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lunes, 20 de abril de 2020

UN CIEGO, POETA Y MÚSICO EN LA ALCALÁ DEL SIGLO XVI

ESTE RELATO SE BASA EN UN DOCUMENTO DE PODER ENTRE  DOS CIEGOS, ANTE GUTIERRE DE BURGOS,  16 DE JULIO DE 1543.

No me creía que las figuras del ciego y el lazarillo se remontaran a tiempos tan lejanos. Había leído, en alguna ocasión por algún crítico literario que hubo ciegos, que se acompañaban de niños y, que incluso llegaron a formar una cofradía de ciegos en la Granada del siglo XVI. Y, mira que, por el arte del azar, me encontré un documento que cuadraba con todas las piezas y elementos del romance de cordel, el ciego, el niño y el corporativismo entre estos poetas populares. Se encontraba en el escribano Gutierre de Burgos, de Alcalá la Real,  nada menos que 16 de junio de 1543. Vayamos al relato.
Se acercaba a las puertas de la tienda de la escribanía del escribano Gutierre en la plaza Alta de la Mota, un ciego. Se llamaba Bernardino Ramírez. No era un ciego cualquiera. Le comentaban los vecinos como si viera  el sitio de la tienda de escribanía, y no tuviera dificultad para ir a ella. 
Al momento, le rodearon los vecinos para darle detalles. Junto a la Puerta del Arrabal, le indicaban que subiera las escalinatas y no topase con las tiendas del Cabildo, y, adentrándose a la plaza Alta, le aconsejaban que no virara hacia la parte izquierda para entrar en la Iglesia Mayor, sino que dirigiera hacia la parte meridional, allí se ubicaban las tiendas de los escribanos: en concreto,  la tercera, junto a la torre del Gabán, era la tienda del escribano que buscaba. Mas, un vecino más generoso, se prestó a ayudarle para evitar el tropezón en el empedrado lleno de lagunas de arrecifado de la Plaza. Evadieron  los puestos de los comerciantes y mercaderes, a los tenderos de frutas y hortalizas castilleros, las tiendas de pescado, y a los niños jugando a pequeños corros. Incluso, los espaderos ensayaban posturas de combate. Se levantaban algunas barreras para las fiestas de san Juan y Santiago.    
En la puerta de la tienda, esperaban varios vecinos que se disponían a levantar contratos de censos, compraventa y testamentos. Le preguntó uno de ellos al ciego.
-¿No eres de esta tierra?
-No. Soy de la colación de Santa Ana de Granada,-le respondió el ciego-, me llamo Bernardino Ramírez.
-Entre, entre, antes que nosotros, probablemente tenga más prisa,- le dijo otro vecino. 
-Dejemos que lo haga este vecino del Castillo. Bernardino, ayer le escuché sus oraciones. Me gustaron mucho.
- Me recordaron a poetas antiguos.- Interrumpió otro vecino.
-No quiero ser el más listo, - intervino el vecino castillero- pero me resultó muy interesante, porque no sólo compone, sino que canta y vende pliegos de cordel.
-Aquí tengo en mi mochila unos pliegos. Si alguno quiere le puedo vender unas oraciones dijo el ciego.
-Lo que me extrañó, que no viniera acompañado de Lazarillo.
-A eso vengo, a ver si puede encontrarlo.
Entró el castillero a la tienda del escribano y realizó el testamento. Como era muy formulario, el escribano en seguida completó con las mandas y obligaciones para sus herederos, porque la introducción de fe ya la tenía preparada el escribano, de modo que no tardó mucho. Los vecinos dejaron la vez y stitio al ciego y entró a la escribanía.
-Buenos días, señor escribano. 
-Para lo que usted reclame- le contestó el escribano.
- Asuntos de oficio.
-¿Y cuál es el suyo?
- Ciego, poeta  de pliego de cordel 
- Y,¿ no le acompaña el lazarillo?
- Sólo, he venido desde la plaza de Santa Ana de Granada, he pasado Puente de Pinos, me he parado en la venta de Algarra, luego en la de Puerto Lope, y Cequia, hasta llegar a los mesones de esta ciudad.  Algo cansado, pasando por Moclín, refrescándome en los Velillos y Palancares, y recibiendo algunos maravedíes con la venta de algún pliego. Para colmo cargado con mis instrumentos musicales. Pues no sólo recito, sino que canto oraciones y romance,  y toco en mi acompañamiento.
-Entonces ¿ domina la música?
-No toda, y la letra en el preón y recitado.
-¿Cuáles?
-La vihuela  de Arco  y la de mano . También el rabel. Y, de viento, la flauta. 
-Y ¿cuál es su presencia en mi escribanía?
- Dar un poder a un vecino de Granada,( Velasco lo llaman y es tejedor de tafetán). Para más precisión, se avecina cercano a mi casa, en la parroquia de San Andrés. 
-Pero el poder debe estar relacionado con alguna finalidad- le interrumpió el escribano- de seguro que es un pleito, lo que abunda.
-No. Nada de pleitos- le interrumpió el ciego-, algo más simple que pueda concertar, con otro compañero de oficio el ciego granadino Francisco Pérez, el contrato de servicio, para un lazarillo.
-Ya lo había echado de menos- le apostilló el escribano-, es imprescindible para su persona.
-Pero, no quiero que sea una muletilla mía. Lo quiere dignificar. Quero que su sobrino  se comprometa conmigo y yo, por mi parte, le pueda vezar las oraciones que yo sé.
-Eso, eso, ya está apuntado en el poder.
-Y aún más, aprenda a tañer a la vihuela de arco y la de mano.
-Distingamos entre  la vihuela de arco, y la de mano.
-Muy sencillo, la, vihuela de arco es  instrumento de cuerda frotado por el arco, su  cuerpo es largo y  profundo, de tres a cinco cuerdas y un clavijero. Para que lo distinga bien de la vihuela de mano, su sonido se obtiene al frotar las cuerdas con el arco, me lo  apoyo en el pecho o en el muslo. 
- Creo que procede de siglos anteriores, cuando  trovadores y  juglares la empleaban ya hace doscientos años.  Me viene una lectura  del Libro de Apolonio que la cantaba:

