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domingo, 24 de abril de 2016

I. LA FIESTA DE LA CRUZ. EN TORNO A LA CRUZ

EN TORNO A LA CRUZ


                        Hemos comentado que el misterio de la salvación cristiana se simboliza en tres iconos: los crucificados, el calvario y la cruz. Por eso, en torno a la cruz se desarrollaron muchos actos, obras y cultos que se mantuvieron a lo largo de los siglos con el nombre de la Cruz. Hemos relacionado y particularizado en años anteriores la Cruz del Ecce-Homo, su barrio, sus gentes, sus costumbres y su fiesta, este año vamos a desarrollar los aspectos generales de  la festividad y la enseña de la Cruz, como símbolo de una comunidad cristiana. 

I COMO FIESTA ABACIAL

En las constituciones abaciales,  en mayo se establecían como fiestas fijas, el uno de mayo celebrando la festividad de los apóstoles san Felipe y Santiago; y el día tres la Invención de la Santa Cruz.
Como fiestas movibles, se celebraban las procesiones de las Letanías que partían de la Iglesia Mayor a las diferentes iglesias de la ciudad-

II LA SANTA CRUZ EN LOS HUMILLADEROS.

Abundan los humilladeros de la Santa Cruz, y nos referimos , entre ellos, al de San Marcos y la Tejuela. El primero en el libro y revista de la Virgen de la Cabeza, y, en esta misma revista, al de la Tejuela. Esta cruz se define también como una cruz de término y es una especie de mojón que se colocaba desde la conquista de las ciudades por las tropas cristianas a la entrada de los pueblos" como muestra de piedad por parte del pueblo y para su fomento entre los viajantes".  También pertenecen a este tipo de humilladero  la Cruz de los Muladares, la de los Moros o de los Valencia, la de las Tórtolas y la antigua del Barrero. No hay duda de que la cruz estaba presente en las dos puertas más importantes de la ciudad que bajó de la Mota: la de Villena y la de los Arcos.
Pero también hubo la costumbre de elevar cruces en conmemoración de fechas o acontecimientos, o como simples testimonios de piedad cristiana, generalmente junto a los caminos para fomentar la piedad de los viajantes, y a veces frente a monasterios y ermitas como la cruz de la calle Real o de Juan Vázquez Mesía, la del Cristo de la Piedra, y todas las del barrio de las Cruces, la de San Antón, la de San Juan y las de los derredores de las ermitas de las aldeas. O, la del humilladero de Santa Ana, a la salida de los Llanos y en el camino pecuario para despertar la devoción de los ganaderos.  Respondía al deseo de los cristianos de hacer patente su identificación cristiana tras la reconquista, en primer lugar con la erección de  templos, ermitas y cenobios, y, en segundo lugar,  con este tipo de humilladeros en caminos, deslindes, promontorios, calvarios y por doquier. Pasaron de levantar simples cruces, que algunas se mantienen con todos sus componentes (a saber escalinatas, basa y  cruz), hasta convertirse en obras de mayor envergadura. Sirvan de ejemplo  los oratorios, templetes o ermitas de la Verónica, Fátima y la del Ecce-Homo.
No era extraño que este tipo de cruz de humilladero se encontrase ligada con una fiesta de mayo en la que los vecinos celebren bailes y comidas de convivencias, recordando  otros tiempos en los que la cruz junto a una era el sitio de ocio y fiesta para los moradores de aquellos parajes. Por eso, se adornaban la cruz, corona,  cintas, guirnaldas, rosas de trapo y naturales,  ramos, etc.

El hecho de que se sitúen junto a los caminos, venía motivado por diversos motivos. En primer lugar, servían de señal de aviso inminente de la llegada a la ciudad de la Mota y como marca y mojón para no perderse en estos caminos que nos se encontraban tan señalizados como ahora y su trazo se perdía con la nieve, las lluvias y otros accidentes atmosféricos. Son los verdaderos guías que conducen a los viajeros y transeúntes a los pueblos.  Dejando aparte las que delimitan términos municipales como la del cortijo de la Cruz, abundan las que confinan los predios particulares para colocar el mojón de un cortijo de una persona. Hoy día han perdido el sentido y finalidad por el que  fueron levantadas ¨ Sugieren a los viandantes que recen una oración por el motivo religioso en él representado. Advocan a las ánimas del Purgatorio o como lugar al que se va a pedir algún favor especial (lluvia, protección de las cosechas, alejamiento de plagas a los pueblos". De ahí que los antiguos animeros del cortijo de la Cruz y los actuales de Lojilla se remonten a la celebración de estas cruces. 

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