NOTAS PARA LA HISTORIA DE SANTA ANA
LOS SÁBADOS DE LA
ERMITA DE SANTA ANA
Según un legajo de Francisco Montes
Lezcano (5144, folio 242), el convento de Consolación vendió en 1741 una casa
de la calle Utrilla, por la cantidad de 100 ducado que estaba ligada a un
vínculo religioso pagado por Tomás de
Cáceres, que a su vez provenía de uno fundado por Inés Morón Mazuela, por el
cual se tenía la obligación de decir una
misa rezada y el pago de cuatro
reales cada sábado del mes en la ermita
de Nuestra Abuela Santa Ana ; este mismo vinculo tenía obligación de decir doce misas en la Iglesia de San Juan en la fiestas relacionadas con la Virgen (Encarnación, , Natividad, Concepción,,,)
Santa Ana, Circuncisión, Pascua de reyes, San Pedro, San Pabilo, san Bartolomé., san Andrés y Simón, Domingo
de la Santísima
Trinidad., Corpus,
Curiosamente, antes de ser vendidas y
recibir el permiso del provincial fueron apreciadas las casas por Fernando Martín, maestro de obras y Fray
José 5 de mayor de 1715, paz con Portugal . Se recibió una carta del presidente
de Castilla G¡¡Francisco Guerra, que obligaba a hacer demostraciones correspondientes al
gozo y alegría, y por la ciudad
visto se acordó que en hacimiento de gracias se haga una fiesta espiritual a
Nuestra SANTA ANA PATRONA DE ESTA CIUDAD , y se corran toros y se haga
máscara y mojigangas y se publique
, se pongan luminarias por las
noches que se está la primera y se dé recado al señor provisor de la
abadía y a los conventos de frailes y monjas para que se echen las campanas al
tiempo de dichas luminarias y nombra còr
comisarios don Diego de ortega y don Antonio de Reivilla.
Ante Francisco
José Ruiz Ruano, por el testamento de don Gabriel Miranda, licenciado abogado
de los Consejos reales en 21 de mayo de
1759, da poder para testar a su esposa
Juana de Molina y Liza González de Lara y a su hermano Diego Molina Lizaur. Solicitó que fuera enterrado en la
capilla de Nuestra Señora Santa Ana de la Orden Tercera de San Francisco, cuyos fundadores son miembros de su
familia y tenían la obligación de
enterrar a sus bienhechores. Si no en la capilla de Santo Cristo del Convento de la Encarnación,
propiedad de los Molina, que se
encontraba entre las dos puertas. Los albaceas son los anterior Pedro Isidoro
de la Oliva, vicaria y cura de Santo Domingo. Concede bienes muebles, joya haza
del ruedo de Fuente Nueva a su esposa.
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