.«Amigo, dixo ella, sí Dios te benediga,
por amor, si la has, de tu dulce amiga,
que cantes una laude en rota o en giga:
si no, dicho me has soberbia e nemiga.»

Non quiso Apolonio la dueña contrastar,
priso una vihuela e sópola temprar;
dixo que sin corona non sabrié violar,
non queriá —maguer pobre— su dignidat baxar.
Alçó contra la dueña un poquiello el cejo,
fue ella de vergüença presa un poquillejo;
fue tañendo el arco, egual e muy parejo,
avés cabiá la dueña de gozo 'n su pellejo.

- ,Ahora, vayamos a la vihuela de mano. Es muy semejante al laúd y se semejaba en su forma al ocho, se toca con la mano y cuando los violeros españoles fueron configurando y perfeccionando jugó un papel fundamental la caja de resonancia al tañer las cuerdas hasta siete pares y fondo plano. Aquí está la clave de este instrumento se abandona el plectro y  se pulsan las cuerda, directamente con los dedos. Es un cambio total en la forma de tocar. 
-Pero me dijo que toca también el rabel.
-Sí, mi señor, lo aprendí entre los moriscos de Granada, muy similar a la vihuela de arco, más pequeño, lo puedo tocar en vertical y horizontal, con menos cuerdas y con un arco que lo frota.
- Ya he apuntado la flauta, travesera o dulce, a la que se compromee enseñar.
-Yo no soy una capilla de múica y con seis orificios msica. Yo me quedo con la dulce. Esta flauta de pico, de  una sola pieza,  cilíndruy pequeños.

- Me insiste en que quiere enseñar al niño todos estos instrumentos y rezos.
-Vezar, mejor, mi escribano, mis oraciones
-Aquí llevo un repertorio de  pliegos, muy  populares,  historias sagradas, de cuentos orientales, de epopeyas, carolingias,  de libros de caballerías, Gerineldo,  Mañanitas de San Juan, de hazañas de cautivos y de frontera.
Se daba cuenta el escribano que  estas historias y rezos se transmitían de unos a otros y formaba como un sedimento del pueblo a través de cantos y relatos, que consolaban a la gente, iban de  boca en oído y de oído en boca, pasaban a ser contados en las casas, eran transmitidos por estosciegos callejeros, en la plaza. Comprobó que eran pliegos de piel de hilo, impresos generalmente a dos columnas y con una viñeta. Estos dibujos variaban mucho según la época en que se imprimieron.

