingo de Silos (
cuya iglesia les pertenecía) cubiertos
con sobrepelliz recibían a los dos estamentos –eclesiástico y municipal-
.y a todo el clero de la ciudad. Allí, se incorporaban y entraban en forma de manifestación
religiosa hasta llevar la imagen a su altar.
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