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martes, 22 de julio de 2014

HACIA LA FIESTA DE SANTA ANA III. CUESTIONES DE PROTOCOLO CON MOTIVO DE LA FIESTA DE SANTA ANA CUANDO VENÍA A ALCALÁ LA REAL


 

 

 


 

 

 

            CUESTIONES DE PROTOCOLO Y SANTA ANA en 1777

 

 

            En el legajo  séptimo de la caja 83, se encuentran muchas referencias a la imagen de Santa Ana en 1777 .  José Francisco  Vinuesa González,  secretario y presbítero de la iglesia mayor de la Abadía de Alcalá la Real presentó  un certificado sobre una rogativa de los vecinos de la  ciudad  con motivo del preñado y el buen alumbramiento de la reina   María Luisa de Borbón-Parma,  esposa  de Carlos IV.( En concreto, el de su hija María Luisa que solo alcanzó a la edad de cinco años.)
 
Las rogativas tuvieron lugar en el mes de agosto por el buen alumbramiento de la Princesa de Asturias y, a lo largo de las partes de la misa, era costumbre que se diera la paz por parte del cabildo eclesiástico a los miembros que formaban parte del ayuntamiento.  Entre el estamento eclesiástico, se dio la paz llegando hasta sacristanes y acólitos negándose, sin embargo, a darla el cabildo eclesiástico a los miembros de la ciudad, provocando un gran escándalo entre los fieles que acudieron al templo, lo que no podían dejar pasar por alto. Por eso acudieron varios comisarios del ayuntamiento ante el  abad y le protestaron sobre la indiferencia y desaire con los que les habían tratado.
También, se quejaron de la obligación que tenían ambos estamentos de nombrar dos comisarios  o sacerdotes en su casa  a la hora de recibir y despedirse entre los cabildos: en el caso de organizarla la ciudad dos comisarios de la ciudad acudían a la sacristía, le daban cera al juez eclesiástico  y desde la sacristía iban al coro  y de alli lo volvían a la sacristía; en el caso de organizar la misa el cabildo eclesiástico  quien nombraba  a los regidores y despedía eran los comisarios de la iglesia; en las ceremonias particulares, no había una regla ni norma definida, si la ciudad asistía por voto, costumbre o convenio; en cuanto a las rogativas, el maestro de cremonias no preveía el protocolo, porque solo asistían los regidores al último día de las rogativas.

            El informe del cabildo eclesiástico abiundó en los anteriores protocolos ( había obligación de convidar y de recibimiento y despedida en  las festividades de Santo Domingo de Silos, Purificación, Domingo de Ramos, Jueves Santo,  y Santiago,) y trató de crear un clima de avenencia y pas en tre los dos estamentos y el corregidor.
 
El cabildo municipal trató de limar el asunto, pero rebatió los planteamientos anteriores con tres ceremonias anteriores, en las que el cabildo eclesiástico  había recibido y despedido al ayuntamiento: las rogativas de la primavera de  1777 para imprecar la mediación de la Virgen de las Mercedes  a fin de que se aliviaran los campos con las necesitadas lluvias; la festividad del día de Santiago   y, por último, la función de iglesia de la Señora Santa Ana.. .  

 

 

LA TRAÍDA DE LA IMAGEN DE SANTA A LA CIUDAD DE ALCALÁ LA REAL

 
            Solía llevarse a cabo la traída de la imagen desde tiempo inmemorial y acudían ambos estados , el eclesiástico y el municipal, sin que ninguno de los dos tuviera la obligación de organizarla. En los siglos anteriores, la traída y la función de iglesia se realizaban en la Iglesia Mayor Abacial; en 1777, el sitio de las ceremonias era la iglesia de la Veracruz y allí el cabildo municipal era recibido y despedido por el eclesiástico, según aludía el ayuntamiento. Pero el cabildo eclesiástico quiso exponer claramente  que no era su obligación  el hacer ningún tipo d acciones protocolarias y, basándose en las manifestaciones de los curas Manuel Berlango y Manuel Gallardo, nos hacen una descripción muy interesante de la procesión de la imagen de Santa Ana. Venía en procesión por los campos hasta la entrada de la ciudad, donde era llevada en andas por los caballeros, desde allí se trasladaba solemnemente a las puertas de la iglesia de la Veracruz, donde los curas, beneficiados y capellanes de la parroquia de Santo Domingo de Silos ( cuya iglesia les pertenecía) cubiertos  con sobrepelliz recibían a los dos estamentos –eclesiástico y municipal- .y a todo el clero de la ciudad. Allí, se incorporaban  y entraban en forma de manifestación religiosa hasta llevar la imagen a su altar.  

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