-Entonces, Bernardino, estamos entre ciegos rezadores. Aquellos que recogía el Juan Ruiz, arcipreste de Hita. 
-No exactamente. pero participo en algo. Sigo la línea  de pedir  al público, muy devoto y caritativo, que me mande rezar algunas de las oraciones de mi  ilimitado repertorio. Llevo hasta cien oraciones.
Ted puedo recitar una, recuerdo esta :
- Ayuda, fieles hermanos,
al ciego lleno de males,
¿los salmos penitenciales
si mandáis rezar, christianos?
Dios os guarde pies y manos
vuestra vista conseruada
la oración de la enparedada ...  
- Mandad, señores, rezar
la muy bendita oración
de la sancta Encarnación
del que nos vino a saluar;
otra oracion singular excelente,

- Deuotos christianos, ¿quién
manda rezar
vna oración singular
nueua de Nuestra Señora?
Mandadme rezar, 
pues qu'es . Noche Santa,
la oración según se canta
del nacimiento de Christo .
de un hombre que, cuando menos,
dicen que parió en Granada.
- ¿Hombre parir? ¿Quién lo afirma?
- Los ciegos que ven, señor.
- i Que se sufre tanto error! ,
mas con esto se confirma
la barbaridad de España.
- ¿ Está de molde y te burlas?
- i Cómo esas cosas de burlas
sufre el molde y acompaña!
Luego dicen que reniega
un cristiano y que el demonio
le aparece en testimonio
de que a sus vicios se entrega.
Luego es mártir, y aparece
en su tierra a un licenciado,
y el vulgo necio, atezado
lo celebra y encarece ... 
-. ¿Quién compra la obra nueva,
recién impresa y famosa,
della verso y della prosa?
¿Quién la compra?, ¿quién la lleva?
-Entrad.
- ¿Qué es lo que vendéis?
- Estas coplas ¿no las veis?
y de un poeta de fama.
- ¡Coplas! pensé que traía
puntas de Flandes y Holandas.
- Ni sé de puntas ni bandas
porque yo trato en poesía.
- ¿Véndese ya?
- Por nosotros.
El escribano terminó el documento. Puso de claúsula que el sobrino se comprometía a estar bajo las órdenes del ciego, cuanto necesitara para vezar oraciones. Lo firmó, buscó los testigos en la puerta y se lo entregó al ciego.  
El ciego ya se veía con un lazarillo, enseñándole coplas y oraciones, romances y relatos, tocando la flauta, el rabel y las dos vihuelas. 
Y así aconteció. 
No es de extrañar que el pliego de cordel se desarrolló mucho con la imprenta. Y estos  ciegos copleros/oracioneros alcanzaron  mucha difusión en  las ciudades, pueblos y aldeas de España. Se convirtió a veces en un peligro público de la moral de su tiempo  y como dice  Cristóbal Pérez de Herrera,   en Discursos del amparo de los legítimos pobres y reducción de los fingidos  en 1595):
Parece ser necesario mandar V.M., siendo servido, se remedie y ataje la manera de sacar dineros de unos ciegos, y otros que lo fingen por ventura no lo siendo, teniendo muy buena vista, que se ponen en las plazas y calles principales de los lugares grandes de estos reinos, y algunos a propósito para ello, a cantar con guitarras y otros instrumentos coplas impresas, y venderlas, de sucesos apócrifos sin ninguna autoridad, y aun algunas veces escandalosos, imponiendo y enseñando con ejemplos fingidos a los ignorantes y mal inclinados, cosas de que les resulta atrevimiento, por la materia que estos dan para cometer semejantes delitos a los que ellos cantan; y juntándose mucha gente a oírlos, ser causa de muchos hurtos, cortándose bolsas, y por ventura, según se ha contado, por orden dellos propios”.

Ya Bernardino Ramírez no vivía. El se sentía muy honrado de cantar y vezar a su lazarillo en su tiempo, y  haber contribuido con su pregón y  recitado o cantado del texto de los pliegos de cordel  formar parte de la literatura oral. Siempre, surgen los contratiempos de la historia. El negocio.
Y, entre mis documentos , me encontré este pliego de cordel. Una historieta de cautivos.  
















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