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lunes, 3 de julio de 2017

Relato de Juan de Aranda Figueroa, un programa de vida del hombre del siglo xvi en Alcalá la Real



Me llamó mucho la atención un personaje alcalaíno del siglo XVI. Era el capitán Juan de Aranda Figueroa. No era uno cualquiera. Ni un regidor más. Ni un hidalgo fanfarrón. Casi siempre que


 abría los libros de actas del cabildo municipal, su nombre me aparecía por doquier. Un día se  le encargaba de que cuidara de las murallas por si todavía eran necesarias a mediados de este siglo, y por si un ataque de una invasión turca llegaba a la frontera del mar como se suponía que era  la fortaleza de la Mota. Otro día, se le encontraba tratando con el maestro de obras de las Casas  de Cabildo cómo  se unía el ayuntamiento con la Capilla del Deán. Aquel maestro era un familiar de su misma estirpe Pedro de Aranda, o Pedro de Monte por su señora Catalina de Figueroa. Luego me enteré de que marchó por tierras de Murcia y allí trabajo en la casa del corregidor de Lorca.  Otras veces, me lo encontraba enarbolando el estandarte de las tropas de la ciudad camino de las Alpujarras y entrando en combate por aquellas sierras de Bentomiz. Y decepcionado en pleno fragor del combate, que se le habían desertado muchos soldados. Otras veces preparaba las fiestas del Corpus Christi con el autor de comedias, recitaciones y de las danzas de diablillos y gitanos con castañuelas. 
Y topé con su linaje. Tuve la fortuna de encontrar el testamento de su padre Diego de Aranda. Se ilustraba el legajo del escribano con una portada, donde se simulaba entre trazos finos la planta de una casa, Misteriosamente, paso la página  y aparece esta oración .La había  escrito el propio padre con su puño y letra,  así como todo el testamento.  Me di cuenta que era muy ilustrado
IHS MARIA

IN NOMINE DEI PATRIS ET FILII ET SPIRITUS SANCTI FAC MIHI DOMINE SIT FIDES FIRMA IN CORDE. GALEA SALUTIS IN CAPITE. SIGNUM SANCTAE CRUCIS IN FRONTE. VERBUM VERITTIS IN ORE. VOLUNTAS BONA IN MENTE. DILECTIO DEI IN PECTORE; PRECINTIO   CASTITATIS  IN CIRCUITU HONESTAS IN ACTIONE,SOBRIETAS IN CONSCIENTIA. HUMILLITAS IN PROSPERITATE. SPÈS IN CREATORE. AMOR VITAE AETERNAE ET PRESEVERANTIA IN BONIS OPERIBUS IN FINEM. AMEN.
Jesús, María.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Haz, Señor, que la fe  sea firme en mi corazón, el casco de la salvación en mi cabeza, el signo de la Cruz en mi frente ,  la palabra de la verdad en mi boca, la buena voluntad en mi mente, el amor de Dios en mi pecho, la abstinencia de la castidad en mi derredor, la honradez en la acción, la sobriedad en mi conciencia, la humildad en  la prosperidad, la esperanza en el Creador, el de la vida eterna y la perseverancia en las obras buenas.

