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viernes, 24 de abril de 2020

EL OFICIO DE PRESTIGO EN SiGLO XVI. EL VIOLERO.


Hace uno días nos encontramos un ciego, que tocaba diversos instrumentos de cuerda en la ciudad de Alcalá la Real por los años cuarenta del siglo XVI, montamos un relato.



Ahora nos ha aparecido un oficio que gozó de gran prestigio en aquel tiempo, nos referimos a los violeros. Y en Alcalá los hubo. y crearon escuela. Debió ser un oficio muy bien pagado, porque nos sólo se dedicaban a la elaboración de instrumentos de cuerda, sino también enseñaban a componer. De ahí a un paso de las capillas de música para fiestas cortesanas y ceremonias religiosas. Se sabe que el violero comparte nombre con el de laudero o lutero, Y este proviene del al -ud, instrumento de madera, que se vulgarizó con el nombre de uno de ellos la viola, ya de cuerda o de mano en España, a saber, violero. En las que destacaron muchos maestros de este oficio. Entre los instrumentos que construían se encuentran (también ajustan o reparan instrumentos de cuerda frotada y pulsada como violines, violas, violonchelos, contrabajos y violas da gamba y todo tipo de guitarras, cuatros, laúdes, archilaúdes, tiorbas, arpas, mandolinas, clavecines, o timples).

Cuentan que los violeros españoles desarrollaron un lenguaje propio que sentó las bases de posteriores trayectorias iniciadas en otros países europeos, especialmente en Italia. Su papel fue decisivo porque fundieron múltiples sustratos previos goticistas y andalusíes y lo transmitieron con vigor a toda Europa. Este oficio gozó de un gran prestigio social y cultural en los siglos XV y XVI, como demuestra, por ejemplo, el hecho de que Mahoma Mofferriz, un afamado violero y organero zaragozano fuera el alcalde de la aljama de los moros de la ciudad a finales del siglo XV; o que llegaran a ejercer el oficio algunos hidalgos, como Pedro y Mateo Arratia. Encontramos también violeros en Toledo compartiendo su actividad con las enseñanzas musicales, el magisterio de niños, o las clases de danza. Zaragoza fue la ciudad española con un mayor número de violeros activos en la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI . En los años treinta de la centuria siguiente fue suplantada por Toledo y ya a finales del XVI por Madrid-
La importancia del violero radicó que en algunas ciudades se empleó el término de violería para dar a entender el lugar donde trabajan violeros, o el arte ejercido por ellos. La primera de estas dos acepciones queda clara en un solo ejemplo que conozcamos, el de la “calle de la violería de Sevilla”, citada a finales del siglo XVI y principios del XVII; o el uso de la jerga del arte de la viola dentro de su gremio.  ​ 
Este consistía en dar origen a muchos instrumentos comentados, en concreto los antiguos fueron: las vihuelas de mano, guitarras medievales, renacentistas y barrocas; vihuelas de arco, clavicordios, clavicémbalos, laúdes y arpas. 
La seriedad de este oficio se comprueba por el documento que vamos a comentar de Gutierre de Burgos entre un violero, afincado en Alcalá la Real, y un aprendiz con fecha de 25 de abril de 1552. Estaba muy reglamentado, y en algunas ciudades, contaba con gremio propio y con sus correspondientes ordenanzas. Este violero alcalaíno debió haber alcanzado el grado de maestro en una de ellas, aprendiendo sus normas de calidad, los procedimientos para la adquisición de los materiales y se sentaban las bases para la formación de los nuevos violeros. En concreto, en este documento acude Pedro Hernández de Arjona, y lo representa el padre de menores Juan López é Relimpio el Viejo con el poder de su padre para que el violero Bartolomé Gutiérrez lo acoja como aprendiz de su oficio durante seis años y le vece el oficio hasta convertirse en oficial. En concreto afirma el documento hacer una guitarra, un discante (GUITARRA PEQUEÑA, A VECES MUYA AGUDA) y un tenor y tender cuerdas “, en la segunda función " aveys de mostrar tañer veinte piezas las que el dicho Pedro Hernández de Arjona quisiere aprender más convenientes para el oficio. formarse en el oficio, antes de convertirse en oficiales. También se obligaba el maestro violero a vestirlo de abajo y de fiesta, los de fiesta de paño a ducado la vara, dos camisas, calzas, jubón gorra y zapatos, y, como instrumental, le debía dar sierra y azuela. Le debía pagar nada menos en los seis años 25.000 maravedíes por acompañarlo en el oficio, ya que era mozalbete menor de 25 años y mayor de 18. 

No llegó este contrato al siguiente grado de e maestro, que debía superar un examen en el que demostraban sus destrezas prácticas y conocimientos teóricos frente a un tribunal compuesto generalmente por dos maestros violeros consagrados y un veedor del gremio. 

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