Y me digo qué programa le legaba a sus hijos. Todo imbuido de un soldado cristiano, más bien un militante católico que se había curtido en la frontera. Pues  había heredado el programa de sus padres y familiares.  Por eso, definía como virtudes y  creencias  principales: la fe, la salvación  y el misterio de la Cruz. Y a la hora de compartir y relacionarse: la verdad, la humildad en los éxitos, la buena voluntad,  la tozudez de las buenas obras,  y la honradez activa. Claro todo tamizado por el más allá: la esperanza, en el Creador y en la vida eterna.  Y como centro  se incardinaba  el  amor, pero un  amor no personal  sino proveniente de Dios.
Y seguía en su testamento y no se arredraba rezando el credo. Lo había aprendido de su tío Pedro Hernández de Aranda, obispo y prior del convento dominico de Granada. Y además su hermano Pedro de Aranda, se lo recordaba siempre. Cuando testes:
-Pon el credo.
Luego, por doquier avisos y recuerdos y obligaciones para todos. No olvidaba a sus criados y criadas. Les dejaba dineros y ropas. Y, se enredaba en encargar a sus albaceas, misas y misas, suyas y de su esposa. Desde todas las fiestas de la Virgen hasta las once mil vírgenes, desde San Pedro y San Pablo a San Bartolomé y San Juan Evangelista que era muy devoto. Y obligaba que se dijeran en el convento de San Francisco o en la Iglesia Mayor. Y en medio de encargos, mandas, memorias y fundaciones, nos encontramos misas por sus padres Juan de Aranda e Isabel de Leyva.  
De pronto, aparecieron el nombre de sus hijos e  sus hijas Lucía de Aranda, Juana de Figueroa, Ana de Aranda,  Catalina de Figueroa, Francisco de Leva casado con Mencía de Angulo, Guiomar de Escaváis y el  mismísimo Juan de Aranda Figueroa. 
Que revoltijo de apellidos. Nos recordó que le había dado buenas dotes cuando se casaron. Por ejemplo a Juana de Figueroa con Juan Cabrera 450.000 maravedíes, incluidas 3 viñas en Cañuelo; a Lucía casada con el licenciado Esteban Marañón 500. 000 maravedíes incluidas tierras de la Hondonera y Lanchar. Como se ve, las hermanas de Juan de Aranda, eran unas  bien casadas con hidalgos y profesionales de lujo. Me faltaba Guiomar de Escavias casado con el dóctor  Diego de Magaña, que vivió en la casa del padre y recibió de dote 340.373  incluidas las tierras de Monte Rey, con viñas de uva torrontesa. Unas veces escogían el apellido del padre, generalmente los varones, y las mujeres el de la madre. Lo frecuente de la época.
  E insistía que su hijo mantuviese la celebración de la festividad de Santiago, por lo que más quisiera  y lo mimaba  con algunos privilegios.  Le había concedido el  cargo de regidor, le dejaba toda la casa de la Mota, muy señorial, debía ser de muchos metros cuadrados, un palacete, de varas y varas, lindera con otras tres casas de postín la del regidor Pedro Serrano Alférez, y hermano del vicario Bernabé,   el cirujano Diego López y la de Pedro de Aranda Escavias. Solo le pedía que le dejara un cuarto a la entrada sobre la bodega a su hija Ana, que se había hecho religiosa y no quería casarse de nuevo. Y otro segundo, muy de los hidalgos fervorosos: que su casa valorada en 40.000 maravedíes,  pagara un censo para todas las misas y obligaciones  de 15. 000 maravedíes a la Iglesia Mayor. Incluso, si la vendiera.
A Juan su protegido, le dotó de los cortijos de Charilla y le dejó a cargo de cumplir todas las mandas. De seguro que lo hizo cuando repartió todos sus bienes. La casa era de una sobriedad enorme. No se encontraba cuadro alguno, ni  lujos por ningún sitio. Bien de mobiliario, pero sencillo. Algunos aparejos de caballería. Y nada más. Una bodega con más de  diez tinajas.

Juan de Aranda recibió más bienes por parte de su esposa, murió y debió  embargarse por varios préstamos, Incluso, cuando ya no andaba un paso, tuvo que vender las casas de los Monteses y su hospital para ampliar la plaza alta de la Mota. Se quedó prácticamente sólo y un hijo cura…., siguió con las memorias y misas...

4 comentarios:

  1. Curioso relato, a saber... si soy descendiente suyo, gracias por compartirlo

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  2. Curioso relato, a saber... si soy descendiente suyo, gracias por compartirlo

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  3. Lo había redactado un poco rápido, y lo he corregido, gracias, Jorge. Es un modo de hacer vivir la Mota.

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    1. Pero, los datos, el personaje y el ambiente es real. Más que novela histórica, relato real.

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